Contra la opinión mundial, las grandes petroleras deciden aumentar su producción

feb 2020

No solo han inundado el Planeta de plástico y convertido a los océanos en un enorme vertedero de desechos de ese material, sino que se preparan para generar un verdadero tsunami, una gigantesca ola de plástico nuevo.

Las principales compañías petroleras como ExxonMobil, Shell y Saudi Aramco, han decidido aumentar su producción incrementando aún más los daños que el plástico ha ocasionado al medioambiente global. Lo hacen por una simple razón: quieren aumentar sus ganancias y compensar un presunto retroceso en el consumo de combustibles fósiles, que atribuyen a la respuesta global que los ciudadanos darían ante el cambio climático.

Es lo que revela Beth Gardiner, una prestigiosa periodista y autora de The Plastics Pipeline: A Surge of New Production Is on the Way, publicado en diciembre por Yale Environment 360, una revista de la Escuela de Silvicultura y Estudios Ambientales de la Universidad de Yale.

“Un mundo inundado de plástico pronto verá aún más, a medida que una gran cantidad de nuevas plantas petroquímicas, su materia prima de etano suministrada por el auge del fracking, se conecte a Internet. Las principales compañías petroleras, ante la perspectiva de una menor demanda de sus combustibles, están aumentando su producción de plásticos”.

Beth Gardiner.

Beth es una estadounidense, radicada en Londres, con especial interés en la problemática ambiental, como se refleja en su libro Choked: Life and Breath in the Age of Air Pollution (Ahogado: vida y respiración en la era de la contaminación del aire) editado por University of Chicago Press, en 2019.

Su denuncia es severa y valiente. Mientras en el mundo los consumidores recogen plásticos que inundan sus alcantarillas, sus playas y sus calles y muestran su preocupación por las islas de basura plástica en los océanos, las grandes petroleras en una especie de burla global aumentan su producción. Y lo celebran  como el “renacimiento en la fabricación de plásticos de EEUU”.

Por lo visto la locura y la necedad no son exclusividad de Trump.

Frente a la determinación de China, que acaba de anunciar la eliminación del plástico de un solo uso en las principales urbes del país para finales de 2020 y en todas sus poblaciones para 2022; decisión similar a la implementada por la UE y algunos Estados de EEUU, “las industrias de combustibles fósiles y petroquímicos están invirtiendo miles de millones de dólares en nuevas plantas destinadas a producir millones de toneladas más de plástico de las que ahora bombean”, señala Gardiner.

La mano negra del fracking

Como advierte Naciones Unidas, el mundo necesita terminar con el consumo de combustibles fósiles como fuente de energía, para evitar que el cambio climático nos deslice hacia una catástrofe ambiental. Pero en ese escenario, las compañías de petróleo y gas ven una nueva oportunidad de negocios: aumentar la producción de plástico aprovechando los excedentes de etano que provoca el fracking estadounidense y que constituyen la materia prima de la fabricación de plásticos.

“Con los precios bajos del gas natural –escribe Gardiner– muchas operaciones de fracking están perdiendo dinero, por lo que los productores han estado ansiosos por encontrar un uso para el etano que obtienen como subproducto de la perforación”.

Confirmando las denuncias expuestas por Greta Thunberg en el Foro Económico Mundial sobre la inacción de los líderes mundiales, que se muestran derrotados ante las grandes corporaciones petroleras, desde el mismo Foro se anticipa que la producción de plástico se duplicará en los próximos 20 años, momento en el cual sus nocivas emisiones climáticas podrían aumentar a 2,75 mil millones de toneladas al año. 

Y la Agencia Internacional de Energía (AIE), adelanta que los productos petroquímicos como el plástico impulsarán la mitad del crecimiento de la demanda de petróleo entre ahora y 2050.

Se anticipa que la producción de plástico se duplicará en los próximos 20 años.

En su fuerte denuncia, Gardiner se hace eco de una información del American Chemistry Council, que revela que desde 2010, las empresas han invertido más de u$s 200.000 millones en 333 proyectos de plástico y otros productos químicos en EEUU.

Ese volumen de inversiones incluye expansiones de instalaciones existentes pero también nuevas plantas e infraestructura asociada, como tuberías, en el tristemente célebre “Callejón del Cáncer”, centro histórico de la industria petroquímica estadounidense (en la costa del Golfo de Texas y Luisiana) famoso por sus emisiones tóxicas.

Pero también parte de los nuevos proyectos se extienden por un nuevo corredor de plásticos en Ohio, Pensilvania y Virginia Occidental, donde los pozos de fracking posibilitan acceso fácil al etano, que parece convertirse en una especie de subsidio a la fracturación.

Gardiner recoge el dramático testimonio de Judith Enck, fundadora de Beyond Plastics y ex directora regional de la Agencia de Protección Ambiental de EEUU: “Por eso 2020 es tan crucial. Hay muchas de estas instalaciones que están en proceso de autorización. Estamos bastante cerca de que todo sea demasiado tarde. Si incluso se construye una cuarta parte de estas instalaciones de craqueo de etano, el plástico nos está cerrando el futuro y será difícil recuperarse”.

Como advierte Enck, las inversiones son preocupantes: Shell construye en Pensilvania, una planta de craqueo de etano por u$s 6.000 millones, para convertir etano en etileno, para la fabricación de diversos tipos de plástico, donde espera producir 1,6 millones de toneladas métricas de polietileno por año. Según Shell, ese polietileno se usará para fabricar una amplia gama de productos, desde empaques de alimentos hasta muebles y equipos deportivos, a partir de 2023-2025.

Inundados por el plástico

Las implicaciones para los países que contaminan menos y luchan por hacer frente al cambio climático y para las miles de comunidades que batallan contra las mareas de plástico, son brutales. Un ejemplo de ello es la playa de Muncar, en la isla de Java. Hace solo una década era una de las ciudades más pintorescas de Indonesia y un sitio turístico.  Hoy es un repugnante depósito de todo tipo de residuos de plástico.

Playa de Muncar, isla de Java (Indonesia). Los países que menos contaminan pagan el costo ambiental.

El gobierno local con el apoyo de asesores internacionales, una empresa de reciclaje y un ejército de recolectores voluntarios, trabajan para detener la marea de plástico que llega a sus playas. Les costará millones de dólares y les llevará años de esfuerzo, mientras las grandes petroleras incrementan su producción para compensar ‘presuntas’ pérdidas a futuro por menor consumo de petróleo.

Las empresas han hecho fuerte presión durante 2019 contra las nuevas leyes de la UE, India, Perú y otros países y anticiparon que producirán aún más. La industria y los grandes grupos comerciales de supermercados se resisten a las prohibiciones y nuevos objetivos de reciclaje. En EEUU, el sector  respondió incluso con amenazas y demandas judiciales contra autoridades locales y ciudades que intentaron introducir prohibiciones sobre el uso de bolsas de plástico.

Sólo una fuerte acción ciudadana a lo largo y ancho del Planeta y un boicot al uso de plástico no reciclable podrá frenar el nuevo embate de las grandes petroleras. Más Azul ha alertado acerca de que los gobiernos siguen subsidiando los combustibles fósiles, pese a que han pasado diez años del compromiso asumido por el G20, de abandonarlos. (Ver ¿Subsidiamos nuestra extinción?”, n° 4, dic. 2019)

Pese a ser los mayores responsables de la catástrofe ambiental que se cierne sobre el Planeta, los seguimos subsidiando con el dinero de nuestras contribuciones!!!

Artículo de Beth Gardiner: https://e360.yale.edu/features/the-plastics-pipeline-a-surge-of-new-production-is-on-the-way