La conmovedora lucha africana contra el desierto que es ejemplo mundial

14 oct 2021

En medio de un mundo donde sobran las declamaciones políticas sobre la gravedad de la crisis ambiental y el cambio climático, pero faltan las acciones concretas que reclama la ciudadanía global, África se convierte en un ejemplo mundial de lucha contra la desertización.

Siguiendo el modelo de China para detener los desiertos de Gobi y Kubuqi, once países africanos han emprendido una aventura extraordinaria para frenar el avance del desierto del Sahara. El proyecto comenzó a concretarse en 2010 y deberá concluir entre 2030-2050. La iniciativa ha sido presentada como el mayor proyecto ambiental lanzado “por y para los países africanos” elaborado sobre la base de un gran frente colectivo impulsado por la Unión Africana, para contrarrestar los efectos del cambio climático.

Once países africanos han emprendido la aventura extraordinaria de frenar el avance del desierto del Sahara.

Tiene como objetivo una gran barrera vegetal entre el desierto del Sahara y la sabana, en una región o división natural conocida como Sahel (borde en árabe) para evitar su expansión hacia el sur del continente y a la vez, aportar cubierta arbórea en el propio desierto (Ver Más Azul n° 5, feb 2020, “La lucha mundial contra la desertización” y n° 20, mayo 2021, “Bosques en el Sahara y el Sahel”). Si la iniciativa africana logra completarse, la Muralla Verde será la mayor estructura viva de la Tierra.

Desertización y avance ‘verde’

Nuestra tierra se agota. Como advierte el Secretario General de la ONU, “la desertificación, la degradación de las tierras y la sequía son grandes amenazas que afectan a millones de personas en todo el mundo”. Cada año, el mundo pierde 24.000 millones de toneladas de suelo fértil. Las tierras secas suman un 37,2% del total (de las cuales 6,4% son hiper-áridas, 13,6% son áridas y 5,7% son sub-húmedas secas). A ello se agregan un 20,4% de tierras heladas, lo que deja en 42,4% la disponibilidad de tierras húmedas.

La desertificación afecta ya a la cuarta parte de la superficie de las tierras e impacta de distintas formas sobre más de la mitad de la población mundial. La pérdida de fertilidad de los suelos y la degradación de su estructura llegan al 47% de las tierras secas y al 30% de las tierras de cultivo de regadío en tierras secas en áreas de gran densidad de población y potencial agrícola.

Se estima que la desertificación será responsable del desplazamiento de unos 135 millones de personas, para 2045. Y en los próximos 5 años, dos tercios del Planeta soportará condiciones de “estrés hídrico” con unas 1.800 millones de personas con riesgo de sufrir una escasez absoluta de agua.

Para Naciones Unidas es urgente encontrar soluciones que permitan restaurar y proteger la tierra, para garantizar la seguridad alimentaria y el crecimiento económico.

África ha puesto manos a la obra sobre uno de sus territorios emblemáticos: el desierto del Sáhara, un espacio de 9.400.000 km² de superficie, casi del tamaño de China continental. Es uno de los mayores desiertos del mundo, que presenta durísimas condiciones para la supervivencia en donde viven apenas medio millón de personas.

Una característica del Sahara es que crece y amenaza hacia el sur las sabanas del Sahel. En el último siglo, el desierto del Sahara se ha expandido más de un 10%. Ante ese colosal desafío, los países africanos de la región han resuelto encarar un titánico proyecto de reforestación que se conoce como la Gran Muralla Verde (Great Green Wall), un gran corredor de árboles de 15 kilómetros de ancho, que cruzará el Sahel desde el océano Atlántico hasta el Mar Rojo, a lo largo de 8.000 kilómetros.

Al proyecto se han sumado todas las naciones involucradas (Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Etiopía, Eritrea y Yibuti) con el apoyo de la Unión Africana –en lo que constituye un ejemplo de esfuerzo internacional de cooperación–. Además en la mayoría de esos países se logrado involucrar a la ciudadanía, que comprende los importantes beneficios que la “muralla verde” significará en términos de mejoramiento de las condiciones de vida, desarrollo económico y empleo.

Los resultados ya pueden verificarse. De hecho, se han generado 335.000 nuevos de puestos de trabajo a lo largo de la Muralla tanto para la siembra como para la preparación de los plantines y la gestión del agua. La iniciativa no solo pretende combatir la degradación de la tierra, reforestando para reducir las sequías potenciadas por el cambio climático, sino dotar desempleo a las comunidades rurales afectadas. En Koyly Alpha (Senegal), las mujeres reciben un pago por el cuidado de las miles y miles de plántulas preparadas por implantar en el desierto. El objetivo final de la Gran Muralla Verde apuesta a crear 10 millones de puestos de trabajo en las zonas rurales, entre todo el conjunto de países.

Por otra parte, según la ONU, el cultivo de frutas y productos forestales en los 10 primeros años del desarrollo de la iniciativa africana ha generado u$s 90 millones y logrado restaurar casi 20 millones de hectáreas hasta 2020, según el último informe (4 millones has. en la franja específica y otros casi 16 millones de hectáreas en áreas circundantes y programas de reforestación). La Gran Muralla Verde espera restaurar 100 millones de hectáreas de tierra al sur del Sahara para 2030.

Un titánico proyecto de reforestación de 15 kilómetros de ancho, que recorre 8.000 kms. del Atlántico al Mar Rojo.

Los avances (aunque desparejos de acuerdo a cada país) han alcanzado en algunos como Etiopía éxitos sorprendentes (Ver Más Azul n° 3, dic 2019, “Etiopía planta 350 millones de árboles en un solo día”) que incluyen la producción de más de 5.000 millones de plantas y plántulas; más de 150.000 hectáreas de tierras reforestadas y 700.000 hectáreas de terrazas vegetales.

Otro proyecto en Mbar Toubab, Senegal, ha plantado 150.000 variaciones de plántulas de acacia como parte de la Gran Muralla Verde con implantación de limoneros y otros frutales para abastecer a ls comunidades. Muchos jóvenes se han sumado a las campañas de reforestación en ambos países, como la que ejecuta la Asociación CPAS, con apoyo de AECID y Manos Unidas en Senegal.

CONSTRUIR FUTURO

En los próximos 15 años, 375 millones de jóvenes del continente africano, se incorporarán al mercado laboral. Más de la mitad vivirán en zonas rurales. Además de combatir el desierto, la Gran Muralla Verde tiene el desafío de evitar la emigración masiva de la región e incluso contribuir a recuperar, en algunas zonas, la estabilidad política hoy azuzada por el terrorismo yihadista que aprovecha las extremas condiciones de pobreza y falta de futuro.

La Iniciativa muestra la creciente resiliencia al cambio climático en una región donde las temperaturas aumentan más rápido que en cualquier otro lugar de la Tierra. Todo un ejemplo de África hacia el mundo.

La iniciativa que ha conmovido y concitó el apoyo de Naciones Unidas y otros organismos. El Banco Mundial anunció una inversión de u$s 5.000 millones en los próximos 5 años para fortalecer el proyecto. A ello se agrega la financiación de Francia y otros donantes para acelerar el proyecto, que sumarían la mitad de los u$s 33.000 millones que Naciones Unidas considera que se necesitarán para concluir la Muralla Verde del Sahara-Sahel en 2030.

 

Jóvenes senegaleses comprometidos con la reforestación de su país.

El presidente francés Emmanuel Macron anunció el pasado mes de enero que se había establecido un monto de 11.800 millones de euros para los próximos cinco años: “Estamos preparando el África del 2030″, afirmó Macron durante la IV edición de la One Planet Summit dedicada a la biodiversidad.

La lucha de los países involucrados contra el desierto tiene múltiples frentes. Han ensayado diversas medidas de preservación: la reforestación, la agrosilvicultura, la creación de terrazas y la estabilización de dunas de desierto (a fin de fijar el movimiento de la arena durante el suficiente tiempo como para que la vegetación natural y la implantada pueda enraizar). Todas esas acciones son acompañadas por el el suministro de agua a través de la perforación de pozos y el establecimiento de sistemas de riego.

Elvis Paul Tangem, coordinador de la Gran Muralla Verde en la Comisión de la Unión Africana desecha las críticas sobre la lentitud de lo realizado: “Nos ha llevado más de una década establecer y coordinar los países y todas las estrategias. Ahora que ya sentamos las bases, vimos lo que ha funcionado y lo que no, y estamos en el camino para lograr nuestros objetivos”. Y destaca la importancia de las lecciones aprendidas de la colaboración comunitaria: “Volvimos a las comunidades de primera línea y examinamos exactamente sus necesidades, y los conocimientos y prácticas autóctonas que se han mantenido durante siglos”.

En una década y aproximadamente un 15% en marcha, la Iniciativa ya está devolviendo la vida a los paisajes degradados de África a una escala sin precedentes, brindando seguridad alimentaria, empleos y una razón para quedarse para los millones que viven a lo largo de su camino. Sin duda, uno de los ejemplos más conmovedores de la lucha de la humanidad frente al desafío de la crisis climática.