El segundo país más poblado del Planeta en situación crítica

07 oct 2021

De las 30 ciudades del mundo con la peor contaminación del aire, 21 están en India. Y según datos del Informe Mundial de Calidad del Aire, seis urbes indias están entre las diez más contaminadas.

La contaminación en India está reduciendo en tres años, la vida de 660 millones de personas, la mitad de su población.

Ghaziabad, una ciudad industrial a 19 kms al este de Nueva Delhi, está considerada la ciudad más contaminada del mundo. Su contaminación coloca su nivel de calidad del aire (AQI) en 110,2, que significa más del doble de lo que la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU considera saludable.

En varias oportunidades, las autoridades indias debieron declarar emergencia de salud pública porque en ciertas zonas de Nueva Delhi el nivel de AQI pasaba límites extremos y en una ocasión, llegó a superar los 800, es decir más de tres veces el nivel considerado “peligroso”.

La polución es la tercera causa de muerte en el gigante asiático y ahora, con la pandemia preocupa más que nunca. Numerosos estudios vinculan la peor calidad del aire con la reducción de las defensas inmunitarias y los daños en las vías respiratorias.

Las consecuencias son estremecedoras. Según las últimas investigaciones, la contaminación del aire en India está reduciendo en una media de tres años (3,2 años) la vida de 660 millones de personas. Es decir, que más de la mitad de la población se ve afectada gravemente o muere a causa del aire contaminado y  ello representa nada menos que 2.100 millones de años perdidos, lo que muestra de forma lacerante el dramático problema de salud pública que supone la polución.

La calidad del aire en India comienza a deteriorarse cada año a finales de este mes (octubre), con la llegada de las temperaturas más bajas. Al concluir en septiembre la temporada de monzones, cambia la dirección del viento, sus ráfagas se ralentizan, la humedad es más alta y los contaminantes provenientes de las emisiones industriales y del intenso flujo vehicular, dejan de ser barridos y permanecen en la atmósfera por más tiempo.

Precisamente los gases que emiten los vehículos es uno de los principales problemas de la contaminación del país. Solo la ciudad de Delhi tiene más de 10 millones de automotores que sumados a los que circulan por las otras tres grandes ciudades indias (Bombay, Chennai y Calcuta), aportan más de la mitad de la contaminación total del aire.

El fenómeno de contaminación aérea de India no es ajeno a lo que sucede en buena parte de Asia meridional. De las 30 ciudades más contaminadas, 27 están en India, Pakistán o Bangladesh. China, que tenía la misma situación, ha debido desarrollar un intenso programa de reformas ambientales, para que no volvieran a repetirse situaciones como las de 2017, donde según la revista médica The Lancet, alrededor de 1,2 millones de personas murieron por exposición a la contaminación aérea.

En general, las regiones de Asia meridional, Sudeste asiático y Medio Oriente son las más afectadas. Según un informe, de las 355 ciudades que cumplen con los objetivos anuales de la OMS, solo seis están en esas tres regiones.

Crecimiento económico desbocado

Pero no es solo polución del aire. Otros dos problemas agudizan la gravísima situación ambiental de India: la generación de energía que aún se realiza en base a carbón; y la costumbre instalada de la quema de residuos, tanto en basurales como en rastrojos agrícolas, tal como sucede en algunos estados indios que forman parte del cinturón agrícola que rodea a Nueva Delhi.

En todos los casos tiene que ver con el desbocado crecimiento económico que ha tenido la región y en el caso de Medio Oriente, con la omnipresencia de la explotación petrolera. De hecho, Arabia Saudita es el país más tóxico del Planeta, con el mayor índice de contaminación, por encima de EEUU, China e India.

El crecimiento económico acelerado que experimentan países emergentes, como India o China, tiene un alto precio ambiental. También ha sido así en los países de Occidente con la Revolución Industrial, instalando en el Planeta un modelo de producción y consumo demencial, que no se animan a desmontar, pese a que reclaman un “futuro verde”.

A nivel de contaminación atmosférica, la situación es tan grave en India, que desde hace años han saltado todas las alarmas en la OMS que monitorea los niveles de polución para saber de qué manera está afectando la salud de sus ciudadanos.

En el caso de la India queda claro que el origen del problema no es otro que la negligencia por parte de las autoridades del país, en atender seriamente los graves problemas ambientales que padece. El gobierno de Narendra Modi, un nacionalista hindú, que fue miembro de la organización de derecha Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), cuyo liderazgo ha estado más centrado en el crecimiento económico e industrial que en los problemas de desarrollo humano y cuidado ambiental.

Esa posición ha llevado a que los niveles de contaminación se disparen, no sólo en Delhi, sino a nivel nacional, con el bochornoso resultado de que 13 ciudades indias están hoy en el top 20 de las más contaminadas del mundo, según la OMS.

En buena medida, el incremento de las quemas de rastrojos en el área rural se deben también a las reformas de Modi en el sistema agrario del país, que eliminó varias normas que protegían a los campesinos para abrir el sector al libre mercado y a una explotación más mecanizada.

El aumento de costos y la reducción de ganancias empujaron a los pequeños productores a quemar sus rastrojos para fertilizar y a la vez, evitar el costo de la recogida que insume muchas horas hombre.

BASURA OMNIPRESENTE

La contaminación aérea es solo uno de los problemas ambientales graves del país. Si uno se pregunta por la gestión de la basura nos encontraremos con otros datos alarmantes. El Banco Mundial estima que las ciudades indias producen unas 100.000 toneladas de residuos sólidos por día o unos 35 millones de toneladas anuales. Cada habitante generan más de medio kilo de residuos diarios y de esos residuos menos del 20% es procesado o tratado.

La generación de desechos de la India se estima que alcanzará las 380.000 toneladas por día para 2025, especialmente empujada por el crecimiento de población urbana que se espera llegue a 538 millones de habitantes.

Si ponemos el foco en los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), India es actualmente el tercer productor mundial de esos residuos, detrás de EEUU y China. Una insuficiente capacidad de reciclaje para hacer frente al incesante aumento de la demanda de metales fundamentales para varios sectores productivos, obliga al país a importarlos desde China, Chile, Congo, etc.

La falta de un desarrollo tecnificado en la recuperación de esos residuos –hoy en manos del mercado informal– constituye un enorme desperdicio. Tecnologías hoy disponibles permiten recuperar materiales con una alta pureza y menores costos. Un gramo de oro es 100 veces más barato producirlo a partir de RAEE que en la mina y con beneficios ambientales notables. (thehindubusinessline.com/opinion/e-waste-policy-needs-a-hard-reset)

En el vertedero de Deonar, en las afueras de Mumbai, 16 millones Tns. de desechos ocupan 130 hectáreas.

La gestión de los residuos urbanos es otra deuda pendiente. El caso más extremo es el vertedero de Deonar, donde más de 16 millones de toneladas de desechos ocupan una extensión de 130 hectáreas y una altura de casi 40 metros. El vertedero recibe 5.500 toneladas de desechos diarios. Sobre esa “montaña” de basura, con desechos en descomposición que liberan gases tóxicos (metano, sulfuro de hidrógeno, monóxido de carbono, etc) se han levantado viviendas precarias.

Al lado de este megavertedero, el más grande de India y uno de los más grandes de toda Asia, se levanta Govandi, uno de los barrios más pobres de Mumbai, un gigantesco un slum o villa miseria, donde viven unas 575.000 personas.

Capital comercial y del entretenimiento de la India y hogar de unos 20 millones de personas, Mumbai solo tiene una planta de tratamiento de desechos este tipo. La ciudad, que está próxima al vertedero, recibe sus emanaciones y es una de las principales causas de su contaminación atmosférica. Desde hace casi tres décadas, los vecinos reclaman a la justicia el cierre del vertedero sin resultado.

Pero la presión global por limitar las consecuencias de la degradación ambiental en todo el Planeta, ha empujado al gobierno de Modi a anunciar a principios de este mes, un “programa nacional de limpieza” de casi u$s 13.000 millones para desarrollar una serie de plantas de tratamiento de aguas residuales y cierre de vertederos de basura al aire libre como el de Deonar.

Los expertos dudan de su implementación teniendo en cuenta la negligencia y la falta de gestión han llevado a que en toda India haya 3.159 vertederos que acumulan unos 800 millones de toneladas de residuos, según una investigación realizada el año pasado por el Centro para la Ciencia y el Medio Ambiente (CSE).

Para Siddharth Ghanshyam Singh, subdirector de programas de CSE, las dudas provienen de la envergadura del desafío: “Si bien se ha logrado en ciudades más pequeñas, es difícil proporcionar una solución para las montañas de desechos a esta escala”.

EL DRAMA DEL AGUA

El agua es otro de los problemas ambientales que presenta la India. Sus ríos están fuertemente contaminados tanto por desechos industriales como por residuos urbanos. El río Yamuna, uno de los “siete ríos sagrados” (junto al Ganges, Indo, Sárasuati, Godavari, Narmadá y Kaveri) de más de 1.300 kms. de extensión acumula en un pequeño tramo de 22 kms. atravesando Delhi, el 76% de la contaminación del río que solo se recupera más de 200 kilómetros más adelante.

Pese a que existe la obligación de las industrias de estar conectadas a una planta depuradora y que casi mil empresas fueron multadas por arrojar sus vertidos directamente al río (2019) las sanciones del ente de control no surten efecto y los cauces de agua de la India en las áreas urbanas son verdaderos depósitos de residuos plásticos y todo tipo de basura.

Una de las situaciones más alarmantes es precisamente la del Yamuna, afluente del Ganges y considerado el río urbano más contaminado del mundo. Sus aguas, repletas de basura y materia fecal, no contienen oxígeno ni albergan ningún tipo de vida animal ni vegetal.

La presencia en sus riberas de 20 millones de personas (la población de Delhi) y como afluente del “sagrado” Ganges, su impacto ambiental es importantísimo. Pese a que se han gastado miles de millones de dólares, una serie de factores (infraestructuras insuficientes, viviendas sin las condiciones adecuadas, problemas en la gestión de los residuos, tradiciones culturales y cinco millones viviendo en ‘slums’ o infraviviendas) concurren a perpetuar la situación.

Miles de niños juegan en medio de una enorme inmundicia, expuestos a todo tipo de enfermedades. En India, la gastroenteritis es la tercera causa más común de muerte en niños. La cuenca del río Ganges drena una cuarta parte del agua del país, siendo una de las regiones más habitadas del planeta, con cientos de millones de habitantes.

Aunque en su origen (el Himalaya) la calidad de sus aguas es buena, en la cuenca media y baja abundan sustancias tóxicas (cromo, cadmio y arsénico) y numerosas bacterias y virus causantes de diversas enfermedades (cólera, disentería, etc) tanto en aguas superficiales como subterráneas. La falta de plantas de tratamiento genera que ciudades y pueblos viertan enormes cantidades de aguas residuales (1,1 millones de litros), residuos plásticos, vertidos industriales y sustancias tóxicas provenientes de la explotación agrícola periférica.

Se estima que en las aguas de Ganges se sumergen millones de devotos en busca de la salvación y que cada año, unos 32.000 cadáveres son arrojados al río. De hecho, en julio pasado, la crecida del Ganges sacó a la luz cientos de cadáveres de personas que se cree que han sido víctimas de la segunda ola de Covid en India y que según medios internacionales como NYT y DW, atribuyen a una maniobra  del gobierno para ocultar el verdadero número de víctimas.

Por otra parte, el agua domiciliaria en general, no es potable en India. Por lo tanto, millones de personas beben agua embotellada, pero otros tantos millones no acceden a ese gasto. Una sola botella de agua de 1,5 lts. cuesta 28,50 rupias… Los recolectores de vertederos como Deonar o  Bhalswa, en Delhi, suben cada día a esas “montañas de basura”, para rescatar residuos y revenderlos, para ganar como grupo familiar entre 100 y 400 rupias (1,50 a 5,80 dólares) por día, por lo que se ven obligados a beber el agua municipal contaminada.

 

El 75% de los hogares urbanos no disponen de agua potable y 84% de los rurales carecen de suministro.

El mercado del agua embotellada creció un 184% entre 2012 y 2017, pero comprar agua embotellada no la hace más segura. Una investigación del Centro  para la Ciencia y el Medio Ambiente, mostró en 2003 que de las 17 grandes marcas  vendidas en Nueva Delhi solo Evian (Francia) no contenía pesticidas y residuos peligrosos. Las demás excedían hasta en un 36,4% el límite fijado por la UE. Una de las más contaminadas era Kinley, producida por Coca Cola.

Aunque algo más controlada la situación en la actualidad, el problema es que la extracción de aguas se hace de napas altamente contaminadas y el tratamiento es insuficiente. “El basural expulsa amoníaco y gas metano. A veces incluso se incendia y arde día y noche. Como consecuencia, el agua subterránea está completamente contaminada”, explica  Anil Chaurasia, de una ONG local. “El agua sale amarilla y negra”.

La contaminación del agua es quizás el mayor problema ambiental en la mayor parte del territorio de India. Según el Banco Mundial, el agua subterránea en India está contaminada con arsénico, fluoruros y metales pesados.

El país depende de esa fuente para el 80% de su abastecimiento de agua doméstica y el  cambio climático está complicando aún más la situación ya que los cambios en los patrones de lluvias y las sequías reiteradas no permiten que el agua subterránea usada para la agricultura y los ciudadanos se reponga con regularidad.

Por otra parte, el aumento del nivel del mar está provocando que el agua salada del Océano Índico se filtre en sus aguas subterráneas y contamine lagos y ríos de agua dulce, haciéndolos no potables. Como con la basura, el gobierno indio promete garantizar agua potable para todos para el próximo año, algo muchos especialistas dudan que se pueda realizar en ese plazo.

Algunas empresas sociales con financiación estatal, ofrecen agua más barata a través de máquinas expendedoras o la extraen del suelo y la depuran. Aunque esas máquinas o los filtros domésticos son más baratos a largo plazo que el agua embotellada, asombra el abandono de los gobiernos del país para resolver un problema tan básico como el suministro público de agua potable en la cuarta economía del mundo (PPA) que dobla el PBI de Japón y de Alemania.

Lo que pocos se atreven a expresar es que la falta de servicios gubernamentales en especial en los barrios más desfavorecidos de la India (donde persiste la noción del “paria” que es insignificante en términos de las castas superiores) ha favorecido que verdaderas ‘mafias’ se hayan apoderado del mercado del agua.

Como el suministro de esos barrios y de las aldeas rurales se realiza a través de camiones cisterna, las  mafias con la complicidad de políticos, expolian a los ciudadanos con precios abusivos. Aprovechan la extrema escasez de agua en la India que ya padecen unos 600 millones de personas, en un país con épocas de extremo calor, el 70% de sus recursos acuíferos contaminados y considerado el tercer país con la peor calidad de agua del mundo.

Según datos oficiales del Gobierno indio, el 75% de los hogares no disponen de agua potable y el 84% de las casas rurales carecen de suministro de agua. Un verdadero ejemplo de ‘Estado ausente’.

Los plásticos son otro de los temas ambientales pendientes en India. Como una desgraciada ironía, fue el país anfitrión del Día Mundial del Medio Ambiente (2018), bajo el lema ‘sin contaminación por plásticos’. Pero genera entre 5 y 6 toneladas de este tipo de residuos cada año según cifras oficiales.

En cuanto a biodiversidad, India es uno de los países más extensos del mundo, con una de las floras y faunas más exuberantes. Siendo uno de los 17 países Megadiversos, es hogar de una fauna extraordinaria (7,6% de todos los mamíferos, 12,6% de todas las aves, 6,2% de todos los reptiles, 4,4% de todos los anfibios y 11,7% de todos los peces).

Pero su situación ambiental hace que dentro de la fauna de la India existan hoy 172 especies amenazadas, entre ellas el león asiático, el tigre de Bengala y el buitre bengalí, que está en situación de  extinción por ingerir diclofenac con el que la industria trata al ganado.

En las décadas de los ’70 y 80, India había avanzado en leyes de protección de la vida silvestre, la biodiversidad y la conservación de los bosques, así como en la creación de 500 santuarios de vida silvestre y reservas de la Biosfera. Pero el proceso de crecimiento económico de los últimos años, a tasas desmedidas, no fue acompañado con el cuidado ambiental necesario.

PORQUÉ?

Cabe preguntarse por qué India no lograr avanzar en el control de su medio ambiente? En pocos años, logró ocupar el cuarto lugar como potencia económica global, medida por PPA, detrás de EEUU, China y la UE. Sus avances en la reducción de la pobreza han permitido que unos 270 millones de indios dejaran esa condición.

Parece inexplicable que un país que ha logrado esos resultados no pueda abastecer de agua y aire limpio a su población, dos insumos tan básicos como la vida misma.

El sistema de castas de India se encuentra entre las formas más antiguas de estratificación social que ha sobrevivido a lo largo de los años. El sistema divide a los hindúes en cuatro categorías principales o varnasbrahmanes (sacerdotes y profesores), kshatriyas (guerreros y gobernantes), vaishyas (granjeros y comerciantes) y sudras (obreros). Hay quienes sostienen que esos cuatro grupos se originan en Brahma, el dios de la creación y representan su cuerpo: cabeza, brazos, muslos y pies. Por eso, los sudras realizan todos los trabajos serviles.

Pero unos 200 millones (un 16% de la población india) no pertenece a ninguno de los cuatro varnas: son los dalits o parias, considerados ‘intocables’ o ‘indignos’, que permanecen ignorados y fuera de toda consideración humana, que solo pueden desempeñar trabajos considerados marginales, como recoger basura, trabajar en la calle o practicar la mendicidad.

Aunque esas distinciones formales de casta se fueron relajando y hacia el siglo XVIII tenían una importancia limitada, la ocupación británica estableció estrictos límites entre castas, restaurando el sistema a fin de facilitar el manejo de la población.

Desde la independencia y en especial en las últimas décadas, por influencia de la educación y la creciente urbanización, las castas ha reducido su influencia pero todavía permanecen ciertos límites en los matrimonios entre castas y los apellidos casi siempre indican a qué casta pertenece una persona.

Pero la situación de los dalit o ‘intocables’ permanece: son los miembros más pobres y discriminados de la sociedad india. En un sistema de castas que aún pervive, las personas que nacen dalit mueren con esa condición. Viven en condiciones de pobreza extrema y sufren una enorme desigualdad económica y discriminación social.

El estigma social es tan fuerte que para un dalit es muy difícil tener las mismas oportunidades que el resto de la población porque siempre será considerado un impuro. La esperanza de vida de una mujer dalit es de 14,6 años menos que la de cualquier otra mujer.

En los hechos, el acceso de los dalits al sistema educativo está muy limitado y a la salud pública aún más. Los médicos no acuden a visitar los hogares dalit y no es bien visto compartir el hospital público con uno de ellos.

Los ‘impuros’ o dalits no tiene derecho a nada, aunque la Constitución de la India diga otra cosa.

Para los grupos ambientalistas de India, allí reside la ausencia de políticas para atender necesidades básicas de los sectores más desfavorecidos. A ello se suman las políticas de Narendra Modhi que otorgan una marcada preferencia al desarrollo empresarial, aunque provoque graves consecuencias sobre el medioambiente, eliminando o aliviando los controles para facilitar los negocios.

“El gobierno central solo habla, pero no hace nada”. No solo ha otorgado permisos para construir otras nuevas plantas de energía que utilizan carbón sino que postergó en abril pasado, hasta finales de 2022 su  normativa antipolución en las plantas de carbón, de donde India todavía extrae el 65% de su electricidad.

La realidad es que a las plantas próximas a áreas de altos niveles de contaminación se les estiró el plazo hasta finales de 2023 y las próximas a ciudades más pequeñas hasta finales de 2024, en una clara alianza del Ministerio de Medio Ambiente indio con las empresas contaminadores a las que otorga una y otra vez nuevas postergaciones, sin importar los graves consecuencias sobre la población, pese a las denuncias de  UNICEF sobre el riesgo de daños cerebrales irreversibles en los niños.