CONSTRUIR PUENTES

 

Sobre la cuestión ambiental existen tres líneas de intereses que se manifiestan contrapuestos y en constante conflicto, cuando la urgencia por lograr avances requeriría encontrar “puentes” para una acción concurrente y cooperativa.

Esas fuerzas provienen de tres ámbitos distintos: la ciudadanía, las empresas (en sentido amplio, la actividad económica en su totalidad) y las políticas públicas.

Con frecuencia, en los vínculos que se establecen en materia medioambiental entre esos tres espacios, parecen omitirse dos cuestiones decisivas: 1. Que la Tierra es nuestra casa –la casa de todos– y que por tanto, la suerte de todos es común; y 2. Lo imperioso de alcanzar soluciones que eviten que los cambios ambientales en desarrollo pongan en grave peligro esa “casa común”.

Desde la ciudadanía existen exponentes de un cierto extremismo en los planteos que –a veces con bases científicas y a veces, con un dogmatismo político sin ellas– pretenden soluciones inmediatas, de difícil o imposible realización.

Desde la empresa, algunos exponentes omiten la gravedad del problema para no asumir las responsabilidades que ciertas actividades económicas, han tenido y tienen sobre el deterioro de las condiciones medioambientales.

El ámbito de las políticas públicas se debate en un dilema que parece no saber solucionar con celeridad.

Navega entre las dificultades para articular las intervenciones de remediación y morigeración entre los distintos niveles de intervención (internacional, nacional, regional y local) y los conflictos políticos que generan sus regulaciones sobre la ciudadanía y sobre el mundo empresario.

Pero también, en los tres ámbitos, de manifiesta de forma creciente, una voluntad de sectores por buscar una confluencia que permita encontrar los caminos de un diálogo y una acción fructífera.

Es en esa dirección, que pretendemos desarrollar un medio que aporte información consistente y chequeada sobre la verdadera situación ambiental del planeta y de la región, así como de los avances que, a nivel global, se están haciendo para encontrar soluciones. Tan lejos de los catastrofismos como de la ciega omisión de los deterioros alcanzados.

Conformamos un equipo periodístico con fuerte soporte académico y científico, que pretende mostrar que hay un futuro posible y que en diversos rincones del mundo, tanto desde la ciudadanía como desde las empresas y las políticas públicas, se avanza hacia ese logro.

TIEMPO DE ACCIÓN

Decidimos nacer en la misma semana en que se desarrolla la Cumbre del Clima en  Nueva York. Creemos que el tiempo de negociar acerca del cambio climático se terminó. Tenemos el Acuerdo de París y las reglas de procedimiento. Pero la política requiere ponerse los pantalones largos. Ahora es tiempo de acción y compromisos.

Se necesita multiplicar los avances en curso y ello implica un reto enorme. Parece inexplicable que la conciencia de la población global sobre su propia supervivencia no alcance la intensidad que merecería. Pero no es inexplicable.

Gobiernos y corporaciones han hecho todo lo posible para minimizar la gravedad del deterioro ambiental hasta el punto de financiar un absurdo “negacionismo”. El retiro de EEUU del Acuerdo de París es una prueba flagrante.

Pero también cierta parte de esa responsabilidad le corresponde a los medios y a la propia militancia “verde”. Los primeros por mostrar las alteraciones climáticas como fenómenos remotos (Ártico, bosques tropicales, desaparición de especies casi desconocidas, etc.) alimentando sus propios intereses con titulares catastróficos que paralizan. Se han omitido, en general, por “menos impactantes”, los esfuerzos enormes que, desde el mundo científico y tecnológico, se hacen cada día para revertir la situación. Como señala Greta Thunberg es la hora de “oír a los científicos”.

Y desde cierta militancia, apasionada y llena de buenas intenciones, se ha puesto el acento en “la acción callejera”, lo que no está mal para reclamar a los gobiernos y llamar la atención sobre la salud del Planeta, pero que ha demostrado ser insuficiente para acrecentar la conciencia colectiva global.

Para lograrlo, es necesario establecer un “puente” entre el diagnóstico científico más severo de los deterioros alcanzados, los avances tecnológicos que posibilitan una solución y una información seria, abierta y accesible al gran público, que permita construir esperanza y, por tanto, acción. Y convocar a los jóvenes no sólo a la calle sino a la búsqueda de conocimiento y soluciones concretas. Desde el pesimismo, como desde la acción vacía, sólo se alimentan la parálisis y la desesperanza.

Hay motivos para el optimismo. De manera lenta, silenciosa, pero creciente, algo se está moviendo a nivel global. Y los ejes del debate parecen estar cambiando. Más Azul pretende ser parte de ese “despertar”.

Antonio López Crespo
Laura R. Martínez