Científicos advierten que los riesgos están subestimados

Antonio López Crespo

03 ago 2022

A comienzos de este mes (agosto 2022), un importante grupo internacional de científicos del clima ha presentado un informe ‘Climate Endgame: Exploring catastrophic climate change scenarios’, donde plantean la urgencia de una investigación más rigurosa de los peores escenarios que podrían derivarse de la actual crisis climática, lo que ellos llaman el “Endgame”.

Importante grupo de científicos llama a estudiar los peores escenarios que podrían derivarse de la crisis climática.

El artículo, editado por Kerry Emanuel, profesor de meteorología del Massachusetts Institute of Technology (MIT) apareció en la prestigiosa revista científica PNAS, publicación semanal de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU.

Allí plantean que cualquier gestión de riesgos prudente requiere la consideración de todos los escenarios, aún los peores. “Sin embargo –afirman– para el cambio climático, tales futuros potenciales son poco conocidos. ¿Podría el cambio climático antropogénico resultar en el colapso de la sociedad mundial o incluso en la eventual extinción humana? En la actualidad, este es un tema peligrosamente poco explorado. Sin embargo, existen amplias razones para sospechar que el cambio climático podría resultar en una catástrofe global. Analizar los mecanismos de estas consecuencias extremas podría ayudar a impulsar la acción, mejorar la resiliencia e informar las políticas, incluidas las respuestas de emergencia”.

No existen dudas que el calentamiento global podría llegar a ser “catastrófico” para la humanidad si el aumento de la temperatura es peor de lo pronosticado o si provoca una cascada de acontecimientos aún no considerados, o ambas cosas a la vez. Y sin dudas, en necesario que el mundo avance en el conocimiento más preciso de los riesgos de una extinción masiva o de una catástrofe climática de dimensiones.

Por eso, este grupo de científicos pide al IPCC que dedique un informe a desarrollar esa investigación e informar a la ciudadanía global.

Algunos medios en el mundo reaccionaron con titulares sensacionalistas aludiendo a “El mundo debe prepararse para la extinción total”, “Aterrador estudio”, etc. Luke Kemp, uno de los autores, advierte en un tweet que esos titulares no reflejan el objetivo de su trabajo: Contrariamente a las afirmaciones del alarmismo, la catástrofe climática está poco explorada. Dos estudios recientes citados por Florian Jehn, muestran que el cambio climático extremo (+3°C) está subexplorado”.

Kemp explica las causas: “¿Por qué se subexploran los riesgos climáticos catastróficos? En primer lugar, el acuerdo climático de París de 2015 ha canalizado la atención política y científica hacia 1,5 y 2°C. En segundo lugar, las evaluaciones de riesgo complejas y el modelado de un aumento de temperatura más alto son simplemente más difíciles de hacer. En tercer lugar, los estudiosos del clima han desarrollado una tendencia a ‘errar por el lado del menor drama’. Los ataques de los mercaderes de la duda han llevado a una cultura que evita cualquier cosa que pueda interpretarse como alarmismo“.

Nuestra posición

Hace ya casi tres años, cuando lanzamos nuestro clamor por un mundo Más Azul, asumimos un compromiso: contribuir desde nuestro medio a dar cuenta de los enormes desafíos que enfrentamos ya no como pueblos o naciones sino como especie, tras más de un siglo de desarrollo desbocado e insostenible.

Y planteábamos que para provocar un cambio en ese rumbo era necesario escapar de los facilismos y del catastrofismo paralizante. Desde nuestro lugar, construir la salida requiere ciencia, creatividad y una información de calidad.

Quienes integramos Más Azul pretendemos desarrollar un medio que aporte información consistente y chequeada sobre la verdadera situación ambiental del Planeta, así como de los avances que, a nivel global, se están haciendo para encontrar soluciones. Tan lejos de los catastrofismos como de la ciega omisión de los deterioros alcanzados.

Este preámbulo viene a cuento para poner en contexto las conclusiones del apasionante trabajo publicado por PNAS.

Explorar todos los escenarios

Quizás esa sería la más simple y certera formar de resumir el objetivo del trabajo del equipo internacional de investigadores reunidos por el MIT y la Universidad de Cambridge. Hemos trabajado con el escenario de 1,5°C y con los peligros de superar una temperatura de 2°C. Pero no más allá. Muchos trabajos de expertos señalan que el horizonte al que nos dirigimos –si no somos capaces de cambios drásticos– es introducirnos en el campo desconocido de los peores escenarios.

El trabajo publicado reúne a un grupo de importantes científicos como Luke Kemp (Centre for the Study of Existential Risk, Univ. Cambridge), Chi Xu (School of Life Sciences, Nanjing Univ.), Joanna Depledge, Centre for Environment, Energy and Natural Resource Governance, Univ. Cambridge), Kristie L. Ebi (Center for Health and the Global Environment, Univ. Washington), Goodwin Gibbins (Future of Humanity Institute, Univ. Oxford), Timothy Kohler (Department of Anthropology, Washington State Univ.), Johan Rockström y Joachim Schellnhuber (Potsdam Institute for Climate Impact Research, Germany), Marten Scheffer (Department of Environmental Sciences, Univ. Wageningen), Will Steffen (Fenner School of Environment and Society, Australian National Univ.) y Tim Lenton (Global Systems Institute, Univ. Exeter).

Estos 11 científicos presentaron una agenda de investigación sobre las consecuencias del calentamiento global que alcanza el extremo superior de los escenarios plausibles, que ascienden a 3°C o más a finales de siglo. El calentamiento global podría llegar a ser “catastrófico” para la humanidad si el aumento de la temperatura es peor de lo que se predice o si las acciones de gobiernos y empresas resultan insuficientes (como sucede hasta ahora) o si la crisis climática provoca una cascada de acontecimientos aún no considerados. “El mundo debe empezar a prepararse para la posibilidad de un ‘colapso’ climático”, es su advertencia.

Se hace evidente la cautela inherente de los científicos del clima del IPCC de la ONU. Siempre han evitado el alarmismo paralizante y eso ha tendido a no considerar o publicitar los peores escenarios, suponiendo alcanzar los objetivos de temperatura del Acuerdo de París.

Pero en las actuales circunstancias es evidente que las metas 2030 y 2050 empiezan a parecer irrealizables e incluso, en términos de transición energética y emisiones de CO2 caminamos en sentido inverso a esas metas. Todos los días tenemos noticias de nuevos incumplimientos y postergaciones de las “promesas” de gobiernos y empresas.

El documento recuerda que si todos los países cumplieran sus compromisos de reducción de emisiones (algo hoy absolutamente utópico) el calentamiento superaría los 2,1°C para 2100 e incluso, en ese escenario optimista, el Planeta sería más cálido que en los últimos 2,6 millones de años. Por eso plantean que “hay amplias razones para sospechar que el cambio climático podría resultar en una catástrofe global”.

Otra de las amenazas de la crisis climática proviene del riesgo de acontecimientos globales de alto impacto en la economía global, como pudimos comprobar con la pandemia de Covid-19, que como señala PNUMA ha sido una advertencia de lo que, con mayor frecuencia, podríamos esperar de los riesgos climáticos y las alteraciones de la naturaleza.

“Pero nosotros y los políticos que nos gobiernan vivimos en negación de los escenarios catastróficos" – Martin Rees

Pese a ello, el análisis de los informes del IPCC muestra que la cobertura de aumentos de temperatura de 3°C o más está subrepresentada en relación con su actual probabilidad.

Nos negamos a oír

Hace algunos años, en una charla TED (2014), el prestigioso astrónomo británico Martin Rees advertía “nos preocupamos demasiado por riesgos menores: accidentes aéreos improbables, sustancias cancerígenas en los alimentos, dosis bajas de radiación… Pero nosotros y los políticos que nos gobiernan vivimos en negación de los escenarios catastróficos”.

En esa misma charla aseguraba que “los peores peligros vienen de nosotros… Y no solo está la amenaza nuclear. En nuestro mundo interconectado (…) los viajes en avión pueden propagar pandemias en cuestión de días; y las redes sociales pueden divulgar pánico y rumores literalmente a la velocidad de la luz”.

En 2003 anticipó un 50% de probabilidad de que sucediera una catástrofe biológica con más de un millón de muertos, antes de 2021, debido a un ataque terrorista o un error humano. Desde 2020, las muertes por Covid suman 6,3 millones de personas a nivel mundial (junio 2022). Las advertencias dramáticas de Rees, repetidas por más de dos décadas, no fueron oídas

En su libro “En el futuro” (2018) señalaba los peligros del modelo que hemos desarrollado: “Es el primer siglo en el que una especie, la nuestra, ostenta tanto poder y es tan dominante que tiene el futuro del planeta en sus manos (…) Lo que está en juego es más importante que nunca; lo que ocurra en este siglo se hará sentir durante miles de años”.

Desde el Centro para el Estudio de Riesgo Existencial (CSER) en la Universidad de Cambridge (Reino Unido) fundado por él en 2015, señalan que “el covid-19 ha mostrado cómo los sistemas comienzan a colapsar uno por uno…  Se podría pensar que solamente se vería afectado el sector salud, pero en realidad se vio afectado el transporte, la agricultura, la educación, la economía, el trabajo…”.

Como reflexiona Luke Kemp, “Hay muchas razones para creer que el cambio climático puede llegar a ser catastrófico, incluso con niveles modestos de calentamiento”. Un aumento de las temperaturas puede reducir el ámbito terrestre para el suministro de alimentos a nivel mundial y podría crear las condiciones para nuevos brotes de enfermedades a medida que los hábitats de las personas y de la vida silvestre cambian y se reducen.

Chi Xu, otro integrante del grupo, ya había publicado en 2020 un estudio donde observaba que “todas las especies tienen un nicho ambiental y, a pesar de los avances tecnológicos, es poco probable que los humanos sean una excepción. Demostramos que durante milenios, las poblaciones humanas han residido en la misma parte estrecha de la envoltura climática disponible en el mundo, caracterizada por un rango principal alrededor de 11°C a 15°C de temperatura media anual. Apoyando la naturaleza fundamental de este nicho de temperatura, la producción actual de cultivos y ganado se limita en gran medida a las mismas condiciones, y se ha encontrado el mismo óptimo para la producción económica agrícola y no agrícola de los países a través de análisis de variación de año a año”

¿Podría el cambio climático causar el colapso de la sociedad mundial o incluso una eventual extinción humana?

Para la científica Kristie Ebi, se requiere “un esfuerzo interdisciplinar para entender cómo el cambio climático podría desencadenar la morbilidad y mortalidad masiva de los humanos”.

Esa es en definitiva la preocupación que ha convocado a desarrollar este informe: “¿Podría el cambio climático antropogénico resultar en el colapso de la sociedad mundial o incluso en la eventual extinción humana?” Los investigadores plantean que en la actualidad, “este es un tema peligrosamente poco explorado (pese a que) existen amplias razones para sospechar que el cambio climático podría resultar en una catástrofe global. Analizar los mecanismos de estas consecuencias extremas podría ayudar a impulsar la acción, mejorar la resiliencia e informar las políticas, incluidas las respuestas de emergencia”.

En el trabajo describen el conocimiento actual sobre un cambio climático extremo y los motivos de preocupación sobre los resultados catastróficos, que les permiten definir una agenda de investigación que proponen sobre cuatro interrogantes principales:

1) ¿Cuál es el potencial del cambio climático para impulsar eventos de extinción masiva?

2) ¿Cuáles son los mecanismos que podrían dar como resultado una mortalidad y morbilidad masiva humana?

3) ¿Cuáles son las vulnerabilidades de las sociedades humanas a las cascadas de riesgos provocadas por el clima, como los conflictos, la inestabilidad política y el riesgo financiero sistémico? , y

4) ¿Cómo se pueden sintetizar de manera útil estos múltiples hilos de evidencia, junto con otros peligros globales, en una “evaluación integrada de catástrofes”?

Para ellos, es hora de que la comunidad científica se enfrente al desafío de comprender mejor el cambio climático catastrófico.

El conocimiento faltante

“Los caminos hacia el desastre no se limitan a los impactos directos de las altas temperaturas, como los fenómenos meteorológicos extremos”, dicen los investigadores. “Los efectos secundarios, como las crisis financieras, los conflictos y los nuevos brotes de enfermedades, podrían desencadenar otras calamidades e impedir la recuperación de posibles desastres como la guerra nuclear”, no están suficientemente estudiados y “el riesgo catastrófico está ahí, pero necesitamos una imagen más detallada”.

El reconocido sociólogo y economista Jeremy Rifkin, visionario de grandes tendencias globales y autor de libros relevantes como “La civilización empática” y el “Green New Deal global”, ha sido un activista en favor de un cambio radical del sistema basado en los combustibles fósiles. Lleva décadas reclamando el fin del petróleo y una producción industrial más sostenible. Su conclusión es contundente: “Debemos asumir que estamos en una nueva era. Si no lo hacemos, habrá más pandemias y desastres naturales. Estamos ante la amenaza de una extinción y la gente ni siquiera lo sabe”.

Es necesario recordar que, pese a 30 años de esfuerzos y advertencias severas de Naciones Unidas sobre los riesgos del cambio climático, las emisiones antropogénicas de GEI siguen aumentando a niveles récord mientras los líderes mundiales no dudan en enfrascarse en una guerra en territorio europeo para conceder un poco más de “sobrevida” a la industria de los combustibles fósiles, a los que subsidian con u$s 423.000 millones cada año (ONU).

Como señala el artículo de PNAS “incluso sin considerar las respuestas climáticas en el peor de los casos, la trayectoria actual encamina al mundo hacia un aumento de la temperatura de entre 2,1°C y 3,9°C para 2100. Si todas las contribuciones determinadas a nivel nacional para 2030 se implementaran por completo, se espera un calentamiento de 2,4°C (1,9°C a 3,0°C) para 2100”. Esas son las expectativas más optimistas para las que hay pocos argumentos en vista de las respuestas que están dando empresas y gobiernos y sus permanentes dilaciones.

Como señalan los científicos “Incluso estas suposiciones optimistas conducen a peligrosas trayectorias del sistema terrestre. No se han sostenido temperaturas de más de 2°C por encima de los valores preindustriales en la superficie de la Tierra desde antes de la época del Pleistoceno (o hace más de 2,6 millones de años)”.

Se desconocen en profundidad las consecuencias y retroalimentaciones posibles de fenómenos que no han sido suficientemente estudiados. Los ejemplos son múltiples: la liberación de metano y CO2 por el deshielo del permafrost del Ártico; el deterioro de los océanos en su capacidad de sumidero de carbono, el impacto en el carbono de las sequías e incendios en el Amazonas, grandes cambios en la capa de hielo y el nivel del mar, etc.

Posibilidad de una catástrofe climática

Cualquier riesgo se compone de cuatro determinantes: amenaza, exposición, vulnerabilidad y respuesta Los autores de ‘Climate Endgame’ explican desde allí, las cuatro razones clave para preocuparse por el potencial de una catástrofe climática global:

1.Amenaza: Advertencias de la historia… El pulso de carbono actual está ocurriendo a una velocidad geológica sin precedentes y, para fines de siglo, puede superar los umbrales que desencadenaron extinciones masivas anteriores”. Los Informes del IPCC proyectan en sus peores escenarios, temperaturas para el siglo 22 equivalentes a las que prevalecieron en el Eoceno temprano, revirtiendo 50 millones de años de climas más fríos en el espacio de dos siglos.

“Esto es particularmente alarmante, ya que las sociedades humanas se adaptan localmente a un nicho climático específico. El surgimiento de sociedades agrarias urbanizadas a gran escala comenzó con el cambio al clima estable del Holoceno hace ~12.000 años”. En ese ‘nicho climático’ de una temperatura media anual promedio de ∼13 °C., la población humana alcanzó su punto máximo: “Aún hoy, los centros de actividad humana económicamente más productivos se concentran en esas áreas. Los impactos acumulativos del calentamiento pueden aniquilar la capacidad de adaptación de la sociedad”.

2.Exposición: Con el desencadenamiento de otros riesgos catastróficos como conflictos internacionales, propagación de enfermedades infecciosas, etc. actuando como “potentes multiplicadores de amenazas extremas”.

3.Vulnerabilidad: La crisis climáticapodría exacerbar las vulnerabilidades y causar múltiples tensiones indirectas (como daños económicos, pérdida de tierras e inseguridad alimentaria y del agua) que se fusionan en fallas sincrónicas en todo el sistema… un cambio repentino en el clima puede desencadenar fallas en los sistemas que desmoronen sociedades en todo el mundo”.

El estudio resalta un escenario poco atendido: en la actualidad solo 30 millones de personas viven en lugares extremadamente cálidos, principalmente en el desierto del Sahara y la costa del Golfo Pérsico, pero para 2070, se espera que alrededor de 2.000 millones de personas vivan en estas regiones extremadamente cálidas, que hoy no solo están densamente pobladas, sino que albergan algunas áreas  políticamente muy frágiles. Y plantean una observación trascendente para el análisis geopolítico: “Existe una sorprendente superposición entre los estados actualmente vulnerables y las futuras áreas de calentamiento extremo. Si la fragilidad política actual no mejora significativamente en las próximas décadas, podría producirse un cinturón de inestabilidad con ramificaciones potencialmente graves”.

4.Respuesta: “El cambio climático podría socavar irrevocablemente la capacidad de la humanidad para recuperarse de otro cataclismo, como una guerra nuclear… Los impactos que pueden ser manejables durante tiempos de estabilidad se vuelven nefastos cuando se responde y se recupera de una catástrofe”.

Por ese motivo plantean que estas cuatro “diferentes causas de preocupación catastrófica están interrelacionadas y deben examinarse conjuntamente”.

Para António Guterres, secretario general de Naciones Unidas el cambio climático es una “amenaza existencial”. Es lo que sostienen diversos estudios científicos que advierten que un calentamiento de  5°C resultaría sea “absolutamente catastrófico” y por encima de 6°C sería “una catástrofe global indiscutible” (Yangyang Xu y V.Ramanathan, “Well below 2°C”, 2017, PNAS)

Lo indudable es que un calentamiento global de 3°C o más para finales de siglo implica un cambio climático extremo. Para el IPCC las consecuencias climáticas serían severas (alto y muy alto riesgo) con temperaturas entre 2°C y 3°C. Pero los actuales análisis no contemplan los agravamientos en cadena que podrían generarse.

El abordaje del riesgo de que el cambio climático conduzca a la extinción humana o a una parte significativa de la población mundial no ha sido suficientemente explorado. Las conclusiones son genéricas asegurando que la supervivencia de los humanos como especie se produciría con un aumento de la temperatura global de 6°C.

Pero existen evidencias de riesgos gravísimos con menores incrementos. En su Sexto Informe, el IPCC señala que entre el 50% y 75% de la población mundial podría estar expuesta a condiciones climáticas potencialmente mortales a finales de siglo, debido al calor y la humedad extremos. (Mark Lynas, “Nuestra Advertencia Final: Seis Grados de Emergencia Climática”, 2021).

Los científicos reunidos en Climate Endgame’ recuerdan que para las cuatro principales regiones productoras de maíz (87 % de la producción global de maíz) la probabilidad de pérdidas graves de producción pasa del 7% anual (con 2°C) al 86 % (con menos de 4°C).

No solo les preocupan los efectos directos sino también los colaterales. Para uno de los autores del informe, el doctor Chi Xu, de la Universidad de Nanjing, hay que tener en cuenta que “en 2070, estas temperaturas y las consecuencias sociales y políticas afectarán directamente a dos potencias nucleares y a siete laboratorios de máxima contención que albergan los patógenos más peligrosos. Existe un serio potencial de efectos colaterales desastrosos”.