Según el Foro Económico Mundial, 94 de 115 países han avanzado hacia la transición

14 nov 2020

La transformación del sistema energético durante la última década, aunque más lenta de lo necesario para enfrentar el cambio climático y alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, ha sido extraordinaria.

El agotamiento de los combustibles fósiles y en especial, la degradación socio-ambiental que ha acarreado su uso, pareciera haber despertado la conciencia global de la necesidad de una profunda revolución energética.

En los últimos 5 años, 94 países (70% de la población mundial), han avanzado en energías renovables.

Una sucesión de avances tecnológicos han permitido afrontar la urgente transición desde los recursos energéticos no renovables y contaminantes a la energía limpia y sostenible ya que se han logrado mejores niveles de eficiencia y una notable disminución de costos.

Ese proceso constituye una componente clave para evitar los desastres ecológicos y sociales que los científicos vienen anticipando desde hace décadas y poder alcanzar un futuro sostenible para la humanidad.

Un Informe publicado por el Foro Económico Mundial (WEF) analiza el estado de esa transición a energías limpias y mide el índice de preparación de 115 economías del mundo.

El estudio se basa en los análisis del Índice de transición energética (ETI) de 2020, que comparan el rendimiento de los sistemas energéticos actuales de esas economías, teniendo en cuenta indicadores como el crecimiento y el desarrollo económico, la sostenibilidad ambiental, y el acceso y la seguridad energéticos y asimismo su nivel de preparación para una transición a sistemas energéticos inclusivos, asequibles, sostenibles y seguros.

Dicho índice sustituye al antiguo Energy Architecture Performance Index. El Foro Económico Mundial ha analizado 40 indicadores para valorar cuál es la posición de cada país con respecto a la transición energética y elaborado un ranking basado en ellos.

La buena noticia es que 94 de los 115 han progresado desde 2015, aumentado dos puntos porcentuales con respecto a las intenciones de cinco años atrás, lo que muestra, a nivel mundial, la predisposición de un importante número de países para avanzar en la transición energética.

De acuerdo con los datos recabados por el Foro Económico Mundial, a ello debe sumarse que:

  • Esos 94 países que han mejorado representan el 70% de la población mundial;
  • Once de esos 94 países han progresado de forma constante cada año desde 2015;
  • China e India, los dos países más poblados del Planeta consiguen mejoras constantes en su puntuación general en el índice desde 2015.
  • Los 10 países más preparados para la transición son los siguientes:

En el caso de China, los problemas de contaminación han empujado al gobierno a avanzar activamente en políticas de control de emisiones, electrificación de vehículos y desarrollo de de paneles solares fotovoltaicos y centrales eólicas terrestres y hoy posee la mayor capacidad del mundo en esa materia.

India por su parte, ha producido avances gracias a un programa de expansión de energías renovables impuesto por el gobierno y que acaba de ampliarse a 275 GW con vistas a 2027. También ha dado importantes pasos en materia de eficiencia energética (distribución masiva de bombillas LED, contadores inteligentes y etiquetado de eficiencia de electrodomésticos) así como en medidas  destinadas a reducir los costes de los vehículos eléctricos.

Pero no todas son buenas nuevas. El Informe también señala que:

  • El 20% de la población mundial usa tanta la misma cantidad de energía del 80% restante;
  • La disminución en la generación de energía de carbón a nivel mundial en 2019 fue solo del 3%;
  • El 70% los jóvenes consideran que la transición energética está estancada o avanza a una velocidad demasiado lenta para enfrentar los desafíos del cambio climático.
  • Las puntuaciones de EEUU, Brasil y Australia han empeorado.

Es significativo que los tres países donde el índice muestra empeoramiento son países gobernados por políticos francamente negacionistas del cambio climático (Trump-Bolsonaro) o que han mostrado profunda desatención a sus problemas ambientales, obnubilados por el crecimiento económico (Australia).

El carbón, altamente contaminante: principal fuente de generación de electricidad en 18 estados de EEUU en 2019.

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En el caso de EEUU, por primera vez no figura entre los 25 con mejor calificación, debido a los retrocesos normativos que Trump provocó con su apoyo a la industria de los combustibles fósiles y su ataque a los controles ambientales, que Biden propone recuperar al hacerse cargo de la presidencia.

Los estancamientos en muchos otros países (Canadá, Irán, Chile, Líbano, Malasia, Nigeria y Turquía) que han descendido desde 2015, confirman la complejidad de las concesiones que conlleva la transición energética.

Más del 80 % de los países han mejorado sus resultados en lo que respecta a seguridad y acceso energéticos desde 2015.

En Europa se ha avanzado en los últimos cinco años en la descarbonización, de forma más lenta de lo deseable, pero continuada. Los países de la UE en general han mostrado mejoras, con Irlanda, Bélgica, Portugal y Alemania entre los 20 principales países a nivel global con avances anuales consistentes. Alemania muestra un firme compromiso en la eliminación gradual del carbón y la descarbonización de la industria mediante hidrógeno limpio.

Otros países europeos como Italia, Bulgaria, República Checa y Hungría también han realizado avances considerables. 

El avance de países en Asia y África, en cambio, sigue presentando dificultades porque muchos países de ambos continentes todavía deben priorizar servicios comunitarios básico (alumbrado público, climatización y  saneamiento urbano, gestión del tráfico y conservación de productos).Pero hubo excepciones con avances importantes en Bangladesh, Kenia y Omán.

Los últimos puestos del ranking elaborado por el WEF han sido para Venezuela, Camerún, Líbano y Haití.

TRANSICION EN AMERICA LATINA

Como hemos visto, ningún país latinoamericano se encuentra en el top 10 de un Índice del Foro Económico Mundial que evalúa transición hacia energías renovables. Sin embargo, Uruguay se destaca en el puesto n° 11, Colombia en el 25 y Costa Rica en el 27.

Colombia es el país de América Latina con mayores avances hacia la transición energética y ha pasado del puesto 34 al puesto 25, en el último año en el Índice de Transición Energética de WEF, superando a naciones como Chile y Costa Rica, debido a que cuenta no solo con un buen funcionamiento de su sistema energético sino con una alta preparación para la transición.

Para la ministra de Energía, María Fernanda Suárez “los avances de Colombia en la Transición Energética se traducen en equidad, desarrollo y avances en la mitigación del Cambio Climático. En 2019, aseguramos una mayor participación de la energía solar y eólica en nuestra matriz eléctrica, pasando de menos de 50 megavatios a más de 2.500 megavatios de capacidad instalada en este tipo de fuentes al año 2022. Esto nos permitirá tener una matriz más resiliente ante la variabilidad climática y más amigable con el medio ambiente, en beneficio de todos los colombianos”.

El cambio se asienta en una serie de proyectos en curso, que permitirán un aumento de la participación de fuentes renovables y limpias en la matriz eléctrica de menos del 1% al 12%, al año 2022. Esos proyectos ubicados en La Guajira, Cesar, Córdoba, Valle del Cauca y Tolima, implican la construcción de 14 proyectos de energías renovables no convencionales (9 eólicos y 5 solares), ya subastados.

El mejoramiento del sistema se manifiesta en la expansión de la energía eléctrica, para llevar ese servicio esencial, por primera vez, a 100.000 usuarios en regiones apartadas del país y en muchos casos con paneles solares. Y también en medidas de preparación para la transición, con avances en las metas del Acuerdo de París y la regulación establecida para energías renovables y eficiencia energética.

Otro país latinoamericano que muestra avances es Argentina, que fue calificado por la WEF entre los cuatro países de la región con mayores mejoras en su proceso de transición energética. Al iniciar el 2020 había alcanzado a cubrir el 8% de la demanda de energía eléctrica con energías renovables y prevé duplicar ese porcentaje de participación para fines de 2021.

La participación de las energías renovables en Argentina ha crecido de forma vigorosa. El volumen de participación del 8% de la demanda nacional es casi siete veces lo que registraba en 2011. Y ha crecido por encima de la demanda de energía del país: que fue de 11.964,3 GWh, en el Sistema Argentino de Interconexión (SADI) correspondiendo 956,3 GWh a centrales de energías renovables.

La participación de las energías renovables en Argentina ha crecido y ya cubre el 8% de la demanda nacional.

Argentina posee a lo largo de su territorio más de 120 generadoras de energías “verdes” con predominancia de las de energía eólica (71,3%) que generaron 681,9 GWh. El resto provino de minihidro (128,5 GWh), solar (107 GWh), biogás (22,8 GWh) y biomasa (16 GWh).

El país se ha dado una legislación específica para cumplir las metas de incorporación de energías limpias (Ley 27.191) que establece el objetivo de alcanzar el 20% del consumo eléctrico nacional de fuentes renovables para fines de 2025 y el 35% al concluir el 2030.

En octubre de 2017 se presentaron proyectos de generación renovable por 9.343 MW (licitación internacional Renovar 2) para desplegarse en todo el país: eólica (3.808 MW), solar (5.240 MW), biomasa (20 MW), biogás (32 MW), residuos sólidos urbanos (4 MW) y pequeños aprovechamientos hidroeléctricos (15 MW), pero las reiteradas crisis económicas del país han provocado diversas dificultades en el proceso de transición energética de la Argentina.

Por un lado, no se dio cumplimiento a la meta del 12% para 2019, postergación que implicará un difícil esfuerzo para lograr los objetivos intermedios, ya que para fines del 2021 debería entonces duplicar la participación actual, en un contexto de gravísima crisis económica. Ello potencia el poderoso lobby de los sectores petroleros y gasíferos (fracking) del yacimiento de Vaca Muerta, que buscan postergar los avances hacia la descarbonización del país.

Además, debido a la pandemia, por lo menos diez proyectos eólicos y solares de empresas como las chinas Goldwind y Power China y las argentinas Genneia y Petroquímica Comodoro Rivadavia (PCR), que representan más de 1.000 GW de energía, frenaron su construcción o puesta en marcha.

TRANSICION Y COVID

El informe de la WEF analiza también la particular situación planteada por la pandemia que ha provocado demoras, y amenaza con frenar todo el proceso por los daños económicos y sociales que está causando.

El estudio enumera cuatro efectos del coronavirus sobre la transición energética: 1.Casi un tercio de la demanda mundial de energía ha caído; 2. Una serie de Inversiones y proyectos están siendo retrasados ​​o suspendidos en todo el Planeta; 3. El precio del petróleo ha experimentado fuertes descensos; y 4. Existe incertidumbre sobre las perspectivas de empleo de millones de trabajadores del sector energético.

Si bien aún persisten enormes diferencias entre lo que necesitamos para enfrentar la lucha contra el cambio climático y los logros alcanzados, la buena noticia es que un 75 % de los países han mejorado su sostenibilidad ambiental y sobre todo en los países emergentes se manifiestan avances significativos.

Es cierto que las alteraciones generadas por el Covid-19 han desestabilizado el sistema energético global, lo que puede traer retrocesos a corto plazo, pero simultáneamente la crisis sanitaria ha contribuido de una forma inesperada, a ampliar la conciencia global acerca de la imposibilidad de seguir con una matriz energética contaminante, que pone en peligro nuestra supervivencia.

Ahora se requiere que gobiernos, instituciones internacionales, empresas y ciudadanía multipliquen los esfuerzos para profundizar y acelerar las acciones recientes para alcanzar los ambiciosos objetivos de una descarbonización completa de la energía que consumimos.