– La corrupción es un problema en todas las cadenas de valor del pescado.
– Las consecuencias son generalizadas y más graves que la ilegalidad aislada.
– Es necesario un enfoque estructurado y basado en políticas para abordar este problema.
Los productos pesqueros se han convertido en una parte indispensable de nuestras mesas de comedor. Se estima que en las seis últimas décadas, el consumo mundial de pescado per cápita ha aumentado de 9,9 kg a 19,2 kg.
La mayoría come pescado que se captura localmente; muchos comen pescado capturado en otra parte del mundo. En consecuencia, el comercio mundial de estos productos ha prosperado y registrado una tasa de crecimiento anual del 3,9% en términos reales de 1976 a 2010.
El sector proporciona ingresos directos a unos 60 millones de personas y a otros 750 millones indirectamente. También desempeña un papel importante en la conservación y el uso sostenible del océano y otros recursos hídricos.
Por tanto, la gobernanza efectiva de las pesquerías es crucial para el bienestar de nuestros océanos, ríos y cadenas alimentarias. Sin embargo, existen muchas oportunidades para la corrupción, lo que hace que el comercio y el consumo de pescado sean una amenaza para la sostenibilidad y un generador de pobreza.
Si bien se han realizado investigaciones y actuaciones sobre la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), se sabe mucho menos sobre la corrupción en la pesca, a partir de la cual se pueden observar tres cuestiones clave.
En primer lugar, se producen diversos tipos de corrupción en varias etapas de la producción pesquera o «a lo largo de la cadena de valor», como se refleja en el reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) Pescado en descomposición. Una guía para abordar la corrupción en el sector pesquero.
En segundo lugar, las consecuencias de la corrupción en la pesca también pueden ser mucho más amplias y graves que la ilegalidad aislada. Las pruebas recogidas desde Sudáfrica a las Islas del Pacífico han demostrado que ha debilitado la aplicación de la ley, ha obstaculizado el cumplimiento de la reglamentación ambiental, ha fomentado la ilegalidad, ha socavado la buena gobernanza y ha comprometido la legitimidad de la gestión conjunta de la pesca. También brinda oportunidades para la trata de seres humanos y la esclavitud.
En tercer lugar, la corrupción es conceptualmente diferente, ya que se produce cuando las actividades ilegales son ignoradas deliberadamente, o incluso alentadas y facilitadas por funcionarios públicos en beneficio propio. Sin embargo, ya sea pesca INDNR o corrupción, existe un conjunto similar de vulnerabilidades estructurales, como la deficiencia en la vigilancia y la aplicación o la destitución de las comunidades pesqueras afectadas por las restricciones de cuotas y la disminución de las poblaciones.
Para ampliar la comprensión de la corrupción en la pesca, los investigadores de la London School of Economics y la Universidad de Adelaide han estudiado la literatura académica existente, la cobertura de los medios y los informes de organizaciones internacionales que han notificado casos de corrupción en este sector. Hemos analizado diversos casos explorando distintos tipos de corrupción y diferentes etapas del proceso de producción.
Los casos demuestran sistemáticamente que la corrupción está lejos de ser un concepto monolítico que se produce de una forma o en un tiempo/espacio concretos. En cambio, los problemas de corrupción se encuentran en ámbitos como las licencias, la negociación de acuerdos de acceso, la aplicación laxa, la extorsión, la corrupción política, el blanqueo de capitales, la manipulación de impuestos y la trata de seres humanos, por citar algunos.
Las actividades corruptas no se limitan al hemisferio sur ni a los países en vías de desarrollo. La corrupción en las licencias, la negociación de acuerdos de acceso, el blanqueo de capitales o el fraude fiscal se producen tanto en países ricos como pobres. Asimismo, las actividades traspasan las fronteras locales o nacionales y poseen ramificaciones internacionales. Un análisis minucioso permite identificar mejor los problemas de corrupción en las pesquerías.
La complejidad de la corrupción en la pesca subraya la necesidad de una combinación más exhaustiva de medidas anticorrupción que vayan más allá de la reglamentación básica que suele aplicarse de manera relajada. De hecho, la mayoría de las naciones se han adherido a la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (CNUCC), y casi todas han prohibido la pesca ilegal. Por lo tanto, lo que importa no es la proliferación de leyes o tratados, sino un mejor diagnóstico de los problemas y el cumplimiento asociados a los mismos.
Centrarse exclusivamente en la lucha contra los delitos y fortalecer la aplicación de la ley también ignora la oportunidad de considerar cómo poner en juego otros factores y herramientas políticas. Por ejemplo, garantizar que los acuerdos de licencia se hagan públicos y que la información sobre las capturas se muestre en los portales gubernamentales en línea es una medida importante para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas.
El seguimiento de la procedencia del pescado es importante para los compradores y, en última instancia, para los consumidores. A menudo, los oficiales perciben salarios bajos y no cuentan con recursos suficientes para realizar sus tareas. Cuando las personas que reciben sobornos a escala local ven cómo sus superiores participan en casos de corrupción sin ser castigados, prevalece una sensación de injusticia y desmoralización.
Sin un enfoque estructurado, la prevalencia, la complejidad y la consolidación de los eventos corruptos dentro de la pesca seguirán siendo un desafío para la realización de los objetivos de desarrollo sostenible en torno a los recursos, la ecología y los medios de vida relacionados con la pesca. A menos que se aborde de manera efectiva, su impacto puede sumarse y magnificarse debido a otros problemas a los que ya se enfrenta el sector, como la sobrepesca y los riesgos ambientales, el cambio climático y la acidificación de los océanos.
Si bien los responsables de la formulación de políticas de todo el mundo han reconocido cada vez más este desafío, ya es hora de que se haga un mayor esfuerzo para diseñar una combinación exhaustiva de instrumentos de política relevantes y calibrados basados en una comprensión más clara del fenómeno. Esta combinación no debe limitarse a las capas superficiales, sino que debe abordar las causas profundas de la corrupción en el marco de las culturas, las sociedades o los países.
*Yifei Yan, LSE Fellow in Social Policy, London School of Economics –
Adam Graycar, Professor in Public Policy, University of Adelaide
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