Los científicos prevén escenarios de alto riesgo

15 feb 2023

El objetivo que los gobiernos acordaron en París en 2015 de lograr mantener el aumento de la temperatura global del Planeta a finales de siglo en 1,5°C (respecto a la que había a comienzos de la era industrial) es ya una utopía.

La promesa de temperatura global de 1,5°C ya no se puede alcanzar por la desidia de gobiernos y empresas.

En un reciente artículo en The Economist (“The world is going to miss the totemic 1.5°C climate target” -nov 5, 2022) plantea que el mundo tiene que enfrentarse al hecho de que no va a alcanzar “el totémico objetivo climático de 1,5°C”. Considera que las emisiones no solo empujarán al mundo más allá del límite de 1,5°C sino que probablemente lo harán muy pronto.

El informe responde a la óptica singular e hipócrita de las corporaciones y el mundo financiero y hace una defensa de las soluciones de geoingeniería solar, unas fantasiosas alternativas (¿quién controla?) destinadas a postergar sine die el negocio de los combustibles fósiles.

Pero la realidad es que, como advierte UNEP (Naciones Unidas) el rango de temperaturas para 2100 se estima en 2,8°C con las políticas actuales, y 2,4°C si los países cumplen con todos sus compromisos presentes y futuros.

Los representantes de unos 200 países y muy especialmente los líderes de las principales potencias no pudieron alcanzar acuerdos ni en la COP 26 Glasgow 2021 ni en la reciente COP 27 en Egipto. Su fracaso es demencial en tanto se requiere una drástica e inmediata reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, si se pretende al menos limitar el aumento de la temperatura por debajo de los 2°C.

La comunidad internacional se comprometió en París a lograr no sobrepasar el límite de 1,5°C, el máximo definido por los científicos como el escenario menos arriesgado para el futuro de la humanidad. Pero ese objetivo parece perdido. Como señala José Manuel Gutiérrez, Coordinador de uno de los capítulos del Sexto Informe de Evaluación publicado por el IPCC, el grupo de expertos en cambio climático vinculados a Naciones Unidas: “Ya vamos por 1,1°C de aumento… Y en cualquiera de los escenarios de emisiones alcanzaríamos los 1,5°C antes de 2040″, es decir 60 años antes de lo previsto.

Desde 2015 y tras decenas de conferencias, reuniones y complejas negociaciones para abordar la lucha contra el cambio climático, los líderes mundiales siguen sin lograr ponerse de acuerdo, para cumplir con lo que firmaron en París hace casi una década.

En ese precioso tiempo perdido, varios informes revelan que ya es ilusorio pensar en alcanzar el objetivo planteado por los científicos del 1,5°C como límite. La realidad del incumplimiento es tan brutal que, aunque se cumplieran todos los planes climáticos actualizados, presentados por las naciones, las emisiones continuaran aumentando no menos de un 16% para 2030.

Según el informe sobre brecha de emisiones publicado por Naciones Unidas, eso nos conduce a un escenario de 2,7°C de calentamiento para finales de siglo. Si los principales contaminadores hicieran esfuerzos singulares para una reducción drástica y cumplieran sus propuestas, se podría quizás permanecer en el entorno de los 2,2°C.

Para lograrlo se requiere en los próximos diez años, importantes recortes en la producción y consumo de combustibles fósiles, tal como reclama el Secretario General de Naciones Unidas, algo que choca de bruces con la guerra en Ucrania, el abandono de los planes verdes, el retorno del carbón en Europa y la instalación de un contexto geopolítico de ‘guerra fría y confrontación’, cuando la crisis ambiental global requeriría altas dosis de colaboración internacional.

El desfasaje alcanzado es de tal dimensión que según la ONU, para retomar la senda de 1,5°C, se necesita que en los siguientes ocho años, se reduzcan a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero. Por el contrario, el camino que se sigue es el de incrementar las emisiones ya que las corporaciones de combustibles fósiles plantean que, en los próximos diez años, tienen previsto un importante aumento de su producción (más del 40%) y la producción mundial en aguas profundas aumentará un 60% para 2030

La propia Agencia Internacional de la Energía (AIE), tradicional defensora de los intereses de esas corporaciones, estima en un informe que con los escenarios proyectados, la temperatura media global esperable en 2100 es de 2,6°C.

¿Qué podemos esperar de un mundo 2,6°C más caluroso?

Algunos de los extremos climáticos (olas de calor, sequías extremas, incendios forestales, inundaciones, etc) que se han verificado en los últimos años con solo 1°C de incremento de la temperatura global son la punta del iceberg de lo que nos depara el futuro.

Los extremos meteorológicos delatan el cambio global que estamos viviendo, tal como lo confirman las proyecciones de los modelos climáticos de los científicos. Caminamos hacia un clima más hostil e impredecible.

El aparentemente pequeño valor de 1,1°C de aumento de la temperatura desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, puede parecerlo a escala cotidiana y local, pero constituye un valor considerable cuando se refiere al conjunto del Planeta y como promedio anual.

Se ha comprobado que ese calentamiento actual es consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero, producido básicamente por la quema de los combustibles fósiles, que no deja de aumentar. En las actuales circunstancias se hace evidente que las metas 2030 y 2050 se han vuelto irrealizables. Cada día verificamos nuevos incumplimientos, promesas vacías y postergaciones, en un contexto de escandalosos “greenwashing” de empresas y gobiernos.

Un Planeta más cálido que en los últimos 2,6 millones de años

Hay que recordar que aún cuando todos los países cumplieran sus compromisos de reducción de emisiones (algo absolutamente utópico y el escenario más optimista) el calentamiento superaría los 2,1°C para 2100 y entonces el Planeta sería más cálido que en los últimos 2,6 millones de años (‘Informe Climate Endgame: Exploring catastrophic climate change scenarios’, agosto 2022, PNAS –MIT y Univ. Cambridge).

Como señalan los científicos “Incluso estas suposiciones optimistas conducen a peligrosas trayectorias del sistema terrestre. No se han sostenido temperaturas de más de 2°C por encima de los valores preindustriales en la superficie de la Tierra desde antes de la época del Pleistoceno (o hace más de 2,6 millones de años)”.

La población afectada por desastres naturales se duplicará en 2030.

Aún no han sido suficientemente estudiadas las consecuencias y posibles retroalimentaciones de fenómenos como la liberación de metano y CO2 por el deshielo del permafrost del Ártico; el deterioro de los océanos en su capacidad de sumidero de carbono, el impacto en el carbono de las sequías e incendios en el Amazonas, grandes cambios en la capa de hielo y el nivel del mar, etc.

Como señala el informe del MIT-Cambridge “incluso sin considerar las respuestas climáticas en el peor de los casos, la trayectoria actual encamina al mundo hacia un aumento de la temperatura de entre 2,1°C y 3,9°C para 2100. Si todas las contribuciones determinadas a nivel nacional para 2030 se implementaran por completo, se espera un calentamiento de 2,4°C (1,9°C a 3,0°C) para 2100”. Esas expectativas algo más optimistas se diluyen cuando vemos las respuestas que nos ofrecen empresas y gobiernos con sus permanentes engaños y postergaciones.

La diferencia entre un escenario de 1,5°C y uno en torno a los casi 3°C es abismal. No solo por el incremento de temperaturas sino por la alteración del régimen de precipitaciones. La diferencia de temperaturas puede además tener además expresiones muy severas, a nivel regional.

Por ejemplo, en un escenario de 1,5°C, la región del Mediterráneo y norte de África soportaría un aumento de los registros de 2,3°C en verano, pero en un escenario en torno a los 3°C a nivel global, el impacto en esa región podría ser de +4,7°C, lo que significaría que la región soportaría áreas con temperaturas superiores a los 50°C.

Australia es otro ejemplo regional del impacto climático por encima de la media mundial. Allí el aumento de las temperaturas medias es ya de 1,47°C (lo esperado en París para 2100), lo que ha traído múltiples consecuencias, desde incendios sin precedentes hasta inundaciones devastadoras, aumento del nivel del mar, reducción de las precipitaciones y olas de calor extremo, así como un aumento de la temperatura del océano (1,05°C desde el comienzo de la revolución industrial).

Otro tanto sucede en Alaska y en regiones de Rusia próximas al Círculo Polar Ártico donde el calentamiento se verifica de manera inusualmente rápido con temperaturas de +38°C en los últimos veranos, como sucediera en Verjoyansk (Siberia) ciudad que hasta ahora reivindicaba ser el punto más gélido del hemisferio norte (-50 a 60°C). Ello provoca reiterados incendios en los bosques de taiga, problemas en determinadas especies para subsistir y la gravísma amenaza de un posible derretimiento del permafrost.

En un escenario global de 1,5°C las lluvias se reducirían en un 10%, pero esa situación casi se triplicaría si el mundo se calienta 3°C, multiplicando las actuales sequías y comprometiendo la producción mundial de alimentos.

Costos inasumibles

Lo que resulta indudable es que un calentamiento global con temperaturas entre 2°C y 3°C o más para finales de siglo implica un cambio climático extremo, con consecuencias muy severas, que para el IPCC serían de alto y muy alto riesgo. A ello hay que agregar que se desconocen los agravamientos en cadena que podrían generarse.

Los científicos reunidos en torno al Informe Endgame reconocen que el riesgo de extinción humana o de una parte significativa de la población mundial no ha sido suficientemente explorado, en gran medida por cierta aprehensión al alarmismo. La mayoría acuerda que la supervivencia de los humanos como especie está condicionada a aumentos de la temperatura global por debajo de 6°C. La humanidad ha vivido y vive casi sin excepciones en una franja térmica de 13°C.

Pero sin llegar a esos 6°C, son claras las evidencias de consecuencias gravísimas con menores incrementos. El propio IPCC, en su Sexto Informe, advierte que a finales de siglo, entre el 50% y 75% de la población mundial, podría estar expuesta a condiciones climáticas potencialmente mortales, debido al calor y la humedad extremos. (Mark Lynas, “Nuestra Advertencia Final: Seis Grados de Emergencia Climática”, 2021).

No solo preocupan los efectos directos sino también los colaterales. Uno de los autores del informe Endgame, el doctor Chi Xu, de la Universidad de Nanjing, recuerda que “en 2070, estas temperaturas y las consecuencias sociales y políticas afectarán directamente a dos potencias nucleares y a siete laboratorios de máxima contención que albergan los patógenos más peligrosos. Existe un serio potencial de efectos colaterales desastrosos”.

Tampoco hay que olvidar que cuatro de las principales regiones productoras de maíz (87% de la producción global) podrían soportar pérdidas graves de cosechas –lo mismo que sucede con otros cultivos agrícolas–. Se estima que la producción de maíz que se reduciría en un 7% anual con 2°C, sufriría pérdidas del 86% con temperaturas entre 3,5° y 4°C.

Pero las implicaciones de un mundo más caluroso no solo tienen implicancias en cuanto a desastres naturales y riesgos para la alimentación. Un informe The Lancet Countdown pone de relieve los efectos del cambio climático en la salud, así como otros estudios (Ver Más Azul n°25, oct 2021 “El costo del cambio climático” y “Cuánto nos cuesta el clima”, Antonio López Crespo, Marco Trade Revista n° 7, 2018; “El Cisne Verde”, Banco de Pagos Internacionales (BIS), Patrick Bolton y ots) muestran los impactos sobre la economía global.

Dos estudios de expertos de universidades europeas y estadounidenses (uno publicado en Environmental Research Letters y otro, por el Instituto de Integridad Política de la Universidad de Nueva York) señalan que la multiplicación de fenómenos meteorológicos extremos y los daños consiguientes sobre la población, las infraestructuras y la economía global no son asumibles y ponen en riesgo la economía mundial.

Los costes que resultan de las consecuencias económicas del cambio climático han sido infravalorados en la mayoría de las estimaciones anteriores y los actuales estudios revelan –desde un punto de vista estrictamente científico– que son inasumibles por la economía mundial.

 

Australia bajo fuego 2020.

Ambos estudios coinciden en recomendar medidas “drásticas e inmediatas” para evitar que el cambio climático provoque billones de dólares en pérdidas cada año: Cuanto más sabemos sobre los riesgos económicos del cambio climático, más urgente se hace la acción” hacia un modelo de desarrollo económico neutro en emisiones de carbono.

No se trata de alarmar para crear conciencia en la ciudadanía global. Pero es necesario que oigamos a la ciencia. Queda poco tiempo y enormes debates pendientes en los que deberíamos involucrarnos. Porque está claro que no podremos seguir viviendo como vivíamos. Como pide PNUMA va a haber que hacer cambios muy profundos y discutir cómo los llevaremos a cabo: ¿Cómo vamos a educar a las futuras generaciones para vivir en ese nuevo mundo? ¿Quién va a asumir el colosal coste económico que va a tener la transición? ¿Cómo proteger en ese tránsito a los más vulnerables?