‘Ciudades verdes’ II: la importancia de recuperar la naturaleza

01 jun 2021

Las ciudades albergan actualmente al 55% de la población mundial. En 10 años esa cifra podría elevarse al 60%. Para mediados del presente siglo, las previsiones demográficas estiman que la población mundial rondará los 9.600 millones de personas. Para entonces, la población urbana habrá sumado 2.500 millones de personas en todo el mundo y podría representar el 68 % de la humanidad (ONU).

En ellas se consumen más del 66% de la energía y los recursos y se generan más del 70% de las emisiones mundiales. Por tanto, cualquier solución en la lucha contra el cambio climático pasa por las ciudades.

A lo largo del siglo XX se hizo cada vez más evidente un proceso de creciente ruptura de las ciudades con la naturaleza.

Se trata de una de las creaciones humanas más complejas que entrecruza sistemas naturales, físicos y culturales. Las ciudades demandan una enorme disponibilidad de recursos de todo tipo y cuya forma de consumo impacta no solo a sus habitantes sino a todo el Planeta.

El uso de esos recursos, así como su transformación y administración, y la gestión de los desechos producidos, son parte de los problemas ambientales que explican el deterioro actual de la vida urbana.

Los principales problemas ambientales urbanos se interrelacionan y complejizan su solución. Un ejemplo son los vertederos de basura que se vinculan con la contaminación del agua y el aire, con las emisiones de CO2 y metano, así como con el deterioro de la biodiversidad y los trastornos sanitarios de la población.

El desarrollo de los asentamientos humanos ha brindado innumerables beneficios para el progreso humano y su evolución. Pero la Revolución industrial imprimió a las ciudades una dinámica singular. Sumó a un creciente incremento de población y concentración productiva,  una desmesurada expansión del consumo de energía y del predominio del automóvil, hasta la insostenible situación de consumo y contaminación que padecen muchas ciudades en la actualidad. 

A lo largo del siglo XX se hizo cada vez más evidente un proceso de creciente ruptura de las ciudades con la naturaleza. Expandidas bajo el paradigma del automóvil, han sumado problemas de contaminación, congestión, inseguridad en un paulatino y creciente desapego del bienestar de sus habitantes como eje de su desarrollo, que condicionan negativamente la calidad de la vida urbana.

Al punto que, si quisiéramos mantener el estilo de vida actual de la humanidad, para contar con los recursos naturales necesarios, en 2050 necesitaríamos casi tres Planetas Tierra (Banco Mundial).

DEL GRIS AL VERDE

De allí la importancia de transformar nuestras ciudades, reconciliándolas con la naturaleza. Como plantea el arquitecto italiano Carlo Ratti, uno de los diseñadores urbanos más influyentes, director del Senseable City Lab (MIT) es imperiosa la necesidad de alcanzar una convivencia armónica “entre el verde y el gris”. (Ver Más Azul n°2, nov. 2019, “El futuro de las ciudades II: La vuelta a la naturaleza”).

En apenas una década –según Naciones Unidas– más de 5.000 millones de personas vivirán en ciudades, gran parte de ellas en megalópolis. El plazo es tan perentorio que implica un gigantesco desafío para diseñar las ciudades del futuro y exige la reinvención de nuestros espacios urbanos.

No se trata de una opción sino el resultado de advertir que las ciudades empiezan a estar ‘jaqueadas por el cambio climático’. Dimos cuenta de ese proceso en enero de este año, al analizar el estudio publicado por Lei Zhao, de la Universidad de Illinois y un grupo de investigadores, que anticipa un fuerte calentamiento de las áreas urbanas antes de finales de siglo. (Ver Más Azul n°16, enero 2021, “Ciudades jaqueadas por el cambio climático”).

Las ciudades más importantes del Planeta podrían enfrentar en las próximas décadas, incrementos de temperatura de más de 4°C por las altas emisiones,  la persistencia del cambio climático y un descenso relativo de la humedad ambiental.

Zhao y sus colegas adelantaron asimismo un descenso casi universal en la humedad relativa de las ciudades, que provocará la evaporación más rápida de la superficie, lo que exigirá un fuerte aumento de la cubierta vegetal de las ciudades, como estrategias para enfrentar ambos fenómenos.

La bióloga española Alba García, máster en Gestión Marina (Universidad de Dalhousie, Canadá),  responsable de Ciudades Sostenibles en Greenpeace-España, insiste en que “es fundamental que nuestras ciudades pasen del gris al verde: modificando su alimentación, su movilidad, sus espacios públicos verdes, la eficiencia de sus edificios, su consumo de energía, su generación de residuos y su consumismo depredador. A menos que ayuntamientos y gobiernos tomen partido, el estilo de vida urbano seguirá poniendo en peligro tanto nuestra salud como los ecosistemas de todo el mundo”.

Si queremos que las ciudades del futuro sean capaces de enfrentar la emergencia climática, el deterioro de la biodiversidad y los desafíos de futuras pandemias, vamos a necesitar reinventarlas, repensar  ciudades sostenibles. Hacer ciudades más sanas implica transformar: la gestión del agua y los demás recursos naturales; el manejo de los residuos y sobre todo, incorporar la naturaleza al entono urbano.

Para la OMS, las ciudades deberían idealmente contar con 50 m2 verdes por habitante, siendo aceptable un espacio verde de 15 m2 e inaceptable estar por debajo de los 10 m2.

La Organización Mundial de la Salud advierte que, de lo contrario, la contaminación del aire se convertirá en la principal causa ambiental de mortalidad prematura en el mundo. Se estima que, en las actuales condiciones, el número de muertes derivadas de la exposición a partículas suspendidas para el 2050, aumentará a más del doble y que esa contaminación ambiental tendrá consecuencias severas sobre la salud humana y el calentamiento global del Planeta.

En medio de una revolución de las tecnologías que re-conforma nuestras interacciones con los demás y con el entorno, el principal desafío que plantea hoy el diseño de nuevos espacios o la adaptación de los existentes, proviene de la celeridad de las amenazas climáticas y la velocidad con la que se están transformando las necesidades humanas.

Como señaláramos en nuestro n°18 (“Ciudades verdes: La propuesta de Woha”, marzo 2021) “tras décadas de abandono de la planificación urbana y un crecimiento desbocado y anárquico de las grandes ciudades, en los últimos años ha surgido una esperanzadora vocación por repensar las ciudades en las que vivimos y los requerimientos que imponen las urbes del futuro”.

El debate sobre las ciudades del futuro pone al ser humano en el centro de la proyección y cobra una perspectiva holística interdisciplinaria que, desde distintos rincones del mundo, aborda un diseño sostenible, para permitir la recuperación de nuestra relación con la naturaleza.

Del gris al verde: Kampung Admiralty es el primer desarrollo público integrado de Singapur, obra de Woha.

CIUDADES VERDES

Si la población, el consumo, la energía, las emisiones y los desechos provienen mayoritariamente del actual funcionamiento de las ciudades, sólo con la transformación de éstas, podremos frenar el cambio climático.

Tener un Planeta sano implicará desde luego recuperar la biodiversidad, reforestar para mejorar nuestra capacidad de ‘enterrar carbono’, limpiar nuestros océanos, etc. Pero con más de la mitad de la población mundial demandando, desde las ciudades, más de dos tercios de los recursos y la energía del Planeta y produciendo más del 70% de las emisiones y los desechos, está claro que sin su transformación profunda no lo lograremos.

La pandemia ha sido un aviso del costo que tiene alejamos cada vez  más de la naturaleza (PNUMA). Reverdecer nuestras ciudades mejorará la salud física y mental de sus habitantes, mitigará las altas temperaturas que hoy acumulan, provocará un cambio en el uso del espacio y resolverá la falsa contradicción entre ciudad y naturaleza.

La ruptura nos ha llevado a considerar a la naturaleza como ‘algo para ver’, para visitar y en el mejor de los casos ‘contemplar’, un espectáculo más en suma, que nos impide percibirnos como parte (pequeña parte) de esa naturaleza.

La buena noticia es que desde los más diversos rincones del mundo, la tendencia a conciliar el verde con la jungla de cemento se generaliza. Wong Mun Summ y Richard Hassell–WOHA (Singapur) han proyectado y construido una serie de edificios capaces de respirar de nuevo, para desarrollar mega ciudades que sean auténticas ciudades jardín del siglo XXI, densas y verticales y a la vez, sociables y sustentables.

WOHA ha construido más de cincuenta proyectos en el Sudeste asiático, China y Australia, incluyendo torres residenciales, viviendas públicas, estaciones de transporte, hoteles e instituciones culturales.

Por su parte, el gobierno de China impulsa la creación de más de 100 eco-ciudades, que constituyen el plan urbano más ambicioso del Planeta en materia urbano-ambiental.

Cinco de esas eco-ciudades ya están en su etapa final. Tendrán fuerte presencia forestal y todos los elementos necesarios para garantizar una calidad ecológica para sus habitantes (energías renovables, vehículos eléctricos, gestión sostenible de residuos, etc.) Y estarán unidas por una red ferroviaria ultrarrápida cuya extensión alcanzará los 50.000 kms. de extensión, el doble del total del resto del mundo.

A ello se suma el proyecto de silvicultura urbana y desmineralización del estudio de Stefano Boeri en otras ciudades chinas como Shijiazhuang, Lishui, Liuzhou, Guizhou, Shanghai y Chongqing, en lo que asoma como una tendencia irreversible de la arquitectura y el urbanismo más avanzados de reconciliar al hombre con la naturaleza.

La construcción de nuevas ciudades forma parte de la “revolución verde” que impulsa el presidente Xi Jinping, quien se comprometió a una China cero emisiones para 2060 y ha instado a la comunidad internacional a buscar una “recuperación verde de la economía mundialaprovechando las oportunidades históricas que presenta la nueva ronda de la revolución científica y tecnológica”.

Toyota (Japón) está desarrollando Woven, una ciudad futurista al pie del emblemático y majestuoso Monte Fuji, que será una ciudad totalmente sostenible, donde la energía provendrá del sol y del hidrógeno.

El proyecto a cargo del prestigioso arquitecto danés Bjarke Ingels, propone un entorno urbano conectado, neutral en carbono y con un nuevo equilibrio entre vehículos, formas alternativas de movilidad, personas y naturaleza. La ciudad estará inmersa en un contexto de vegetación nativa y sistemas hidropónicos para generar alimentos. Y esa integración con la naturaleza tendrá un rol protagónico en la  ciudad del futuro que proyecta Toyota.

Un bosque vertical para combatir la polución de la ciudad, obra de Stefano Boeri.

Las propuestas se suman día a día. Desde los precursores avances del francés Patrick Blanc, de los italianos Boeri y Ratti y del japonés Miyawaki,  a los disruptivos planteos del matrimonio de los jóvenes arquitectos Fei y Chris Precht, que han desarrollado un concepto de viviendas prefabricadas modulares, donde los propietarios pueden cultivar sus propias hortalizas en huertos verticales.

Se trata de The Farmhouse, un proyecto de viviendas destinado a reconectar a los  ciudadanos con la agricultura y ayudarles a vivir de una manera más sostenible, ecológica y saludable que iniciaron en Beijing y ahora instalados en las montañas de Salzburgo (Austria).

Todos coinciden en que el desafío está en el corazón de las ciudades, y que es el epicentro de la contaminación donde hay que comenzar el trabajo de reconciliación con la naturaleza y mitigar los efectos del cambio climático. “Si queremos que las ciudades sean más verdes, resilientes y regeneradoras –ha señalado el Director General de la FAO, Qu Dongyu– tenemos que replantearnos el diseño y la gestión de las zonas urbanas y periurbanas… Ahora que tan solo quedan 10 años para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible necesitamos un cambio de mentalidad profundo y debemos remodelar nuestros enfoques institucionales”.

Ese cambio profundo es además perentorio. Cinco mil millones de personas vivirán en ciudades en los próximos 10 años y casi 7.000 millones en el 2050. Para atender su acceso a la alimentación será necesario replantearse todo el sistema mundial de producción de alimentos, que hoy es escandalosamente dilapidador.

Deberán utilizarse nuevos materiales más resistentes, más livianos  menos contaminantes, lo que supondrá un mayor utilización de materiales de origen biológico (Ver Más Azul n°5, Feb. 2020, “El futuro de las ciudades II: La vuelta a la naturaleza”).

Y para lograr que sean más verdes, la planificación deberá incorporar la vegetación a los propios edificios y desarrollar amplios espacios de naturaleza que operen como bosques urbanos (Ver Más Azul n°13, oct 2020, “Bosques urbanos”).

La ciudad se apartó de la naturaleza y hoy necesita imperiosamente recuperarla. Las iniciativas se multiplican como las feraces plantas de los cuentos infantiles no solo en los gabinetes de arquitectura de todo el mundo sino también en los despachos de instituciones de la UE donde se están estableciendo nuevas directrices vinculadas a las infraestructuras verdes urbanas.

La UE prepara a ritmo acelerado varias leyes y decisiones importantes para dejar atrás la ‘jungla de cemento’ y pasar a un modelo urbano enfocado en las personas y la naturaleza. Por ejemplo, la exigencia de planes obligatorios de infraestructura verde en todos los municipios de la UE de más de 20.000 habitantes, lo que –de aprobarse– significará una verdadera revolución en el camino hacia ciudades más verdes.

En la Estrategia de Adaptación Climática de la UE, adoptada a comienzos de este año, también se establece que la infraestructura verde urbana debe ser un elemento para ayudar a la adaptación de las ciudades al cambio climático.

Y en la llamada Nueva Bauhaus de la UE, donde se trata de definir las líneas futuras de las ciudades europeas se acordó la necesidad de incorporar verde en los edificios. Una solución que ya se demostró eficiente y veloz, en los proyectos desarrollados por WOHA que lograron incluso una sorprendente recuperación de ‘naturaleza’, fauna incluida (Ver Más Azul n°18, marzo 2021, “Ciudades verdes”).