Evitaría 1.100 millones de toneladas de CO2 y ahorraría u$s 621.000 millones por año

4 ene 2020

La descarbonización de América Latina supondría un ahorro anual a los 600.000 dólares, una monumental cifra, que supera el PIB nominal de cada uno de los países de la región en 2018, excepto Brasil y México.

Es lo que surge de un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA): “Carbono Cero América Latina y el Caribe 2019: la oportunidad, el costo y los beneficios de la descarbonización combinada de los sectores de energía y transporte en América Latina y el Caribe”.

Según ese informe, una apuesta latinoamericana por las energías renovables en electrificación, transporte, usos de suelo e industria que permita alcanzar cero emisiones de CO2 para 2050, no solo contribuiría a mitigar el cambio climático, sino que aportaría al crecimiento económico regional y a la mejora de la salud pública.

América Latina y el Caribe ahorrarían hasta 621.000 millones de dólares anuales, si los sectores de energía y transporte alcanzaran la neutralidad de emisiones para esa fecha, según el documento presentado en la COP 25 de Madrid. Esos sectores (energía y transporte) representan 66% de las emisiones regionales de dióxido de carbono de origen fósil.

Descarbonizar América Latina reduciría en 1.100 millones de toneladas las emisiones de CO2.

En América latina, la generación de energía, el transporte, los usos del suelo y la industria son responsables del 90% de las emisiones de gases efecto invernadero (GEI). Si no se toman medidas urgentes, esas emisiones se duplicarán para mediados de siglo, hasta alcanzar los 1.200 millones de toneladas debido a la demanda creciente de electricidad en la región. Las previsiones calculan que la demanda regional de electricidad casi se triplicará para 2050 y que, en consecuencia las emisiones del sector energético aumentarán un 140%.

El informe advierte que “satisfacer al nuevo mercado bajo una matriz de generación basada en combustibles  fósiles colocaría la región lejos de la vía para cumplir el objetivo de 2°C del Acuerdo de París” mientras que convertir esos sectores a energías renovables significa el camino más eficiente y barato para electrificar la región.

Una inversión a futuro

El informe PNUMA destaca que el logro de una matriz renovable implicaría hacer inversiones por valor de unos u$s 800.000 millones para 2050, pero que esa cifra sería significativamente menor que los u$s 1,08 billones que serían necesarios para satisfacer la demanda de energía de la manera actual.

La descarbonización de la matriz energética y la electrificación total del sistema de transporte (incluido los medios marítimos y terrestres) en la región para el 2050, podría evitar 1.100 millones de toneladas de CO2 y el ahorro de 621.000 millones de dólares por año. Esa suma proviene del ahorro de unos 300.000 millones en gastos del transporte terrestre de pasajeros, unos 222.000 millones en costes de electricidad, otros 30.000 millones de dólares de gastos en salud, a lo que debe sumarse unos 70.000 millones en otros ahorros.

Planta solar en Atacama, Chile.

Suma de beneficios

Además de que la transición a energías limpias es una exigencia para la salud planetaria y aunque el retiro gradual de las plantas de carbón antes del final de su vida útil tenga un costo adicional de 80.000 millones para mediados de siglo, según Naciones Unidas, una descarbonización total creará una suma de beneficios: 7.700.000 de nuevos empleos permanentes y 28 millones de años de trabajo en asignaciones temporales relacionadas con tecnologías verdes, construcción de infraestructura o electrificación del transporte.

A ello deben sumarse los beneficios en materia de salud pública, una disminución de la contaminación del aire en las ciudades y la impresionante reducción de costos en la producción de energía, transporte, usos del suelo y la industria.

Según Leo Heileman, director regional del PNUMA, “los sectores de energía y transporte presentan grandes oportunidades para una acción rápida y de gran alcance, que sea tanto ambiental como racional y financieramente atractiva. Una transición acoplada no solo apunta a alcanzar cero emisiones para 2050, sino a contribuir al crecimiento económico y a la mejora de la salud pública” de la región.

Debe tomarse en cuenta que desde 2012, las energías renovables no convencionales han duplicado su participación en la matriz regional, y junto con la energía hidroeléctrica representan casi un 54% (2018). Durante los últimos 5 años, los esfuerzos de varios países de la región dirigidos a potenciar la transición energética han atraído inversiones en energías renovables no convencionales por más de 35.000 millones de dólares.

Plantas solares y eólicas en América Latina.

La región en marcha

América Latina y el Caribe son ricas en recursos energéticos renovables, al punto que el 61% de la generación eléctrica actual proviene de esos recursos (58% hidroeléctrica y 3% otras fuentes). Pero le queda mucho por desarrollar. De hecho, su aprovechamiento en la actualidad solo alcanza al 22% de su potencial hidroeléctrico y al 4,2% de las restantes energías renovables.

En septiembre pasado, durante la Cumbre de Acción Climática de Naciones Unidas, un grupo de países latinoamericanos establecieron una meta colectiva de un 70% de uso de energía renovable para 2030, más del doble de lo que planea la Unión Europea (32%). Colombia, a través de su ministra de Minas y Energía, María Fernanda Suárez, fue quien presentó la iniciativa como respuesta al reclamo mundial de propuestas concretas para combatir el cambio climático.

El proyecto está destinado a colocar a Colombia y a otros ocho países (Chile, Perú, Ecuador, Costa Rica, Honduras, Guatemala, Haití, República Dominicana) en puestos de liderazgo en la materia. Panamá y Brasil analizan también su participación. Para Suarez, “es el objetivo más ambicioso en términos de una región global. En este momento, nueve países de la región han acordado este plan y seguiremos logrando que más países formen parte de este objetivo”.

Buenas noticias

Los cambios en el sector energético mundial son cada vez más drásticos y el abaratamiento de la energía renovable se hace notorio. En casi una treintena de países se ofrece energía a un valor de u$s 0.03/0.05 kilovatio/hora y en algunas naciones se alcanzó la mitad del valor del costo de la energía proveniente de una nueva central de generación a carbón.

Muchos países de América Latina se suman a la tendencia de subastas competitivas. México por esa vía, logró en 2016 precios a solo $0.03 dólares por kilovatio/hora. Además los cambios en la tecnología hoy permiten que un equipo solar fotovoltaico más eficiente cueste 50% del costo que tenía 15 años atrás. Y la tendencia es que sigan resultando más económicos y eficiente en la próxima década. Las turbinas eólicas en tierra acompañan esa tendencia y redujeron su costo en un 25%.

El rápido progreso en tecnología de acumuladores y su reducción de costos, empujados por el desarrollo de los vehículos eléctricos permiten avizorar mayores capacidades de almacenamiento, a costos inferiores. Ello permitirá que tanto la energía fotovoltaica como la eólica e incluso la hidroeléctrica- (Ver investigación U. Politécnica de Madrid, 16.12.2019), puedan almacenarse para su uso posterior, lo que convertirá en una realidad el suministro ininterrumpido de energía proveniente de fuentes renovables.

Estos cambios son el inicio de un masivo proceso de soluciones que requerirán menos intensidad energética para la actividad económica, harán un uso más eficiente de la energía, ampliaran su acceso asequible y reducirán de manera significativa las emisiones de carbono.