En el pasado mes de junio se conoció un preocupante estudio sobre la flora global de un grupo de investigadores del Jardín Botánico Real Kew de Inglaterra y de la Universidad de Estocolmo, publicado en la revista Nature, Ecology & Evolution.
Allí se afirma que desde el inicio de la Revolución Industrial, casi 600 especies de plantas han desaparecido y se calcula que esa cifra está muy infravalorada. El número parece exiguo frente a las 300.000 catalogadas desde que el naturalista sueco Carl Linnaeus catalogó en su Species Plantarum (1753) todas las plantas conocidas entonces por los occidentales (5.940 especies).
De acuerdo con los científicos, la extinción de plantas está ocurriendo más rápido que la tasa de extinción natural –el ritmo normal de desaparición en la Tierra previo a la intervención humana. El estudio ha estimado que, desde el duro impacto sobre el entorno que provocó la Revolución Industrial, la tasa de extinciones es 500 veces mayor que en períodos anteriores, lo que significa más del doble que la de aves, mamíferos y anfibios combinados. Y señala como factores de destrucción del hábitat, acciones humanas como la deforestación, tala masiva, introducción de especies ganaderas y avance de la agricultura.
Según el conocimiento científico actual sobre la base vegetal del planeta, el ritmo de extinción es mayor que en cualquier tiempo pasado. Las zonas más afectadas son las islas, las selvas tropicales y las regiones de clima mediterráneo y la extinción proviene en su mayoría de las actividades humanas. Hawaii, por ejemplo, tiene la mayor pérdida registrada de especies de plantas con semillas en cualquier parte del mundo desde 1900.
Para la Dra. Aelys M Humphreys, bióloga evolucionista de la Universidad de Estocolmo que lideró el estudio y profesora del Departamento de Ecología, Medio Ambiente y Ciencias de las Plantas de esa Universidad, “la mayoría de las personas pueden nombrar un mamífero o ave que se ha extinguido en los últimos siglos, pero pocas pueden nombrar una planta extinta. Con este estudio es la primera vez que tenemos una visión general de qué plantas ya se han extinguido, de dónde han desaparecido y qué tan rápido está sucediendo esto.”
Humphreys señala que “la extinción es un proceso natural que ha dado forma a la vida en la Tierra a lo largo de su historia evolutiva. Sorprendentemente, se estima que de todos los organismos que han vivido, menos del 1% está vivo hoy. La extinción tiene varias facetas. La terminación de la mayoría de las especies es el resultado de la “extinción de fondo”, el reemplazo espontáneo de una especie por otra. Los eventos de “extinción masiva” son importantes debido a su amplia devastación geográfica y taxonómica, lo que lleva a nuevos regímenes de selección para los sobrevivientes. La “extinción moderna” (los eventos de extinción que han ocurrido en los últimos siglos) y la “amenaza de extinción” son preocupantes porque se piensa que, en gran parte, son el resultado de actividades humanas”.
Para la Unión Mundial para la Naturaleza el 13% de las plantas del mundo están amenazadas, pero para muchos importantes botánicos al menos el 22% se extinguirá y que el 47% está en peligro.
Los científicos argumentan que comprender la extinción de las plantas es crucial: toda la vida en la tierra depende de las plantas, por lo que se deben implementar medidas de conservación eficaces para evitar destruir otros organismos y ecosistemas en los que confiamos los humanos.
Un mapa de extinciones de plantas producido por el equipo de investigación revela que áreas de alta biodiversidad y poblaciones humanas en crecimiento, como las selvas tropicales de Brasil, India, Australia y Sudáfrica, Hawai o Madagascar, son territorios donde la flora está en mayor riesgo. Humphreys advierte que las tasas de extinción en los trópicos es significativamente mayor a lo esperado para esos hábitats de gran diversidad y que las islas con especies únicas, se muestran en especial, sensibles a los cambios ambientales.
Para Stuart Pimm, un reconocido científico de la conservación en la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, los resultados del estudio “son enormemente significativos”, ya que proporcionan evidencia sólida y valiosa para contribuir a los esfuerzos de conservación de la flora global.
Es indudable que toda la vida en la tierra depende de nuestras plantas y que es necesario desplegar esfuerzos de conservación ya que son el basamento no sólo de la nuestra, sino de multitud de organismos y ecosistemas de los que dependemos.
Es lo que afirma Rob Salguero-Gómez, Profesor Asociado del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford y miembro de la Sociedad Británica de Ecología: “Las plantas sustentan y proporcionan recursos clave para ecosistemas enteros en todo el mundo. Sin embargo, gran parte del esfuerzo por cuantificar la pérdida de diversidad de especies en todo el mundo se ha centrado en especies carismáticas, como los mamíferos y las aves. Comprender cuánto, dónde y cómo se están perdiendo las especies de plantas es de suma importancia, no solo para los ecólogos sino también para las sociedades humanas. Dependemos de las plantas directamente para los alimentos, la sombra y los materiales de construcción, e indirectamente para los ‘servicios del ecosistema’, como la fijación de carbono, la creación de oxígeno e incluso la mejora de la salud mental humana a través de espacios verdes”.
Es lo que plantea un estudio de ETH Zürich, realizado por el Crowther Lab y publicado en Science. Uno de sus autores, el británico Thomas Crowther destaca que “nuestro estudio muestra claramente que la reforestación de bosques es la mejor solución de cambio climático disponible en la actualidad”. Profesor titular de ecología del ecosistema global en ETH, su trabajo tiene como objetivo generar una comprensión holística de los sistemas ecológicos a escala global que regulan el clima de la Tierra.
Las conclusiones del equipo de Crowther refuerzan la base científica de las políticas recomendadas por PNUMA hacia un planeta más verde, desde 2006 cuando, invitó a la ciudadanía global a reforestar lanzando la campaña mundial Plantemos para el Planeta, a fin luchar de forma concreta contra el cambio climático y sensibilizar a la sociedad sobre el medio ambiente.
El objetivo inicial, que había sido plantar 1.000 millones de árboles, fue duplicado en sólo 18 meses. El esfuerzo humano tomó dimensiones extraordinarias. En 2009 el objetivo se elevó soñando con plantar 7.000 millones (uno por habitante global de entonces).
Sólo China plantó desde 2009, 6.100 millones de árboles (2.600 millones destinados a esa campaña), Ese esfuerzo fue acompañado por India y Pakistán que entre ambos superaron los 3.000 millones de árboles. A finales de la campaña 2009, los árboles plantados ascendieron a 7.300 millones.
China continuó con el esfuerzo y entre 2013-2017, gastó 67.200 millones de euros en programas de reforestación, incluyendo los pagos a agricultores y a empresas cuyas actividades de explotación forestal fueron restringidas.
Las investigaciones actuales permiten establecer que alrededor de mil millones de hectáreas de tierra en todo el Planeta, podrían estar disponibles y ser adecuadas para la reforestación, lo que permitiría capturar una parte importante de las emisiones de carbono del hombre y reducir sus niveles en la atmósfera.
Desde luego que no es la única acción que debemos emprender en la lucha contra el cambio climático, pero muestra como el esfuerzo y la creatividad de los humanos son las herramientas con las que construimos y construiremos el futuro.