En el Cuerno de África pueden morir de hambre pero no hay fondos para evitarlo

09 may 2022

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas alertó a mediados de abril pasado que por lo menos 20 millones de personas enfrentan el riesgo de morir de hambre debido a la creciente sequía que azota territorios de Somalia, Kenia, y Etiopía.

La sequía amenaza con una hambruna catastrófica a 20 millones de personas en el Cuerno de África.

El cambio climático ha provocado tres temporadas consecutivas de prolongadas sequías y lluvias escasas que produjeron grandes pérdidas agrícolas y ganaderas en Etiopía, Kenya y Somalia. En febrero pasado tanto FAO como el PMA advirtieron sobre el peligro de un rápido deterioro de la situación donde ya 13 millones de personas estaban sufriendo hambre en esos países, debido a la mayor sequía registrada en la región del Cuerno de África desde 1981.

Los muchos meses de sequía en el Cuerno de África han devastado los cultivos y el ganado y obligado a muchas personas a abandonar sus hogares y quedar en el mayor desamparo.

La agencia humanitaria de la ONU advirtió entonces que si no se actuaba de inmediato para asistir a esa población, el mundo será testigo de una crisis humanitaria de grandes dimensiones, como ocurrió en 2011, cuando 250.000 personas murieron de hambre en Somalia.

Para evitarlo, FAO y el PMA solicitaron 327 millones de dólares para financiar por seis meses, su Plan Regional de Respuesta a la sequía en el Cuerno de África para asistir a los primeros 4,5 millones de personas, que estaban necesidades más acuciantes y en peor situación.

Michael Dunford, Director regional del PMA para África Oriental señaló entonces que a medida que las cosechas se arruinan y el ganado se muere, el hambre aumenta: La situación requiere una acción humanitaria inmediata y un apoyo constante para desarrollar la resiliencia de las comunidades para el futuro… debido a la sequía el número de personas que pasan hambre podría dispararse, pasando de la estimación actual de 14 millones a 20 millones”.

Es lo que ocurrió porque la comunidad internacional omitió aportar los 327 millones pedidos para salvar de la muerte a 20 millones de personas, mientras aportaba miles de millones en armas para que ‘alimentar’ la guerra en Ucrania. El Programa Mundial de Alimentos solo ha recibido un 4% de los fondos solicitados.

La sequía y la hambruna avanzan mientras la comunidad internacional no aporta los fondos necesarios.

No al hambre, sí a la guerra

Millones de somalíes –7,2 millones, casi el 40% de la población– están en situación extrema de carencia alimentarias y enfrentan “un riesgo muy real de hambruna en los próximos meses”, destacan desde el PMA. Y medio millón de keniatas en el norte de su país están en igual situación. En Etiopía, donde las tasas de malnutrición en el sur y el sudeste son crónicas, millones de personas están en situación de emergencia alimentaria y se encaminan hacia una hambruna gravísima.

Los responsables de PMA en África advierten que “el número de personas que pasan hambre debido a la sequía podría dispararse, pasando de la primera estimación de 14 millones a 20 millones”. “Debemos actuar ahora si queremos evitar una catástrofe humanitaria”, ha declarado Chimimba David Phiri, representante de la FAO ante la Unión Africana.

En FAO destacan que algunas zonas afectadas por la sequía en el Cuerno de África agregan los efectos acumulativos de los conflictos armados, la pobreza y la plaga de langostas, a lo que se suma que la guerra en Ucrania ha disparado el precio de los alimentos y el combustible lo que ensombrece aún más el panorama que enfrenta la región.

El costo de la canasta de alimentos ha aumentado, en especial en Etiopía y Somalia, que dependen en gran medida de las importaciones de trigo provenientes de países de la región del Mar Negro, así como preocupa el suministro de fertilizantes durante la segunda mitad del año, que también proceden de esa misma región.

FAO advierte que la situación se encamina hacia una crisis alimentaria pero que la comunidad internacional no hace los aportes de fondos necesarios para ayudar a los millones de personas que pueden morir de hambre en el próximo trimestre.

Sin embargo, en armas (‘ayuda militar’) y otras ayudas, la guerra en Ucrania ha recibido de EEUU, Reino Unido y la UE, aportes que superan largamente los u$s 40.000 millones, sumado a los cerca de u$s 10.000 millones que Ucrania gasta al mes en el conflicto con Rusia (inf. Ministerio de Finanzas de Ucrania) y los u$s 19.000 millones que Rusia ha gastado en los tres primeros meses del conflicto.

Como señala José Mujica, ex presidente de Uruguay (Ver en este mismo número de Más Azul “Vivimos en la prehistoria”): “¿Qué sentido tiene el tartamudeo qué está sintiendo el mundo con lo que puede pasar o no pasar en Ucrania? ¿Qué sentido tienen los presupuestos militares aterradores de esta época? ¿Cuál es el sentido de la vida humana si no somos capaces de reaccionar y salir de la prehistoria? Porque considero que mientras la guerra sea una manera de desempatar nuestros conflictos y resolver nuestros conflictos, seguiremos en la prehistoria”.

Michael Dunford, desde el PMA, confiesa que “Sabemos por experiencias pasadas que es vital actuar temprano para evitar una catástrofe humanitaria, pero nuestra capacidad para lanzar la respuesta se ha visto limitada debido a la presente falta de recursos”. Hay que recordar que el Cuerno de África sufrió una sequía similar en 2016-2017, pero la asistencia humanitaria respondió pronto, evitando una hambruna devastadora y salvando vidas. Se tenía la dramática experiencia de 2011, cuando 250.000 personas murieron de hambre en Somalia.

Ahora, desde hace meses, el PMA ha estado advirtiendo que la actual sequía podría ser catastrófica pero la comunidad internacional está “ocupada en la guerra”. Poco importa si millones de niños padecen desnutrición y crecen por debajo de los estándares mínimos, comprometiendo su futuro. O que unos tres millones de cabezas de ganado hayan muerto en el sur de Etiopía y en las regiones áridas y semiáridas de Kenia O que en Somalia, la sequía haya provocado la muerte de un tercio de los rebaños en el último año, que es el sustento de de los campesinos más pobres.

En Somalia, se han perdido un tercio de los rebaños en el último año.

Buscando apoyo

Las agencias de Naciones Unidas están buscando más apoyo económico para sus operaciones de salvataje. Temen que, debido a la falta de fondos, la catástrofe humanitaria no pueda evitarse: “Debemos actuar ahora sin remordimientos si queremos evitar una catástrofe humanitaria, y debemos aumentar significativamente nuestras inversiones en sistemas alimentarios resilientes”.

Se requieren unos 473 millones dólares durante los próximos seis meses, para paliar el hambre y desarrollar un plan de respuesta a la sequía.

Por otra parte, el contexto regional es alarmante. Alrededor de 52 millones de personas pasan hambre en Oriente Medio y el norte de África, una región que suma a su limitada disponibilidad de alimentos, su crecimiento demográfico, la escasez de recursos naturales, el aumento del desempleo y la creciente amenaza del cambio climático, una larga serie de “conflictos y la inestabilidad civil que provocan efectos de larga duración en la seguridad alimentaria”, como destaca Abdessalam Ould Ahmed, director adjunto de FAO para esa región.

Un niño desnutrido recibe tratamiento en un centro nutricional en Kasala (Sudán) - © UNICEF/Shehzad Noorani.

Algunos datos básicos muestran la dimensión del desafío regional y la incertidumbre de su futuro:

-En Oriente Medio y norte de África el número de personas hambrientas alanza los 52 millones;

-Unos 34 millones habitan en países en conflicto y los 18 millones restantes en naciones sin enfrentamientos;

-Un 21% de niños menores de cinco años están afectados por retraso en el crecimiento, con una baja estatura para su edad;

-El porcentaje de niños menores de cinco años que tienen bajo peso para su estatura (emaciación), es el 8,7%;

-La proporción de niños menores de cinco años con sobrepeso, un peso superior a su estatura, es del 9%.

Pero hay fondos para que algún milmillonario se entretenga con sus “juegos” espaciales o que los líderes del mundo sigan “alimentando” la locura de la guerra y no las bocas de los que solo pretenden comer.