Pero aún es insuficiente para frenar la crisis climática

08 feb 2023

Antonio López Crespo

Director

La implantación de un nuevo modelo económico y energético resulta una prioridad y constituye un objetivo urgente. Tal como advierte Naciones Unidas, proseguir con el actual consumo de combustibles fósiles nos arroja a un “mundo inhabitable” y significa seguir cavando nuestra propia tumba.

El actual consumo de combustibles fósiles nos arroja a un “mundo inhabitable” - Unsplash.

Los países desarrollados parecen no comprenderlo. De hecho el consumo de gas, carbón y petróleo no dejan de incrementarse, multiplicando las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que convierte en utópica la meta establecida en el Acuerdo de París de no superar 1,5°C de aumento en la temperatura global para 2050. En la actual perspectiva, los expertos anticipan un horizonte de 2,4°C o más para mitad de siglo, ya que hemos alcanzado 1,2°C cuando faltan dos décadas y media.

Pese a los desvaríos de los responsables de la guerra ruso-ucraniana, estimulada por el deep state en Washington y el “cinismo de las corporaciones petroleras” (como lo definiera Antonio Guterres), la crisis climática está imponiendo la necesidad de afrontar una transición energética antes de que sea demasiado tarde.

Una nueva oportunidad

Un clima cada vez más extremo, una mayor contaminación y las tensiones geopolíticas creadas por una dependencia energética mayúscula (la guerra ha sido la prueba…) abre el camino hacia un nuevo sistema energético basado en fuentes de generación limpias y renovables. En esa dirección son varios los análisis que muestran que en 2023 se pueden producir movimientos destinados a acelerar las acciones que conduzcan a la descarbonización.

Para el jefe de Análisis Global de BloombergNEF (BNEF), Albert Cheung, las adiciones de capacidad de energía limpia a nivel mundial, se incrementaran este año un 18% como mínimo, alcanzando otro récord histórico con más de 450 GW. China en 2022, representó el 55% de toda la inversión mundial en energía renovable.

Cheung cree que pese a las difíciles circunstancias, el año pasado hubo una aceleración notable en la transición energética, debido en parte a la propia crisis energética, lo que se constata con las nuevas instalaciones de energía renovable y ventas de vehículos eléctricos (EV) que han batido récords en todo el mundo.

Para el grupo de investigación de Bloomberg, el 2022 marcó el final de una era en la transición energética baja en carbono, en más de un sentido: “La energía limpia es más competitiva en costos que nunca, ya que los costos de los combustibles fósiles siguen siendo elevados y los costos de las energías renovables ahora están reanudando su declive a largo plazo, con los costos nivelados promedio globales de la energía eólica terrestre cayendo un 6,3% del primer al segundo semestre de 2022, y la energía eólica marina cayendo un 10,2%… Las limitaciones de la cadena de suministro se están suavizando y los precios de los insumos clave, como el polisilicio, el níquel y el cobalto, están bajando. Las ventas de vehículos eléctricos siguen aumentando y se prevé que alcancen los 13 millones en 2023, frente a los 10 millones de 2022. El hidrógeno limpio será competitivo en costos antes de lo esperado, gracias a los elevados precios de los combustibles fósiles”, señala Cheung.

Aunque el pasado año significó el fin de un período de cuatro años en el que la ambición climática en el escenario internacional parecía multiplicarse (según lo comprometido en los objetivos nacionales), para el análisis de BNEF, aún así estamos en un lugar mucho mejor que hace cuatro años. Lo demuestran –según los expertos– los datos del sector: las renovables pulverizan récords de inversión y alcanzan los 495.000 millones.

Con el objetivo de alcanzar la descarbonización, varios países han acelerado sus planes para desarrollar proyectos de tecnologías limpias y renovables que, según BloombergNEF, consolidan cifras impresionantes, como acercarse al medio billón de dólares por primera vez.

Inversiones globales en energías limpias por sector 2022 - Fuente: BloombergNEF.

En energía solar, por ejemplo, la inversión llegó a los 308.000 millones de dólares (36% de incremento interanual) instalándose en 2022, 260 gigavatios de nuevas capacidades. En eólica, las inversiones rondaron los 175.000 millones de dólares (cifra similar al año anterior), debido a los lentos procedimientos para los permisos, sobre todo en Europa y EEUU.

Otro factor del dinamismo provino de los compromisos de sostenibilidad que las instituciones financieras y algunos grandes actores del sector como Black Rock están impulsando para dejar de invertir en combustibles fósiles, lo que potencia la presión ciudadana y facilita la implementación de políticas públicas de energía limpia.

La guerra ruso-ucraniana y la crisis energética consiguiente han cambiado, sin embargo, las dinámicas de la transición. Para Cheung, esta próxima era de la transición energética, estará motivada por la seguridad energética, y no por la sostenibilidad: La buena noticia es que el despliegue de energía limpia también respalda la seguridad energética, por lo que la búsqueda de una mayor seguridad energética conducirá en última instancia a una transición más rápida”. Y considera, por tanto, que el 2023 “no se caracterizará por ningún tipo de desaceleración. Todo lo contrario: la transición solo se acelerará y expandirá”.

El rol de China

Un hecho a destacar es el rol de China en ese proceso y en el de los últimos años respecto de la transición energética. China representó el 55% de toda la inversión mundial en energía renovable, con u$s 164.000 millones en nuevos parques solares y u$s 109.000 millones en nuevos parques eólicos, cinco veces y media más que lo invertido por Estados Unidos (49.000 millones) y siete veces más que los 27 países que conforman la Unión Europea (39.000 millones).

Según un informe de World Energy Trade de agosto pasado, China representa además casi la mitad de la capacidad mundial de energía renovable. A pesar de los grandes discursos de Occidente respecto a los objetivos de China en cuanto a emisiones de carbono, Beijing está inyectando enormes cantidades de fondos en su sector de energías renovables en su intento de ser competitiva en sus operaciones de energía verde”, explican.

Como hemos señalado en Más Azul (Ver n° 3, dic 19 “China lidera la energía eólica del mundo” y n° 40, enero 2023, “China construye corredor de energía limpia más grande del mundo”) China asumió que su extraordinario y rápido desarrollo y la mejoría notable de las condiciones de vida de sus ciudadanos en menos de tres décadas había arrojado una “deuda verde” por su enorme aporte a las emisiones de CO2, en especial por su consumo de carbón para producir energía.

China inició entonces un vertiginoso proceso de transición que lo llevó inicialmente a convertirse en la primera potencia mundial en energías limpias y en el mayor fabricante mundial de autos eléctricos, para a partir de 2012 plantear al mundo la necesidad de impulsar una “civilización ecológica” que armonice el desarrollo humano con el cuidado de la naturaleza.  (Ver n°19, abril 2021, “Avances en el programa ambiental de China”) y n° 16, enero 2021 “China avanza hacia una “civilización ecológica”).  

Su gobierno apoyó a las empresas privadas para que invirtieran en energías renovables “mediante la concesión de créditos y la introducción de varias subvenciones para fomentar el uso de la energía verde frente al carbón. En la actualidad, China aporta casi la mitad de la capacidad de energía renovable del mundo, ya que alberga la mayor planta solar del mundo y hay más construcciones previstas, lo que significa que su capacidad solar podría duplicarse este año”.

Su contribución, por tanto, al desarrollo del sector mundial de las energías renovables es sustancial. Para Nannan Kou, jefe de análisis de China en BloombergNEF “la infraestructura verde es el área de inversión más importante en la que China está confiando” lo que le ha permitido realizar 41.000 millones de dólares en inversiones solares solo en el primer semestre de 2022, con el objetivo de lograr 1.200 GW de capacidad eólica y solar para 2030.

 

China es la superpotencia en energías renovables y automóviles eléctricos.

Como señala el informe de World Energy Trade, “las tecnologías innovadoras están ayudando a China a avanzar en su sector de las energías renovables, con tecnologías de digitalización como el 5G, las redes inteligentes y los recursos energéticos distribuidos, y la electrificación de los usos finales que ayudan a proporcionar el cambio estructural que China necesita para la transición de una industria energética impulsada por los combustibles fósiles a una impulsada por el medio ambiente. La electrificación del sistema energético chino ayudará a aumentar la demanda, y se espera que el despliegue de nuevas tecnologías digitales contribuya a desarrollar un sistema más descentralizado”.

Si bien los datos globales de inversión en energías limpias son los más altos de la historia, no deben borrar otros datos de la realidad: 1. China y EEUU siguen siendo los mayores contaminadores mundiales seguidos por India y la Unión Europea; 2. Las emisiones globales netas de carbono hacia el cero absoluto para 2050, están muy lejos de reducirse ya que en lugar de disminuir, siguen creciendo y 3. Las inversiones en energías limpias siguen siendo menores que los subsidios con los que los gobiernos, apoyan cada año, el consumo de combustibles fósiles.

No todo es limpio

Ese podría ser el reiterado mensaje de algunas campañas de solapados defensores del lobby petrolero que pretenden mostrar los trastornos que provocaría la transición energética. Pero es ese mensaje el que, en verdad, no es limpio sino que expresa el ‘pensamiento cucaracha’ (en una magistral definición de The New York Times) de los sectores más retardatarios del negacionismo climático que no son otros que los voceros de las corporaciones petroleras.

Desde estúpidos como Alex Epstein que sin formación científica en energía o en clima sostienen que “el incremento constante del uso de combustibles fósiles y el desarrollo consiguiente son el mayor benefactor que nuestro medio ambiente ha conocido jamás”, a quienes pretenden asustar con vaticinios acerca de la mayor volatilidad del precio de la energía (limpia) lo que podría “incrementar la desigualdad”. A éstos bastaría con mostrarles la infinita manipulación de precios de los combustibles fósiles y la inestabilidad de precios de la actual crisis.

Están además los que pretenden darnos cátedra de ‘conciencia social’ advirtiendo sobre el “impacto en el mercado laboral” o sobre “el precio de los minerales clave para la transición” omitiendo curiosamente que –tal como denuncia Naciones Unidas– no habrá futuro sobre el Planeta si no se abandonan con urgencia los combustibles fósiles. Alertan sobre pobreza, precios y trabajo, pero omiten la propia supervivencia humana.

Todos esos voceros coinciden en que la transición energética también será muy costosa en términos económicos y tendrá consecuencias muy dolorosas para ciertos segmentos de la población, tal como señala Patrick Artus, economista del banco de inversión Natixis. Cabría preguntarles si han hecho el cálculo económico y de los sufrimientos humanos de las catástrofes climáticas (huracanes, inundaciones, sequías, incendios forestales) en América Central y el Caribe, en Pakistán, en Australia o en el continente africano. Pero la defensa del petróleo y sus holgadas retribuciones obnubila algunos razonamientos.

Las interpretaciones son tan pobres intelectualmente que consideran que unos precios al alza del petróleo y el gas son un estímulo para que las grandes petroleras vuelvan a invertir e incrementen su capacidad de producción, lo que provocaría una rebaja en los precios. Algo así como subamos los precios bajos para lograr que vuelvan a bajar. La búsqueda de beneficios no es un buen ejercicio en el camino hacia la verdad, como quedó demostrado con las ganancias ‘pornográficas’ de las Big Five en 2022.

Llegan a la soberana estupidez de atribuir a la presión de los gobiernos desarrollados sobre la industria de las energías fósiles en 2021, el alza de sus precios. Cabría recomendarles que relean el pensamiento del Secretario General de la ONU acerca del “cinismo” de las empresas petroleras en su manipulación de la guerra en Ucrania y si quieren ir más lejos, revisen la documentación sobre cómo desde la década de los ’70 esas corporaciones sabían con precisión los daños criminales que provocarían a la salud del Planeta y sus habitantes en un ecocido de dimensiones colosales.