feb 2020

Si fotografiar es dibujar con luz, Jorgelina Álvarez busca las fuentes naturales para lograrlo. La astrofotógrafa encuentra en los lugares más apartados, limpios de cualquier iluminación artificial, increíbles vistas de la Tierra en su contexto, volviendo la mirada un instrumento reflexivo.

La serenidad que transmite la fotografía de Jorgelina Álvarez (Buenos Aires, Argentina) remite al enigma más primitivo de la existencia humana: “quiénes  somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos”, y pone en perspectiva las analogías que conviven en el universo.

“A través de la astrofotografía [toma de cuerpos celestes] puedo conectar algo que forma parte de nosotros, de la humanidad, con las estrellas”, explica la autora, que también se desempeña como meteoróloga en el servicio nacional de Argentina.

A diferencia de la fotografía convencional, en la astrofotografía se trabaja con cuerpos lumínicos. Además, dentro de la disciplina hay distintas especificidades: espacio profundo, fotografía planetaria y campo amplio, de donde deriva el paisaje fotográfico, el estilo de la autora.

Tras un año de campaña en la Base Marambio (Antártida), donde estuvo trabajando en las condiciones atmosféricas del planeta, tomó imágenes deslumbrantes del cielo.

Entre las experiencias fotográficas de ese viaje, cuenta en una entrevista con Óscar Condés para Xatakafoto.com, que cuando tenía tiempo libre se dedicó a captar los  diferentes fenómenos que ocurrían.

Así observó a las nubes estratosféricas polares, que evidencia la destrucción de ozono. También captó, cuando se hacía de noche (a partir de marzo), la luz de miles de estrellas que se dejaban ver gracias a la lejanía con el continente.

La vida moderna es un fenómeno que arrastra sus secuelas a los lugares más recónditos del planeta. Sin embargo, Álvarez apuesta a que aún en plena era de la información la gente en algún momento de sus vidas busca conectarse con la naturaleza.

En ese sentido –dice– la mayoría de las personas percibe un antes y un después, en el que toma conciencia que como especie forma parte del medio ambiente.  Con sus fotografías trata de transmitir su propia experiencia del mundo.

“Cuando miro el cielo siento una conexión directa con el universo”, afirma.  Para la meteoróloga el entender qué significa hacer fotografía de noche y a las estrellas es casi como redimensionar el concepto de distancia en todas sus acepciones.  

La autora afirma que cuando “entendemos que estamos captando luz de una o dos galaxias (una galaxia es un conjunto de miles de millones de estrellas como La Vía Láctea), empezamos a notar la inmensidad”.

En la observación de ese espacio, remarca, de esas galaxias a simple vista: “lo que en verdad estamos viendo es algo que está a 153 mil años luz de distancia, es decir,  que si quiero llegar a esa galaxia tengo que viajar 153 mil años”.

Conectar las estrellas con los elementos que forman parte del paisaje terrestre es una de sus fascinaciones. “En la medida que nos alejamos de la ciudad y más oscuridad tenemos, más objetos vamos a ver y más fascinante será esto de entender las distancias”, explica.

La vida moderna es un fenómeno que arrastra sus secuelas a los lugares más recónditos del planeta. Sin embargo, Álvarez apuesta a que aún en plena era de la información la gente en algún momento de sus vidas busca conectarse con la naturaleza.

En ese sentido –dice– la mayoría de las personas percibe un antes y un después, en el que toma conciencia que como especie forma parte del medio ambiente.  Con sus fotografías trata de transmitir su propia experiencia del mundo.

“Cuando miro el cielo siento una conexión directa con el universo”, afirma.  Para la meteoróloga el entender qué significa hacer fotografía de noche y a las estrellas es casi como redimensionar el concepto de distancia en todas sus acepciones.  

La autora afirma que cuando “entendemos que estamos captando luz de una o dos galaxias (una galaxia es un conjunto de miles de millones de estrellas como La Vía Láctea), empezamos a notar la inmensidad”.

En la observación de ese espacio, remarca, de esas galaxias a simple vista: “lo que en verdad estamos viendo es algo que está a 153 mil años luz de distancia, es decir,  que si quiero llegar a esa galaxia tengo que viajar 153 mil años”.

Conectar las estrellas con los elementos que forman parte del paisaje terrestre es una de sus fascinaciones. “En la medida que nos alejamos de la ciudad y más oscuridad tenemos, más objetos vamos a ver y más fascinante será esto de entender las distancias”, explica.

Por lo pronto, Jorgelina Álvarez, combina su trabajo como meteoróloga con una serie de workshops sobre astrofotografía que realiza en diferentes lugares del país, como Córdoba, Buenos Aires, Misiones y Río Negro, entre otros.

Abocada a la divulgación a través de las imágenes, busca que más personas trasciendan ese “ser polvo de estrellas” y brillen en toda su inmensidad.

Instagram: @astrolina_photography // Facebook: AstroLinaPhotography