La propuesta de Wong Mun Summ y Richard Hassell

21 mar 2021

Para mediados del presente siglo, las previsiones demográficas estiman que la población mundial rondará los 9.600 millones de personas. Para entonces, la población residente en áreas urbanas habrá sumado 2.500 millones de personas en todo el mundo, hasta representar el 68 % de la humanidad (ONU).

La vida en ciudades superpobladas que consumen la mayoría de recursos y energía y provocan la mayor parte de las emisiones contaminantes es uno de los problemas más urgentes que enfrentamos.

Según el Banco Mundial, si la población mundial alcanza el número proyectado, para 2050 se necesitarán casi tres Planetas Tierra para contar con los recursos naturales necesarios y mantener el estilo de vida actual de la humanidad.

El principal desafío que plantea el diseño de nuevos espacios o la actualización y adaptación de los existentes, proviene de la celeridad con la que se transforman las necesidades humanas, en medio de una revolución de las tecnologías que conforman nuestras interacciones con los demás y con el entorno.

Tras décadas de abandono de la planificación urbana y un crecimiento desbocado y anárquico de las grandes ciudades, en los últimos años ha surgido una esperanzadora vocación por repensar las ciudades en las que vivimos y los requerimientos que imponen las urbes del futuro.

Con el ser humano en el centro de la proyección y el soporte de metodologías basadas en datos, el debate sobre las ciudades del futuro cobra una perspectiva holística interdisciplinaria que, desde distintos rincones del mundo, aborda un diseño sostenible, que permita recuperar nuestra relación con la naturaleza.

Nuevos desarrollos en transporte y el aprovechamiento de nuevas tecnologías (inteligencia artificial, análisis de datos, redes sociales, etc.) están contribuyendo a configurar las ciudades del mañana.

Algunos factores se erigen como perentorios para ese diseño. El más apremiante tiene que ver con el cambio climático. Se trata del escenario más urgente y determinante si hablamos de las futuras ciudades.

La situación es compleja. Debemos tener en cuenta que las edificaciones y la construcción son responsables del 39% de todas las emisiones de carbono en el mundo. Un 28% corresponden a emisiones operativas (energía para calefacción, enfriamiento e iluminación en edificios) y el 11% restante de emisiones de carbono incorporadas, asociadas con los materiales y el proceso constructivo durante todo el ciclo de vida de la edificación.

Los materiales y productos utilizados causan emisiones de dióxido de carbono al implicar actividades de minería, transporte, fabricaciones diversas y combinación de productos químicos. Es lo que se conoce como “huella de carbono” o la sumatoria del impacto de todas las emisiones de GEI provenientes de los materiales empleados a lo largo de su ciclo de vida (extracción, fabricación, construcción, utilización-mantención y finalización de vida útil-eliminación).

Hay dos conclusiones radicales: el edificio más sostenible es el que no se construye y es mejor restaurar que demoler. Pero el crecimiento de la población mundial empuja hacia una realidad que impone soluciones más creativas e innovadoras. Existen avances notables en materia de eficiencia energética, consumo de agua, sistemas de gestión de edificios rastrean todo tipo de datos, etc.

Y también en relación a los materiales. El Consejo Mundial de Construcción Sostenible (WorldGBC) publicó un ambicioso Informe sobre cómo la construcción y la infraestructura puede alcanzar una reducción del 40% en emisiones incorporadas de carbono para el 2030, y alcanzar 100% de emisiones neto cero carbono en edificaciones para 2050 a nivel mundial.

Uno de los puntos nodales se refiere a la industria del cemento, un producto cuyo uso creció un 300% desde 1990, impulsado por el desarrollo en China. El gigante asiático utilizó solo en tres años (2011-2013) más cemento del que consumió EEUU durante todo el siglo XX !!!

Junto con el daño ambiental que genera (40.000 millones de toneladas de arena y grava se retiran de playas y ríos cada año, usando arena al doble de la velocidad que la naturaleza la crea), está la propia fabricación de cemento que, por si sola, representa el 8% de las emisiones mundiales de CO2.

Ante esa situación algunos de los grandes proveedores mundiales de materiales empiezan a asumir un nuevo papel de cuidado ambiental. Cementos Heidelberg, por ejemplo, se ha comprometido a desarrollar productos carbono neutro para 2050, y Cementos Dalmia Bharat, uno de los principales fabricantes de cemento de la India, se propone convertirse en carbono negativo para 2040.

WOHA: UNA PROPUESTA INNOVADORA

Calentamiento global, sobrepoblación, problemas de movilidad, impactos en la salud humana y una deficiente infraestructura urbana son los grandes defectos de las ciudades. WOHA se plantea revertir eso.

La arquitectura sustentable de Mun Summ Wong y Richard Hassell, los creadores de Woha, ha ganado reconocimiento internacional gracias a su capacidad de integrar a las áreas urbanas y a todo el proceso de diseño, principios ambientales y sociales, dirigidos a facilitar la vida cotidiana de los ciudadanos y a provocar mejoras frente al cambio climático.

El planteo de sus fundadores es claro: “la arquitectura que privilegia las áreas verdes debería de ser obligatoria en todas las grandes ciudades del mundo, pues no solamente las embellecen, sino que les devuelven la salud y reducen significativamente la huella ecológica.

Los fundadores de Woha trabajan desde su estudio de arquitectura en Singapur, donde sus realizaciones en grandes edificios donde las áreas verdes son las protagonistas y que muestran las enormes posibilidades de compatibilizar una estética refinada con el medio ambiente.

Summ es de Singapur y Richard es australiano. Se conocieron trabajando en Kerry Hill Architects (Singapur) y tras cinco años resolvieron asociarse para explorar otros caminos: “Mucha de la arquitectura tiene que ver con el mercado de lujo, lo cual está bien, pero nosotros sentíamos que no estábamos atendiendo las necesidades que tenían que ser atendidas; solo pulíamos las ciudades y hacíamos la vida de la gente más placentera –dice Wong. “Pero queríamos conectarnos con la ciudad, pensar en dónde queríamos vivir en el futuro y lo que podíamos hacer por el mercado masivo… nos gusta enfocarnos en proyectos institucionales y de comunidad en vez de solamente hacer residenciales de lujo. Lo que nos gusta es hacer cosas que ayuden a la gente”. “Fue así –aclara Richardque ‘buscar soluciones’ se volvió la consigna de WOHA”.

ParkRoyal on Pickering, la sorprendente arquitectura verde de Woha.

Una nueva arquitectura

WOHA se fundó en 1994 para repensar las ciudades frente al desafío del calentamiento global. Desde 2001 ha proyectado y construido una serie de prototipos que abordan procesos reales de reevaluación urbana, re-imaginando mega ciudades que sean auténticas ciudades jardín del siglo XXI, densas y verticales y a la vez, sociables y sustentables.

Se trata de propuestas concretas para reinventar mega ciudades tropicales, capaces de respirar de nuevo. El Planeta se está sobrecalentando y el 80% del consumo de energía proviene de las ciudades aunque ocupen solo el 2% de la superficie terrestre.

WOHA ha construido más de cincuenta proyectos en el Sudeste asiático, China y Australia, incluyendo torres residenciales, viviendas públicas, estaciones de transporte, hoteles e instituciones culturales.

Su trabajo incorpora estrategias de diseño sostenible como respuesta al cambio climático y al proceso de urbanización global- Integran arquitectura, paisaje y urbanismo en rascacielos que permiten una mejor calidad de vida en mega-ciudades de alta densidad.

Sus edificios han sido reconocidos mundialmente por su incorporación de vegetación natural y su impacto climático. Su primer gran reconocimiento internacional lo recibieron en 2009 por su premiada torre residencial The Met en Bangkok, que los catapultó como diseñadores de grandes edificios sostenibles.

La visión de Wong y Hassell supone un cambio de paradigma urbano y un salto de escala. Diseñan estructuras que se relacionan con su entorno urbano, que son ‘pedazos de ciudad’ más que edificios, en una propuesta concreta para integrar la ciudad con la naturaleza.

WOHA está reconciliando la construcción excesiva (y casi exclusivamente con fondos privados) de las ciudades de Asia del siglo XXI con la remediación del medio ambiente construido. Propone que la arquitectura comercial debe responder a la ciudad como deber cívico… al igual que la arquitectura pública.

Es lo que lograron en el ParkRoyal on Pickering, donde el desarrollo puramente comercial de un hotel –como sucede con muchos de los proyectos de WOHA construidos en toda Asia durante la última década– se llevó a cabo de forma inequívoca como un edificio público. El hotel-jardín construido en 2013 les ha valido múltiples premios y un enorme prestigio mundial.

En la Bienal de Arquitectura de Venecia (2016), Wong y Hassell presentaron su libro “Garden City, Mega City”, donde definen sus estrategias de diseño, en el contexto del cambio climático global y el ritmo de la urbanización asiática.

Un trabajo ejemplar de WOHA es el Kampung Admiralty, el primer complejo público integrado de Singapur, que reúne una combinación de instalaciones y servicios públicos bajo un mismo techo. En lugar de construir varios edificios independientes, cada uno en su terreno y encargados por diferentes agencias gubernamentales, este ‘complejo integrado’ maximiza el uso de la tierra y es un prototipo destinado a atender los requerimientos de la tercera edad en Singapur.

“Se diseñó un ‘Kampung’ (pueblo) vertical –explican sus creadores– con una Plaza Comunitaria en el estrato inferior, un Centro Médico en el estrato medio y un Parque Comunitario con apartamentos para personas mayores en el estrato superior. Estos tres estratos distintos yuxtaponen los diversos usos del edificio para fomentar la diversidad de la programación cruzada y liberar el nivel de suelo para generar diferentes actividades. La proximidad a los servicios de salud, sociales, comerciales y otras instalaciones apoyan la vinculación inter-generacional y promueven el envejecimiento activo en el lugar”.

Kampung Admiralty, primer complejo público integrado de Singapur.

CIUDADES QUE REMEDIAN

La arquitectura verde de WOHA se transforma además en una herramienta decisiva para combatir el cambio climático. Una mayor fronda urbana permite evitar la rápida evaporación y mantener más bajas las temperaturas. Además reduce enormemente el uso del aire acondicionado lo que significa un importante ahorro de electricidad.

Por otra parte, las plantas contribuyen a neutralizar los gases tóxicos urbanos, creando oxígeno, reduciendo el polvo y la contaminación y mejorando la salud ciudadana. “Singapur es cinco grados celcios más caliente ahora que es una ciudad que cuando era una jungla, simplemente por las superficies calientes. Así que si cubrimos eso con áreas verdes, permitimos que la temperatura baje esos cinco grados”.

La propuesta de WOHA ha sido audaz y de resultados asombrosos: “Para nosotros como arquitectos es básico controlar cómo creamos el espacio, y hemos sido capaces darnos cuenta de que podemos mejorar los espacios originales con áreas verdes. En nuestros proyectos lo hemos podido hacer casi en 100% con mucha facilidad. Pero respetando la misma cantidad de espacio hemos llevado las áreas verdes de 100 a 150% sin ningún problema; hemos llegado hasta 250%. Poco a poco hemos ido desafiando los límites hasta hacer edificios completos”.

“Visualmente, los edificios se vuelven muy verdes y son muy diferentes de otros –señala Wong–,  eso crea un contraste urbano muy interesante pero además tiene un impacto positivo en la ciudad y la calidad de vida de la gente, quienes inmediatamente lo perciben”.

Oasia Hotel Downtown de Singapur.

El Oasia Hotel Downtown de Singapur, es un claro ejemplo de cómo WOHA logró reemplazar por áreas verdes, todo el edifico: “El edificio cobra vida y puedes ver plantas creciendo; cambia todos los días porque a veces hay más flores, el edificio tiene vida propia. Incluso ahora se puede ver vida salvaje en el edificio”.

Pero el sueño no termina allí: “Ha logrado un gran impacto en la ciudad –añade Wong– y para nosotros lo importante es poder cambiar toda la ciudad con más áreas verdes. Para nosotros, como visionarios, la idea es lograr que más gente se una y haga lo mismo, nuestras ciudades pueden ser más verdes y podemos traer de vuelta un ecosistema donde humanos y naturaleza puedan coexistir nuevamente”.

Para Richard: “El valor de lo que hacemos es directamente proporcional a la cantidad que exista de este tipo de edificios; si más gente hiciera lo que hacemos, podríamos transformar las ciudades y reducir el daño que hacen al medio ambiente”.

VIDA SALVAJE URBANA?

El modelo de urbe de la era industrial hecha a medida del automóvil y no de los humanos, con sus secuelas de contaminación y sobrepoblación, fue expulsando primero la fauna y luego también la flora de las ciudades, hasta convertirlas en “junglas de cemento”.

La reconstrucción del vínculo ciudad-naturaleza genera fenómenos inesperados. Wong y Richard cuentan que “cuando empezamos a crear este tipo de integración de paisajes naturales con los urbanos hacíamos terrazas verdes, eran muy bonitas; pero cuando rebasamos ese límite y creamos edificios enteros cubiertos de plantas, empezaron a regresar animales a las ciudades. Uno de los primeros fueron las ardillas. En Singapur, donde los edificios alcanzan los 200 metros de altura, se ha creado un hábitat nuevo”.

Como explica Richard “la convivencia con las plantas y los animales hace que toda la gente se sienta mejor… la gente se está dando cuenta de que la ciudad es de hecho un buen hábitat para muchos animales”.

El sueño esperanzado de los creadores de WOHA es que este tipo de arquitectura sustentable se extienda por todo el mundo. Ellos insisten en que si se multiplican las ciudades verdes podrán verse de inmediato los beneficios para el Planeta. Reconstruir el vínculo de nuestras ciudades con la naturaleza solo es posible si lo intentamos.