Para Pasquale la naturaleza es todo y constituye el medio, entendido como espacio de contención de la existencia misma. Algo que en sus cuadros queda reflejado por la forma armónica en la cual las personas se incluyen en el contexto.
Rostros cubiertos de plantas y flores, pájaros cerca de los torsos, objetos de la cultura en escenarios naturales, máscaras de papel o cartón que emulan animales y una paleta de colores donde nada brilla ni hay sobresaltos, conforman el universo del artista.
Sin embargo, el mundo interior de los retratados no armoniza necesariamente con el paisaje. Por eso, Pasquale se anima a confrontar esos contrastes: “si somos auténticos con nosotros mismos y con nuestros actos para el afuera, existirán contradicciones”.