Descubren en el Amazonas un árbol de cacao que se creía extinto

21 Ago 2020

Laura R. Martínez

Directora Adjunta

En el cañón del Marañón, un rincón remoto de la jungla amazónica, se encuentra uno de los ejemplos más deliciosos de resiliencia de la naturaleza: el árbol puro nacional. De este árbol se obtiene un cacao raro y exótico, que se creía extinto desde principios del siglo pasado.

El árbol puro nacional –una especie de más de cinco mil años de antigüedad que ostenta la variedad de cacao más exótica del mundo– fue redescubierto por Dan W. Pearson en el marco de una expedición al Perú.

En el corazón de la geografía del país andino se encuentra el departamento de Huánuco, un territorio con topografía diversa que oscila entre sierra y selva. En consecuencia, se transformó en el sitio perfecto para regenerar esta particular variedad de cacao.

Huánuco alberga una gran biodiversidad, una singular belleza y el mayor número de áreas protegidas de Perú.

Fue en 2002 que Pearson y su socio Brian Horsley, comenzaron a merodear los alrededores del cañón del Marañón. Atraídos por el potencial de crecimiento de la minería emprendieron el suministro de equipos, repuestos y alimentos a las compañías establecidas en esa región.

Mientras que los inquietos comerciantes buscaban diferentes proveedores locales para abastecer su negocio, se toparon con árboles de cacao con 40% de frutos blancos. Algo totalmente inusual.

Pearson y Horsley enviaron varias muestras al Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USD, por sus siglas en inglés). La respuesta confirmó las sospechas. Habían encontrado un auténtico puro nacional. Este árbol ancestral, originario de la jungla amazónica, posee el fruto más antiguo e inusual del mundo, aseguran los expertos.

Entre los siglos XVII y XVIII, el puro nacional se cultivó ampliamente en Ecuador, donde sus apreciados granos ayudaron a impulsar el que fue el mayor suministro global de cacao. Posteriormente, devino una plaga que acabó destruyendo la especie por completo en 1916.

El hecho de que el cañón del Marañón haya permanecido relativamente intacto ha sido un acto asombroso de resiliencia de la naturaleza. En general, la capacidad de las comunidades o los ecosistemas más complejos son los que poseen resiliencias mayores.

“La capacidad de resiliencia de un ecosistema está directamente relacionada con la riqueza de especies y el traslado de las funciones ecosistémicas”, aseguran los científicos. Con lo cual, un sistema cuyos integrantes tengan más diversidad y número de funciones ecológicas, será capaz de recuperarse de mejor manera ante las adversidades.

Así parece que ha funcionado esta inusual zona del Marañón. Ubicada a unos 1.280 metros sobre el nivel del mar, es la nueva cuna de los granos blancos del cacao más exquisito del mundo, que permiten la elaboración de un delicioso chocolate con notas florales y frutales.

“El Ministerio de Agricultura del Perú nos pidió que no divulgáramos la ubicación exacta de la ciudad para proteger a los agricultores y su tesoro nacional: los granos de cacao blanco que el USDA verificó como puro nacional”, contó Pearson a Confectionery News.

Mientras que la mayoría de los granos de cacao crecen bien desde el nivel de mar hasta los 900 metros de altura, el puro nacional se regeneró en un microclima protegido por una imponente altitud. Encontrar estos granos de cacao muy raros fue el comienzo de un viaje al mundo del chocolate.

En 2013, en el marco del III Encuentro Internacional de Arqueología Amazónica, un equipo presentó evidencias de que el cacao se cultivaba y se consumía hace 5.500 años por la cultura mayo-chinchipe-marañón, la más antigua de la Amazonía occidental.

Los primeros árboles del cacao crecían de forma natural a la sombra de las selvas tropicales de las cuencas del Amazonas y del Orinoco.

Estos datos nos sitúan de manera natural en el escenario del cañón del Marañón. Allí crecen las tres variedades del árbol del cacao (aunque hoy existen muchas más): criollo, trinitario y nacional.

Fue en 2002 que Pearson y su socio Brian Horsley, comenzaron a merodear los alrededores del cañón del Marañón. Atraídos por el potencial de crecimiento de la minería emprendieron el suministro de equipos, repuestos y alimentos a las compañías establecidas en esa región.

Mientras que los inquietos comerciantes buscaban diferentes proveedores locales para abastecer su negocio, se toparon con árboles de cacao con 40% de frutos blancos. Algo totalmente inusual.

Pearson y Horsley enviaron varias muestras al Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USD, por sus siglas en inglés). La respuesta confirmó las sospechas. Habían encontrado un auténtico puro nacional. Este árbol ancestral, originario de la jungla amazónica, posee el fruto más antiguo e inusual del mundo, aseguran los expertos.

Entre los siglos XVII y XVIII, el puro nacional se cultivó ampliamente en Ecuador, donde sus apreciados granos ayudaron a impulsar el que fue el mayor suministro global de cacao. Posteriormente, devino una plaga que acabó destruyendo la especie por completo en 1916.

El hecho de que el cañón del Marañón haya permanecido relativamente intacto ha sido un acto asombroso de resiliencia de la naturaleza. En general, la capacidad de las comunidades o los ecosistemas más complejos son los que poseen resiliencias mayores.

“La capacidad de resiliencia de un ecosistema está directamente relacionada con la riqueza de especies y el traslado de las funciones ecosistémicas”, aseguran los científicos. Con lo cual, un sistema cuyos integrantes tengan más diversidad y número de funciones ecológicas, será capaz de recuperarse de mejor manera ante las adversidades.

Así parece que ha funcionado esta inusual zona del Marañón. Ubicada a unos 1.280 metros sobre el nivel del mar, es la nueva cuna de los granos blancos del cacao más exquisito del mundo, que permiten la elaboración de un delicioso chocolate con notas florales y frutales.

“El Ministerio de Agricultura del Perú nos pidió que no divulgáramos la ubicación exacta de la ciudad para proteger a los agricultores y su tesoro nacional: los granos de cacao blanco que el USDA verificó como puro nacional”, contó Pearson a Confectionery News.

Mientras que la mayoría de los granos de cacao crecen bien desde el nivel de mar hasta los 900 metros de altura, el puro nacional se regeneró en un microclima protegido por una imponente altitud. Encontrar estos granos de cacao muy raros fue el comienzo de un viaje al mundo del chocolate.

En 2013, en el marco del III Encuentro Internacional de Arqueología Amazónica, un equipo presentó evidencias de que el cacao se cultivaba y se consumía hace 5.500 años por la cultura mayo-chinchipe-marañón, la más antigua de la Amazonía occidental.

Los primeros árboles del cacao crecían de forma natural a la sombra de las selvas tropicales de las cuencas del Amazonas y del Orinoco.

Estos datos nos sitúan de manera natural en el escenario del cañón del Marañón. Allí crecen las tres variedades del árbol del cacao (aunque hoy existen muchas más): criollo, trinitario y nacional.

El árbol puro nacional, una especie de más de 5.000 años de antigüedad, es el cacao más exótico del mundo.

LA TENTACION DEL CHOCOLATE

Tropezar con esos árboles en la propiedad de un campesino llamado Fortunato llevó a Pearson y Horsley a sumergirse en el mundo del chocolate.

Reprodujeron por semilla, retoños de aquel ‘árbol madre’, fundaron Marañón Chocolate y comenzaron a cultivar la variedad en el área del Cañón. Hoy reciben además el aporte de otros 400 agricultores que suministran cacao a Marañón Chocolate y uno de sus productos lleva el nombre de Fortunato.

Para el afamado chef peruano Gastón Acurio, fundador de los prestigiosos restaurantes Astrid y Gastón y otros treinta en 11 países, dedicados a diferentes especialidades de la comida peruana, se trata “del mejor chocolate que he probado en toda mi vida”. Junto con su mujer Astrid Gutsche, buscan poner en valor el cacao peruano desde su exclusiva chocolatería Melate Chocolate. Es algo en lo que coinciden con el experto suizo Roger Von Rotz que lo define como “el Rolex de los chocolates”.

EL SABOR AMARGO DEL CACAO

Sin embargo, los principales productores y exportadores de cacao se encuentran del otro lado del océano Atlántico, en África. Allí los colonizadores llevaron las semillas para un comercio más controlado.

Aun así las ambiciones jamás lograron un equilibrio que sostenga el comercio y asegure los diferentes eslabones de la cadena de suministro. Con el consumo anual de granos de cacao superando los 4,5 millones de toneladas, el cacao se convirtió en un commodity muy importante.

El mercado mundial mueve 70.000 toneladas diarias. En Europa, el precio en los últimos cinco años pasó de 8 a 14 euros el kilo. Lo que generó entre los fabricantes locales un motivo de preocupación.

Las grandes empresas como Nestlé –la primera agroalimentaria del mundo y quinta en la fabricación del chocolate– o Cargill, compran su materia prima, principalmente, en Costa de Marfil.

Lo cierto es que la elaboración del chocolate demanda la obtención del cacao, un trabajo muy sacrificado y mal pago. Muchos lugareños que viven del cacao jamás han probado un chocolate. Un tremendo ejemplo que evidencia las diferencias que se generan entre el inicio del proceso de producción y el consumo.

Por esa razón y también porque el mundo cambia, muchos jóvenes productores africanos ya no ven en la siembra y la cosecha de cacao un negocio rentable. Las empresas, entonces, vienen poniendo su ingenio para asegurarse la producción.

Desde regalos a las comunidades, como agua potable, escuelas o incluso rutas pavimentadas hasta la instalación de laboratorios clandestinos para manipular genéticamente la calidad y garantizar la producción son algunas de las maniobras de las grandes empresas productoras de chocolate.

Hoy la demanda aumenta y los rendimientos y la producción descienden. Lo cierto es que el vaivén entre oferta-demanda podría estar marcando una inminente escasez.

Chocolate: sabor dulce y comercio amargo.

BRUJAS Y COMERCIO JUSTO

La ley de oferta y demanda pierde el equilibrio fácilmente en una economía de mercado donde se incluye un factor tan irreverente como la especulación. Sucede que, como con las brujas, la especulación no existe pero que la hay, la hay.

En el mundo real, la realidad está construida por diferentes verdades. Lo que genera, sin duda,matices. Sin embargo, cada día más, los consumidores son conscientes que el comercio puede ser equitativo.

El comercio justo es impulsado, en general, por diferentes asociaciones no gubernamentales. Una de ellas es el Fondo de Preservación de Cacao Heirloom (HCP, por sus siglas en inglés), que tiene precisamente a Dan Pearson, de Marañón Chocolate, como uno de sus cofundadores.

Comprometida a mejorar la calidad de vida de los agricultores de cacao y sus familias, y la protección del suministro mundial de chocolate de alta calidad, la HCP garantiza la supervivencia de la biodiversidad necesaria para la sostenibilidad del fruto.

En otras palabras, el HCP está abocado a descubrir, identificar y preservar variedades de cacao de sabor fino o más antiguas que se conocen (Heirloom), conservando la biodiversidad natural que las rodea y empoderando a las comunidades agrícolas.

La primera designación que realizó el HCP fue en 2014. Hoy, el programa de la organización cuenta con 16 sitios reconocidos como Heirloom o reliquia. Bolivia, Ecuador, Costa Rica, Nicaragua, Belice, Vietnam, Tanzania, Madagascar y Filipinas son los países que concentran los sitios con las mejores prácticas para la sustentabilidad y el procesamiento del cacao fino.

Por ejemplo, el HCP designó a la Asociación de Productores Agropecuarios Artesanal Nueva Esperanza (ASOANE), una agrupación que reúne 25 productores de la agricultura artesanal en Puerto Quito (Ecuador), quienes recibieron dos subvenciones para el establecimiento de una parcela experimental y desarrollar programas de capacitación técnica y fortalecimiento.

Como resultado, ASOANE comenzó con éxito su propia marca de chocolate: La Capital del Chocolate. “Trabajar con HCP ha significado una contribución a la preservación y el reconocimiento del cacao nacional de sabor fino”, asegura Yamila Roldán, presidenta de la asociación.

En tanto, Francisco Monserrate, vicepresidente, afirmó que están aprendiendo sobre la genética del cacao y generando un proceso de selección técnica con la colaboración del HCP. “Estamos protegiendo nuestros árboles especiales para las generaciones futuras”.

Los beneficiados con la designación Heirloom, reciben además, un análisis organoléptico completo de su cacao por parte del panel de degustación internacionalmente nominado por HCP, un análisis genético completo de su cacao realizado por el USDA, cuentan con el apoyo del Consejo Asesor de expertos cuando se requiere y apoyo en la visibilidad de marca a través de la Asociación de la Industria de Chocolate Fino y Marke Mine Fine.

Marañón Chocolate.

Según el HCP, “el objetivo a largo plazo es reunir suficientes datos para descubrir vínculos entre sabor y genética”. Para los expertos del fondo: “Al observar lo que sucedió con los tomates o las fresas, la producción de mayor rendimiento se volvió más importante que el sabor”.

Entre sus importantes objetivos el HCP busca ser una respuesta eficiente frente a las presiones globales de cambio ambiental, deforestación e influencias económicas que amenazan el suministro mundial de alta calidad y sabor.

Tan particular es la situación del ser humano en su planeta azul, que hasta la resiliencia debe ser protegida. La gran amenaza que implica la actividad humana –advierten desde el Fondo de Preservación de Cacao Heirloom– es que existe en el mundo tal complejidad y riqueza que está en peligro de ser destruida incluso antes de ser descubierta.