Un «ciclón bomba» provoca el caos en el país con temperaturas de hasta -50ºC

01 ene 2023

“Gran parte del este de EEUU permanecerá congelado antes de que se establezca una tendencia de moderación” pronosticó el NWS. En Nueva York las acumulaciones de nieva superaban los dos metros y medio y los cortes de luz alteraban la vida de sus ciudadanos. Es como ir a una zona de guerra, con los vehículos a los lados de las carreteras. Son imágenes impactantes”, describió Kathy Hochul, su gobernadora.

Una super-tormenta "única en su generación”.

El National Weather Service (NWS) la describe como una super-tormenta “única en su generación”, que ha sembrado el caos en EEUU y dado muestras de la crisis climática que azota al Planeta. El propio presidente Biden había advertido que no se trataría de una tormenta de nieve normal: “Esta es una alerta meteorológica muy grave. Y va desde Oklahoma hasta Wyoming, y de Wyoming a Maine. Habrá consecuencias reales por lo que les animo a que tomen la tormenta de forma extremadamente seria y sigan las recomendaciones de las autoridades”.

Elliot apareció como tormenta ciclónica invernal de una extensión sin precedentes, cuyas gélidas temperaturas abarcaron desde Canadá hasta el sur del Río Grande en EEUU. El NWS indicó que la tormenta proviene de “una peligrosa masa de aire frío sin precedentes” por un frente del Ártico con impactos severos en 26 de los Estados y que provoca temperaturas bajo cero en 48 de los 50 que componen la Unión.

En el norte de Idaho, por ejemplo, se han alcanzado temperaturas de hasta -59°F (-50°C), mientras que algunas de las principales ciudades del país afrontaron condiciones extremas con -36,6°C (Chicago-Illinois), -35°C (Mineápolis-Minesota) o -29°C (Denver-Colorado).

La tormenta provocó medio centenar de muertes, la cancelación de vuelos y el transporte por carreteras, en un período como el ‘navideño’ en el que suelen haber más de 100 millones de desplazamientos para la celebración de las fiestas.

Esto es el cambio climático

Alguna vez, un senador estúpido llegó al Congreso de los EEUU con una bola de nieve en sus manos, creyendo que de esa forma demostraba que no había el calentamiento global que los científicos aseguraban. Se trataba de Jim Inhofe, un ultraderechista republicano de 88 años, senador por Oklahoma, ex presidente de la Comisión de Medio Ambiente y uno de los tantos ‘negacionistas’ que integran las élites políticas del país.

El ultraderechista Jim Inhofe tuvo a su cargo (sic!) durante 10 años la Comisión de Medio Ambiente.

En febrero de 2015, compareció en el Senado con una bola de nieve que había recogido en la calle y antes de lanzarla en el recinto, afirmó: “En caso de que lo hayamos olvidado: seguimos escuchando que 2014 ha sido el año más cálido jamás registrado. Le pregunto a la sala: ¿Saben qué es esto? Es una bola de nieve, y eso significa que ahí fuera hace mucho, mucho frío”.

Como también sucedía con Trump, ignoraba la diferencia entre clima y el tiempo atmosférico. El presidente n°45 de EEUU, en pleno frío otoñal en 2018, había escrito en uno de sus célebres tuits: “Un frío brutal y prolongado puede romper todos los récords. ¿Qué ha pasado con el calentamiento global?”.

El territorio de EEUU da muestras de las severas consecuencias de los fenómenos extremos causados por el cambio climático. La mega-tormenta –que los expertos califican de “bomba ciclónica”– se suma al impacto desastroso que tuvo en septiembre el paso del poderoso y destructivo huracán Ian, de categoría 4 que azotó el sureste del país y que fue el más letal en la historia de Florida desde 1935.

Se estima que Ian ha producido daños por unos u$s 47.000 millones en pérdidas aseguradas, lo que podría convertirlo en uno de los ciclones más costosos de la historia del estado. Sus consecuencias obligaron a Biden a declarar zona de desastre los territorios de la Florida que fueron afectados y el  gobernador Ron DeSantis aseguró que el daño es “indescriptible”, con innumerables casas reducidas a escombros.

Para los científicos ambos fenómenos extremos son provocados por el cambio climático. En el caso de las intensas nevadas de dimensión histórica en EEUU, explican que el cambio climático no consiste solo en el fenómeno de calentamiento global. Tal como han insistido los diversos estudios producidos por el IPCC, los efectos provocados por el cambio climático intensifican en número e intensidad fenómenos meteorológicos como ciclones, temporales, nevadas, inundaciones y sequías.

En el caso de las nevadas, el calentamiento global influye en dos direcciones opuestas: el aumento de la temperatura genera una mayor evaporación de masas de agua y esta mayor humedad favorece nevadas intensas en períodos invernales y a la vez, ese aumento de las temperaturas reduce la probabilidad de nevadas y lluvias en otras zonas que no alcanzan las condiciones para ese tipo de precipitaciones.

Ya hace casi una década, el III° Informe Nacional de Evaluación del Cambio Climático (2014), publicado por el Programa de Investigación del Cambio Global de EEUU señalaba que, “aunque pueda parecer contradictorio, el aumento de las grandes nevadas en el noreste de América, es un efecto esperado del cambio climático”. Mientras tanto el senil Jim Inhofe jugaba con bolas de nieve.

La ferocidad de la tormenta invernal que azota EEUU, la más intensa en décadas, avala el diagnóstico científico de un cambio climático que afecta a la Tierra con fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes e intensos.

Los expertos señalan que la tendencia será a “una disminución general de los eventos de nevadas diarias en la mayoría de las regiones, con excepciones en regiones con clima suficientemente frío incluso bajo el calentamiento global”. Y que se “intensificaran las nevadas extremas en grandes áreas del hemisferio norte en las que ya son habituales este tipo de precipitaciones en invierno y donde se mantienen temperaturas bajas pese al calentamiento global, especialmente en América del Norte y Asia(Scientific Reports, agosto 2021).

Una fantasmagórica imagen en Hamburg, Nueva York del impacto de la bomba ciclónica invernal.

Es decir que en la mayoría de las áreas veremos una disminución de las precipitaciones (menos lluvias y nevadas) mientras en zonas como el noreste de EEUU y Canadá y otras, los eventos serán cada vez más extremos en las próximas décadas, con mega-tormentas gélidas, un panorama que para muchos rememora las escenas del film The Day After Tomorrow (El día después de mañana) dirigido por el alemán Roland Emmerich.

“Esto se debe a que un planeta más cálido está evaporando más agua a la atmósfera. Esa humedad adicional significa más precipitaciones en forma de fuertes nevadasexplican desde el Fondo Para la Defensa del Medio Ambiente. Este aumento de la humedad atmosférica contribuye a intensificar el ciclo del agua y alimenta acontecimientos extremos, como huracanes más intensos, lluvias torrenciales y tormentas heladas como la presente. El noreste de EEUU ha experimentado en las últimas décadas, un aumento de más del 50% en precipitaciones intensas, un incremento por encima de las demás regiones del país.

¿Bomba ciclónica?

Este tipo de fenómenos está impulsado porque las aguas oceánicas (en este caso el Atlántico occidental) tienen temperaturas más cálidas de lo normal. Los océanos han estado absorbiendo más del 90% del calor adicional provocado por el aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera debido a las actividades humanas, sobre todo por la quema de combustibles fósiles.

Los científicos tienen hoy la casi absoluta certeza de que los océanos se han calentado a nivel global sin pausa desde 1970, absorbiendo más del 90% del calor extra generado por la actividad humana. La velocidad e intensidad a la que ha incorporado ese calor se duplicó desde 1993.

Desde Más Azul advertimos (Ver n°7, abril 2020, El enorme desafío de salvar los océanos”) que los océanos han recibido en los últimos 25 años, un calor similar a 3.600 millones de explosiones de bombas atómicas como la de Hiroshima!!!. No se trata de un error tipográfico. Se trata de la demencial situación actual de los mares del Planeta. Lijing Cheng, profesor del Centro Internacional de Ciencias del Clima y el Medio Ambiente de China y autor principal de esa investigación, lo describe de manera contundente: “La cantidad de calor que hemos puesto en los océanos del mundo en los últimos 25 años equivale a 3.600 millones de explosiones de bombas atómicas de Hiroshima”. En términos técnicos eso es 228.000.000.000.000.000.000.000 Julios de calor. “Son muchos ceros, y para que sea más fácil de entender, lo comparamos con Hiroshima…”.

Si ese calor hubiera entrado en la atmósfera, las temperaturas medias globales habrían aumentado en casi 56°C.

Los océanos contienen ahora más energía térmica que en cualquier otro momento desde que comenzaron las mediciones hace seis décadas.

Los científicos advierten que el calentamiento global puede estar provocando una ralentización de la AMOC (Atlantic meridional overturning circulation), que opera como una cinta transportadora de corrientes oceánicas por todo el Planeta. Las mediciones e imágenes satelitales revelan una concentración de aguas más cálidas a lo largo de la costa este de EEUU, que demostraría esa ralentización.

La humedad evaporada del agua del océano proporciona gran parte de la energía de los ciclones tropicales y extratropicales de latitudes medias. Con el futuro calentamiento, los modelos climáticos globales prevén a la vez, un aumento de las nevadas más extremas en amplias áreas del hemisferio norte.

Elliot fue catalogado como un “ciclón bomba, potenciado por otro fenómeno atmosférico llamado “vórtice polar”, masas de aire frío y de bajas presiones que se ubican en la troposfera y la estratósfera y que giran a diferentes velocidades en sentido contrario a las agujas del reloj sobre el Polo Norte y Sur.

Cuando ese aire frío “encerrado” por el vórtice polar se libera repentinamente y desciende hasta las capas inferiores de la atmósfera, se produce el fenómeno de “bomba ciclónica”, una tormenta que se intensifica rápidamente, con una caída de la presión del aire de 24 milibares en pocas horas y temperaturas de 40°C bajo cero. Se le conoce como bomba ciclónica por el poder explosivo que provoca la rápida caída de la presión y los estragos que produce.

Según la NASA, la intrusión de masas de aire más cálidas puede desestabilizar el vórtice y enviar aire ártico hacia el sur, como sucedió precisamente con Eliot, que comenzó como un vórtice polar y luego se desarrolló como ciclón bomba.

Un futuro anticipado

Desde hace años las amenazas de una crisis climática global han sido advertidas. Naciones Unidas y científicos de todo el mundo se han desgañitado avisando de sus consecuencias. Pero empresas y gobiernos han postergado una y otra vez las soluciones.

Ahora aquellas advertencias muestran el riesgo de haberlas desoído. Sequías cada vez más prolongadas, olas de calor más severas, incendios forestales que destruyen viviendas y fauna, inundaciones que arrasan cosechas y poblados, componen un concierto de fenómenos meteorológicos extremos que se multiplican por todo el Planeta.

Son el anticipo de nuestro futuro, si no somos capaces de terminar con el uso de los combustibles fósiles y otras actividades que contribuyen a agudizar la crisis y arrastrarnos hacia un mundo inhabitable. Depende de nosotros.