Ante el cambio climático, China “hace lo que dice”, afirma su canciller

7 sep 2020

Antonio lOPEZ cRESPO

Director

El contexto internacional actual presenta características singulares. Confrontan dos concepciones radicalmente opuestas: quienes consideran que el mundo enfrenta desafíos globales extraordinarios como el cambio climático, la pobreza y el hambre, que exigen relaciones internacionales de cooperación, trabajo conjunto y beneficio mutuo. Y quienes, como Trump y otros, creen en el predominio de poder de unos frente a otros –“America First”– y retornan a los planteos nacional-populistas, que llevaran a la humanidad a sus peores catástrofes.

La gravedad de los desafíos globales es de tal magnitud que pareciera lógico coincidir en la necesidad de una atención conjunta por parte de la comunidad internacional, para coordinar acciones perentorias y eficaces. Postergarlas –como se está haciendo– conlleva un incremento de la inestabilidad, una expansión aún mayor del terrorismo y la inseguridad, y la multiplicación de gigantescos retos como los que hoy enfrentamos con la pandemia.

Generar prosperidad para las sociedades del futuro en el marco de un desarrollo armónico y sostenible y de un orden internacional justo y equitativo requiere un esfuerzo colectivo generoso y audaz.

Es lo que acaba de plantear el canciller chino y consejero de Estado, Wang Yi, en un importante discurso en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales, en París, el 30 de agosto pasado.

Wang Yi, Ministro de Relaciones Exteriores y consejero de Estado de China.

Cuando el mundo se plantea su propia supervivencia y afronta riesgos globales, es momento de tener una visión planetaria de los problemas, fortalecer la cooperación, la colaboración y las decisiones multilaterales. Y avanzar hacia un sistema de gobernanza global basado en consultas amplias, contribuciones conjuntas y beneficios compartidos.

La globalización ha generado un ‘verdadero hongo atómico de riqueza’. Qué ha tenido problemas? Qué esa riqueza se ha distribuido contra toda equidad? Qué ha permitido una concentración intolerable? Desde luego… Pero no solo eso. También ha permitido que países y sociedades sometidas a siglos de pobreza y subdesarrollo emergieran con una fuerza inusitada y alcanzaran niveles de desarrollo y bienestar nunca vistos.

Con luces y sombras, como toda transformación humana, la globalización ha sido un proceso extraordinario en términos de progreso social y avances sobre la pobreza. Y ha contribuido a condicionar los predominios hegemónicos.

Hace doscientos años, el 90% de la población mundial vivía en la pobreza absoluta. Hoy solo el 10% viven en esa situación. La mitad de esta mejoría se ha producido en los últimos treinta años. Países crónicamente pobres muestran hoy enormes avances en las condiciones de vida de su población y sus voces resuenan en el concierto de las naciones.

Las clases medias y ricas ya suman más de la mitad de la población mundial (algo más de 3.800 millones de personas). Son una mayoría. Las perspectivas son aún mayores: 4.000 millones de habitantes de clase media para 2025 y 5.300 millones para 2030. Un tercio de los africanos pertenecen a las clases medias globales.

La expectativa de vida y la supervivencia infantil han aumentado en todo el mundo de manera significativa. Las guerras –pese a su eco periodístico y su crueldad– se han reducido y salvo un área entre Nigeria y Pakistán, el resto del Planeta vive relativamente en paz.

La pandemia del Covid-19 ha sido sin duda disruptiva y feroz. Pero es la advertencia que la naturaleza nos hace desde la zoonosis, para que entendamos que el desastre ambiental que ha generado el actual sistema de producción y consumo, no da para más. Que no podemos seguir alterando irracionalmente los ecosistemas sino no queremos soportar la multiplicación de las pandemias, como anticipan PNUMA y la OMS. Y que no podemos seguir buscando “soluciones nacionales” a problemas globales.

La globalización es irreversible porque es parte del camino hacia la integración y la cooperación mundial. La trama de cadenas industriales y suministros mundiales es solo una parte inseparable de ese proceso de una humanidad que se descubre viviendo en una “casa común”.

EL LENGUAJE DE LOS NECIOS

Pero en ese proceso, hay quienes se niegan a mirar hacia el futuro y pretenden enfrentarlo con soluciones que atrasan y que han sido tóxicas para el Planeta. Como señaló el canciller chino Wang: “forzar el desacoplamiento como hacen algunos países no solo va en contra de las reglas del mercado y la realidad, sino también de los intereses de la gente de todo el mundo”.

Planteos como los que encarna la Administración Trump –pero no solo ella– muestran el recrudecimiento de todos aquellos males que ocultan los nacionalismos perversos, desde la xenofobia al racismo, el predominio de unos sobre otros a través de la fuerza (sea con sanciones o poderío militar), la estrategia de “empobrecer al vecino”, la militarización de los conflictos, etc.

Trump ha llevado ese lenguaje al paroxismo, con una campaña anti-China (guerra comercial, virus ‘chino’, 5G, Tik Tok, armas a Taiwán) que ha desbarrancado en plena campaña electoral al afirmar que si no es reelegido China será dueña de nuestro país” (sic!!!).

Ante un Planeta en riesgo, Trump impone la lógica de la exasperación, el conflicto y la ‘ley de la selva’.

Pero un mundo que tiene –como advierten los científicos– una ventana de tiempo limitada para evitar una catástrofe climática no puede permitirse que prospere el lenguaje de los necios. “No podemos permitir que la política de poder arrastre al mundo de vuelta a la ‘ley de la selva’; no podemos permitir que el unilateralismo obstaculice el avance hacia unas relaciones internacionales más democráticas”.

En su presentación, Wang analizó los desafíos globales del cambio climático y la pandemia: “El mundo está experimentando cambios que rara vez se han visto en un siglo, y el brote inesperado de Covid-19 sin duda ha acelerado esos cambios”.

“Actualmente, la Covid-19 está erosionando la vida y la salud humanas. El mundo ha caído en una profunda recesión”, señaló Wang. “La gobernanza mundial se enfrenta a serios dilemas con enormes oleadas de desempleo, quiebras e interrupciones de las cadenas de suministro, así como los crecientes déficits en gobernanza, desarrollo y confianza”.

Frente a esos cambios y la pandemia, la humanidad se enfrenta a la decisión clave de avanzar o retroceder, unirse o dividirse, abrirse o cerrarse, afirmó el canciller chino: “Cualquiera que intente ir en contra de la tendencia de los tiempos será impopular y no podrá llegar muy lejos”.

Frente a esta importante encrucijada de la humanidad, China instó a Europa y al resto de los países del mundo a adoptar una actitud responsable hacia el futuro de la humanidad, tener en cuenta los intereses fundamentales de los pueblos y sobre todo, a resistir juntos “las mareas adversas de odio e instigación a la confrontación y mantenerse firmemente en el lado correcto de la historia”, a fin de brindar más estabilidad a este mundo complicado y cambiante.

CHINA RATIFICA SU COMPROMISO CLIMATICO

Wang dejó en claro que la lucha contra el cambio climático deberá estar en el centro de las preocupaciones planetarias y que su país ratifica su compromiso en esa lucha: “No sólo somos claros, sino también decididos en nuestras acciones. En primer lugar, a pesar de la presión procedente de diferentes partes… facilitamos la firma del histórico Acuerdo de París. Segundo, China alcanzó el objetivo de reducción de emisiones 2020, dos años antes de lo programado”.

La proporción de energía no fósil en el consumo total de energía de China se ha elevado a cerca de 15%; la capacidad instalada de energía renovable representó 30% del total mundial, lo que constituye el 44% del aumento global, explicó Wang.

Otros datos que destacó es que más de la mitad de los vehículos impulsados por nuevas energías en el mundo circulan en China y es el país que más ha avanzado en materia de reforestación: una cuarta parte de las regiones reforestadas en el mundo desde el 2000 se encuentran en su país.

Y tercero, no nos detuvimos ahí –agregó Wang–. China está elaborando nuevos planes con objetivos a largo plazo basados en las nuevas necesidades ecológicas del país. Estos hechos y cifras demuestran que China hace lo que dice. También es un hecho que la calidad del aire en Beijing está mejorando cada vez más”.

Efectivamente, la gran reforestación china permitió que se recuperara una media de 50.000 kms2 de cubierta forestal por año, desde el 2000. Entre 2013 y 2017, China gastó más de u$s 70.000 millones en programas de reforestación, pagos a campesinos y a empresas cuyas actividades de explotación forestal fueron limitadas.

La calidad del aire ha mejorado y 337 ciudades de nivel prefectural para arriba registraron buena calidad del aire en un 82% el año pasado. También la calidad del agua de superficie mejoró notablemente: 74,9% está en el rango de I a III (buena calidad) casi 4% más que en 2018, mientras que el V se redujo del 6,7% del año anterior al 3,4% actual.

Asimismo, las emisiones de dióxido de carbono por unidad de producto interno bruto (PIB) cayeron 4,1% en 2019 frente al año previo, cumpliendo con la meta anual del país.

Lo expuesto por el canciller Wang en París coincide con lo planteado por el presidente Xi en su reciente visita a la ciudad china de Ma’anshan donde inspeccionó las tareas de protección y restauración ecológica y ambiental y la implementación de la moratoria de pesca de 10 años en el río Yangtsé.

Allí hizo hincapié en que “sólo protegiendo bien la ecología y aprovechando plenamente las ventajas ecológicas se puede lograr un desarrollo de alta calidad” e instó a promover la conservación ambiental bien coordinada y evitar el desarrollo excesivo en la Franja Económica del río Yangtsé.

“El hombre y la naturaleza forman una comunidad biótica con un futuro compartido –ha resaltado con frecuencia Xi–. El medio ambiente no tiene sustituto, y es posible que no nos demos cuenta de lo verdaderamente valioso que es, hasta que se dañe al punto de ser insalvable”.

Río Yangtsé, el río madre de China, un área de recuperación ambiental.

UN CAMINO POBLADO DE DIFICULTADES

Pero China no desconoce que el camino a recorrer está poblado de dificultades. El propio presidente Xi lo ejemplificaba: “Aunque la calidad del medio ambiente en China continúa mejorando y muestra tendencias de mejora constante, los resultados aún son tenues. La situación es muy parecida a remar un bote contra la corriente; si cedemos aunque sea un poco, corremos el riesgo de deshacer todo el progreso que hemos logrado. Nuestros esfuerzos por construir una civilización ecológica se encuentran ahora en una fase crucial en la que debemos continuar a pesar de la fuerte tensión y la inmensa presión. (…) Si no actuamos ahora, estos problemas traerán consecuencias aún más graves a medida que se vuelvan más difíciles y costosos de resolver, por lo que debemos apretar los dientes y conquistar los desafíos que nos esperan”.

Xi lo afirmaba antes de la pandemia. Ahora se suman nuevas dificultades. Aunque las autoridades chinas reiteran su decisión de alcanzar un modelo de desarrollo más sostenible y descarbonizado, su prioridad –ante las consecuencias económicas de la pandemia y la retracción del comercio mundial– es mantener un ritmo de crecimiento económico suficientemente alto como para asegurar la estabilidad social dentro de su país. Cualquier desaceleración brusca de la economía china podría poner en riesgo –como también sucede en Europa– las ambiciosas metas contra el cambio climático y el cumplimiento de los objetivos establecidos en el Acuerdo de París.

BUSCANDO UN SOCIO PARA LA LUCHA

China ha querido mandar un mensaje contundente desde París: la lucha contra el cambio climático y ante desafíos globales como la actual pandemia requieren caminar juntos. Wang insistió en persistir en la unidad, oponerse a la división; mantener el progreso, oponerse al retroceso; ratificar el desarrollo pacífico, oponerse al conflicto y al enfrentamiento.

Para ello, China y la UE deben liderar con firmeza la defensa del multilateralismo y oponerse de forma conjunta al acoso unilateral de EEUU que se ha intensificado y representa el mayor desafío para el orden internacional multilateral.

En Bruselas empiezan a oírse voces como la del Ministro de  Economía de Francia, Bruno Le Maire y de la propia canciller Merkel, para terminar con décadas de vasallaje estadounidense. La humanidad no necesita autócratas ni guerras sino alianzas y unidad en la diversidad.