Las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso no tienen precedentes, al menos, en los últimos 800.000 años. Sus efectos se han detectado en todo el sistema climático. Es lo que surge de los Informes del IPCC de Naciones Unidas.
Pero la falta de cooperación global y la falta de decisión política y de los grandes grupos económicos para introducir los cambios requeridos en el uso de combustibles fósiles, en el manejo de los suelos y en el consumo intensivo de recursos están siendo impedimentos decisivos para alcanzar los niveles que impone la lucha contra el cambio climático.
Limitar el calentamiento a 1,5°C depende de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en las próximas décadas. Emisiones más bajas de GEI en 2030 conducirían a una mayor probabilidad de mantener el calentamiento máximo a 1,5°C, pero para lograrlo en menos de 15 años es imperioso multiplicar la acción.
En 2018, el IPCC realizó un Informe especial “Calentamiento global de 1,5°C” donde mostró las sendas de descarbonización que deben seguir los países para no sobrepasar ese límite, en comparación con lo que supondría el límite de 2°C. Sus conclusiones fueron muy precisas: se requiere una transformación sin precedentes para limitar el aumento de la temperatura global del planeta a 1,5ºC y los compromisos de reducción de emisiones planteados son insuficientes. Es necesario multiplicar la acción por el clima.
En agosto pasado, el IPCC produjo un segundo Informe sobre “Cambio Climático y Uso de la Tierra”, llamando a los países a desarrollar estrategias para garantizar la protección de los suelos, un elemento clave para abastecer de alimentos y vestimenta a una creciente población mundial y a la vez, contribuir a la lucha contra el cambio climático.
Ante la demanda de acción para afrontar los difíciles desafíos que plantea la salud del Planeta, el Informe Completing the Picture: How the Circular Economy tackles Climate Change, elaborado por la Fundación Ellen MacArthur, en colaboración con la consultora Material Economics, abre una puerta a la esperanza.
El eje del trabajo se basa en poner el acento en que el cambio a energías renovables resuelve solo 55% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, pero para alcanzar los objetivos climáticos se requieren soluciones para el 45% restante.
Sostiene que si aplicamos la economía circular en cinco áreas clave de la producción industrial (cemento, plásticos, acero, aluminio y alimentos) podríamos eliminar casi mitad de las emisiones restantes, con una reducción de 9.300 millones de toneladas hasta 2050.
Coincide con el diagnóstico del IPCC de que los gases de efecto invernadero no están descendiendo lo suficientemente rápido como para alcanzar las metas para el clima, por lo que busca aportar la respuesta de la economía circular a las soluciones climáticas, mostrando como empresas, instituciones financieras y autoridades políticas pueden construir una economía próspera y resistente mientras luchan seriamente contra el cambio climático.
La Fundación Ellen MacArthur sostiene que la adopción de un modelo de economía circular a cinco áreas clave: acero, plástico, aluminio, cemento y alimentos, equivaldría a eliminar las emisiones actuales de todos los medios de transporte del mundo.
Si se le suman cambios en la dieta, innovaciones emergentes y la captura y almacenamiento de carbono estaríamos ante un nuevo escenario viendo cómo el mundo puede reducir las emisiones netas a cero para el 2050.
Ellen MacArthur, alma mater de la organización, sostiene que “el cambio hacia la energía renovable tiene un rol fundamental en la lucha contra el cambio climático, pero solo eso no es suficiente. Para alcanzar los demás objetivos climáticos es fundamental que transformemos la manera cómo proyectamos, hacemos y usamos los alimentos. Completar la imagen mediante la transición para una economía circular nos permite alcanzar las necesidades de una población en crecimiento, mientras creamos una economía próspera y resistente, que puede funcionar a largo plazo”.
El Informe de la fundación británica muestra el rol crucial que el sector de alimentos y los sectores industriales claves pueden tener para reducir las emisiones y alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de emisiones netas a cero hasta 2050 para limitar el crecimiento de la temperatura en 1,5°C: “Este trabajo –explica MacArthur– muestra que el cambio hacia una economía circular no es solamente una oportunidad de combatir las emisiones intersectorialmente, sino también de proyectar una economía que es restaurativa y regenerativa, creando beneficios para la sociedad, empresas y el medio ambiente.”
El 20% de la población mundial utiliza el 80% de los recursos del planeta, una situación irracional e insostenible. Responde al modelo económico lineal de “extraer, fabricar, utilizar y desechar” que se asienta en dos concepciones: “el hombre es el rey de la naturaleza sobre la que tiene imperio” y “el progreso es infinito e ilimitado”.
Ha sido el modelo del consumismo como motor del crecimiento. Solo era posible si se disponía de grandes cantidades de energía y otros recursos baratos y de fácil acceso. Pero la economía lineal ha alcanzado sus límites: algunos recursos naturales, como los combustibles fósiles, empiezan a vislumbrar su agotamiento o un acceso cada vez más difícil.
La economía circular propone un nuevo modelo que optimiza los stocks y los flujos de materiales, energía y residuos para hacer eficiente el uso de los recursos. Es la contracara del consumismo y la sociedad del desperdicio: trata de producir bienes y servicios con el menor uso posible de recursos. En su ADN está ‘producir más con menos’, evitar el despilfarro que ha caracterizado la economía actual.
Un cambio de tal magnitud requiere un compromiso a nivel global con la intervención activa de todos: gobiernos, empresas, consumidores, comunidades, etc. Su viabilidad como alternativa frente al cambio climático y sus consecuencias, ha comenzado a convocar algunas iniciativas por parte de distintas empresas de relevancia global.
Coca-Cola presentó a fines de noviembre, su primera botella en el mundo fabricada con plástico reciclado procedente de basura marina recogida en ‘Mares Circulares’, el proyecto más ambicioso de limpieza de costas y fondos marinos que ha puesto en marcha en España y Portugal. Es parte del objetivo 2025, de recoger y reciclar el 100% de las botellas o latas que comercialice, hacer todos sus envases sean 100% reciclables y asegurar que sus botellas de plástico contengan, al menos, un 50% de PET reciclado. Tim Brett, su presidente para Europa Occidental afirmó: “Los envases tienen una función valiosa, pero siempre deben recogerse, reciclarse y reutilizarse. Nuestro objetivo es hacer que el término “plástico de un solo uso” se vuelva obsoleto, consiguiendo que todo nuestro plástico y, por tanto, nuestros envases respondan a los principios de la economía circular”.
Las principales compañías de bebidas de EEUU (Pepsico, Coca-Cola y Keurig Dr Pepper) lanzaron la iniciativa “Every Bottle Back”, un esfuerzo que busca reducir el uso de plástico por parte de la industria en ese país. McDonald’s, plantea ahorrar unas 1.200 toneladas de plástico en Europa y que todos sus envases estén hechos con materiales renovables para 2025, así como reciclar los residuos de 37.000 locales que posee en el mundo, según anunció Keith Kenny, uno de sus vicepresidentes.
Coca-Cola, Walmart y otras grandes multinacionales como Loblaws, Nestlé Canada, IKEA, Dow Chemicals, BASF y A&W se comprometieron en 2018 a reducir la contaminación de plástico en los océanos del mundo y que el 100% de los envases sean reciclables en 2030.
Veintiocho empresas (Acciona, AstraZeneca, Hewlett Packard, Iberdrola, Levi Strauss & Co., Telefónica, Unilever, Vodafone y otras), con una capitalización total de u$s 1,3 billones y más de un millón de empleados de 17 sectores, resolvieron apoyar los objetivos climáticos para limitar la temperatura global a 1,5°C y alcanzar emisiones netas cero antes de 2050. Se suman a las 600 empresas ya están con sus objetivos alineados con el Acuerdo de París.
Es poco? Sí, pero es el comienzo de una tendencia que será imparable. Como esas pequeñas grietas en los diques, por las que se filtra un poco del agua que horada silenciosamente, hasta derrumbar los muros.