Fenómenos climáticos extremos más frecuentes e intensos están asolando Sudamérica

21 ene 2022

En Brasil, graves inundaciones han causado 20 muertos y casi medio millón de afectados. Son las peores inundaciones en más de treinta años, con el mayor registro de lluvias desde 1990.

Son las peores inundaciones en más de treinta años, con el mayor registro de lluvias desde 1990.

Las inundaciones en el noreste de Brasil, que han afectado especialmente al estado brasileño de Bahía, ya han puesto a 116 ciudades en estado de emergencia y hay situación de catástrofe en 72 municipios.

La situación es de alerta máxima en Salvador, primera capital de Brasil hasta 1763 y uno de los polos económicos y turísticos más importantes del país. “Es el mayor desastre climático ocurrido en Bahía”, declaró el gobernador Rui Costa. “Algunas oficinas de salud municipales y almacenes de medicamentos quedaron completamente sumergidos bajo el agua”.

Hay más de 20 muertos, 358 lesionados, unas 77.000 personas han debido ser desplazadas y miles de personas lo han perdido todo en el estado de Bahía, por los incesantes torrentes. La ciudad más afectada ha sido la turística Ilheus, en el litoral sur de Bahía, que concentra la mayor parte de las 470.000 personas que, según las autoridades, se han visto afectadas por la destrucción de sus viviendas y negocios.

Varias ciudades en al menos cinco otros estados en el norte y sureste de Brasil también han sufrido inundaciones recientes de magnitud, mientras en más de veinte municipios se suspendió el suministro eléctrico y de agua potable.

La situación se deterioró vertiginosamente en torno a la Navidad, cuando muchos residentes se vieron obligados a abandonar sus hogares para refugiarse en zonas más altas después de que dos represas cedieran, tras las fuertes lluvias, que anegaron ríos de la región que ya estaban desbordados por las inundaciones.

La represa de Igua, en el río Verruga, cerca de la ciudad de Vitoria da Conquista, en el sur del estado, colapsó, obligando a las autoridades a evacuar a los residentes, en especial a los de Itambe. Una segunda presa en Jussiape, también fue rebasada por el agua, lo que generó los residentes tuvieran que trasladarse a áreas más seguras.

Muchos residentes obligados a abandonar sus hogares después de que dos represas colapsaran.

Ante el aumento del flujo de las aguas se debieron abrir las compuertas, en un río del estado vecino de Minas Gerais y los pobladores en riesgo fueron urgidos a evacuar. Las autoridades aconsejaron a los residentes de al menos cuatro municipios en Bahía dejar sus hogares debido al cauce crecido del río Pardo, producto de la apertura de las compuertas de la represa Machado Minero en el estado aledaño Minas Gerais, cuyo colapso podría haber generado una tragedia de dimensiones.

Al rompimiento de los dos diques y apertura de Machado Minero, se agregaron dramáticas escenas de rescate, casas bajo el agua, y más de 40 carreteras y autopistas que desaparecieron bajo el lodo.

La situación climática adversa podría continuar. Según el sitio web del Centro Nacional para el Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales, en el sur de Bahía llovió más de cinco veces más que lo habitual en esta época del año.

Sudamérica bajo olas de calor y sequía extrema

Una fuerte ola de calor afecta a la región central de Sudamérica, donde en este mes de enero se registraron récords de temperatura. El fenómeno afecta actualmente a Argentina, Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil.

En Argentina, “la ola de calor es histórica” afirman los científicos, pues las temperaturas han quebrado records en dos de las principales ciudades el país (Buenos Aires 41,1°C, la mayor en 30 años y Córdoba 42,5°C, la más alta registrada en esa ciudad).

La OMM advirtió por la ola de calor que atraviesa ese país: Argentina es presa de una ola de calor con temperaturas superiores a los 40°C y una serie de nuevos récords que están afectando la salud, el suministro de energía, el agua y la agricultura”.

El impacto sobre la agricultura es manifiesto en el centro del país y también en Uruguay y Paraguay. En éste último se esperaba unas de 10 millones de toneladas de soja en 2021/22, pero los productores advirtieron que a menos de un mes de que comience la cosecha, el deterioro de los volúmenes de la misma puede ser importante, debido a la falta de lluvias.

La prolongada sequía que vive la región ha provocado con una bajada histórica del río Paraná.

En Uruguay, el Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) también emitió una alerta por ola de calor “la más extrema en los últimos 40 años”, según el meteorólogo Nubel Cisneros.

Graves pérdidas

La prolongada sequía que vive la región, con una baja histórica del río Paraná, provocan aumentos en la demanda eléctrica y agravan las importantes pérdidas de cosechas, continuidad de la gran sequía del 2021 que ha sufrido la región central de Sudamérica. Las altas temperaturas actuales podrían agravar aún más la situación.

En Rio Grande do Sul (Brasil), 159 municipios ya están en situación de emergencia por la sequía y en Argentina, las lluvias no han logrado acumular siquiera 200 milímetros a todo el año pasado. La sequía afecta especialmente la zona agrícola próxima al polo portuario de Rosario, donde se embarca cerca del 80% de las exportaciones agrícolas del país.

La falta de lluvias pone en riesgo la aparición de incendios forestales, como el que se produjo en el oeste de Uruguay, en los primeros días de este año, que arrasaron 37.000 hectáreas en las regiones de Paysandú y Río Negro, en lo que constituyó el mayor incendio en la historia del país.

Previsión de eventos climáticos extremos

Los últimos siete años van camino de ser los más cálidos jamás registrados a nivel global y el aumento del nivel del mar alcanza un nuevo nivel máximo. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las concentraciones récord de gases de efecto invernadero en la atmósfera y el calor acumulado asociado están llevando al Planeta a un territorio desconocido, con consecuencias gravísimas para las generaciones actuales y futuras.

Gobiernos y empresas deberán invertir en iniciativas para la mitigación del cambio climático. En los próximos años, los fenómenos meteorológicos extremos presentarán constantes desafíos para las infraestructuras y cadenas de suministro mundiales, sumado a cuantiosos daños sobre la población y costos difíciles de absorber.

El balance de 2021, con graves sequías en California, las secuelas del huracán Ida, los huracanes, Zeta, Delta, Sally y Laura, la tormenta tropical Eta y su secuela de inundaciones récord, el tifón y las inundaciones en China, las heladas en Texas, las inundaciones en Europa y en la Columbia Británica, la seguidilla de tornados de diciembre en EEUU o los devastadores incendios en Colorado, muestran los desafíos a que nos remite un cambio climático que ya está aquí.

El año pasado fue uno de los más catastróficos. Solo en EEUU se verificaron más de 20 eventos climáticos extremos que ocasionaron la muerte de 688 personas y daños por 145.000 millones de dólares, de acuerdo con un informe oficial de la Oficina de Administración Oceánica y Atmosférica (Noaa). Entre 2010 y 2019, el promedio anual de eventos era de unos 12,3. En los últimos tres años ese promedio se elevó a 18,7 y en 2021 superó los 20. Y que el sur, centro y sureste de EEUU son las áreas más afectadas.

El deterioro climático le está costando cada vez más a la humanidad en términos de vidas perdidas y costos económicos. Es probable que la naturaleza, a medida que suben las temperaturas, sea un factor cada vez más frecuente, intenso y aleatorio de alteración de las previsiones. Es cierto que esas alteraciones climáticas no afectarán a todas las regiones a la vez, pero –como advierten los científicos– ocurrirán su gravedad y frecuencia irán en aumento. Y los seguros crecientemente no estarán en condiciones de afrontar pérdidas por las condiciones meteorológicas.

Por ello, gobiernos y empresas deberán prepararse e invertir en iniciativas para la mitigación del cambio climático, como la transición a la energía verde, la reforestación y en las regulaciones sobre la protección ambiental.