Según el científico Bob Howarth, sería una forma inmediata de contener el calentamiento global

ene 2020

La COP 25 terminó en Madrid el pasado 15 de diciembre otra vez sin alcanzar consensos en relación a  los compromisos nacionales de reducción de las emisiones de carbono. Con pretextos tan nimios como que para eso está la COP 26 en Glasgow, donde deberán analizarse las metas de cumplimiento. Pero falta un año!!!

El mismísimo Secretario General de la ONU se mostró decepcionado con los resultados: “La comunidad internacional perdió una oportunidad importante de mostrar una mayor ambición en la mitigación, adaptación y financiamiento para afrontar la crisis climática”.

António Guterres aseveró que no se dará por vencido y llamó al mundo a continuar la lucha. Más Azul, en esa misma línea, quiere mostrar algunas de las vías que permitirían alcanzar resultados más o menos inmediatos.

Detener las fugas de metano: Resultados ya!

En nuestro número de noviembre publicamos una nota (El fracking contribuye al calentamiento global) donde dábamos cuenta de una investigación de la Universidad Cornell, realizada por el prestigioso científico de la Tierra, Robert Howarth, que revela que a medida que aumentan las concentraciones de metano en la atmósfera, las huellas dactilares químicas apuntan precisamente al petróleo y el gas de esquisto bituminoso.

La investigación demuestra que, desde el uso de fracturas hidráulicas de alto volumen, conocidas como fracking, el gas de esquisto ha aumentado en su participación en la producción mundial de gas natural y ha liberado más metano a la atmósfera. Alrededor de dos tercios de toda la producción de gas nuevo en la última década ha sido producida con gas de esquisto en EEUU y Canadá.

En esa investigación hay un dato decisivo: en estudios anteriores se había concluido erróneamente que las fuentes biológicas eran la causa del aumento del metano (vacas y humedales). Si bien las concentraciones atmosféricas de metano han aumentado desde 2008, la composición de carbono del metano también ha cambiado. El metano de fuentes biológicas tiene un bajo contenido de carbono 13, en comparación con el metano de la mayoría de los combustibles fósiles. 

Los niveles de metano atmosférico que habían aumentado durante las últimas dos décadas del siglo XX, se habían comenzado a equilibrar en los primeros años de este siglo, pero entre 2008 y 2014 los niveles atmosféricos de metano volvieron a  aumentar dramáticamente. El fracking, en otros, es el causante de que las emisiones globales de metano pasaran en los últimos 11 años, de unos 570 teragramos (570.000 millones de toneladas) anuales a unos 595 teragramos (595.000 millones de toneladas).

Miles de perforaciones han transformado el paisaje de Texas. Vista aérea de explotaciones de fracking. Fotografía: Jonah May

Según el estudio de Howarth, la cantidad de metano agregado a la atmósfera en los últimos diez años está vinculado a esta forma de explotación y sus análisis demuestran que las operaciones de fracking filtran o “fugan” entre el 2 y 6% por ciento del gas producido.

El grueso de las operaciones de fracking del mundo se encuentra en EEUU y Canadá y un 60% de toda la producción de gas nuevo a nivel mundial en la última década, ha sido producida mediante este procedimiento. Ya un estudio realizado en 2015 había estimado que solo en una región del norte de Texas (Barnett Shale) había filtrado 544.000 toneladas de metano/año, haciendo un cálculo muy conservador del 1,5% de fuga. Eso equivale a 46 millones de toneladas de CO2, es decir más metano que un estado extenso y ganadero como Nevada.

Una cámara infrarroja sobre áreas petroleras

Lo que sostenía Howarth acerca de la fuga de metano acaba de comprobarse de manera flagrante. Dotados de una cámara infrarroja y un importante equipo científico, dos periodistas de The New York Times, volaron en un pequeño aeroplano sobre las instalaciones de gas y petróleo esparcidas en la Cuenca Pérmica –un yacimiento de petróleo más grande que Kansas– cuna del fracking estadounidense. El resultado de su investigación: detectaron seis plantas de fracking que liberaban emisiones de metano extraordinariamente altas.

La fuga de gases no se ve a simple vista pero a través de rayos infrarrojos, el escape aparece en forma de llamas. El área sobrevolada es una pequeña fracción de las miles de instalaciones de extracción en la enorme Cuenca Pérmica que han convertido a EEUU en el mayor productor de gas y petróleo del mundo.

Las emisiones no se ven a simple vista. Las fotos del NYTimes prueban las fugas de metano a la atmósfera.

Para Tim Doty, un alto ex funcionario de la Comisión de Calidad Ambiental de Texas que participó en la detección de fugas señaló que “es una cantidad inaudita de emisiones”.

Fugas extraordinariamente altas de metano como las detectadas, significan una contundente prueba de cómo el fracking está contribuyendo a calentar el planeta a una velocidad alarmante. El metano es uno de los más potentes gases de efecto invernadero. Si no se quema cuando se desprende, puede calentar el Planeta 80 veces más que el dióxido de carbono en un período de veinte años y contribuye además a la producción de ozono al nivel del suelo, lo cual, provoca problemas de salud.

Hiroko Tabuchi, autora del reporte del NYT (‘A Methane Leak, Seen From Space, Proves to Be Far Larger Than Thought’), recuerda que “el metano no se regula de manera muy estricta, es difícil de detectar y está aumentando en forma considerable. El sobrevuelo del Times, junto con un análisis de las actividades de lobby de los propietarios de las instalaciones, muestran la forma en que la industria de la energía está buscando y ganando regulaciones menos estrictas para el metano, una sustancia que contribuye de modo importante al calentamiento global”.

Los reporteros del Times detectaron seis ‘súper emisores’ de metano. La línea gris indica trayectoria de vuelo. Fuentes: Aviación científica y satélite Copernicus Sentinel-2. Denise Lu - NYTimes

Las instalaciones identificadas por el Times pertenecen a empresas que han presionado al gobierno de  Donald Trump, para que disminuya las regulaciones sobre el metano. Estas empresas de la Cuenca Pérmica son parte de los grupos de presión de la industria petrolera y las empresas de energía más grandes del mundo que se oponen a regulaciones que los obliguen a corregir esas emisiones contaminantes. Y las normas de Texas permiten que las instalaciones arrojen emisiones irregulares sin que haya sanción alguna.

De hecho, según los registros regulatorios texanos, las fotografiadas por los periodistas del NYT tuvieron a lo largo del 2019, 250 casos de emisiones no permitidas, pero no fueron sancionados. “Inmensas cantidades de metano escapan de los sitios de petróleo y gas en todo el país, empeorando el calentamiento global, mientras la administración Trump debilita las restricciones a los delincuentes”, señalan los autores de la investigación.

La propia Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EEUU, advierte que esa disminución de los controles y regulaciones podría provocar un aumento de las emisiones de metano en 370.000 toneladas para 2025!!!.

Estos descubrimientos confirman lo investigado por Howarth en la Universidad Cornell y explican los crecientes niveles de metano en la atmósfera desde 2007, momento en el que se acelera la producción de gas natural por fracturación hidráulica.

Una propuesta para la esperanza

El estudio de Cornell destaca que el dióxido de carbono y el metano son gases de efecto invernadero críticos, pero se comportan de manera bastante diferente en la atmósfera. El dióxido de carbono emitido en la actualidad seguirá influyendo en el clima durante los siglos venideros, ya que el clima responde lentamente a la disminución de las cantidades de ese gas.

“Reducir el metano ahora puede proporcionar una forma instantánea de frenar el calentamiento global”.

En cambio, a diferencia de su lenta respuesta al dióxido de carbono, la atmósfera responde rápidamente a los cambios en las emisiones de metano. Por eso, Robert Howarth advierte quereducir el metano ahora puede proporcionar una forma instantánea de frenar el calentamiento global y cumplir con el objetivo de las Naciones Unidas de mantener el planeta muy por debajo de un aumento promedio de 2°C”.

Por eso insiste en una recomendación: “Si podemos dejar de verter metano a la atmósfera, éste se disipará. Desaparece bastante rápido, en comparación con el dióxido de carbono. Es lo que tenemos más mano para frenar ya el calentamiento global”.