Las energías renovables permitirían la recuperación económica global. No debería haber contradicción entre la recuperación económica a emprender tras la pandemia y la consolidación de la lucha contra el cambio climático y la protección del Planeta.
Es lo que demuestra “Global Renewables Outlook”, el primer informe de IRENA sobre las perspectivas mundiales de las energías renovables, que revela que la descarbonización del sistema energético puede facilitar la recuperación a corto plazo y al mismo tiempo crear economías y sociedades más sostenibles y justas.
La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), en su reciente informe señala que el avance de una transformación energética basada en las energías renovables constituye una extraordinaria oportunidad para impulsar el crecimiento económico, crear millones de empleos y mejorar el bienestar humano y a la vez, cumplir con los objetivos climáticos planteados por la comunidad internacional en el Acuerdo de París de aquí al 2050.
El análisis exhaustivo de la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA) describe las inversiones y tecnologías necesarias para descarbonizar el sistema energético de acuerdo con el Acuerdo de París. E incluso explora opciones de descarbonización más profundas para los sectores más difíciles, con el objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a cero.
IRENA es la principal agencia intergubernamental para la transformación energética que apoya a los países en su transición hacia un futuro energético sostenible. Con 161 miembros (160 Estados y la Unión Europea) y otros 22 países en proceso de adhesión, actúa como la principal plataforma de cooperación internacional, conocimiento, tecnologías, recursos y financiación de las energías renovables.
En su presentación IRENA reconoce que el proceso hacia una descarbonización profunda y segura para el clima, requiere una inversión total en materia energética de unos 130.000 millones de dólares (en realidad u$s 110.000 millones y otros u$s 20.000 millones para conseguir una neutralidad total en las emisiones de carbono). Pero destaca que los beneficios socioeconómicos resultantes serían enormes.
Contra la opinión infundada de los intereses de la industria petrolera y de los demás sectores de combustibles fósiles, la transformación del sistema energético podría generar un aumento acumulado del PIB mundial del orden de los 98.000 millones de dólares en el período 2020-2050.
El informe demuestra que la inversión en actividades con bajas emisiones se amortizaría con creces, con un ahorro ocho veces superior a los costos, teniendo en cuenta la reducción de las externalidades ambientales y sanitarias.
Pero además, los empleos en la energía renovable multiplicarían cuatro veces su nivel actual, hasta unos 40 millones de nuevos trabajos. Solo las medidas de eficiencia energética crearían 21 millones y la flexibilidad del sistema 15 millones de empleos adicionales.
El gran tema del momento es cómo gobiernos y empresas afrontarán el proceso de recuperación económica a la salida de la emergencia sanitaria del Covid-19 (Ver en este mismo número de Más Azul, “La salida de la pandemia Proteger la naturaleza”).
Una alternativa es postergar la lucha contra el cambio climático, detener los avances y abandonar los controles ambientales como ha hecho el gobierno de EEUU en manos de Trump. Es el camino hacia el infierno de un cataclismo climático de consecuencias inmanejables. El Planeta está dando sobradas muestras de que no se puede esperar más…
La otra es aprovechar la oportunidad que nos brinda la actual crisis para avanzar rápidamente hacia un nuevo rumbo del modelo económico global. Francesco La Camera, director general de IRENA, afirma que está alternativa no solo es posible sino la única conveniente: “Los gobiernos se enfrentan a la difícil tarea de controlar la emergencia sanitaria y al mismo tiempo introducir medidas importantes de estímulo y recuperación. La crisis ha puesto de manifiesto vulnerabilidades profundamente arraigadas del sistema actual. El informe de IRENA muestra las vías para reconstruir economías más sostenibles, equitativas y resilientes… Al acelerar las energías renovables y hacer que la transición energética sea una parte integral de la recuperación en el sentido más amplio, los gobiernos pueden lograr múltiples objetivos económicos y sociales en la búsqueda de un futuro resiliente que no deje a nadie atrás”.
Global Renewables Outlook examina los componentes esenciales del sistema energético y los marcos políticos de las estrategias de inversión necesarios para gestionar la transición. Y concluye que es posible reducir las emisiones mundiales de CO2 como mínimo en un 70% para 2050.
La última parte de las emisiones de CO2 será la más difícil y costosa de eliminar. El informe traza una nueva perspectiva sobre una descarbonización más profunda y muestra una ruta hacia las cero emisiones netas y las emisiones cero. Destaca la necesidad de tecnologías innovadoras, modelos de negocio y adaptación de comportamiento para alcanzar cero emisiones.
Sobre la base de cinco pilares tecnológicos, en especial el hidrógeno verde y la electrificación de uso final ampliada podrían ayudar a reemplazar los combustibles fósiles y reducir las emisiones de la industria pesada y los sectores difíciles de descarbonizar.
El estimulante estudio de IRENA también examina las rutas de transición energética y socioeconómica en 10 regiones del mundo. Pese a su diversidad, se espera que todas las regiones registren mayores cuotas de uso de energía renovable. En el Sudeste Asiático, América Latina, la UE y África Subsahariana pueden alcanzar para el 2050, el 70 a 80% de sus fuentes de energía combinadas.
También prevé un aumento generalizado de la electrificación de usos finales, como calefacción y transporte, superando el 50% en Asia Oriental, América del Norte y gran parte de Europa.
El equipo de IRENA advierte que descarbonizar el uso de energía a tiempo para evitar un cambio climático catastrófico va a requerir una cooperación internacional intensificada. Es necesario percibir que las inversiones en energía limpia son una parte fundamental de la estrategia para contener la emergencia climática y la destrucción de la biodiversidad, que han sido además el origen de la pandemia.
Solo la necedad y miopía de unos pocos, pretende insistir en el rumbo que nos ha llevado hasta el borde de la catástrofe y que persiste en seguir presionando para proteger sus beneficios a costa de todos.
Según UBS, el consumo de petróleo, gas natural y carbón aumentará un 16% hasta 2040 y se siguen acumulando infraestructuras costosísimas para seguir contaminando el Planeta.
Como reclama Alison Kirsch, investigadora senior del programa de Clima y Energía de Rainforest Action Network: “Las compañías petroleras expandiendo sus operaciones están poniendo por delante los beneficios a corto plazo frente al bienestar y la salud del planeta y sus ciudadanos a largo plazo… No podemos permitirnos construir más oleoductos que facilitan la extracción de más gas y petróleo”.
Pero quizás la pandemia le está enseñando al mundo a vivir con menos petróleo. Muchos expertos en la materia consideran que aunque los precios del crudo repunten, quizás nunca vuelva el sector a ser lo de antes. “Creo que la presión para acelerar las fuerzas que impulsan la transición energética solo aumentará como resultado de esta crisis”, afirma Mark Lewis, jefe global de investigación de sostenibilidad en BNP Paribas Asset Management en París.
Para IRENA, las medidas de recuperación después de la pandemia de COVID-19 podrían incluir redes eléctricas flexibles, soluciones de eficiencia, carga de vehículos eléctricos, almacenamiento de energía, energía hidroeléctrica interconectada, hidrógeno verde y otras inversiones tecnológicas consistentes con la sostenibilidad energética y climática a largo plazo.
Estamos ante la gran oportunidad de avanzar hacia un mundo de energías limpias y terminar con el petróleo. El Covid-19 puede no ser sólo tragedia.