“Ahora ponemos un final definitivo a la era de los combustibles fósiles”

14 dic 2020

En una histórica decisión, crucial para la lucha contra el cambio climático, el gobierno danés  anunció a comienzos de este mes el fin de las exploraciones de petróleo y gas en el mar del Norte, una zona situada entre las costas de Dinamarca y Noruega y parte del océano Atlántico. Ello implica la cancelación de cualquier convocatoria de licencias para empresas que buscan explotar hidrocarburos.

“Ahora ponemos un final definitivo a la era de los combustibles fósiles”, fue la esperanzadora afirmación del ministro de clima de Dinamarca, Dan Jorgensen, al hacer el anuncio.

La primera ministra Mette Frederiksen y el ministro de clima Dan Jorgensen, artífices de la histórica decisión.

El plan del gobierno danés, encabezado por la primera ministra Mette Frederiksen, es terminar por completo con la extracción y uso de combustibles fósiles en las próximas tres décadas y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 70% para 2030 y dejar de ser emisor de dióxido de carbono para el 2050.

DECISION HISTORICA

Se trata de una decisión “histórica” y de una valentía singular. Hay que tener en cuenta que Dinamarca es en la actualidad el mayor productor de petróleo de la Unión Europea y el tercer productor del petróleo del Mar del Norte, por detrás del Reino Unido y Noruega.

“Somos el mayor productor de petróleo de la Unión Europea y, por lo tanto, esta decisión resonará en todo el mundo”, señaló Jorgensen. Ningún otro país productor importante de petróleo dio un paso semejante”. Su país produjo unos 40 millones de barriles en 2019 y posee  20 campos de petróleo y gas con 55 plataformas de perforación en su territorio.

La decisión es valiente y según los expertos se trata de uno de los objetivos climáticos más ambiciosos del mundo que consolida a Dinamarca como país pionero en la lucha contra el cambio climático. Se trata de una resolución trascendente en el camino correcto para evitar la catástrofe climática y merece el aplauso del resto de la humanidad.

Desde la década del ’70, el país obtuvo miles de millones de dólares con el petróleo del Mar del Norte, lo que favoreció su desarrollo y el estado de bienestar alcanzado por el país. Abandonar esa fuente de recursos significará pérdidas que el gobierno danés se atreve a afrontar para no seguir contribuyendo al deterioro del Planeta.

Un ejemplo para la desidia y egoísmo de los grandes productores mundiales de petróleo como EEUU (19,51 mill. bpd); Arabia Saudí (11,81 mill.bpd); Rusia (11,49 mill.bpd); Canadá (5,50 mill.bpd); China (4,89 mill.bpd); Irak (4,74 mill.bpd); EAU (4,01 mill.bpd); Brasil (3,67 mill.bpd); Irán (3,19 mill.bpd) o Kuwait (2,94 mill.bpd).

La decisión es valiente y consolida a Dinamarca como país pionero en la lucha contra el cambio climático.

Cuando el gobierno actual llegó al poder en 2019, la primera ministra Mette Frederiksen enmarcó su triunfo como “la primera elección climática”. Y por tanto –como señaló Jorgensen– “si queremos ser climáticamente neutrales en 2050 y tener alguna credibilidad en eso, entonces esta es una decisión necesaria”.

Se estima que se perderán algunos miles de puestos de trabajo que dependen del sector petrolero, en especial en la costa oeste de Dinamarca, que serán compensados –e incluso ampliados– con la creación de nuevos empleos provenientes del creciente sector eólico marino del país y las tecnologías de almacenamiento de carbono.

 Para Helene Hagel, jefa de política climática y medioambiental de Greenpeace Dinamarca, la medida del gobierno danés consolida al país “como un pionero verde e puede inspirar a otros a poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles que destruyen el clima… Esta es una gran victoria para el movimiento climático y todas las personas que han presionado durante muchos años para que esto suceda”.

Pero debe recordarse que, como reiteradamente afirman los científicos, la ventana de tiempo para terminar con los combustibles fósiles y frenar el calentamiento global es muy limitada e incluso, terminar con las emisiones en 2050 no garantiza evitar consecuencias graves.

LA PANDEMIA Y EL FIN DEL PETROLEO

Los mercados petroleros se han visto sacudidos por el impacto de la demanda a partir de la pandemia, al punto de no solo provocar una gran volatilidad en el mercado mundial del petróleo sino llevar el precio de los futuros del petróleo en abril por debajo de cero.

El fenómeno mostró de un modo brutal lo grave que se había vuelto el exceso de petróleo. Para contenerlo, la OPEP implementó en mayo un recorte récord de producción de 9,7 millones de barriles diarios, lo que expuso grietas entre el núcleo de la OPEP que históricamente lideró Arabia Saudita y otras naciones productoras de petróleo que integran la organización pero con preocupaciones cada vez más disímiles.

Además de afectar el consumo debido a la ralentización de la actividad económica y a la casi paralización del transporte aéreo., la pandemia parece haber trastrocado muchos hábitos de millones de seres humanos (el teletrabajo y la educación online son algunos de sus más claros efectos) que preanuncian un panorama oscuro para la producción de combustibles fósiles.

Para muchos expertos en energía, quizás la pandemia marque un punto de inflexión para la industria y consideran que el consumo de combustible ya no vuelva a alcanzar los niveles anteriores a la crisis sanitaria.

Es visible que la pandemia ha alertado sobre los peligros de continuar con el actual modelo basado en el consumo de combustibles fósiles y un número creciente de países desarrollados aceleran sus iniciativas para reducir las emisiones de carbono. Ello preanuncia un cambio decisivo en gestación que determinará una transformación en la forma en que producimos nuestra energía.

Dinamarca satisface su demanda total de electricidad con energía eólica y provee a Noruega, Suecia y Alemania.

Las nuevas medidas de confinamientos y otras restricciones severas como las implementadas en Francia,  California o Corea del Sur –fruto de la segunda ola de los casos de coronavirus a nivel global– refuerzan esa tendencia, lo que se vio reflejado en la caída de los precios del petróleo y de los activos de las empresas petroleras.

“Estamos empezando a ver cómo la recuperación de la demanda está disminuyendo, en parte porque tenemos un resurgimiento de la pandemia en Europa”, ha resumido Neil Atkinson, directivo de la AIT, algo que también puede aplicarse a EEUU.

Gigantes de la talla de BP o Royal Dutch Shell han reducido sus activos y muchos expertos se preguntan si la demanda de petróleo no enfrenta un declive irreversible. Es lo que parecen entender los grandes fondos de inversión como Black Rock y otros que han anunciado que prescinden de invertir en empresas de combustibles fósiles.

Está claro que la pandemia ha reforzado la posición de los defensores del medio ambiente. Avanza un movimiento en la ciudadanía global y también en muchos gobiernos por dirigir la reactivación económica post-pandemia hacia un “new deal” verde –como ya lo ha hecho la UE y lo alientan sectores del gobierno futuro del presidente electo Joe Biden– poniendo el foco en las energías renovables, los vehículos eléctricos, el uso del hidrógeno verde y la morigeración del consumo masivo.

Michael Bradshaw, profesor de Warwick Business School, destaca que si estas posiciones se imponen “la demanda de petróleo podría no volver nunca al nivel anterior a la covid-19… Nadie garantiza que el sector del transporte se recupere totalmente. Tras la pandemia, podríamos tener una actitud diferente respecto a los vuelos internacionales, o el hecho de ir físicamente a trabajar”.

Bill Gates, en un podcast titulado “¿Cómo se verá el mundo después del covid-19?, reseña algunos cambios que él estima que dibujaran nuestro futuro próximo: 1- Virtualidad para los negocios – Cambios en la forma de viajar y realizar negocios; 2- Sofisticación del software – Las herramientas existentes para encuentro virtual cambiarán de manera drástica; 3- Redefinición urbana – El teletrabajo permitirá  podrán alejarse de los centros urbanos muy pobladas; 4- Contacto social – Nuestras ganas de socializar será mayor; 5- Riesgo latente – Mayor conciencia de los riesgo sanitarios; 6- Un mundo más preparado para futuras pandemias.

Los defensores de la industria petrolera no pueden y no quieren imaginar un futuro sin petróleo, aunque eso nos cueste la salud del Planeta. “Imaginar una caída ‘definitiva’ de la demanda petrolera es para mí algo de ciencia-ficción” sostiene  Moez Ajmi, socio de de EY y responsable de las actividades de la industria extractiva en Francia y África del Norte, quien imagina por el contrario una reactivación de la demanda petrolera, con EEUU intentando recuperar sus “fragilizadas industrias energéticas”.

El faro que indica hacia dónde navegar lo ha encendido Dinamarca, poniendo –como dijo su Ministro del Clima– “un final definitivo a la era de los combustibles fósiles”. Somos los ciudadanos del Planeta quienes tenemos ahora que aumentar la presión sobre los gobiernos y multiplicar la conciencia que la pandemia ha desatado en medio de la tragedia.

Empresarios, analistas y ecologistas se preguntan si la demanda realmente se va a recuperar en los próximos años o si ya alcanzó su punto máximo el año pasado. Esta noción del “pico petrolero” (“peak oil” en inglés) se debate desde hace años. Durante mucho tiempo los expertos buscaron determinar el momento en que las reservas petroleras empezarían a declinar. Hoy se hacen la misma pregunta sobre la demanda. Esa pregunta se la hacía en mayo el nuevo director general de BP, Bernard Looney, en plena pandemia, cuando parte del personal recurría masivamente al teletrabajo y los aviones prácticamente no volaban más. “¿Podría ser el +peak oil+? Quizás. No lo excluyo” admitía, al ser interrogado por el Financial Times. afirma. “Por ejemplo, nadie garantiza que el sector del transporte se recupere totalmente. Tras la pandemia, podríamos tener una actitud diferente respecto a los vuelos internacionales, o el hecho de ir físicamente a trabajar”, agrega. – “Ciencia-ficción” – Pero para otros expertos este cambio de paradigma no se producirá tan rápido. “Mucha gente dice, incluso dirigentes de grandes empresas, que con los cambios de modo de vida, como el teletrabajo y otras cosas, la demanda petrolera podría haber alcanzado su máximo y empezar ahora a declinar. No estoy de acuerdo”, replica Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE. “Solamente con teleconferencias no vamos a alcanzar nuestros objetivos energéticos y climáticos”, alega. Algunos sectores dependen todavía de forma masiva del petróleo, como los transportes. “Imaginar una caída definitiva de la demanda petrolera es para mí algo de ciencia-ficción”, coincide Moez Ajmi, que imagina en cambio una reactivación de la demanda petrolera, con Estados Unidos en especial intentando enderezar a sus fragilizadas industrias. “Falta aún tiempo para que las energías fósiles, que representan hoy cerca del 80% de la energía primaria mundial, tengan la competencia real de otras fuentes de energía renovables”, opina.