NOV 2019

En nuestra edición del 1° de octubre pasado, poníamos el foco en un apasionante estudio realizado por el Crowther Lab de la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zúrich, que fuera publicado en Science. Allí se revela el impacto que podría tener una reforestación masiva en la lucha contra el cambio climático. Semejante esfuerzo podría capturar una parte importante de las emisiones de carbono generada por el hombre y reducir sus niveles en la atmósfera.

La investigación fue dirigida por los científicos Thomas Ward Crowther, especializado en ecología de ecosistemas y principal asesor de la Campaña Trillion Tree de la ONU y Jean-François Bastin, quien además colabora con un equipo de la NASA-JPL en la evaluación de las reservas de carbono de los bosques tropicales. La evaluación cuantitativa encarada por los científicos del ETH Zurich, muestra que la restauración forestal no es solo una de las mejores soluciones para el cambio climático, sino como señala Crowther: “Es abrumadoramente la mejor (…) “Lo que me sorprende es la escala. Pensé que la restauración estaría en el top 10, pero es abrumadoramente más poderosa que todas las otras soluciones propuestas para el cambio climático”.

El estudio constituye el primer avance para determinar el número de árboles necesarios y admisibles por el Planeta, en qué regiones y suelos plantarlos y qué absorción de emisiones se podría lograr. Y tiene como objetivo generar una comprensión holística de los sistemas ecológicos a escala global que regulan el clima de la Tierra.

Crowther destaca que “nuestro estudio muestra claramente que la reforestación de bosques es la mejor solución de cambio climático disponible en la actualidad (…) Todos sabemos que restaurar los bosques podría desempeñar un papel en la lucha contra el cambio climático, pero no teníamos conocimiento científico sobre el impacto que esto podría tener.La mayor parte del carbono terrestre se almacena bajo tierra en el suelo y sobre tierra en los árboles forestales. Como tal, estudiamos las interacciones entre los diferentes componentes dentro de estos ecosistemas para informar mejor nuestra comprensión de los cambios actuales y futuros en el almacenamiento de carbono terrestre. Esto puede aportar de manera directa a los esfuerzos internacionales de conservación y restauración mediante la identificación de las regiones más importantes para centrarse a fin de tener los impactos más efectivos sobre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad global”.

Los científicos del Crowther Lab, que investiga soluciones al cambio climático basadas en la naturaleza, han mostrado por primera vez en este estudio, la dotación de árboles con que cuenta el Planeta y en qué parte del mundo podrían crecer nuevos árboles y cuánto carbono almacenarían. La plantación de miles de millones de árboles en todo el mundo es, sin duda, la mejor y más barata forma de combatir la crisis climática.

Los cálculos actuales muestran que la Tierra posee hoy unos tres billones de árboles, siete veces más que la cantidad estimada hace una década, pero el ritmo de deforestación por la tala industrial y el avance de las tierras para agricultura arrasan con unos 15.000 millones cada año en todo el planeta. Los países que cuentan con un mayor número de árboles son Rusia (642.000 millones); Canadá (318.000 millones); Brasil (302.000 millones); EEUU (228.000 millones) y China (140.000 millones).

China proyecta cubrir con bosques un 23 % del total del país para finales de esta década.

En cuanto a en qué parte del mundo podrían crecer nuevos árboles y cuánto carbono almacenarían, el estudio de Crowther Lab aporta el primer cálculo de cuántos árboles podrían plantarse sin ocupar áreas urbanas ni tierras de cultivo. El autor principal, PD Jean-François Bastin lo destaca: “un aspecto fue de particular importancia para nosotros cuando hicimos los cálculos: excluimos ciudades o áreas agrícolas del potencial de restauración total ya que estas áreas son necesarias para la vida del hombre”.

El mayor potencial para la restauración forestal que implica casi 500 millones de hectáreas se puede desarrollar teniendo en cuenta solo seis países: Rusia (151 millones de hectáreas); Estados Unidos (103 millones de hectáreas); Canadá (78,4 millones de hectáreas); Australia (58 millones de hectáreas); Brasil (49,7 millones de hectáreas); y China (40,2 millones de hectáreas).

Reforestar un área del tamaño de EE.UU.

Parece una hazaña imposible pero no lo es. Los investigadores del ETH Zurich calcularon que, en las condiciones climáticas actuales, la Tierra podría soportar 4.400 millones de hectáreas de cobertura arbórea continua. Eso es 1,6 billones más que los 2,8 billones de hectáreas actualmente existentes. De estos 1,6 billones de hectáreas, 0,9 billones cumplen con el criterio de no ser utilizados por humanos.

Esto significa que actualmente hay un área del tamaño de EEUU disponible para la reforestación. Una vez maduros, estos nuevos bosques podrían almacenar 205.000 millones de toneladas de carbono: aproximadamente dos tercios de los 300.000 millones de toneladas de carbono que se han liberado a la atmósfera como resultado de la actividad humana desde la Revolución Industrial.

  1. Rusia más adecuada para la reforestación

La magnitud de los bosques rusos es gigantesca. Abarcan el 22% de la superficie forestal del mundo y más del 50% de la superficie forestal de coníferas se concentra en territorio ruso. La mayor parte (95%) de los bosques rusos está situada en la zona de la taiga. Una parte importante de los bosques rusos sigue virgen de toda intervención humana y según el Instituto de los Recursos Mundiales el 26% de la última frontera forestal mundial está en la Federación Rusa.

Taiga o bosque frío en Rusia.

La demanda de madera de coníferas equivale a unos 300 millones de metros cúbicos en la actualidad. Rusia pierde al año por la tala de árboles más de medio millón de hectáreas de bosque y encabeza el ranking de países que lideran la reducción de bosques y selvas primarias, junto con Brasil, Canadá e Indonesia. Sin embargo –pese a la fuerte presión antropogénica– debido a su gran capacidad natural de recuperación, los bosques boreales rusos han logrado resistir. De hecho, la superficie de bosques cerrados de Rusia aumentó 80 millones de hectáreas en la segunda mitad del siglo XX y han constituido el sumidero neto de alrededor de 0,4 Pg C/a (petagramos de carbono al año) en ese período.

Los bosques rusos tienen poca biodiversidad en cuanto a especies. Solo tres especies forestales conforman el 89,7 de los bosques cerrados: coníferas (70,7%), caducifolias de madera blanda (16,7%) y caducifolias de madera dura (2,4%). Pero como contraparte muestran una gran plasticidad y adaptabilidad ecológica: hay bosques de pinos y los abedules en todas las zonas bioclimáticas, desde la tundra hasta las zonas más desérticas.

La enorme extensión territorial los hace un potente estabilizador del medio ambiente mundial. Pero como el 80% de ellos están situados en suelos con hielo permanente, el calentamiento global podría tener consecuencias peligrosas para su subsistencia y para el sistema climático del planeta.

La inmensidad de la taiga rusa resulta por tanto, el lugar más adecuado para la implantación de millones de nuevos árboles. El estudio de Crowther Lab advierte además que muchos de los modelos climáticos utilizados se equivocan al suponer que el cambio climático puede aumentar la dotación arbórea mundial. De hecho, un estudio publicado en Nature Climate Change, realizado por científicos australianos, sostenía que la deforestación de los bosques tropicales está siendo compensada con la reforestación natural en otras partes del planeta en la última década ponía como ejemplos grandes zonas de Rusia y China.

Yi Liu, científico del Centro para la Investigación del Cambio Climático de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y autor principal autor del estudio, sostenía que “a pesar de la continua deforestación en América del Sur y el sudeste de Asia, hemos encontrado que la disminución en estas regiones se ha visto compensada por la recuperación de los bosques fuera de zonas tropicales y un nuevo crecimiento en las áridas sabanas y matorrales de Australia, África y el sur de América”.

Para Crowther y su equipo es probable que haya un aumento en el área de los bosques boreales en regiones como Siberia, donde la cobertura arbórea promedia entre 30-40% pero estos incrementos se ven superados por las enormes pérdidas sufridas en los bosques tropicales, que tienen una densidad entre 90-100% de cobertura.

La metodología utilizada ha sido apasionante: estudiaron unas 80.000 fotos satelitales de alta resolución de áreas protegidas, cubriendo desde la tundra ártica hasta la selva ecuatorial, estableciendo el “nivel natural” de cobertura arbórea de cada ecosistema. Luego mediante la tecnología de machine learning identificaron diez variables de suelos y clima que determinan esa cobertura en cada uno de los  ecosistemas y a partir de allí, crearon un modelo predictivo que permitió –en las condiciones ambientales actuales– cartografiar posibles forestaciones en todo el mundo.

La aventura de afrontar una gigantesca reforestación del Planeta coincide con las recomendaciones recientes del IPCC de ONU que indica que habría que incorporar 900 millones de hectáreas adicionales de bosque para 2050, para limitar el cambio climático a 1,5°C. A ello deberían agregarse los avances de la ingeniería agroforestal o agrosilvicultura, que busca compatibilizar las relaciones que se establecen al combinar árboles, cultivos y animales-pastos en la misma unidad de terreno manteniendo los principios de sostenibilidad, productividad y adaptabilidad. Y desde luego, mantener el objetivo de nivel cero de consumo de combustibles fósiles.

Un nivel semejante de reforestación es, según el equipo de ETH Zurich “indudablemente alcanzable en el clima actual”. Pero advierten que es necesario actuar de forma urgente por dos motivos: el calentamiento está reduciendo la superficie de tierras en la que se podrían implantar nuevos bosques y porque éstos “tardarán un par de décadas en madurar y alcanzar su máximo potencial como fuente de almacenamiento de carbono natural”.

La buena noticia es que aún se puede detener el cambio climático a través de una enorme campaña de reforestación, aunque no faltan las voces pesimistas que insisten en ver la “mitad del vaso vacío” Martin Lukac, profesor de Ciencias del Ecosistema de la Universidad de Reading, señaló que una de las debilidades del estudio es su dependencia de un modelo demasiado optimista: “Plantar árboles para absorber dos tercios de toda la carga de carbono generado por el hombre hasta la fecha suena demasiado bueno para ser verdad”. Probablemente porque lo es.