Pero está en marcha la ‘trampa’ petrolera para no perder el poder

feb 2020

Los líderes políticos y empresariales del mundo se reunieron el pasado 21 de enero en su cita anual en Davos (Suiza) para debatir los retos de la economía global. La reunión del Foro Económico Mundial (WEF) tenía un significado especial ya que era el 50° aniversario de su creación por Klaus Shwab.

El evento tiene una singular trascendencia como encuentro de las élites mundiales que se congregan una vez al año para debatir en torno a los ejes sobre los cuales se encaminará el rumbo de la economía y la política mundial.

Este año por encima de las preocupaciones por el proceso de (des)globalización o la incidencia de la cuarta revolución industrial, fue el cambio climático y los riesgos que conlleva para el medio ambiente lo que se llevó la atención prioritaria.

Temas que se preveía que marcarían la agenda, como el crecimiento incierto de la economía global, el futuro del multilateralismo o el rumbo del orden geopolítico, quedaron opacados por la presencia del cambio climático y los problemas medioambientales que provoca.

Una encuesta sobre los riesgos mundiales de la década, elegidos como más probables (por categoría y orden de importancia), muestra cabalmente como, en las preocupaciones de los líderes políticos y empresariales, comienza a ganar terreno el desorden climático.

Los cinco primeros lugares en orden de importancia los ocupa el desafío medioambiental Fuente: The Global Risk Report 2020 – Foro Económico Mundial y Statista

Greta tiene razón

Desde el inicio, el avance del tema en la agenda de Davos, se vio reflejado en la polémica instalada por Trump acerca de la exposición que Greta Thunberg hizo en la sesión dedicada a los jóvenes. La joven sueca había criticado con razón a los líderes políticos y económicos su “inacción” en la lucha por la supervivencia del planeta y endurecido su mensaje, acusándolos de haberse “rendido” ya, en la lucha contra el cambio climático.

“Cuando les decimos que entren en pánico no les decimos que hagan lo que hicieron antes”, clamó Greta. “No les decimos que se confíen en tecnologías que ni siquiera existen hoy y que la ciencia dice que quizá no existan nunca. No les decimos que sigan hablando sobre alcanzar cero emisiones o neutralidad en carbono haciendo trampa con números”.

Greta tiene razón. Es cierta la inacción. Es cierto que algunos parecen haberse rendido y que los más siguen mintiendo acerca de su voluntad de cambio. Es cierto que hay que detener de una vez por todas –y no solo reducir– el uso de combustibles fósiles.

Pero el error de Greta proviene de su misma juventud: los ‘resultados YA’ requieren propuestas y soluciones ejecutables, evaluación de los riesgos, previsiones temporales de ejecución y sobre todo, una estrategia ante el formidable poder económico que se enfrenta. Y no es justo pedírselo a una joven preocupada legítimamente por el destino de su generación.

Jóvenes reclaman en Davos por la crisis climática.

Pero la exigencia de resultados YA y la fe en la acción callejera a ultranza, solo tienen un destino: el cansancio del activismo y la distracción. Son dos objetivos buscados y deseados por los dueños de los combustibles fósiles. Ambas cosas fueron probadas a lo largo del siglo XX y fueron eficaces para neutralizar los cambios.

Trump, el líder de los necios

En Mas Azul hemos enfatizado a lo largo de tres artículos (Oyendo a los necios, nov y dic 2019 y enero 2020) acerca del rol de los “necios”, científicos y seudocientíficos dedicados al “negacionismo” mas cerril, a veces estimulados con recursos de fundaciones e instituciones implicadas en el lobby de la industria energética y en ocasiones, impulsados por su propia estupidez.

Trump en Davos dio cuenta de su liderazgo en el tema: presumió de su posición negacionista sobre el calentamiento de la Tierra, arremetió contra los “pesimistas del cambio climático”, y mostrando su faceta más habitual y autoritaria, pidió al Foro negarle el acceso a los “profetas de la fatalidad”.

Greta Thunberg en Davos 2020 – Foto Alessandro Della Valle - Efe.

Tenemos que rechazar a los eternos catastrofistas y sus predicciones de apocalipsis”, dijo Trump y en una clara alusión a Thunberg y a los que, como ella, llaman la atención sobre la salud del Planeta, los calificó de “herederos de los insensatos adivinos del pasado que cometieron errores cuando predijeron la superpoblación del planeta o el fin del petróleo como principal fuente de energía del planeta, como ahora se equivocan con el cambio climático”.

Trump –defensor a ultranza del uso incontrolado del carbón y el fracking– planteó una frase digna de la ‘guerra fría’: “Nunca dejaremos a los radicales socialistas destruir nuestra economía o erradicar nuestra libertad”.

En su necedad aseguró que EEUU tiene en este momento el “aire más limpio de los últimos cuarenta años” (¿cabría preguntarle por las emisiones de metano, probadas por NYTimes, en la Cuenca Pérmica en diciembre?). También afirmó  que “la influencia de EEUU era la mejor de la historia” (¿cabría preguntarle a sus socios europeos sobre el abandono de los Acuerdos de París y de Irán o a sus socios comerciales acerca de los aranceles?)

Para contentar a un auditorio preocupado por el impacto del cambio climático en sus negocios, Trump aprovechó para anunciar que EEUU plantará 1.000 millones de árboles en los próximos diez años, es decir 100 millones por año (Sic!!). Cabría recordarle que países en desarrollo como Etiopía han plantado 353 millones de árboles en 12 horas, en julio pasado. Y que no se trata de reforestación comercial, como la planteada por Trump, es decir, siembra de árboles para el aprovechamiento de la madera y la producción de papel, sino reforestación para salvar el Planeta.

Una alternativa o una trampa en desarrollo?

Pero en Davos no solo apareció una “preocupación verde” de los líderes mundiales. Tuvo una singular presencia el “hidrógeno verde” como combustible del futuro.

Incluso fue llamativo que la Agencia Internacional de Energía a través de su Director Ejecutivo Fatih Birol, advirtiera a las petroleras que la inacción en temas de emisiones no es una opción. Casi el discurso de Greta…

“La primera tarea inmediata para todas las partes de la industria es reducir la huella de carbono de sus propias operaciones”, reclamó Birol, y agregó que una gran parte de las emisiones del sector pueden reducirse de manera relativamente rápida y fácil, como reducir las fugas de metano. Casi el discurso de Más Azul.

AIE agregó que ‘otra medida clave del sector’ sería impulsar las inversiones en combustibles más limpios, como hidrógeno, biometano y biocombustibles avanzados. Curiosamente en el Foro de Davos 2020 mientras los artículos referidos a ‘biocombustibles” fueron 22, los vinculados al “hidrógeno” fueron 144.

El papel de hidrógeno como fuente de alimentación de los requerimientos energéticos del mundo ya había sido el tema central de la XVI° Cumbre de la Energía renovable en el pasado mes de agosto en Colorado (EEUU).

El lanzamiento de la Iniciativa y el Consejo de Mercados Sostenibles anunciado en Davos, con la colaboración del WEF para identificar formas de descarbonizar rápidamente la economía global y hacer la transición a mercados sostenibles, también tuvo al hidrógeno como trasfondo.

Ante la dramática encrucijada que plantea el cambio climático, hay dos respuestas de los líderes mundiales:

  1. los que se resisten a desprenderse de sus “viejos negocios” e intentan ganar tiempo para seguir con sus ganancias a costa. Durar hasta que los combustibles fósiles como el carbón y el petróleo se agoten aunque suponga empujarnos a todos al precipicio; y 2. los que –con mayor lucidez– comprenden que los tiempos han cambiado y que la tendencia es irreversible. Así lo expresaron en septiembre pasado en Nueva York en el evento organizado por Bloomberg y lo repitieron ahora en Davos. Los negocios van por otro lado…

La estrategia de éstos es encontrar el modelo de explotación energética que evite “democratizar” las fuentes o que se logren ciertos espacios de autosuficiencia energética. Encontrar una tecnología que les permita concentrar en sus manos el mismo poder que hoy detentan a través de los combustibles fósiles.

Saben que las reservas de combustibles fósiles están llamadas a agotarse antes o después, mientras que el hidrógeno es el elemento químico más abundante en nuestro planeta y en todo el universo.

Y esa salida pareciera encontrarse en el “hidrógeno verde”, una tecnología que ata la producción de combustible de hidrógeno a los excedentes de electricidad que actualmente producen las renovables como la solar fotovoltaica y la eólica.

La avanzada de esa estrategia parece estar en desarrollo en Australia donde se prevé la construcción de una mega-planta de energía híbrida para generar hidrógeno verde, de 5GW (a cargo de Siemens y HRA) y otra de 15 GW (a cargo de Asian Renewable Energy Hub), atadas a la exportación hacia Japón y Corea del Sur, mercados fuertemente dependientes en materia energética.

Seguir la evolución del “hidrógeno verde”, sus voceros y los actores participantes develará si se trata del “combustible del futuro” o de una “trampa” en pleno desarrollo.