Ante los desafíos ambientales, los gobiernos de la región muestran una desastrosa gestión

21 ago 2020

Decíamos en este mismo número (Ver “¿Porqué América es el epicentro actual de la pandemia?”) que los ciudadanos de aquellos países gobernados por irresponsables, corruptos, cómplices o simplemente, imbéciles, padecen resultados desastrosos, con gestiones que casi nunca los tienen en cuenta.

Los datos que vamos a mostrar revelan problemas crónicos de América Latina: malos gobiernos; corrupción en todos los segmentos del poder (político, económico, judicial, policial, etc.); carencia de infraestructuras; pobreza estructural; expansión social del narcotráfico y carencias educativas.

Todos esos problemas se manifiestan además en la pésima performance de la mayoría de la región en materia de indicadores ambientales.

PRIORIDAD ESTRATEGICA

La región alberga algunos de los ecosistemas más primitivos, más ricos y diversos del mundo. Posee todo tipo de recursos. Desde los que históricamente fueron sus materias primas preferentes (cereales, oro, cobre, petróleo, frutas, azúcar, café) hasta las nuevas riquezas que almacena (gas, litio, soja, niobio, coltán, aguacates, diamantes, etc). Brasil se ha convertido en el productor de soja, carne y pollo más grande del mundo. Argentina produce cereales y leguminosas para más de 300 millones de seres humanos.

Ello enfrenta a la región con la exigencia de conciliar las demandas de crecimiento con la necesidad de proteger y administrar debidamente sus hábitats y recursos, a fin de alcanzar un desarrollo sostenible y estar en condiciones de hacer frente a amenazas globales, como el cambio climático.

Por tanto, sus políticas ambientales deberían ser una prioridad estratégica de cara a atender los desafíos del futuro. Sin embargo, la región no solo muestra graves cuestiones pendientes en su tarea de proteger el medio ambiente, sino que en algunos aspectos, sus gobiernos constituyen un verdadero desastre en materia de gestión ambiental.

Veamos algunos datos:

Agua:

Posee un tercio de toda el agua dulce del Planeta, pero tiene graves problemas con el agua. La falta de infraestructura de calidad en América Latina y las deficiencias de la existente, generan pérdidas promedio del 40% del agua potable, antes de llegar al consumidor. Y en algunos lugares por encima del 60%. El agua se pierde por fugas y sistemas de alcantarillados deficientes. En la región alrededor de 40 millones de personas siguen careciendo de agua potable y 110 millones no poseen acceso a un saneamiento adecuado.

Los acuíferos más importantes de México y América del Sur están amenazados por la sobreexplotación y la contaminación. En Sudamérica, 40 a 60% del agua utilizada proviene de acuíferos que enfrentan una creciente contaminación producida por los desechos de las actividades agrícolas y mineras. En México, el agua subterránea representa la fuente principal de abasto del 65% de la población.

En América Latina hay 150.000 muertes/año por enfermedades hídricas: 85% en menores de 5 años.

Las enfermedades relacionadas con el agua se asocian a una significativa carga de morbi-mortalidad, sobre todo entre las poblaciones que carecen de acceso a los servicios más básicos de agua y saneamiento. Entre estas enfermedades, la que más influye en la mortalidad son las “diarreas y gastroenteritis de origen presumiblemente infeccioso”, en niños menores de 1 año.

En América Latina se reportan 150.000 muertes/año por enfermedades hídricas, 85% de niños menores de 5 años. Y unos 75.000 niños menores de cinco años mueren cada año de diarrea (200 por día). La falta de saneamiento provoca que 27,5/1.000 niños nacidos vivos mueren antes de los cinco años, frente a 6/1.000 de los países desarrollados (es decir, 4,5 veces más).

Las disparidades entre la población urbana y la rural en saneamiento y acceso a letrinas son las mayores del mundo, con casi 40% de puntos de diferencia entre ambas poblaciones. Los segmentos sociales que viven en las periferias de las ciudades de América latina, así como las comunidades rurales, padecen entre las carencias de otros servicios básicos, la falta de agua o acceso a un agua de baja calidad.

El 80% de los latinoamericanos vive en ciudades. Pero el crecimiento no planificado y caótico de sus periferias y la ausencia de una gestión adecuada –agudizada por la corrupción y el descontrol– resulta en servicios básicos deficientes y un uso inadecuado y dispendioso del recurso. Según el Banco Mundial, Argentina consume un 33% más de agua que hace 20 años y Chile un 75% más.

Los países con menor acceso al agua potable son Haití, República Dominicana, Nicaragua, Ecuador, Perú y Bolivia. Además la cobertura es dispar: varía tanto entre países, como entre zonas urbanas y rurales. Mientras Haití tiene un 24% de población con agua potable y Bolivia un 46%, en Uruguay el 96% de la población cuenta con acceso a instalaciones de saneamiento adecuadas.

Deforestación

De los 10 países que perdieron más bosque virgen en el mundo, cinco están en América Latina. La cuenca del río Amazonas es una de las zonas más afectadas del mundo. La deforestación de la Amazonía brasileña aumentó un 54% en los últimos diez meses respecto al periodo anterior.

En 50 años, la Amazonia podría convertirse en una sabana árida por calentamiento y daños medioambientales.

Al 10 de julio pasado, la deforestación en la Amazonia brasileña aumentó por decimocuarto mes consecutivo y en los primeros seis meses del año, la deforestación se incrementó un 25%. Brasil se dirige a una deforestación anual de más de 15.000 kms2 (IPAM Brasil), a causa de la expansión de la ganadería extensiva, el cultivo de soja y explotación maderera.

Entre 2010-2020, solo Sudamérica, perdió 2,6 millones de has. por año. También Bolivia, Perú, Colombia, México, Paraguay, Venezuela, y Argentina tienen procesos importantes de deforestación.

Cuando los incendios no son intencionales, su propagación se facilita por la tala ilegal para madera, ganadería y cultivos intensivos (soja en Amazonas o pino y eucalipto en Chile) ya que al desaparecer las zonas boscosas se produce una disminución de la humedad del suelo. Esos incendios llegaron a tener proporciones catastróficas entre 2017 y 2019.

Descarbonización

En la actualidad, los sectores de energía y transporte en América latina representan 66% de las emisiones regionales de CO2 de origen fósil y alrededor del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si no se actúa, se prevé que se dupliquen en 2050, hasta 1.200 millones de toneladas debido a la demanda creciente de electricidad. Mantener una matriz de generación basada en combustibles fósiles colocaría la región en grave situación ambiental e incumpliendo los objetivos del Acuerdo de París.

Sin embargo, la región apunta a la dependencia petrolera. Argentina apuesta al yacimiento de Vaca Muerta, en un rumbo ambientalmente suicida. Como también lo hacen México, Venezuela, Brasil, Ecuador y Perú.

En medio, Guyana vive “la maldición del petróleo”, con el descubrimiento de grandes yacimientos. Y como esos boxeadores que van a poner el cuerpo para recibir una paliza, reciben de sus promotores elogios y promesas de gloria: “Muchas personas aún no entienden lo grande que es esto. En 2025, el PIB aumentará entre un 300% y 1.000%. Esto es gigantesco. Será el país más rico del hemisferio y, potencialmente, el país más rico del mundo” (declaraciones del embajador estadounidense en Guyana, Perry Holloway, respecto del segundo país más pobre del continente).

Los informes internacionales en cambio, anticipan que mediante la neutralización de las emisiones de la matriz energética y la electrificación total del sistema de transporte (incluidos marítimos y terrestres), la región podría evitar 1.100 millones de toneladas de CO2 en 2050, mejorar la salud de los ciudadanos y ahorrar millones de dólares por año. Hasta 621.000 millones de dólares anuales si los sectores de energía y transporte se reconvirtieran en neutrales de emisiones para esa fecha (Informe PNUMA).

Basura

Un tercio de todos los residuos urbanos generados en América Latina y el Caribe terminan en basurales a cielo abierto o desperdigados en el territorio en vertederos que contaminan suelos, agua y aire y atentan contra la salud de sus pobladores.

Los residuos se arrojan en arroyos o espacios sin control ni protección, donde son quemados o abandonados para que distintos actores distribuyan su carga contaminante. Estos basurales suelen acumular millones de toneladas y ocupar espacios superiores a las 100 hectáreas.

Dentro del sector residuos, estos vertederos son, a nivel global, la principal fuente de generación de emisiones de GEI por el contenido de materia orgánica que contienen, que genera gas metano, 24 veces más contaminante del clima que el CO2.

Uno de los disparates económicos de la gestión ambiental en la región es no tomar en cuenta que en ciudades de bajo o medio ingreso per cápita, el costo derivado del incorrecto manejo de residuos para la sociedad en su conjunto es de 5 a 10 veces mayor de lo que costaría implementar un adecuado manejo (Global Waste Management Outlook, 2015).

La gestión de la basura es uno de los mayores retos ambientales en la región, porque no se han generado las capacidades para atender los residuos. De hecho, 50 millones de latinoamericanos carecen de servicios de recolección.

La casi nula capacidad de reciclaje (2%) es otro de los déficits de la región en términos ambientales y revela otra de las formas de dispendio o mal uso de los recursos públicos. Las tasas de reciclaje son tan bajas, que más del 90% de los residuos que se generan en América latina acaban desaprovechándose y terminan en los vertederos.

Niños y jóvenes participan con riesgos para su salud de la actividad en los vertederos de basura.

La mayoría de los gobiernos de la región “declaman” el apoyo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU pero carecen de una visión de largo plazo para implementarlos decididamente y no establecen incentivos para el reciclaje.

Cada latinoamericano genera más de un kilo de basura diario, lo que significa unas 630.000 toneladas, algo más del 11% de la basura mundial. Los pocos territorios anglófonos triplican y cuadruplican esa cifra (Islas Vírgenes-EEUU, 4,46 kg.; islas Británicas, 3,75 kg.).

Los países de América Latina que más basura generan son: México, 1,16 kg.; Chile, 1,15 kg.; Argentina 1,14 kg.; R. Dominicana 1,08 kg.; Brasil 1,04 kg.

En Buenos Aires, la provincia más rica de Argentina, existen 86 basurales a cielo abierto.

Para el BID, en la región no se recicla más del 2% del total de residuos. Si la basura se separara de forma adecuada antes de llegar al vertedero, se podría reciclar casi el 92%, pero si los desechos se mezclan, solo es posible reciclar un 30%.

A través del reciclado y tratamiento se pueden crear nuevos insumos que realimentan el proceso como nuevas materias primas, mejoramiento de suelos o generación de energía eléctrica o calor. Por ello, se necesita hacer una transición hacia la llamada economía circular, pero América Latina está desperdiciando esa potencial.

Según PNUMA, una fuente de contaminación que necesita una especial y urgente atención regional es la de los residuos peligrosos y especiales, como aparatos electrónicos, residuos hospitalarios o desechos de la construcción. La mayor parte de estos residuos recibe un manejo inadecuado y en general, ni  está inventariado.

Debe tenerse en cuenta que el 46,8% de la economía latinoamericana en promedio es todavía informal por deficiencia y tolerancia cómplice de los gobiernos. Esta situación ha sido un drama persistente en la región que tiene a la mitad de la población en la economía sumergida. Para algunos expertos de OIT el promedio alcanza el 60%.

El año pasado, según WEF, la economía informal de América Latina superó por primera vez la del África Subsahariana. El empleo informal afecta a 130 millones de latinoamericanos (27 millones de trabajadores jóvenes), representando a casi la mitad del empleo no agrícola. Su incidencia varía desde países como Costa Rica (30,7%) y Uruguay (33%), pasando por México, Paraguay, Perú y El Salvador (entre 57 y 65%) hasta extremos como Honduras (73%) y Guatemala (73,6%).

La OIT destaca que en la región 84% de los trabajadores autónomos son informales y que 60% de los dependientes en las microempresas son subempleados. Esa situación limita la productividad y el desarrollo económico latinoamericano, excluye a los trabajadores de las protecciones sociales y laborales, pero permite un manejo discrecional de fondos de la corrupción y el narcotráfico que se verían perjudicados con un manejo menos opaco de la economía.

Recursos marinos

Se estima que el 33,1% de las poblaciones de peces están sobreexplotadas. Chile y Argentina, se ubican detrás del Mar Negro y el Mediterráneo (dos mares arrasados) en cuestiones de sobreexplotación de captura pesquera. El Atlántico sur está completamente desprotegido y desregulado. Argentina es víctima de la sobrepesca y pierde 2.500 millones de dólares por pesca ilegal que no controla ni pone los medios para hacerlo, con la complicidad de muchos funcionarios.

En Perú, principal productor de harina de pescado del mundo y poseedor de la pesquería más grande del planeta basada en una sola especie, las capturas históricas están decayendo desde los ’90. En Chile, 62 % de las pesquerías están sobreexplotadas o agotadas. En Colombia, el camarón, su segundo producto pesquero de exportación, también está sobreexplotado. Todos esos casos muestran el poco probable cumplimiento con la meta de sobrepesca cero para 2030.

EN SINTESIS

América Latina es una de las regiones del mundo que depende, en gran medida, de cómo utilice sus recursos naturales para generar crecimiento económico y desarrollo humano. Si para el resto del Planeta el manejo de los temas ambientales es de la mayor trascendencia, ya que está en juego la propia supervivencia de los seres humanos, en la región debería ser una prioridad estratégica singular.

Pero la despreocupación, la falta de conciencia e incluso la ignorancia generalizada en los estamentos gubernamentales nacionales y locales, se manifiestan en la pésima performance de la mayoría de la región en materia de indicadores ambientales.

Para Más Azul, destacarlo es un llamado a que la agenda ambiental deje de ser un manojo de declamaciones y compromisos vacíos para asumir la urgencia de la hora: no hay más tiempo!!!

Los procesos de transformación del vínculo con la naturaleza requieren una acción inmediata, inteligente, basada en conocimiento científico y en un espíritu generoso que comprenda que la postergación de millones de latinoamericanos debe llegar a su fin.

Si los gobiernos y empresas de América Latina creen que podrán vivir a espaldas del cambio climático pagarán duras consecuencias. Lamentablemente nosotros también…

 

En el próximo número:

América Latina bajo la lupa (II): Biodiversidad; Residuos marinos; Minería; Residuos marinos; Desertización; Migraciones y Asentamientos humanos y salud ambiental