Nadie sobra en el Planeta. Existen otras alternativas para salvarlo

jul 2020

Antonio López Crespo
Director

El 11 de julio se celebró el “Día de la Población Mundial”, una fecha instaurada en 1989 por el PNUD para alertar sobre los desafíos que plantea el problema demográfico de nuestro Planeta.

Naciones Unidas ha insistido que el crecimiento de la población mundial debe enfrentarse desde la planificación familiar, la educación sexual, la pobreza y desigualdad y el medio ambiente. Ese es el camino.

Pero hace algún tiempo vuelven a oírse voces ‘alarmistas’ que insisten en que el Planeta no puede absorber más población y que el camino es su drástica reducción.

En Más Azul advertimos (Ver “Energías renovables y Michael Moore”, n° 9, junio 20) que hasta presuntas voces progresistas, como las de Michael Moore y su socio Jeff Gibbs, caían en la trampa simplificadora de solucionar los problemas globales reclamando una reducción poblacional.

Participamos del debate en torno a “Planet of the Humans”, su nuevo documental y compartimos la indignación de muchos científicos y ambientalistas sobre la irresponsabilidad que transpiraba ese film. La propia distribuidora Films for Action lo reconoció y tuvo que retirarlo de sus canales por su falta de rigor: “Estamos descorazonados y consternados de informar de que la película está llena de errores. Tanto, que hemos decidido retirar el documental de la página web”.

Allí la dupla Moore-Gibbs plantea un escenario apocalíptico donde el ser humano no puede seguir creciendo de forma infinita en un mundo limitado. Algo que es de Perogrullo. Pero para resolverlo proponen una solución simplista, frívola y profundamente reaccionaria: reducir la población mundial. Gibbs sugiere que las personas deben tener menos hijos porque “el crecimiento infinito en un planeta finito es un suicidio”.

SUPRIMIR LOS COMENSALES?

Defender la peligrosa idea de que la única solución para proteger el Planeta es el control del crecimiento de la especie humana remite a preguntas que ellos no contestan: “¿Quiénes deben ser los reducidos?… ¿Blancos, negros, pobres, ricos? ¿Viejos, niños? ¿Y quién lo decide?”

Lo más frustrante es que para mitigar los efectos devastadores de las actividades humanas, sólo aparezca la propuesta de reducir la población como único remedio efectivo. El escritor uruguayo Eduardo Galeano escribía a comienzos de los setenta, que el poder “incapaz de multiplicar los panes, hace lo posible por suprimir a los comensales”.

Plantear que el Planeta es finito y que lo hemos llevado al extremo de su capacidad de carga es una cosa. Atribuir al crecimiento poblacional ese desborde es cuando menos, un error conceptual. Y más probablemente una perversa manipulación de las alternativas posibles.

¿Porqué no pensar que el modelo de producción y consumo que se ha desarrollado en los últimos 200 años es el que es insostenible y debe ser reducido?

¿Porqué no recordar que con solo un tercio de la comida que el mundo desarrollado desperdicia se puede terminar con el hambre mundial? 

¿Porqué no reiterar una vez más que las sociedades donde existen menores niveles de desigualdad y mejores cotas de educación, la reproducción de autolimita?

Plantear que los esfuerzos para salvar el Planeta del cambio climático y la degradación del ambiente, solo pasa por reducir la población muestra una enorme complicidad con el sistema que nos ha llevado hasta aquí.

La ciencia ha sido clara: la transición de los combustibles fósiles hacia las energías limpias o la disminución drástica de los residuos plásticos, no serán por sí solos, la salvación del Planeta. Sin cambios profundos y sistémicos, no será posible lograrlo.

MOORE NO ESTA SOLO

Pero Moore tiene un coro que lo acompaña. Y no siempre son voces que provienen de los sectores más retardatarios de su país. Ted Turner, el magnate estadounidense de los medios, fundador de la cadena internacional de noticias CNN y de TBS, a sus 81 años, sigue siendo reconocido por su carácter filantrópico –donó 1.000 millones de dólares a Naciones Unidas– y sus numerosas contribuciones a causas ambientales y solidarias. Y también por ser el segundo mayor terrateniente privado de EEUU, con 800.000 hectáreas, detrás de su socio comercial, John Malone.  

Pero Turner no dudó en declarar reiteradamente a la prensa “tenemos que estabilizar la poblacióntenemos calentamiento global porque demasiadas personas usan demasiadas cosas… estamos alterando el clima y el mundo de muchas maneras diferentes y lo que estamos logrando es reducir capacidad de carga de la Tierra. Cada año el mundo natural se empobrece y es menos capaz de soportar el incremento de personas que tenemos…”

Aunque Turner plantea que esa “estabilización de la población” debería ser voluntaria y todo el mundo debería comprometerse a no tener más de un niño en los próximos 100 años, no explica cómo lograrlo.

En casos como el de Bill Gates,  también aparece el pensamiento subyacente de que es necesario reducir la población mundial. Decía en 2010 durante una conferencia TED: “El mundo de hoy tiene 6.800 millones de personas… eso se encamina a unos 9.000 millones. Ahora, si hacemos un gran trabajo en nuevas vacunas, atención médica, servicios de salud reproductiva, podríamos reducir eso en tal vez 10 o 15%”.

Hasta aquí, los hechos y dichos, que se corresponden a una información veraz y consolidada. Soslayamos todas las interpretaciones “conspiranoicas” y faltas de rigor que cunden en el mundo de las redes.

Lo real es que Bill Gates habla sobre la población como un factor importante para la disminución de emisiones de CO2 y habla de las vacunas, del control natal y del cuidado de la salud, como forma de evitar el crecimiento desproporcionado de la población, sobre todo en aquellos países incapaces de brindar servicios y calidad de vida a todos sus ciudadanos.

Independientemente de su buena o mala fe, lo cierto es que no se plantea más que el “camino sanitario” y omite el “camino de la transformación económica” que es el que garantiza que, con mejores niveles de vida y educación, la tasa de fertilidad y nuevos nacimientos disminuye notablemente. No hay mejor anticonceptivo que la justicia distributiva.

No se necesitan más panes ni menos comensales. Se necesita repartir mejor la torta… Al multimillonario de Microsoft, segundo hombre más rico del mundo con u$s 94.700 millones, no se le ocurre ninguna otra forma de distribución más que su buena disposición a hacer donaciones, que sin embargo, no afectan año a año, el volumen total de su riqueza.

Hace más de una década que financia la investigación de nuevos métodos anticonceptivos para controlar la población.

En esa misma presentación, Gates al hablar de las emisiones de CO2 y sus efectos sobre el cambio climático, presenta una fórmula para hacer seguimiento de ellas: PSEC (Personas, Servicios por persona, Energía por servicio, CO2 por unidad de energía). Y aclara que para llevar el CO2 a cero, “probablemente cada uno de estos números tendrá que acercarse bastante a cero”.

Desde hace más de una década el filántropo estadounidense ha destinado millones de dólares en financiar la investigación de nuevos métodos anticonceptivos a través de la Fundación Bill and Melinda Gates. Recientemente donó 12,6 millones de euros a la biotech farmacéutica Lyndra Therapeutics para que desarrolle una píldora anticonceptiva mensual femenina que sólo necesite tomarse una vez al mes.

En el pasado, había estado financiando el desarrollo con investigadores de la Universidad de Carolina del Norte, una técnica para volver a los hombres temporalmente infértiles hasta por seis meses, tras una o dos exposiciones a ultrasonido, que fue más tarde abandonada.

Parece meritorio que, frente al problema de más de 214 millones de mujeres en edad reproductiva (entre 15 y 49 años) en países en desarrollo, se facilite un método anticonceptivo moderno y accesible para  quienes quieren evitar el embarazo. De hecho, de los más de 200.000 embarazos diarios de media mundial, un 43% son embarazos no deseados. 

El porcentaje es aún mucho mayor entre el millón de niñas menores de 15 años que dan a luz cada año, la mayoría en países de ingresos bajos y medianos y cuyas complicaciones durante embarazo y parto son la segunda causa de muerte entre ellas en todo el mundo.

Los Gates pretenden “brindar acceso a información, servicios y suministros anticonceptivos de alta calidad a otros 120 millones de mujeres y niñas en los países más pobres” para este año, según su página oficial.

Meritorio pero incomprensible que no se pueda avanzar por encima del pensamiento “reduccionista” de achicar la población, cuando los problemas planetarios no provienen de la cantidad de humanos sino de cómo algunos de ellos han organizado la producción y el consumo para enriquecerse de manera colosal y perversa.

IGUALDAD COMO RESPUESTA

En la actualidad somos 7.800 millones de personas. Hace 50 años atrás no llegábamos a la mitad. Según las estimaciones en 2050, nuestros hijos y nietos vivirán en un Planeta habitado por 9.000 millones de personas o quizás algo más.

Esos datos sirven a los que pretenden una especie de “genocidio” retórico, para imponer la idea de que es urgente encontrar las vías para reducir la población. Pero algunos datos muestran que quizás nunca lleguemos a ser 10.000 millones de humanos y que el ritmo de crecimiento inicie en la segunda mitad del siglo, una curva descendente.

Es lo que surge del estudio “Fertility, mortality, migration and population scenarios for 195 countries and territories from 2017 to 2100”, realizado por investigadores del Instituto de Medición y Evaluación de la Salud (IHME), de la Universidad de Washington-Seattle (EEUU) liderados por el Prof. Stein Emil Vollset, junto a Emily Goren, Chun-Wei Yuan, Jackie Cao y otros.

En dicho trabajo –publicado esta última semana por la prestigiosa revista médica británica The Lancet– se sostiene que la población mundial alcanzará su pico en la década de 2060, con 9.700 millones y que, a partir de entonces, se irá reduciendo de forma paulatina, hasta los 8.800 en 2100.

Las causas encontradas por los investigadores se asientan en dos datos claves: mejoría de la educación de la mujer (más generalizada y precoz) y facilitación de métodos anticonceptivos (más accesibles y eficaces).

Ambos fenómenos acelerarán, según el estudio, la disminución de la fertilidad y lograrán un crecimiento demográfico más lento. Los científicos aseguran que incluso países como Níger (que en la actualidad registran 7 hijos por mujer) tendrán tasas de natalidad similares a las de la Francia actual (1,8).

La disminución de la fertilidad en marcada desde hace 40 años y logrará un crecimiento demográfico más lento.

El nuevo estudio contradice los últimos cálculos de Naciones Unidas que estimaba unos 11.000 millones para el 2100. Ese descenso se deberá, según el equipo del IHME, a una drástica reducción de la tasa de fertilidad en el África subsahariana y a una importante reducción de población que sufrirán Asia y Europa central y oriental.

Y aquí aparece lo que desde Más Azul venimos sosteniendo: el corazón de una demografía desbocada late al ritmo de la pobreza extrema. Lo que viene sucediendo notablemente en Asia y en los últimos años, de forma sorprendente en el África Subsahariana, es la mejoría de sus condiciones económicas, sociales, educativas y tecnológicas, que han permitido la aparición de nuevas y dinámicas clases medias. En menor medida, pero bajo el empuje de la UE, también hay un movimiento similar en varias de las postergadas economías de Europa central y oriental.

Las altas tasas de fertilidad acompañan a altas tasas de pobreza absoluta. En los países desarrollados, la transición de una economía agraria a una industrial y, más tarde, de servicios, facilitó el paulatino acceso de las mujeres al sistema educativo y laboral. Ello aumentó el coste vital y temporal de tener hijos, por lo que, con la desaparición del rol tradicional de la mujer, desapareció también la alta tasa de natalidad.

La conclusión de los investigadores es clarísima: Lo que de verdad sirve para mejorar la natalidad no son cheques de ayuda, sino cambiar el modelo de sociedad para lograr políticas de ingreso estable”

No deben sorprender, en este aspecto, las conclusiones del estudio del IHME. Ese proceso evolutivo ya está sucediendo. Si se observa hoy la reducción de la tasa de fertilidad de Bangladesh o Irán a la mitad en un período de solo 10 o 20 años, se advierte que para el mismo descenso, países como Reino Unido o Polonia tardaron algo menos de un siglo, es decir casi diez veces más.

El fenómeno de disminución demográfica aguda afectará –señalan los investigadores– en especial a un grupo de 23 países entre los que se destacan Japón, Tailandia, Italia, Portugal, España y Corea del Sur.

También China podría enfrentar una marcada disminución de habitantes junto a un cierto envejecimiento de su población, lo que ha generado ya en 2018 un informe  del Consejo de Estado advirtiendo los peligros de esa situación para el desarrollo chino y un nuevo estudio de enero de este año de la Academia de Ciencias Sociales del país, aconsejando la implementación de políticas para enfrentar el problema.

Los cambios demográficos serán notables en África que triplicará su población. Nigeria pasará a ser una potencia de 800 millones de habitantes (el segundo o tercer país más poblado del mundo) y en el top ten de países más habitados al final del siglo XXI habrá cinco africanos: Nigeria, R.D. Congo, Etiopía, Egipto y Tanzania.

Un dato significativo para las próximas décadas en materia de población es que los países que apuesten de forma decidida por la inmigración como política a largo plazo saldrán fortalecidos. El estudio prevé que esa será la situación de Francia, Reino Unido, Australia, Canadá y Nueva Zelanda que mantienen y refuerzan su población, su influencia y su puesto en la economía global en las próximas décadas, gracias en buena medida, a su decidida inversión en población de origen extranjero.

Macron llamo héroe a un migrante indocumentado que salvó a un niño y le otorgó la nacionalidad y un trabajo.

Curiosamente algo que no alcanzan a percibir los grupos ultraderechistas y xenófobos europeos que caminan en el sentido contrario de las agujas del reloj de la Historia. En EEUU queda por resolverse si el país retorna a su política de absorción de migrantes o se consolida la “doctrina Trump” de murallas y expulsiones. En ese caso, también EEUU verá reducirse su población antes de final de siglo.

Si una menor tasa de fertilidad por mejorías notables en la educación y el empoderamiento de las mujeres sobre sus propios destinos, sumado a importantes avances en la lucha contra la pobreza, remiten el crecimiento de la población mundial total en la segunda mitad del siglo será una buena noticia para el medio ambiente mundial. Menos emisión de carbono, menos estrés para los sistemas alimentarios mundiales y menos probabilidades de sobrepasar los límites del Planeta.

Pero atribuyamos la responsabilidad del desastre ambiental que soportamos a sus verdaderos artífices. Aquellos que han montado un sistema expoliatorio de la naturaleza para enriquecerse y que, al borde del precipicio, siguen insistiendo en un modelo de producción y consumo demencial. Ese es el camino de la acción. El resto de los humanos no están de sobra. Los que sobran son ellos.

El resto de los humanos no sobran. Los que sobran son los que montaron un sistema expoliatorio de la naturaleza © Nikpal-CITP.