La disposición perjudicial de los residuos es un problema que afecta a toda América Latina, aunque con marcadas diferencias según los países. Según las estimaciones de un estudio del PNUMA, 70% de los municipios de la región utilizan sitios inadecuados.
Desde 1922, la adición de tetraetilo de plomo a la gasolina a fin de mejorar el rendimiento de los motores, se había convertido en una catástrofe para el medio ambiente y la salud pública. En la década de los ‘70, casi toda la gasolina producida en el mundo contenía plomo, con efectos dramáticamente nocivos.
A lo largo de la década de los ‘80, la mayoría de los países de ingresos altos prohibieron el uso de la gasolina con plomo, pero a comienzos de este siglo casi todos los países de ingresos bajos y medianos (e incluso algunos miembros de la OCDE) todavía utilizaban gasolina con plomo.
A partir de ahora, se calcula que la erradicación definitiva y global del uso de la gasolina con plomo, significará evitar más de 1,2 millones de muertes prematuras por año y ahorrar unos 2,45 billones de dólares a la economía mundial. Cuando en 2002, el PNUMA comenzó su campaña, el plomo en la gasolina, constituía una de las amenazas ambientales más graves para la salud humana.
En ese momento, 117 países seguían utilizando gasolina con plomo. Unos 86 países manifestaron su decisión y recibieron apoyo para eliminar gradualmente la gasolina con plomo. En 2006, la campaña cosechó su primer éxito cuando África subsahariana quedó libre de gasolina con plomo.
Cuando la ONU comenzó a trabajar con gobiernos y empresas para su eliminación, los primeros talleres, informes y estudios revelaron las ilegalidades en la producción de gasolina y los altos niveles de plomo en sangre que afectaban a la población.
La gasolina con plomo es causa de enfermedades cardíacas, accidentes cerebro-vasculares y cáncer. Además afecta el desarrollo del cerebro humano y especialmente de los niños. Algunos estudios señalan que puede reducir el coeficiente intelectual (CI) entre 5 y 10 puntos.
La directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen marca la importancia de este logro: “Después de un siglo de muertes y enfermedades que afectaron a cientos de millones de personas y degradaron el medio ambiente mundial, estamos determinados a enderezar la trayectoria de la humanidad con una transición acelerada hacia la movilidad eléctrica y el uso de vehículos limpios”.
Pero con la erradicación definitiva del plomo como componente de la gasolina no concluye el problema. Por eso PNUMA insta a los países a acelerar el despliegue de vehículos de cero emisiones para mitigar aún más la contaminación del aire y el cambio climático.
Queda avanzar ahora sobre la propia gasolina que además del plomo (ya erradicado) contiene más de 150 sustancias químicas incluyendo pequeñas cantidades de benceno, tolueno, xileno, etc. Es el método de elaboración el que determina qué sustancias se encuentran en la gasolina y sus concentraciones. Eso varía también según la fuente del petróleo e incluso la temporada de su elaboración.
Al quemarse como un vapor, de su combustión tendríamos dióxido de carbono puro y agua como productos. Pero al quemarla en la combustión en un automóvil, quedan además importantes agentes contaminantes como monóxido de carbono (que se forma porque la combustión es incompleta por carencia de oxígeno suficiente); óxido de nitrógeno (por la presión y temperatura en el cilindro) e hidrocarbonos no quemados (porque el tiempo de combustión es insuficiente).
Es entonces cuando el óxido de nitrógeno y los hidrocarbonos se mezclan en el aire y conforman ozono (O3) a nivel del suelo, una verdadera bomba ecológica, que afecta gravemente el medio ambiente y al cambio climático.
Terminar con el petróleo y el uso de gasolina no será fácil porque hemos llegado demasiado lejos, de manera irracional, con su consumo, pero –como señala Andersen– tenemos que hacer “una transición acelerada hacia la movilidad eléctrica y el uso de vehículos limpios”.
El haber logrado la erradicación mundial del uso de la gasolina con plomo es un hito y un paso decisivo para que este peligroso metal dejara de contaminar el aire, el suelo, el agua potable y los cultivos alimentarios, como lo hizo a lo largo de un siglo, con cientos de millones de personas afectadas y la degradación del medio ambiente global.
Pero ese progreso, no debe ocultar que estamos a una flota global de vehículos, en rápido crecimiento, que sigue contaminando el aire, el agua y el suelo, agudizando la crisis climática global. El transporte es responsable de casi una cuarta parte de las emisiones globales de GEI, una proporción que los expertos estiman que llegará a un tercio para 2050.
Aunque vemos una esperanzadora transición hacia la movilidad eléctrica, todavía en las próximas décadas se incorporarán a las carreteras 1.200 millones de vehículos nuevos, la mayoría en base a combustibles fósiles. Y desde los países desarrollados (Europa, EEUU y Japón, entre otros) prevén exportar millones de los vehículos usados que descartaran por sus “políticas verdes” con destino a países de ingresos medios y bajos, sin importar que con “su negocio” seguirá contribuyendo al calentamiento global y al agravamiento de la contaminación del aire del Planeta. Por otra parte, esos vehículos usados son los de peor desempeño en cuanto a emisiones por defectos de combustión, fruto de su uso.
De allí la importancia de incrementar la conciencia ambiental en los países de menos recursos –como pretendemos hacer desde Más Azul– para no seguir siendo el “basurero” de los países ricos, encubierto bajo el disfraz de “beneficios económicos” que no son tales al final del camino.
Así quedó demostrado con la basura electrónica y con el plástico, que obligó a que China y otros países asiáticos decidieran terminar con esas “exportaciones”. Lo mismo deberá suceder con los vehículos de gasolina que deberán ser “aprovechados” (compactados, reciclados, etc.) por aquellos mismos que los fabricaron. O apilarlos como símbolo de la demencia del modelo de producción y consumo del último siglo y medio.
PNUMA insta a “inspirarse en este enorme logro (erradicar el plomo) para garantizar que, ahora que tenemos combustibles más limpios, también adoptemos mejores estándares vehiculares a nivel mundial: la combinación de combustibles y vehículos más limpios puede reducir las emisiones en más de 80%”.
Por otra parte, la lucha contra la contaminación por plomo deberá seguir en otros frentes como la producción de pinturas, la fabricación de baterías de plomo-ácido para vehículos de motor (a la que corresponde más de tres cuartas partes del consumo mundial de plomo), la metalurgia, la explotación minera, etc.
También se utiliza plomo en la fabricación de municiones, vidrieras, cristal, esmaltes cerámicos, artículos de joyería y juguetes, e incluso en algunos productos cosméticos y medicamentos convencionales.
Como señala la OMS, el plomo es una sustancia tóxica que se distribuye por el organismo y alcanza el cerebro, hígado, riñones y huesos. El plomo presente en los huesos es liberado hacia la sangre por lo que durante el embarazo, se convierte en una peligrosa amenaza para el feto. No existe un nivel de exposición al plomo por debajo del cual se pueda afirmar que no tiene efectos perjudiciales. De allí la necesidad de evitar su contaminación.