Bayara, Lucha por salvar al leopardo de las nieves

oct 2019

Bayarjargal Agvaantseren acaba de recibir por su larga lucha, el Premio Medioambiental Goldman 2019. Su trabajo de años ha coronado con un enorme resultado: logró que el gobierno de su país, Mongolia, creara la Reserva Natural Tost-Tosonbomba, un parque de 8.163 kms2, destinado a proteger el hábitat del leopardo de las nieves, un bellísimo felino en peligro de extinción y revocara 37 licencias mineras, cuya actividad amenazaba la especie.

Mongolia, es el país que concentra la mayor población de este felino después de China. Se estima que unos 1.000 ejemplares habitan allí.

La lucha de Bayara –como la llama su equipo y amigos– ha sido una victoria histórica: a partir de junio de 2018 ya no hay minas activas dentro de la reserva, todas las operaciones mineras son ilegales y el leopardo de las nieves contará con un enorme territorio para recuperarse.

Según el Informe de la Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES), presentado en París, 1.000.000 de los ocho millones de especies animales y vegetales existentes están amenazadas de extinción y podrían desaparecer en solo décadas, si no se toman medidas efectivas, urgentes y decisivas.

Como advierte Josef Settele, biólogo del Centro Helmholtz para la Investigación Ambiental y copresidente de la Evaluación Global de IPBES: “Los ecosistemas, las especies, la población salvaje, las variedades locales y las razas de plantas y animales domésticos se están reduciendo, deteriorando o desapareciendo. La esencial e interconectada red de vida en la Tierra se retrae y cada vez está más desgastada. Esa pérdida es la consecuencia directa de la actividad humana y constituye una amenaza directa para el bienestar humano en todas las regiones del mundo”.

El impacto de ese “declive sin precedentes” en la historia de la humanidad, no solo es medioambiental. Pone en juego una naturaleza de cuya salud depende nuestro desarrollo y nuestro bienestar, en el sentido más integral.

Bayara, lo entiende como nadie. Cuando empezó su lucha hace 20 años, las dificultades eran innumerables. Apenas quedan entre 4.500 y 7.000 leopardos de las nieves en libertad y la especie está en la Lista Roja de la Unión para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Las condiciones de vida de este felino, que transcurre entre el Himalaya y las vastas mesetas de China –siempre a más de 3.000 metros de altitud–, son extremadamente difíciles. Al número de ejemplares cada vez menor, se sumaba que los leopardos de las nieves se reproducen con lentitud, solo una vez cada dos años (y pierden muchos cachorros debido al clima implacable) más la fragmentación de su hábitat, la caza furtiva por su piel, los ataques de los campesinos que pierden cabezas de ganado y la crisis climática que amenaza con reducir en un 30% el territorio del Himalaya.

 

Leopardo de las nieves.

La enseñanza de Bayara a lo largo de su lucha es para Mas Azul muy significativa. Para cambiar es necesario cambiar el enfoque, repensar el problema. La premiada activista trató de armonizar intereses, incrementar el conocimiento acerca de la importancia de las distintas especies para el equilibrio global de la naturaleza y hacer confluir los intereses en juego.

Comenzó a interesarse por el leopardo de las nieves en 1998, cuando era profesora de inglés en la localidad de Erdenet: “Durante el verano solía complementar mis ingresos con traducciones de todo tipo. Aquel año, me tocó el estudio que un biólogo mongol había hecho sobre el leopardo de las nieves, y así me enteré de la crítica situación en la que se encuentra esta especie”.

Y decidió hacer su aporte a la naturaleza antes de que fuera demasiado tarde. Con una mirada abierta, tuvo en claro que para avanzar era necesario trabajar con las comunidades locales. Los animales depredaban el ganado de los lugareños: “La protección de la fauna en peligro de extinción es un asunto económico. La gente mata animales protegidos para ganar dinero, porque la mayoría de los furtivos son pobres. Creé la Snow Leopard Enterprises para proporcionar ingresos alternativos a las familias establecidas en el hábitat de los leopardos”.

La cordillera Tost es un entorno natural implacable, con inviernos de hasta -29°C. Allí cientos de campesinos se ganan la vida criando animales. Para ellos, el leopardo de las nieves representaba una amenaza existencial. En aquella comunidad de pastores de las montañas, muchos llegaban a dormir con su ganado para protegerlo: “No nos gustaban esos ‘gatos’ en absoluto”.

Bayara conocía bien a estas comunidades de pastores locales y se identificó con sus problemas. Sabía que dependían casi completamente de su ganado y que carecían de fuentes alternativas de ingresos, lo que hacía difícil que toleraran los ataques de los leopardos.

Con su equipo del Snow Leopard Trust desarrollaron entonces la idea de Snow Leopard Enterprises, un programa que capacitó a los pastores para utilizar sus limitados recursos naturales, principalmente lana sin procesar de ovejas, cabras y camellos, para producir artesanías que se vendieran globalmente a personas amantes de la naturaleza.

Las montañas de Tost.

Pero lo más difícil estaba por venir. “No ha sido fácil…” rememora Bayara. “En 2009 nos informaron de que toda la cordillera iba a ser cedida a las empresas mineras, que habían recibido ya 37 licencias para hacer prospecciones previas a la explotación, y supuso un mazazo porque es el territorio con la mayor concentración de leopardos de las nieves del mundo, y el hogar de una cuarta parte de todos los que habitan en Mongolia. Además, la zona es un corredor natural que enlaza otros dos parques naturales, el Great Gobi y el Gobi Gurvansaikhan. Pero la gente estaba preocupada por la economía (que había entrado en recesión) y a nadie le importaban unos ‘gatos’ grandes”.

El desafío era colosal porque la industria minera es el motor económico de Mongolia y su principal fuente de exportaciones. Más del 80% de sus exportaciones son minerales, y el desierto del sur de Gobi, un desierto semiárido y frío que forma el corazón del hábitat del leopardo de las nieves, es un importante territorio minero con enormes depósitos de carbón, uranio, cobre, oro, petróleo y gas que han atraído operaciones intensivas por parte de compañías rusas, mongolas y chinas. 

“La extracción de recursos naturales es una parte importante de la economía de Mongolia, y los intereses mineros en el país son poderosos e influyentes. Sabíamos que las probabilidades estaban en contra nuestra”, recuerda.

Pero perseveraron. Bayara sabía que la lucha iba a ser dura y eligió comenzar por ganarse el apoyo de las doscientas familias nómadas que habitan la cordillera Tost: “Muchos tenían la esperanza de que las empresas mineras los contrataran y que sus ingresos aumentasen. Pero les explicamos que ese no había sido el caso en las explotaciones más cercanas a la frontera con China, donde las compañías terminaron contratando a trabajadores chinos porque los locales no estaban lo suficientemente formados. Para los nómadas, la minería iba a suponer también una notable degradación de los pastos en los que se alimenta su ganado, y representaba una amenaza para su forma de vida. Al final lo entendieron así y nos brindaron su apoyo”.

“Los pastores locales y los funcionarios del gobierno en Tost comprendieron rápidamente cómo la minería no solo amenazaba al leopardo de las nieves, sino a toda su forma de vida, y cómo la protección del ecosistema podía proteger sus medios de vida, cultura y sistemas sociales”, dice Purevjav (Puji) Lkhagvajav, gerenta de Investigación y Monitoreo de SLCF.

Durante siete años, con su equipo establecieron relaciones, defendieron su propuesta ante políticos y líderes empresariales. Buscaron el apoyo de la prensa, de abogados y organizaciones conservacionistas y concedieron innumerables entrevistas hasta llegar a la televisión nacional.

El inolvidable Sumbe

Pero una tragedia cambió de algún modo el rumbo de sus esfuerzos. El 11 de noviembre de 2015, uno de los miembros de su equipo, Lkhagvasumberel Tumursukh –al que todos conocían como Sumbe–, apareció muerto en el lago Hovsgol, a casi 2.000 kms. de su destino. Había salido días antes de su hogar en Ulán Bator, rumbo al desierto de Gobi para continuar sus trabajos con los leopardos de las nieves. Nadie volvió a verlo hasta la aparición de su cadáver. Según la autopsia, se había ahogado y la Policía local lo calificó de suicidio. Todavía abrumada por el recuerdo de su amigo, Bayara señala que “nadie creyó esa versión y todos pensamos que las mineras estaban involucradas. Pero, después de una larga investigación, no se ha llegado a ninguna conclusión firme”.

La familia de Sumbe y los activistas locales sostienen que fue víctima de un crimen, porque había sido atacado varias veces en años anteriores por desconocidos y recibido amenazas relacionadas con su trabajo de conservación. 

La pasión por la vida silvestre y su talento como investigador de campo habían hecho que Sumbee se destacara de inmediato y fuera contratado como investigador asociado a tiempo completo con SLCF, para el estudio a largo plazo del leopardo de las nieves. Se convirtió rápidamente en un miembro indispensable del equipo de SLCF, con su habilidad para encontrar a los leopardos de las nieves e instalar trampas para las cámaras.

Todos sus compañeros de SLCF rememoran una acción que ilustra la pasión de Sumbe por los animales: cuando los pozos de agua en el sur de Gobi se congelaron durante un duro invierno, no dudo en cargar decenas de kilos de hielo para llevarles de beber a sus “gatos”.

La muerte de Sumbe de 27 años, provocó un fuerte interés del periodismo en Mongolia. La tragedia hizo que la resolución de Bayara y su equipo se reforzara aún más. Era el mejor homenaje a Sumbe que había dedicado su vida a proteger a los leopardos de las nieves y al íbice de las montañas Tost.

Convencidos de ganar la pelea, una ambiciosa campaña de presión en todos los ámbitos, desde la prensa, hasta los pasillos del Parlamento, se extendió por todo el país. Los principales políticos y periodistas se involucraron y la opinión pública se hizo eco de la lucha de Bayara y su gente. Lo que había sido durante años un problema local, se convirtió en un tema nacional.

Cinco meses después de la muerte de Sumbe, Bayara y su equipo lograron que la propuesta para que las montañas Tost fueran declaradas reserva natural estatal se sometiera a votación en el Parlamento, se convirtieran finalmente en ley y se prohibiera la actividad minera en la región.

Reconocida ahora por su larga lucha con Premio Medioambiental Goldman 2019, Bayara sorprende por su humildad y tesón: “Los últimos 10 años han sido una experiencia increíble para todos nosotros. Si bien la victoria política a favor de los leopardos de las nieves y la gente local fue tremenda, nuestro trabajo en Tost apenas ha comenzado… Estamos trabajando con la comunidad local y las autoridades para crear un plan de manejo para la nueva Reserva Natural, que definirá cosas como los derechos de pastoreo, el acceso, etc. También ayudaremos a capacitar y equipar a los guardaparques para patrullar el área y ayudar en el seguimiento de la vida silvestre. Queremos establecer un área protegida modelo para los leopardos de las nieves que sea administrada conjuntamente por la población local, los conservacionistas y el gobierno”.

Charu Mishra, Directora de Ciencia y Conservación de Snow Leopard Trust, en Seattle define con precisión el fantástico camino relizado por Bayara y un grupo de mujeres mongoles apasionadas y hábiles: “Para mí ha sido un honor y una alegría haber estado a su lado mientras se esfuerzan por cambiar el mundo a un lugar mejor para la humanidad y para la naturaleza… Bayara es una inspiración para mí y para cientos de miles de mongoles que están preocupados por el bienestar tanto de las personas como de la naturaleza. Lo que ella y su equipo en Snow Leopard Conservation Foundation han logrado no solo me dan esperanzas para el futuro del leopardo de la nieve, sino para el futuro de nuestro planeta”.

Fotos: snowleopard.org – goldmanprize.org