Con los residuos produce electricidad y numerosos bienes

07 sep 2021

La basura es un problema global de dimensiones colosales. La cantidad de desechos que seguimos produciendo alcanza enormes volúmenes y continúa creciendo de manera incontrolada. A nivel global, la generación de basura podría aumentar para el 2050 en un 70%, pasando de las 2.100 millones de toneladas actuales a unas 3.400 millones de toneladas.

Es lo que concluye un informe del Banco Mundial (What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050’), que alerta sobre las gravísimas consecuencias que la producción global de residuos –en especial de plásticos– está teniendo sobre el medioambiente y la salud humana.

Por eso Suecia es un ejemplo a seguir, porque su accionar parte de un paradigma distinto: los residuos no son basura sino riqueza. Es necesario aprovechar nuestros desechos y crear con ellos energía y riqueza. Y ello requiere gestión.

Suecia ha logrado reciclar o reutilizar un increíble 99 % de sus residuos.

Por ese camino, Suecia ha logrado reciclar o reutilizar un increíble 99 % de sus residuos. Para lograrlo, el país utiliza un sistema jerarquización de los residuos, centrado en la prevención, la reutilización, el reciclaje, las alternativas al reciclado, y solo como último recurso, la eliminación en vertedero.

El promedio anual de residuos que produce cada sueco es de 461 kgs y sólo el 1% (4 kgs y medio por año) no alcanza el ciclo de reciclaje o reutilización. La conciencia ambiental está tan desarrollada, que ese mínimo porcentaje que es incinerado provoca controversias, ya que representa unos dos millones de toneladas de basura al año que se “queman” y que algunos reclaman encontrarles otra solución.

“Los consumidores realmente están demostrando que el deseo por marcar la diferencia –explica Per Bolund, Ministro de Medio Ambiente de Suecia desde febrero de 2021 y miembro del Partido Verde– y lo que estamos tratando de hacer desde el gobierno es ayudarles a actuar, haciendo que sea más fácil comportarse de una manera ecológica.”

Para ello, Suecia plantea líneas de trabajo innovadoras. Su estrategia central parte de la separación no solo de la basura doméstica (como es habitual en muchos países) sino también de objetos (mobiliario, bicicletas, ropa, calzado, etc) que pueden ser reparados.

Esa estrategia provoca la aparición de nuevas oportunidades de trabajo para quienes tienen en el mercado laboral, capacidades para recuperar esos bienes o transformarlos y otorgarles una nueva vida que prolongue su uso (economía circular) y postergue su eliminación final.

Al no ser trabajos que requieren una alta capacitación es relativamente simple formar personal especializado y, a la vez, afrontar así la creciente sustitución de trabajadores por el proceso de automatización.

Suecia es un ejemplo. Su accionar parte de un paradigma distinto: los residuos no son basura sino riqueza.

BASURA: ELECTRICIDAD

El sistema de reciclaje de Suecia ha resultado tan exitoso que logró reducir a tal punto la basura propia que ya no alcanza para alimentar sus 32 plantas de combustión de residuos, de las que obtiene electricidad, por lo que se ve obligada a importar desechos de otros países (alrededor de 800.000 toneladas de basura del Reino Unido, Italia, Noruega e Irlanda).

El sistema sueco es tan eficiente en el reciclado que logra “limpiar” parte de la basura de sus vecinos europeos. Y además constituye un buen negocio: esos países pagan entre 30 y 40 euros la tonelada por enviar su basura lista para incinerar (sin plásticos, metales ni vidrios). Y Suecia la convierte en electricidad.

Las plantas incineradoras productoras de energía llamadas WTE (Waste-to-energy o basura a energía) trabajan bajo el criterio de 3 Tns. de basura quemada contienen tanta energía como una tonelada de fuel oil. La red de 32 WTE permite que casi un millón de hogares suecos se calefaccionen con la energía producida por el sistema, y unos 260.000 hogares se abastezcan totalmente de electricidad a través de ella.

FUENTE DE ENERGIA

Cuota Suecia

Cuota Europa

Fuentes fósiles 

5,0%

49,2%

Energía nuclear

22,0%

7,0%

Energía hidroeléctrica

42,0%

24,1%

Energías renovables

32,0%

19,7%

Producción total real

 43,3%

35,9%

Jon Engstrom, de la Agencia Sueca de Protección Ambiental explica que “el hecho de que muchos residuos vayan a las instalaciones de WTE también hace que sea muy importante que esas instalaciones utilicen las mejores técnicas disponibles para la purificación de emisiones y el tratamiento de cenizas. Esa es una gran responsabilidad para todas las partes interesadas involucradas en el monitoreo, los procesos de permisos y la implementación de la regulación relevante”.

El gobierno sueco defiende el sistema WTE porque está probado que cuando los residuos se acumulan en vertederos, hay fugas nocivas de gas metano y otros contaminantes. WTE parece una alternativa inteligente, con un mínimo impacto ambiental y la ventaja de una recuperación de energía de residuos, (riqueza que de otro modo se perdería) que a la vez, permite reducir la dependencia de los combustibles fósiles.

Un ejemplo de ello son las dos plantas de cogeneración en Dåvaområdet que suministran calefacción al distrito de Umeå y la planta de energía más grande del norte de Suecia basada en combustibles sólidos. Dåva 1 –que opera desde el 2000– es una de las instalaciones más eficientes y respetuosas con el medio ambiente del mundo con los residuos como combustible principal.

La planta que pertenece al municipio de Umeå produce electricidad, calefacción urbana y refrigeración urbana de los desechos y residuos clasificados de la industria forestal.

Los ciudadanos suecos tienen claro que la mejor solución a largo plazo para la gestión de los residuos es producir menos desechos. Pero si se quiere hacer un aprovechamiento integral de ellos como recurso energético, requiere un buen sistema de separación, para asegurarse que materiales reciclables, alimentos y otros residuos peligrosos (pilas, bombillas, residuos eléctricos, etc) no sean incinerados.

El proceso se inicia con la separación de los residuos en bolsas de color. Las verdes (restos de alimentos) van a la producción de compost, fertilizantes y biogás que es el combustible de los autobuses); las azules (plásticos) se envían a plantas de reciclaje y las blancas se envían a incineración.

A esta última instancia–como hemos mencionado– solo llega el 1% del total de los residuos. El calor producido por la incineración en hornos de 850°C genera electricidad que alimenta escuelas, edificios públicos y parte de la red de calefacción. Una vez quemado, ese 1% se redujo a apenas una quinta parte como cenizas que son enterradas.

El resultado es que hoy el país tiene altos impuestos al carbono pero con una energía eléctrica sostenible y barata.

CRECER SIN PETROLEO

Considerada un ejemplo de reducción de las emisiones de CO2, Suecia –con sus avances renovables en materia energética– tiene una cada vez menor dependencia de los combustibles fósiles. Desde 1991, Suecia aplica un impuesto al CO2 de los combustibles fósiles, logrando reducir esas emisiones casi un 25%, mientras la economía crecía de manera constante, desairando el argumento de las petroleras de que cualquier impuesto sobre el petróleo frena el avance económico.

“Sentimos que tenemos la responsabilidad de actuar con responsabilidad en este sector y de tratar de reducir nuestra huella ecológica”, afirma Bolund, al frente de la cartera de Medioambiente. El objetivo de Suecia es ser neutro en emisiones de CO2 para 2045.

Para lograr que la producción de electricidad sea 100% renovable para 2040, el país está transformando hogares en ‘prosumidores’ altamente eficientes, es decir edificios que producen y consumen la gran mayoría de su propia energía.

La aplicación de redes inteligentes permite un uso eficiente de la energía, adecuándose a las variaciones climáticas, y un descenso de las facturas eléctricas por un consumo más ajustado a los requerimientos. reales

En distritos como Hyllie, Ludivika y otros, los desarrollos inteligentes impulsados por energías renovables son una experiencia prometedora ya que ofrecen una alternativa de generación de energía que proviene de fuentes locales de energía (eólica, solar, biomasa y residuos) frente a los habituales sistemas de energía centralizada de muchos países.

La experiencia de edificios ‘prosumidores’ demuestra que son capaces de producir suficiente energía para el 77% de sus necesidades de los residentes, lo que permite suponer que la experiencia podrá extenderse por toda Suecia.

BASURA?  NO. RIQUEZA

En Suecia todo se recicla, se reutiliza o abona. Pese a ser un país con abundantes recursos hídricos, hasta el agua utilizada se purifica hasta que vuelva a ser potable. Se tiene además especial cuidado en la recogida y reciclaje de basura electrónica y residuos peligrosos. En los hogares se separan orgánicos, plásticos duros, plásticos blandos, cartones y papeles, vidrios de color, vidrios transparentes, metales, pilas, etc.

El reciclaje en Suecia es una política verdaderamente revolucionaria en términos ambientales, al punto de ya no generar la basura necesaria siquiera para mantener sus plantas de electricidad por incineración, ante la escasez de residuos.

Con relación al reciclaje y la reutilización, Suecia es un modelo para el resto del mundo. El país ha priorizado el cuidado del Planeta y la sostenibilidad ambiental al punto de reciclar, por ejemplo, 1.500 millones de botellas y latas al año, lo que significa la admirable cantidad de 150 unidades por habitante (incluyendo niños) ya que Suecia tiene una población de 10,5 millones (2021).

¿Cómo lo ha logrado? Con un largo trabajo de tres acciones concurrentes: 1. Un pueblo que tiene una particular pasión por la naturaleza. Según sus leyes vigentes, en Suecia existen estaciones de reciclaje en cada zona residencial y los ciudadanos además de separar todos los residuos reciclables en sus casas, los depositan en los contenedores especiales de sus domicilios para ser llevados a las estaciones de reciclaje; 2. La educación de sus ciudadanos. Un sistema de reciclaje del nivel del sueco requiere de una contribución activa de su población en la tarea. De hecho, los basureros públicos de Suecia solo reciben el 4% de sus desechos Antes de que la basura llegue a las plantas incineradoras, los dueños de casa y de empresa filtran los desechos: la materia orgánica se separa, el papel y el metal va a reciclaje y se separa también cualquier objeto que puede ser recuperado y reutilizado; y 3. Gobiernos comprometidos con el medioambiente. La ley sueca hace responsables a los productores por todos los costos relacionados con la recolección y reciclaje o eliminación de sus productos. Una empresa que produce y vende gaseosas tiene la responsabilidad financiera de recoger las botellas y reciclarlas o eliminarlas.

En su lucha contra la basura, Suecia se ha propuesto aliar a grandes empresas para favorecer su política de reciclaje. Por ejemplo, se favorece que los restos de medicamentos –un desperdicio riesgoso– sean recibidos por farmacéuticas y laboratorios. El 43% de sus ciudadanos devuelven esos restos para que sean incinerados de manera segura. Apoteket, un minorista de productos farmacéuticos de propiedad estatal que tenía por años el monopolio de la venta minorista de medicamentos en el país, recolectó 378 toneladas de desechos por esa vía.

H&M, la conocida empresa de vestimenta, lanzó una campaña para que sus clientes intercambiaran ropa de su marca por descuentos y con los productos recuperados se comprometió a producir colecciones eco-amigables. Algo parecido hizo McDonlad’s que comenzó a recibir envases vacíos de cerveza y gaseosas a cambio de sus hamburguesas.

En la portada de Vogue, Greta envuelta en un sobretodo hecho con abrigos reutilizados.

LA TIERRA DE GRETA

No es extraño que de allí haya brotado una activista ambiental como Greta Thunberg que ha movido a millones de jóvenes de todo el mundo para sumarlos a la lucha contra el cambio climático, en defensa de la salud del Planeta. Recientemente, Greta se ha sumado desde el primer número de la edición escandinava de la revista Vogue, a una campaña contra el fast fashion, denunciando cómo la “industria de la moda contribuye enormemente a la emergencia climática y ecológica”. (Ver Más Azul n°18, marzo 2021 “Moda circular” y n° 5, feb 2020 “Fashion Revolution”)

A medida que la ciudadanía global reduzca el consumo y los gobiernos hagan responsables a los productores por todos los costos relacionados con la recolección y reciclaje o eliminación de sus productos y a la vez sean más exigentes e innovadores en la gestión y el reciclaje de la basura, será posible empezar a imaginar que el problema colosal de su actual acumulación pueda a dejar paso a un mundo más limpio.