Un nuevo documental producido por Michael Moore, “Planet of the Humans”, ha desatado un áspero debate que incluye a prestigiosos científicos del clima y activistas ambientales.
Moore y su socio Jeff Gibbs, director y narrador del film, cuestionan el uso de las energías renovables y sugieren que el movimiento ecológico ha sido absorbido por el capitalismo. Según científicos y líderes ambientales, el documental desinforma e ignora los avances científicos en el tema.
Moore, una figura icónica de los movimientos alternativos, aparece ahora oponiéndose a los autos eléctricos y a la energía solar a los que considera no confiables ya que dependen de los combustibles fósiles para funcionar.
La prestigiosa escritora y periodista Naomi Klein condenó el nuevo trabajo de Moore: “Es desmoralizador el daño que este filme hace en un momento en que muchos están dispuestos para cambios profundos”.
El documental se centra en el funcionamiento de las energías renovables con una postura fuertemente criticada por el mundo científico y los líderes ambientalistas. El planteo de Moore-Gibbs es que las energías naturales de fuentes inagotables como el viento, el sol o el movimiento del mar son igual de dañinas que los combustibles fósiles porque dependen de éstos y que “el capitalismo ha conseguido apoderarse del movimiento por el clima”: “Lo que hemos estado llamando verde, energía renovable y civilización industrial son una y la misma cosa…Son medidas desesperadas no para salvar el planeta sino para salvar nuestra forma de vida”, narra Gibbs en el film.
El Planeta de los Humanos denuncia que la energía renovable es tan dañina como la energía fósil porque se apoya en ésta y la necesita, mientras el público lo ignora. Denuncia que los paneles solares necesitan componentes producto de la minería; que la biomasa es un eufemismo para la tala indiscriminada de árboles; que empresas como Tesla y Apple se dicen sostenibles pero siguen dependiendo de la misma energía que el resto; etc.
En lugar de fuentes de energía renovables, que los realizadores consideran tan caras como los combustibles fósiles, el film propone que todos centremos nuestra atención en cuestiones como el control de la población y la retracción económica para combatir eficazmente el cambio climático.
Las críticas provocadas por esa posición provienen de académicos y ambientalistas como Josh Fox, el director de Gasland, un documental nominado al Óscar enfocado en los brutales daños del fracking: “La película propone temas de discusión de la industria de combustibles fósiles descaradamente falsos engañando a su audiencia sobre energía renovable. Menosprecia y ataca a importantes líderes climáticos, ignora los avances científicos y políticos en energía, minimiza o denuncia las campañas climáticas y de combustibles fósiles y emplea técnicas engañosas de desinformación para entregar un mensaje profundamente cínico y erróneo”.
Mas Azul considera que, ante la repercusión de la obra de Moore (Fahrenheit 9/11 y Bowling for Columbine) y las más 7 millones de vistas de su nuevo trabajo en menos de un mes, es importante afrontar el debate que plantea. Y rehuir de la comprensible indignación de quienes se siente “traicionados” por Moore, lo que llevó al exceso de pedir que el documental fuera retirado de You Tube o que Moore se retractara y pidiera disculpas por su nuevo trabajo.
Por eso celebramos que tras la indignación, Josh Fox y los científicos y líderes ambientales que le acompañaron en el pedido, afirmaran que “la alfabetización mediática, la crítica y el debate es la mejor solución para la desinformación”.
Desde Más Azul defendemos como ejes centrales de nuestra tarea en defensa del Planeta dos posiciones: rigor científico en la información que se brinda y sembrar esperanza, lo que implica proponer soluciones o informar acerca de los avances científicos y tecnológicos que en distintas partes del mundo se están haciendo para superar las consecuencias del cambio climático. Por tanto, lejos del catastrofismo y de los planteos pesimistas.
No se trata de una visión ingenua sino de la conciencia cabal de que el pesimismo es una concepción reaccionaria en su más profundo sentido.
Precisamente es en este punto donde encontramos uno de nuestros mayores cuestionamientos al documental: su planteo es pesimista y desesperanzador. No aporta soluciones ni vislumbra caminos para encontrar esas soluciones.
“En medio de un evento de extinción causado por el hombre, la respuesta del movimiento ambientalista es presionar para promover soluciones tecnológicas y poner tiritas. Eso es muy poco, y es tarde”. Para Moore y Gibbs hay demasiados humanos, el consumo desmedido es el verdadero enemigo y quizás sea irreversible.
De las tres propuestas, solo es verdad que el consumo es desmedido. Lo hemos cuestionado desde nuestro medio, lo consideramos demencial y empujado por una concepción rapaz de la economía global. Y atacamos el desperdicio de comida, los excesos de la industria de la moda, la movilidad desenfrenada en base a combustibles fósiles, la producción desquiciada de basura, etc.
Pero no es cierto que los humanos seamos demasiados. El camino que nos plantea nuestro Planeta es que para compartirlo es necesario que seamos más humanos, más solidarios, más compenetrados de que somos parte de la naturaleza y no sus “reyes” dominantes. Y desde luego, tampoco es cierto que la grave situación a la que llegamos sea irreversible. Pero revertirla requerirá un enorme esfuerzo: el cambio profundo de nuestro modelo de producción y consumo, de nuestra economía crematística.
Pero el error central del “Planeta de los Humanos” se corresponde a algo lamentablemente habitual en los planteos políticos a lo largo de la historia. Muchos de los bienintencionados, de los que pretenden mejoras en la condición de vida de sus congéneres, ponen el acento en los objetivos y se olvidan de los procesos que llevan hasta allí. Y reclaman resultados YA!! –lo que tiene réditos políticos o mediáticos– sin advertir que para lograr esos resultados hay que “de-construir” procesos, a los cuales muchas veces esos mismos “iluminados” han contribuido a fortalecer.
La humildad es una buena consejera. Moore debería recordar (podría tomar ejemplo de Greta Thunberg) la enorme cantidad de vuelos aéreos que realizó a lo largo de su exitosa vida profesional, como hemos hecho muchos de nosotros, contribuyendo a contaminar el Planeta. O el uso intensivo de automotores para el desarrollo de sus documentales y del celular para sus comunicaciones, que –como los paneles solares que él denuncia– también tienen productos provenientes de la minería.
Desde luego que hay una responsabilidad infinitamente mayor de las grandes corporaciones de combustibles fósiles que se han enriquecido a niveles cósmicos destruyendo el Planeta a sabiendas. Pero una parte enorme de la humanidad apostó a los beneficios que reportaba en progreso, bienestar, salud, etc. determinados avances que la electricidad, los plásticos, las comunicaciones nos aportaban. Y compartió la falsa creencia en un progreso infinito y un Planeta a nuestro servicio.
El “Planeta de los Humanos” ignora de manera absoluta la importancia de los procesos y denuncia que algunas partes de los coches eléctricos o los equipos de energía eólica o solar utilizan productos elaborados a partir de combustibles fósiles.
Sorpresa Moore!!! ya lo sabíamos!!! Pero vamos avanzando de la mano de los científicos en cómo podemos sustituirlos. Los avances de los últimos diez años en energías renovables son sorprendentes y están ignorados por completo en el cuestionado documental.
Hoy ya afrontamos graves secuelas ambientales derivadas del uso de combustibles fósiles, con emisiones descontroladas de CO2 y exacerbación de alteraciones climáticas como olas de calor, sequías, inundaciones, acidificación de los océanos, etc.
Mientras tanto, la población mundial se incrementa y aumentan por tanto, las demandas energéticas. Ante ese escenario Moore-Gibbs se asocian plantean una respuesta ‘facilista’: reduzcamos la población global, que los asocia a los defensores de una especie de “genocidio retórico” basado en no se sabe qué métodos ni quién o quiénes serán los encargados de establecerlos. Ted Turner planteó “reducir la población a 2.000 millones”!! (sic) y Henry Kissinger reconoció: “Sí, mucha gente va a morir, pero será un mundo mucho mejor para los que sobrevivan”!!! (sic).
Hay un camino más arduo pero más humano y posible: mejorar las condiciones de vida de aquellas poblaciones en situación de miseria y vulnerabilidad. Está probado científicamente que las sociedades con mejores niveles de vida tienen bajas tasas de natalidad. Si a ello agregamos terminar con el dispendio de energía y el desperdicio de comida, descubriremos que no hay una humanidad prescindible…
En ese punto se suma otro de los errores en el film de Moore-Gibbs: el rol de las energías renovables y limpias. Académicos especialistas en el tema, como Michael Mann, profesor de ciencias atmosféricas en Penn State o Mark Z. Jacobson, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental en la Universidad de Stanford –quienes acompañaron a Fox en su crítica a los realizadores– han defendido la importancia de esas nuevas fuentes de energía.
Jacobson ha sostenido que EEUU podría llegar a funcionar con un 100% de energías renovables para el 2050 y que sólo la impericia de los políticos podría evitarlo. En diciembre pasado (revista One Earth, 20.12.2019), junto a su equipo, mostró el camino para que 143 países de todo el mundo pudieran alcanzar esa misma meta del 100% de energía limpia y renovable, lo que permitiría reducir las necesidades mundiales de energía en un 57% y generar 28,6 millones de nuevos empleos.
Michael Mann, que junto a Warren Washington fue galardonado el año pasado con el Premio Tyler, considerado como el ‘Nobel del Medioambiente’, por su trabajo en el campo de la climatología, considera que “la película presenta una representación distorsionada y desactualizada de la industria de las energías renovables en un esfuerzo por difamar las energías renovables, promoviendo así irónicamente la agenda de la industria de los combustibles fósiles”.
El profesor Mann sostiene que el último trabajo de Moore “sirve como una cuña que busca dividir a la comunidad ambiental cuando las fuerzas de la negación y la demora, es decir, la industria de los combustibles fósiles y los poderosos intereses de la derecha que hacen su oferta, están completamente unificadas y tienen el poder de la rama ejecutiva de nuestro gobierno actual detrás de ellos. Duele que Moore que dice que se preocupa por la gente, haga avanzar la agenda de los ricos y poderosos a los que pretende oponerse”.
La película curiosamente no menciona en absoluto a las corporaciones de combustibles fósiles ni sus responsabilidades. Leah C. Stokes, politóloga y profesora de la Universidad de California, experta en política energética y ambiental, con un doctorado en el MIT, revela algunos entretelones de la realización del “Planeta de los Humanos” que resultan reveladores: “Sí, creo que es realmente una locura (que no hable de las petroleras).Contrasté este documental con ‘Comerciantes de la duda’ [libro de Naeomi Oreskes].Ambas películas sobre el cambio climático están basadas en un libro. Uno de ellos está basado en un muy lamentable libro llamado ‘Green Illusions’… [de Ozzie Zehner] de quien, nunca he oído hablar de él y no está dentro de la comunidad académica de personas que realizan investigaciones serias sobre el tema. ‘Comerciantes de la duda’ en cambio estuvo muy bien investigado…Fue un trabajo extremadamente bien hecho y se enfoca en la negación del cambio climático que está siendo impulsada por la industria de los combustibles fósiles”.
Para Stokes “lo más extraño de esta película es que dice que el movimiento climático está corrompido por las corporaciones, pero no dice qué corporaciones. ¿Y cómo es que nunca hablan las corporaciones mismas?(…) No hay absolutamente nada sobre la negación del cambio climático en esta película. Creo que es extremadamente irresponsable, porque esta película está haciendo exactamente lo que hacen los negadores del cambio climático. Está difundiendo información errónea y provoca demoras en la resolución del problema. Es muy irresponsable”.
Moore-Gibbs pasan por alto los avances científicos y tecnológicos de los últimos 10 años en la materia, los planes de energía 100% renovable en más de un centenar de países y el Green New Deal, el avance político más importante sobre energía verde de todos los tiempos.
Cabe recordar que en la actualidad, el 80% de la energía que se produce a nivel global procede de fuentes fósiles: algo menos del 40% directamente del petróleo. Pero también que la energía renovable ha superado a los combustibles fósiles en coto de producción y se ha vuelto conveniente y competitiva.
En EEUU, las energías renovables están en condiciones de sustituir el 74% de la energía generada por carbón y obtener un ahorro inmediato en los costos de producción. Ese porcentaje podría elevarse al 85% en los próximos cinco años.
La UE se plantea que las energías renovables para 2030, supongan al menos un 27% en el consumo total de energía y a la vez, mejorar la eficiencia energética en ese mismo porcentaje. Diez países de América Latina y el Caribe asumieron el compromiso de elevar al 70% sus fuentes renovables para el año 2030.
Dentro de las energías renovables no todas tienen la misma incidencia en materia de costos. Las energías hidroeléctrica, geotérmica y nuclear tienen un alto costo en capital de infraestructura. En cambio, los problemas de la energía solar y eólica están vinculados a problemas de espacio, por las superficies que ocupan, pero son las que tienen una mayor demanda dado su condición de energía limpia y su bajo coste de producción. Por su parte, la energía mareomotriz está teniendo avances relevantes en los últimos años y puede constituir una alternativa interesante. Lo mismo sucede con la combinación de hidrógeno y eólico-solar o hidrógeno verde, que también está en desarrollo para sustituir los combustibles fósiles.
El empleo de los recursos naturales renovables que la naturaleza pone a nuestra disposición como fuentes de energía, significan un avance en términos de civilización respecto de lo que la humanidad ha usado hasta ahora. Leña, carbón, petróleo han sido etapas “primitivas” de nuestro acceso a la energía.
Entre las innumerables ventajas que poseen, dos merecen destacarse su inagotabilidad, lo que hace que su utilización energética sea sostenible y su casi nula emisión de gases de efecto invernadero, lo que permite la reducción de los efectos nocivos sobre el clima que provocan los combustibles fósiles.
Por otra parte, los avances tecnológicos logrados permitirán incrementar la democratización y accesibilidad de la energía a sectores que hoy carecen de un recurso básico para su bienestar.
La evolución de las energías renovables en las últimas décadas ha supuesto un largo aprendizaje y la experimentación de diversas tecnologías. Ese proceso aún está en marcha pero, en la actualidad, ya los costos de inversión por potencia instalada tanto en energía solar fotovoltaica, eólica on-shore, hidráulica y biomasa, son más bajos que las instalaciones de igual potencia de combustibles fósiles. Algo decisivo para poder desplazar las fuentes que usábamos y que queremos desterrar.
Acusar a ese proceso de “complicidad con el capitalismo” como hace Moore solo puede calificarse de “irresponsabilidad manifiesta”, cuando menos… Pero las visiones excesivas de las izquierdas radicalizadas han significado siempre una contribución “servil” al poder más reaccionario. La Historia en rica en ejemplos. Es lamentable que Michael Moore no lo haya aprendido.