El mundo pierde una oportunidad histórica para recuperarse

22 jul 2022

Pese al aumento récord de las energías renovables, el último Informe de REN21, sobre la Situación Global de las Energías Renovables 2022 (GSR 2022) muestra que otra vez se ha perdido una oportunidad histórica de avanzar en la eliminación de los combustibles fósiles.

No solo hemos perdido la oportunidad de recuperación ecológica mundial que brindaba la pandemia de Covid-19, sino que la segunda mitad del 2021 ha disparado la mayor crisis energética de la historia moderna.

Los combustibles fósiles vuelven a frenar el camino hacia la transición y acelerar la crisis climática.

La mayor crisis energética de la historia moderna

El primer factor fue el incremento del precio del petróleo que encendió todas las alarmas cuando en octubre 2021 superó, por primera vez en ocho años, el precio de u$s 80 por barril WTI, confirmando una tendencia al alza de varios meses atrás, (en octubre 2020, el WTI costaba apenas u$s 40).

En la actualidad, un 65% de la producción estadounidense es de esquisto, según la Administración de Energía de EEUU. Según los expertos, el motivo profundo fue una estrategia inusual de EEUU y sus empresas productoras de petróleo de esquisto (shale oil) para contener la producción y favorecer el incremento mundial. “Una de las historias sorprendentes de este año –señalaba entonces  Mark Finley, investigador del Centro de Estudios de Energía (Instituto Baker, Universidad de Rice) – en el mercado petrolero ha sido que los productores en EEUU han sido muy disciplinados y no han respondido al aumento de precios con un incremento drástico de la extracción de crudo”.

La estrategia era simbiótica con los planes de la Casa Blanca para provocar a Putin y forzarlo a entrar en una guerra en Ucrania, con tres consecuencias simultáneas y favorables a la recuperación hegemónica de EEUU: el deterioro económico de Rusia por el gasto de guerra y las sanciones a aplicarle, la participación forzada de la producción petrolera y de gas de esquisto de EEUU en el enorme negocio de la demanda europea y terminar de condicionar a Europa para limitar sus intentos de autonomía que habían asomado con el acuerdo comercial con China y el gasoducto Nord Stream 2, ambos concluidos y listos para iniciar su puesta en marcha y cuya desactivación fue exigida terminantemente por Washington.

Un precio alto del gas y el petróleo perjudicaba a Europa y beneficiaba a EEUU, su próximo proveedor. En el corto plazo también beneficiaría a Rusia, pero las sanciones (si hubieran sido eficaces) lo impedirían. China e India lo frustraron comprando el combustible fósil proveniente de Moscú con importantes bonificaciones. Por eso, la estrategia de EEUU/OTAN es ahora no dejar que Ucrania vaya a la mesa de negociación y le impone continuar una guerra de desgaste.

Las perspectivas estaban claras: Mark Finley anticipaba cuatro meses antes de la guerra “que con esta estrategia, la industria del petróleo de esquisto en EEUU probablemente obtenga este año los mejores resultados financieros de su historia”.

Oportunidad perdida

El Informe REN21 (Renewable Energy Policy Network for the 21st Century) ahora publicado, envía una clara advertencia de que la transición energética no se está concretando, que se ha perdido una oportunidad histórica y que es probable que el mundo no llegue a cumplir los objetivos climáticos.

A la crisis energética exacerbada por la guerra en Ucrania se ha sumado una crisis mundial de materias primas sin precedentes, tanto por la relevancia alimentaria y en la producción de fertilizantes de ambas partes del conflicto como por el incremento de los combustibles con incidencia en el transporte y en la producción industrial global.

Estamos caminando al borde del precipicio, sin advertir que no hay tiempo para más y que las emisiones se siguen multiplicando. La ingeniera Rana Adib, directora ejecutiva de REN21 señala que “si bien un mayor número de gobiernos se comprometió a alcanzar emisiones netas cero de gases de efecto invernadero en 2021, en respuesta a la crisis energética, muchos países han vuelto a buscar nuevas fuentes de combustibles fósiles y a quemar aún más carbón, gas y petróleo”.

Esos declamados compromisos en favor de cero emisiones netas, no se tradujeron ni se traducen en impulso político ni en acciones concretas. En la COP 26 de Glasgow el año pasado, un récord de 135 países se comprometió a alcanzar el cero neto de emisiones de gases de efecto invernadero para el 2050. Pero la realidad era que sólo 84 de ellos tenían objetivos de energía renovable a nivel económico global, y apenas 36 tenían objetivos de 100% de energías renovables.

Aunque la declaración de la COP26 mencionó (por primera vez!!, lo que es revelador) la necesidad de reducir el uso del carbón, una vez más la promesa terminó en fracaso y esta vez estrepitoso, ya que tres meses después varios países europeos urgidos por su propia impericia ante la situación de Ucrania, volver a autorizar la apertura de plantas de carbón, y calificar al gas y la energía nuclear como “energías verdes” para posibilitar su financiamiento.

El derrumbe del viejo orden energético amenaza la economía mundial

Es probable que 2021 haya marcado el fin de la era de los combustibles fósiles baratos. Su escalada fue sorprendente: hacia el final del año pasado los precios del gas alcanzaron un nivel hasta diez veces más alto que en 2020 en Europa y Asia, y tres veces más en Estados Unidos, lo que impacto en los precios mayoristas de la electricidad. La guerra agravó aún más la crisis energética, con consecuencias planetarias: incremento de los precios de las materias primas, graves dificultades para dos tercios de los países del planeta (unos 140 países son importadores de combustibles fósiles) y un severo freno al crecimiento económico mundial.

Para Rana Adib “el antiguo régimen energético se está derrumbando ante nuestros ojos, y con él, la economía mundial. Sin embargo, la respuesta a la crisis y los objetivos climáticos no deben oponerse. Las energías renovables son la mejor solución y la más accesible para afrontar las fluctuaciones de precios de la energía. Debemos potenciar la proporción de renovables y convertirlas en una prioridad de la política económica e industrial. No se puede combatir el fuego con más fuego”.

El gráfico que sigue muestra que más del 50% de las emisiones de CO2 ocurrieron en los últimos 30 años y la demencial contaminación de los últimos 70 años.

Más del 50% de las emisiones de CO2 ocurrieron en los últimos 30 años- Global Carbon Project–BBC

La distancia entre promesas y acciones de los líderes mundiales en materia de transición energética y energías renovables es vergonzosa. Como cada año, el informe del REN21 examina el avance de las energías renovables a nivel mundial. Y en el de este año muestra que el cambio global del sistema energético hacia las renovables no está ocurriendo. El porcentaje global de las renovables en el consumo final de energía del mundo está estancado (8,7% a 11,7% en una década 2009-2019).

Los expertos venían advirtiendo que por ejemplo, en el sector de la electricidad, los aumentos récord de capacidad de energía renovable (314,5 GW o 17% a partir del 2020) y de generación (7.793 TWh) no alcanzaron siquiera a cubrir el incremento global del consumo de electricidad del 6%.

El escaso progreso es especialmente preocupante. En todos los sectores (calefacción y refrigeración, transporte, etc) la proporción de renovables en el consumo mundial de energía es exiguo, pese al enorme crecimiento que China ha hecho en la materia.

La capacidad instalada de energía renovable de China registró un crecimiento de dos dígitos en los primeros cinco meses de 2022, en medio de los esfuerzos del país por alcanzar sus objetivos de pico de emisiones y la neutralidad de carbono. En ese período, la capacidad de energía eólica se incrementó un 17,6% interanual hasta 340 millones Kv, mientras las granjas solares registraron una capacidad de 330 millones Kv (aumento interanual del 24,4%). Con eso, la capacidad de generación de energía instalada total del país alcanzó los 2.420 millones Kv, es decir un crecimiento del 7,9 % con respecto al año anterior. Pero también en China el consumo de energía final fue mayor que el crecimiento de las renovables.

El Informe del REN21 advierte que el incumplimiento de las promesas de los países impondrá ahora –para alcanzar el nivel cero neto– multiplicar los esfuerzos ya que el aumento del uso de la energía a nivel mundial fue cubierto en su mayor parte por los combustibles fósiles. La consecuencia: un desastroso aumento de emisiones de dióxido de carbono en 2021 –el mayor de la historia– con más de 2.000 millones de toneladas a nivel mundial.

2021: desastroso aumento global de emisiones de CO2 –el mayor de la historia– con más de 2.000 millones Tns.

El cambio no es una opción, es una prioridad

La actual crisis energética ha dotado a las industrias del carbón, petróleo y gas natural de una nueva sobrevida. Son las principales beneficiarias de las respuestas de los gobiernos a la crisis que han aprovechado para recuperar influencia y reforzar nuevos subsidios a los combustibles fósiles. energética, ganando a la vez ingresos e influencia.

El Informe REN21 (GSR 2022) documenta que, a pesar de los ‘renovados’ compromisos de acción climática, “los gobiernos siguen escogiendo ofrecer subsidios a la producción y el consumo de combustibles fósiles, como primera opción para mitigar los efectos de la crisis energética. Entre el 2018 y el 2020, los gobiernos destinaron un impresionante u$s 18 billones (7% del PIB mundial en 2020) a subsidios a combustibles fósiles, en algunos casos mientras reducían el apoyo a las energías renovables (como en la India)”.

Esta tendencia revela una alarmante distancia entre las promesas y la acción e ignora las oportunidades y beneficios que una transición hacia una economía y una sociedad basadas en las energías renovables, pueden otorgar. Parece olvidarse que una mayor proporción de energías renovables en el consumo total de un país o una sociedad, permiten gozar de mayor independencia y seguridad energética, mayor justicia en el acceso y una millonaria generación de nuevos empleos.

Para terminar con esa distancia, Arthouros Zervos, presidente de REN21 reclama “objetivos y planes a corto y largo plazo para pasar a las energías renovables, junto con fechas claras para el fin de los combustibles fósiles… El uso de las renovables debe ser un indicador clave de rendimiento en todos los sectores económicos”.

“Los gobiernos –como propone Rana Abid– deberían financiar directamente la instalación de tecnologías de energía renovable en los hogares vulnerables, antes que recurrir a subsidios de combustibles fósiles para reducir la factura energética de los ciudadanos. Pese a la inversión inicial, la senda de las energías renovables resultará más barata”.

Debemos entender de forma urgente que las renovables no son solo las únicas fuentes de energía que otorgan a todos los países del mundo la oportunidad de redistribuir el poder económico y gozar de mayor autonomía y seguridad energética, sino la única opción a la mano para evitar el colapso climático hacia el que nos encaminamos.