Una solución de la economía circular para la deforestación

abr 2020

Patricio Sbarbi Osuna

Tenemos un solo y único Planeta. Por tanto, las fuentes de recursos de las que disponemos son limitadas. Eso requiere optimizar el manejo de los recursos materiales y energéticos de manera eficiente y rentable.

En ese camino, busca consolidarse un nuevo modelo de producción y consumo: la economía circular.

Se trata de impulsar un cambio en el actual sistema que el crecimiento económico no solo preserve los recursos sino que aumente el capital natural, mejore la eficiencia del sistema y elimine externalidades negativas, es decir no traspase a otros o a la sociedad, algunos de sus costos. 

Uno de los ámbitos donde la economía circular se manifiesta con más fuerza es en la sustitución de materias primas. Se trata del reemplazo de materiales necesarios para la fabricación de un producto, por materiales alternativos de similares características, pero con un menor nivel de impacto y contaminación ambiental.

Es el caso que hoy les presentamos: cómo sustituir el papel convencional, un producto arraigado como un elemento básico de nuestra cultura cuya producción se traduce no solo en árboles que desaparecen sino en una industria altamente contaminante.

El papel está presente en infinidad de usos y productos. Desde soporte para la escritura e impresión, higiene personal, empaque de otros productos, etc.

La industria del papel es ambientalmente insostenible por su consumo de madera, agua, energía y cloro.

Pero qué es lo que hace que la industria del papel sea una de las más contaminantes que existen?  Su  fabricación requiere del consumo de importantes cantidades de madera, agua, energía y productos químicos, como el cloro, altamente nocivo para la salud de las personas y el medio ambiente.

Su contaminación alcanza al aire y al agua. Genera alrededor de 3,3 kg de CO2 por cada kilo de papel, lo que la convierte en una de las industrias que más gases efecto invernadero emite. Además hace un uso intensivo del transporte lo que deja una elevada huella de carbono.

Buscar una solución a ese enorme problema ambiental es lo que se plantea una interesante innovación en pleno proceso de desarrollo: la sustitución del papel convencional por papel de piedra

El papel convencional proviene de una sustitución. En la Edad Media se popularizó la producción del pergamino (piel curtida de oveja o cabra y cal-óxido de calcio). Debido a su alto costo entró en desuso y en la era industrial se lo reemplazó finalmente por el papel de pulpa de celulosa, que es el utilizado hasta hoy.

Ya en 1999 se registró en Taiwán, una patente para desarrollar el papel de piedra (Stone Paper, Lime-stone paper, también llamado papel mineral). Lo inventó TLM Taiwan Lung Meng. 

Este papel tiene dos componentes: 80% de piedra caliza molida (carbonato cálcico) y un 20% de polietileno de alta densidad (CH2-CH2). La piedra caliza es un desecho de la minería que se extrae de las canteras y es un material abundante. Una utilidad que se le da es la fabricación de tizas. Y en cuanto al polietileno, que se emplea como aglutinante, es una resina no tóxica que se puede obtener del reciclado de plásticos como el de envases y envoltorios.

Para su fabricación no usa agua ni árboles ni cloro. Y se ha conseguido un producto 100% impermeable, lavable, resistente, antigrasa, antimoho y ecológico, sedoso y suave al tacto que permite una escritura normal con cualquier bolígrafo. 

El papel de piedra es fotodegradable en 6 a 9 meses y totalmente reciclable.

Un dato interesantísimo: con respecto a su fin de ciclo, este papel es fotodegradable, es decir que se degrada con una exposición al sol de entre 6 y 9 meses. Asimismo el polietileno de alta densidad que utiliza es reciclable.

En términos ambientales, las noticias que surgen de la fabricación del papel de piedra parecen auspiciosas. En primer lugar, no se talan árboles, no utiliza ácido para blanquear ya que de forma natural la piedra caliza es blanca y consume la mitad de energía en su producción, lo que genera un 50% menos de C02 que con el papel de celulosa.

En cuanto al uso del agua, todas las empresas consultadas declaran que no se utiliza agua en el proceso, aunque un estudio de Chris Affeldt, Austin Leung, and Ke Yang, de la Universidad de Michigan (Life Cycle Assessment of Stone Paper, Polypropylene Film, and Coated Paper for Use as Product Labels) afirma que sí se utiliza agua, aunque de forma muy limitada.

Por lo que se refiere al producto, es impermeable, lavable, se puede pegar, coser y hasta hacer relieve en seco. El ejemplo más notable para esto último es el alfabeto Braille para ciegos.

Como sabemos, cualquier proceso industrial contamina, aunque sea muy poco. Pero el interés que despierta el papel de piedra está vinculado a que el proceso global es mucho más económico en recursos y energía que el papel convencional y evita la deforestación, uno de los problemas planetarios más acuciantes.

Reemplazar el papel en uso significaría ahorrar 3.120 millones de árboles.

Si llegara a reemplazar totalmente al actual papel en uso significaría ahorrar 3.120 millones de árboles y la generación de gases contaminantes de 55 millones de autos, que es la fabricación mundial de automotores. Una extraordinaria puerta hacia una economía de CO2 cero.

La posibilidad de ese reemplazo requerirá tiempo. El nuevo papel cuesta cuatro veces más que el tradicional, lo que lo hace poco competitivo. Pero se calcula que los avances tecnológicos y su mayor difusión y uso permitirán superar esa limitación en cinco años.

En tanto el papel de celulosa del que se produjeron 419,9 millones de toneladas métricas de papel y cartón a nivel mundial (2017- Statista), no puede ser reciclado indefinidamente, el papel de piedra es totalmente reciclable, cualidad por la que cuenta desde 2009 con la  certificación Cradle to Cradle (C2C) en su versión Silver, en tanto se trata de un material inocuo para la salud humana y ambiental, reciclable y con una gestión eficiente del agua.

Para alcanzar los máximos niveles (Gold o Platinum) debe reemplazar el 20% de polietileno por un biopolímero degradable, algo en lo que sus fabricantes están avanzando. El esfuerzo por sustituir la resina por un componente biodegradable lo convertirá en un producto 100% degradable y un claro ejemplo de economía circular. 

Así pues, el papel de piedra parece una alternativa sustentable siempre y cuando exista una estructura que facilite la degradación y reutilización de sus componentes.

Si todavía el papel de piedra no implica una reducción considerable en el impacto ambiental, ello se debe a que aún no se fabrica en cantidades como para reemplazar a la celulosa. La responsabilidad para que cualquier producto sea lo más sustentable posible no es solo de quien lo produce, sino también de los usuarios o consumidores, las políticas gubernamentales y la cultura de cada sociedad.