El sector impulsará el crecimiento de la demanda de petróleo

7 ago 2020

Las preocupaciones por la contaminación plástica se acrecientan. El mundo sigue una carrera desenfrenada de producción de materiales plásticos, un tercio de los cuales termina abandonado en la naturaleza como desechos tóxicos y menos de un 20% se recicla.

Durante la pandemia se han conocido una serie de trabajos científicos que revelan esa creciente alarma ante el verdadero tsunami de plásticos que se prepara para inundar el Planeta.

Una nueva ola de plástico se prepara para inundar el Planeta.

En números pasados (Ver Más Azul n° 5, Feb 20, “Una nueva ola de plástico se prepara para inundar el Planeta” y Más Azul n° 7, mayo 20, “Dow pretende lavarse la cara pero aumenta su producción de plástico”) alertamos sobre la nueva ola de plástico que la industria prepara.

Beth Gardiner lo advirtió en The Plastics Pipeline: A Surge of New Production Is on the Way, publicado en diciembre en la revista de la Universidad de Yale: “Pronto se verá un mundo aún más inundado de plástico…. Las principales compañías petroleras, ante la perspectiva de una menor demanda de sus combustibles, están aumentando su producción de plásticos”.

Mientras en el mundo, miles de ciudadanos recogen los plásticos que inundan sus alcantarillas, sus calles, sus playas y sus mares y muestran su preocupación por las islas de basura plástica que ahogan los océanos, las grandes petroleras y petroquímicas, en una especie de burla global, aumentan su producción. Y lo celebran como el “renacimiento en la fabricación de plásticos”.

La actual producción de plástico es de 400 millones de toneladas anuales. Pero los grandes conglomerados del sector prevén multiplicar su producción. Es que, ante la declinación de la industria petrolera, el plástico es la ‘tabla de salvación’ para sus contaminantes negocios.

Algunos lo festejan pese a las consecuencias. La propia Agencia Internacional de Energía (AIE), celebra que los productos petroquímicos como el plástico sean los que provoquen el crecimiento de la demanda de petróleo entre ahora y 2050.

En julio pasado se conocieron dos importantes Informes vinculados entre sí, que dan cuenta de ese “tsumani” de plásticos y alertan sobre sus alcances. El primero es un trabajo de un numeroso grupo de científicos de distintas partes del mundo (Winnie Y. Lau, Ed Cook, Costas A. Velis, Linda Godfrey, Julia Koskella y otros) publicado por la revista Science (“Evaluación de escenarios hacia contaminación plástica cero”).

El segundo “Breaking the Plastic Wave” (Romper la Ola de los Plásticos) fue publicado por Pew Charitable Trusts y SYSTEMIQ, junto a sus socios de pensamiento: la Fundación Ellen MacArthur, la Universidad de Oxford, la Universidad de Leeds y Common Seas.

Ambos constituyen los estudios más completos y sólidos que se han realizado recientemente sobre desperdicios plásticos y su impacto en los océanos.

“Nuestra investigación –explicaron Costas Velis y Ed Cook, investigadores de la Universidad de Leeds a The Conversation– supuso un enorme esfuerzo para detectar, rastrear y modelar los flujos actuales y futuros de plásticos en la tierra y los cuerpos de agua del mundo. Descubrimos que el plástico que ingresa al medio marino se duplicará para 2040 y, a menos que el mundo actúe, se arrojarán más de 1.300 millones de toneladas de desechos plásticos en la tierra y en los cuerpos de agua”.

Para los investigadores de ambos estudios, ese volumen es la consecuencia de una mala gestión de los residuos plásticos. Y podría hasta triplicarse para el año 2040 si no se actúa debidamente. De los 11 millones de toneladas de plástico vertidas al océano (datos 2016) podrían elevarse a 29 millones en las próximas dos décadas.

El estudio de The Pew Charitable Trusts alerta sobre los severos impactos que ese deficiente manejo de los desechos puede tener sobre la salud de los océanos. La contaminación por plásticos está superando, según Breaking the Plastic Wave, todos los esfuerzos para detenerla. Y si no actuamos, para el 2040 el volumen del plástico en el mercado se duplicará, el plástico anual que ingresa al océano casi se triplicará, y la acumulación de plástico en el océano se cuadruplicará (llegando a más de 600 millones de toneladas).

El esfuerzo del primer trabajo se ha centrado en identificar las formas en que se produce y distribuye esta basura y descubrir la mejor manera de reducir el tsunami plástico. Las proyecciones son alarmantes: se estima que para el 2040, de forma acumulativa, más de 2.200 millones de toneladas de plástico se quemarán, 850 millones de toneladas que acumularan en la superficie terrestre y 480 millones de toneladas se verterán en ríos y mares.

En los últimos años, los esfuerzos para combatir la contaminación por plástico estuvieron centrados en mejorar la gestión de residuos, la limpieza de ríos y mares o acentuar las prohibiciones y otras medidas destinadas a la reducción del uso del plástico.

Breaking the Plastic Wave aporta evidencia muy precisa de que la solución para vencer la contaminación por plástico es la integración de todas esas herramientas. No habrá solución de manera aislada, es una de sus conclusiones.

Siguiendo la línea de pensamiento de la Fundación Ellen MacArthur, el trabajo plantea adoptar el enfoque integral de economía circular: priorizar el análisis de lo que se pone en el mercado (desde el diseño mismo del producto), aumentar de manera drástica su capacidad de permanecer en circulación después que se haya utilizado y tratar de que el residuo final sea mínimo y reciclable.

Como casi el 66% de la producción total de plásticos son de fases de uso cortas (envases, juguetes, pañales, objetos cotidianos, cepillos de dientes, vajilla, etc.), en la actualidad, los volúmenes de residuos plásticos son similares a los volúmenes de plástico puestos en el mercado. Y constituyen la gran mayoría de los desechos que terminan en el océano.

Casi el 66% de los plásticos son de corto uso (envases, juguetes, pañales, etc.) y terminan en el mar.

Un enfoque integral de economía circular, según Breaking the Plastic Wave tiene el potencial de reducir el volumen anual de plásticos que entran a nuestros océanos en un 80 %. Pero además la posibilidad de generar ahorros de u$s 200.000 millones por año; reducir en 25 % las emisiones de gases de efecto invernadero y crear 700.000 empleos adicionales netos al 2040.

La estrategia planteada es no mirar el final del proceso (basura) y pensar cómo eliminarla con una mejor gestión, sino que enfocarse en el principio de la cadena para ‘eliminar’ el plástico que no necesitamos. Para ello es necesario repensar que ingresa en el mercado. Y eso abre nuevas oportunidades de negocios.

No basta con suprimir bolsas de plástico, sorbetes o vasos de café. Debemos innovar rápidamente en  productos sin embalaje o en envases reutilizables y también en la utilización de nuevos materiales sostenibles.

Las empresas deben ser condicionadas de manera urgente (estímulos y regulaciones) a diseñar todos los productos de plástico para que resulten reutilizables, reciclables o compostables. Por ese camino el uso de plástico debería reducirse en casi un 50 % para 2040 en comparación con el escenario habitual.

Para ello habrá que Invertir unos 150.000 millones de dólares, según Breaking the Plastic Wave, en recolección y reprocesamiento en los próximos cinco años para asegurar que circulen los plásticos que realmente necesitamos.

Como en los países de menor desarrollo es donde existen las mayores brechas de infraestructura y en general, no cuentan con presupuestos gubernamentales para enfrentar esas inversiones, se requerirán mecanismos urgentes a nivel mundial, para proveer esos flujos.

Ante las dificultades para el rápido desarrollo de esa infraestructura, se calcula que cerca del 20 % de los residuos plásticos generados en 2040 persistirá sin recolección o mal gestionados.

Aún con cambios e innovaciones a velocidades y escalas sin precedentes, todavía habría más de 150 millones de toneladas anuales en vertidos, incineradas o mal gestionadas para 2040, con 5 millones de toneladas incorporándose a los océanos, lo que muestra la imperiosa necesidad de actuar ya.

Como en otros aspectos de la emergencia ambiental que vivimos, en este tema también se requiere un acuerdo global vinculante, una firme respuesta internacional a la contaminación por plástico, que responda a la magnitud del desafío.

Corremos el peligro –ya advertido por el Secretario General de la ONU– de que los impactos económicos de la pandemia sirvan a algunos para intentar posponer las soluciones de fondo a los desafíos globales como la contaminación por plástico, el cambio climático o la pérdida de biodiversidad.

Breaking the Plastic Wave advierte que un retraso de cinco años en la implementación significaría 80 millones de toneladas adicionales de plástico en nuestros océanos, entre 2020-40.

Para los investigadores del trabajo de Science “es probable que se sigan emitiendo cantidades sustanciales de tales desechos al medio ambiente o que se quemen abiertamente… aproximadamente 250 Mt de residuos plásticos se acumularían en vertederos abiertos a 2040 y seguirían siendo una fuente potencial de contaminación ambiental”.

Uno de los fenómenos de más difícil resolución es el de la quema de residuos en muchas comunidades de economías emergentes, tanto a nivel residencial como en vertederos a cielo abierto: “La quema al aire libre transfiere la carga contaminante al aire, el agua y la tierra mediante la generación de GEI, partículas (incluidas partículas microplásticas) y productos químicos nocivos como las dioxinas y otros contaminantes orgánicos persistentes. A pesar de sus consecuencias para la salud humana y el medio ambiente, la quema al aire libre fue el componente más importante de los desechos plásticos mal administrados en todos los escenarios planteados, con 1.200 Mt”.

Las dificultades para resolver la contaminación plástica son enormes. Los científicos lo dejan claro: “…incluso una reducción del 78% de las tasas de contaminación BAU (‘Business as usual’ o ‘como se venía haciendo’) resulta en una acumulación masiva de desechos plásticos en el medio ambiente. Además, incluso si se logra un cambio en el sistema, las actividades de producción de plástico y gestión de residuos no sólidos continuarán emitiendo grandes cantidades de GEI”.

Es necesario –señalan– mayor innovación en modelos de negocio con uso eficiente de recursos y bajas emisiones; sistemas de reutilización y recarga; materiales sustitutos sostenibles; tecnologías disruptivas de gestión de residuos y políticas gubernamentales efectivas.

El punto central, atendiendo la advertencia de Beth Gardiner, es redirigir las inversiones existentes y futuras destinadas a producir plástico virgen. Pero mejorar el sistema plástico global no puede depender de compromisos a alcanzar con las grandes empresas del sector. No hay tiempo para ello.

Hay que establecer objetivos absolutos de reducción de plástico virgen y respaldarlos con los esfuerzos decisivos de eliminación y reutilización.

La naturaleza envuelta en plástico: la enfermedad de los supermercados. El consumidor puede no comprar.

Se requieren decisiones gubernamentales y de la comunidad internacional para resolver los problemas ecológicos, sociales y económicos de la contaminación plástica y lograr la reducción más cercana a cero de plásticos en el medio ambiente.

Y existe un número creciente de empresas dispuestas a hacer una acelerada adecuación a los reclamos ambientales, como sucedió con Bimbo, la multinacional mexicana de fabricación de productos de panadería que, en octubre pasado, lanzó su empaque 100% compostable.

Los consumidores tienen en sus manos la decisión de abandonar el consumo de plásticos y obligar a los comercios a que eliminen ese tipo de envoltorios. Existen tecnologías de empaque compostable y otras, para proteger la calidad y la frescura de los productos.

No cabe duda que habrá una fuerte colisión de intereses con las grandes petroleras y petroquímicas, para lo cual es necesario contar con estrategias, teniendo en cuenta su inmensa capacidad de lobby sobre gobiernos y funcionarios.

La presión ciudadana deberá ser una parte de esa estrategia pero que requerirá además el talento de gobiernos y funcionarios para ofrecer, junto con nuevas regulaciones correctivas, alternativas y beneficios para quienes adopten un sistema sostenible de producción.