Porqué los mayores contaminadores plásticos proponen un acuerdo en la ONU

26 ene 2022

Antonio López Crespo

Director

En marzo de este año, se realizará la Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA). Allí se reunirán representantes de los 193 Estados miembros con empresas, sociedad civil y otros grupos de interés para abordar los desafíos ambientales más urgentes.

Ya en 2015 se llevaban producidas 7.800 millones ton.de plástico, es decir una tonelada por persona en el mundo.

Un grupo de 70 grandes empresas –algunas de las cuales son importantes contaminadores– quieren plantear un Pacto para reducir la contaminación plástica. Para ello han firmado una Declaración Comercial destinada a que la ONU convoque a un Tratado internacional para evitar la contaminación plástica, impulsar un mayor reciclaje y desarrollar una economía circular en la materia.

UN PROBLEMA ACuciante

La invasión de los plásticos se ha producido de forma creciente y arrasadora en los últimos 70 años. La producción global de plásticos ronda los 400 millones de toneladas anuales. Casi la mitad (42%) del plástico utilizado en el mundo se utiliza para el empaquetado de alimentos y productos manufacturados que los consumidores emplean tan solo unos minutos y luego desechan. Es lo que se llama “plásticos de un solo uso”.

Casi el 66% de la producción total de plásticos es de corto uso (objetos cotidianos, cepillos de dientes, vajilla, envases, juguetes, pañales, etc.) Cada minuto, se introducen en el mercado mundial un millón de botellas de plástico, que tardan unos 450 años en descomponerse a la intemperie y hasta 1.000 si permanecen sumergidas o enterradas.

La gran mayoría de esos desechos terminan en los océanos que han sido convertidos en un enorme vertedero de basura plástica. Cada año, entre 8 y 11 millones de toneladas de residuos plásticos acaban allí. Si la tendencia se mantiene, los mares del mundo contendrán más plástico que peces en 2050 (ONU).

En la actualidad, solo el 9% de todo el plástico producido y consumido a nivel mundial se recicla, el 12% se incinera, y la gran mayoría (79%) termina en vertederos y en medio de la naturaleza.

Según PNUMA, el plástico representa el 85% de los residuos que llegan a los océanos causando graves daños al ambiente marino y al clima global.

La declaración de las empresas

En su Declaración, las empresas plantean y reconocen: 1. La naturaleza transfronteriza de la contaminación plástica; 2. La necesidad de una respuesta integral, holística y coordinada y 3. La economía circular como una herramienta para abordar el cambio climático, recuperar la pérdida de biodiversidad y obtener beneficios económicos y sociales.

“Creemos –sostienen– que al armonizar los estándares regulatorios, exigir el desarrollo de objetivos y planes de acción nacionales, definir métricas y metodologías comunes y apoyar la innovación y el desarrollo de infraestructura concentradas en un tratado de la ONU sobre contaminación plástica puede ayudar a impulsar la transición hacia una economía circular para el plástico, en velocidad y escala.

Cada minuto se producen un millón de botellas de plástico: tardarán 450 años en descomponerse.

En su “Declaración Comercial para realizar un Tratado de la ONU sobre la contaminación plástica”, las empresas firmantes consideran que el pacto a negociarse en la próxima UNEA debe ser legalmente vinculante y que considere:

. Políticas upstream y downstream para mantener los plásticos dentro de la economía pero fuera del ambiente, a la par que se reduce la producción y el uso de plásticos vírgenes y se desvincula la producción de plásticos del consumo de recursos fósiles.

. Alinear a gobiernos, empresas y sociedad civil a la comprensión de la contaminación plástica y un enfoque para abordarla, lo que se traduce para las empresas y los inversores en un campo de juego equitativo que permite establecer las condiciones adecuadas para que una economía circular funcione.

. Estructura de gobernanza sólida para garantizar participación y el cumplimiento de los países a fin de que existan definiciones comunes y estándares aplicables a todos. Esto facilita las inversiones para innovaciones, infraestructuras y herramientas para los países e industrias que más lo necesiten.

En este llamado a un Tratado internacional participan empresas de diferentes sectores como: PepsiCo, Nivea, Beiersdorf, Essity, Cushelle, Schwarzkopf, Henkel, Zara, Inditex, Procter & Gamble (P&G), Starbucks, Marte, Mondelez Internacional, Grup H&M, Zalando, Pick n Pay, Werner & Mertz, y más.

La nómina de firmantes incluye entidades financieras (como BNP Paribas, Fidelity International, J. Stern and Co, Geron, Khum Capital, Robeco, etc.); propietarios de marca y minoristas (como Coca Cola, Colgate Palmolive, Danone, H&M Group, Ikea, Inditex, L’Oreal, Mars, Mondelez, Nestlé, Procter and Gamble, Pepsico, Unilever, Walmart, etc); productores y convertidores (como Amcor, Evertis, Mondi, Selenis, etc);de gestión de residuos (como GreenWorms, Gruppa Hera; Ocean Legacy, Tomra, etc) y otras (como Ball, Compact, Value, etc)

En su Declaración las empresas reclaman un Tratado ambicioso de la ONU, basado en un enfoque de economía circular para abordar la contaminación plástica a escala mundial: “Creemos que ha llegado el momento de iniciar negociaciones intergubernamentales para un nuevo tratado de la ONU”.

Consideran que un nuevo tratado es crucial para establecer un alto estándar de acción común que todos los países deben cumplir. Esto requiere que los gobiernos se alineen con las medidas regulatorias que cubren todo el ciclo de vida de los plásticos, sin limitar el alcance de las negociaciones para abordar solo los desafíos de la gestión de desechos.

“Instamos –dicen en su Declaración– a los Estados miembros de la ONU a establecer un Comité de Negociación Intergubernamental en UNEA 5.2 para desarrollar un instrumento internacional ambicioso y legalmente vinculante sobre la contaminación plástica que:

. Incluya políticas upstream y downstream, con el objetivo de: mantener los plásticos en la economía y fuera del medio ambiente, reducir la producción y el uso de plásticos vírgenes y desvincular la producción de plásticos del consumo de recursos fósiles.

. Establezca una dirección clara para alinear a los gobiernos, las empresas y la sociedad civil en torno a una comprensión común de las causas de la contaminación plástica y un enfoque compartido para abordarlas. Para las empresas y los inversores, esto crea un campo de juego equitativo y evita un mosaico de soluciones desconectadas, al tiempo que establece las condiciones propicias adecuadas para hacer que una economía circular funcione en la práctica y a escala.

. Proporciona una estructura de gobernanza sólida para garantizar la participación y el cumplimiento de los países, con definiciones comunes y estándares armonizados aplicables a todos. Esto facilita las inversiones para escalar innovaciones, infraestructuras y habilidades en los países e industrias que más necesitan apoyo internacional.

Las empresas firmantes concluyen: “Estamos en un momento crítico para establecer un ambicioso tratado de la ONU que fomente la colaboración para soluciones sistémicas y acelere la transición a una economía circular a nivel mundial. UNEA 5.2 es el momento decisivo y más auspicioso para cambiar el rumbo de la crisis mundial de contaminación plástica. NO PODEMOS PERDERLO”.

El Manifiesto

Paralelamente a su Declaración, el grupo de empresas publicó un Manifiesto coma parte del llamado corporativo a concretar un Tratado de la ONU sobre contaminación por plástico.

“Si bien el plástico juega un papel importante en nuestras vidas y brinda muchos beneficios, a pesar de los esfuerzos continuos, gran parte termina como desecho en incineradores, vertederos y el medio ambiente. Cada año, millones de toneladas de plástico se filtran al medio ambiente, y la creciente evidencia muestra que este problema seguirá creciendo a menos que reconsideremos fundamentalmente la forma en que producimos, usamos, reutilizamos y desechamos el plástico”.

“Reconocemos –expresan en su Manifiesto– que tenemos un papel en el esfuerzo global destinado a detener la contaminación por plástico y estamos comprometidos a abordar este problema… Sin embargo, estas acciones por sí solas no pueden resolver este problema. Se necesita una respuesta internacional coordinada, que alinee a las empresas y los gobiernos en torno a una comprensión compartida de las causas de la contaminación plástica y un enfoque claro para abordarlas”.

El Manifiesto concluye con algunas propuestas que pueden develar los intereses que están en juego: “Creemos que al armonizar los estándares regulatorios, exigir el desarrollo de objetivos y planes de acción nacionales, definir métricas y metodologías comunes y apoyar la innovación y el desarrollo de infraestructura, un tratado de la ONU sobre contaminación plástica puede ayudar a impulsar la transición hacia una economía circular para el plástico, en velocidad y escala. El imperativo empresarial es claro: debemos trabajar juntos para resolver este problema. Por lo tanto, instamos a los estados miembros de las Naciones Unidas a que inicien con urgencia negociaciones sobre un tratado sobre la contaminación plástica. No hay tiempo que perder”.

Coca-Cola, Pepsi y Nestlé, firmas que más contaminan los océanos con plástico. Todos firmantes del 'Pacto’.

Abriendo los ojos

En principio, bienvenidas sean todas las iniciativas para enfrentar una crisis climática que pone en riesgo la supervivencia humana. Y es nuestra obligación consolidar las esperanzas de una salida. Por otra parte, 70 empresas –aún con algunas de enorme relevancia global– es un número insignificante frente a la dimensión de compañías grandes, medianas y pequeñas que contribuyen en el mundo con su contaminación cotidiana.

Pero la presencia entre los firmantes de algunas corporaciones con una larga trayectoria de conductas reñidas absolutamente con el cuidado ambiental, como pueden ser los casos de Nestlé, Procter and Gamble, Coca Cola, Unilever y otras, obligan a intentar adivinar las verdaderas intenciones de esta “conversión verde”.

Cabe recordar que recientemente Reuters publicó un informe (“Trash and Burn. Big Brands Stoke Cement Kilns with Plastic Waste as Recycling Falters”, 2021) mostrando que los gigantes Coca-Cola, Unilever, Nestlé y Colgate-Palmolive (todos firmantes del ‘Pacto’) están colaborando con empresas cementeras para quemar sus desechos plásticos en lugar de reducir su producción y consumo. El informe reveló que esos acuerdos se extienden por todo el mundo (India, Indonesia, México, Costa Rica, Filipinas, El Salvador.

Apuestan a soluciones conocidas como compensación de plásticos o plastic offsetting (coprocesamiento y reciclaje químico) que no promueven una reducción de la producción y consumo de plásticos de un solo uso (el verdadero objetivo ambiental) sino que, por el contrario, permiten a las petroleras y petroquímicas y a grandes marcas de consumo, mantener sus modelos de negocio basados en la extracción de combustibles fósiles para producir plásticos.

Se basa en la idea de que compañías y consumidores pueden compensar su consumo de plásticos mediante la compra de créditos o la financiación directa de proyectos ambientales y sociales relacionados con los residuos plásticos. Allí reside el plan para prolongar la vida de su negocio (Ver Más Azul n°22, julio 2021, “La guerra del plástico”).

Son “falsas soluciones” que perpetúan la contaminación plástica. Nestlé en México acordó en septiembre pasado con la empresa británica Greenback Recycling Technologies la instalación de una planta de reciclaje químico capaz de procesar envases plásticos flexibles y anunció la construcción de dos plantas más para este año.

Recordando a Slater

El reclamo de que los países se comprometan y la reiterada demanda de alinear a los países y las empresas recuerda una antigua conducta de los primeros fabricantes textiles de EEUU a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX (etapa de industrialización básica y reforma agrícola -1770 -1840). Ante la progresiva necesidad de una mayor capacitación de los trabajadores, los fabricantes encontraron la forma de no ser ellos quienes afronten los gastos y plantearon la conveniencia de universalizar la alfabetización, que pasó a ser un gasto público.

Todo empieza con un ladrón: Samuel Slater, al que los estadounidenses reconocen como el “Padre de la Revolución Industrial de EEUU”, pero que en el Reino Unido, conocen como “Slater the Traitor” y “Sam the Slate” porque se robó a los 21 años los diseños de maquinaria de la fábrica textil donde era aprendiz para llevárselos a EEUU.

Llegó a ser dueño de trece hilanderías y desarrolló pequeñas ciudades alrededor de sus fábricas textiles, (como Slatersville, Rhode Island) donde su voracidad por las ganancias le llevó a crear el “Sistema de Rhode Island”, en las aldeas de Nueva Inglaterra en 1790, que suponía incorporar como sus primeros empleados a niños de 7 a 12 años.

La aceleración de la industrialización lo enfrentó a dos problemas: contar con abundante energía gratis y con trabajadores que pudieran leer las instrucciones de las máquinas y contar el número de productos. En 1812, Slater se mudó al lago Webster, Massachusetts y solucionó su problema de energía.

Las dificultades para encontrar mano de obra capacitada y asumir los costos de capacitarla, llevó a los primeros industriales de Nueva Inglaterra a pergeñar una idea “humanitaria”: que el Estado se hiciera cargo de universalizar la alfabetización. Hay un trabajo excelente de la Universidad de Harvard sobre ese momento de la historia.

Quizás la dramática aceleración del cambio climático, la previsión de sus monumentales costos por catástrofes no asegurables a largo plazo y los ingentes recursos que se necesitarán para los procesos de adaptación (entre ellos la infraestructura para el reciclado de los plásticos y el desarrollo de una economía circular, les haya recordado a algunos empresarios las lecciones del “ladrón Slater” y sueñen con una “colaboración intensiva” con países alineados con sus objetivos. De hecho en su Manifiesto reclaman a los Estados “apoyar la innovación y el desarrollo de infraestructura”.

Quedan preguntas pendientes:

¿Y si se plantean producir menos plásticos en lugar de aumentar su producción –como ha anunciado la AIE– al celebrar que los productos petroquímicos como el plástico serán los que sostengan el crecimiento de la demanda de petróleo hasta 2050.

¿Y si impulsan con el dinero ganado durante décadas las innumerables investigaciones científicas para producir plásticos no contaminantes y sostenibles? (ver (Ver Más Azul n°15, dic 2020, “Anna Du y los microplásticos del mar” y n°17, febrero 2021, “Terminar con la polución plástica es posible”).

¿Y si, mientras discuten un Tratado internacional, se ponen manos a la acción con iniciativas concretas para eliminar la contaminación plástica en vez de servir como pretexto para la continuidad del consumo de combustibles fósiles, como están haciendo?

Pregunten a los jóvenes porque los acusan de “bla, bla, bla…”

Informe y firmantes: aquí.

Manifiesto: https://www.plasticpollutiontreaty.org/