Informes científicos advierten que debemos estar ‘por debajo de 1,5°C’

14 sep 2021

Quizás para muchos medio grado no signifique nada pero un aumento de la temperatura global de medio grado transforma de manera decisiva el mundo que nos rodea y sería dramático que el calentamiento alcanzara los 2°C.

Un aumento de la temperatura global de medio grado transforma de manera decisiva el mundo que nos rodea.

Que dice la ciencia?

Desde que comenzó la era industrial, la temperatura global aumenta de forma permanente y se acelera. Cada década es más calurosa que las anteriores, en especial a partir de 1960. Desde entonces el calentamiento global ha pasado de 0,05°C a 0,06°C (1970); 0,28°C (1980); 0,45°C (1990) y desde el 2000 la aceleración es visible año tras año (2001 0.57ºC; 2002 0.62ºC; 2003 al 2013 osciló en 0.64ºC/0,68°C; en 2014 0.74ºC; 2015 0.93ºC; para llegar en 2016 a 1°C y en 2019 a 1,1°C).

En 2020, la temperatura de la superficie terrestre y oceánica del hemisferio norte alcanzó el récord más alto en 141 años con + 1.28°C por encima del promedio.

Para los expertos, la evolución de la temperatura global se debe a que el Planeta se calienta por las emisiones de dióxido de carbono y los gases de efecto invernadero que produce la actividad humana. Así lo ha señalado el más reciente Informe del IPCC: “Los niveles de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera son los más altos de los últimos 800.000 años, alcanzando 419 partes por millón (ppm) en mayo de 2021. La temperatura media del planeta aumenta con cada incremento de la concentración de CO₂ en la atmósfera…”

Estos últimos cinco años han sido los más calurosos en dos siglos. Y el decenio 2010-2019 ha sido el más cálido. Lo advierte el Servicio de Cambio Climático Copérnico de Europa, que en un informe del 2020 aseguró que las temperaturas promedio globales eran casi 1,2°C más altas desde que comenzó la revolución industrial.

Los científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA) al analizar la temperatura global sobre superficies terrestres y oceánicas, concluyeron que 2019 fue el segundo año más cálido desde el comienzo de los registros en 1880.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) estima que la temperatura media global en los próximos cinco años, aumentará a 1,2/1,3°C por encima del período preindustrial. La evolución de la temperatura muestra que estamos lejos de poder alcanzar los objetivos del Acuerdo de París en la lucha contra el cambio climático: estar por debajo de 1,5°C en 2050 y evitar que en 2100, la temperatura media del Planeta llegue a 2°C. El Acuerdo establece que el aumento de temperatura debe mantenerse lo más cerca posible a 1,5°C, si se quieren evitar las peores consecuencias del cambio climático.

Son señales indudablemente alarmantes”, avisa Jean-Noel Thepaut, jefe de monitoreo del cambio climático en el Centro Europeo para Pronósticos Meteorológicos de Mediano Alcance, que deben tomarse como un urgente llamado de atención para intentar medidas perentorias en la lucha contra el cambio climático.

Científicos e investigadores de todo el mundo exploran mecanismos para mitigar la actual situación. Nosotros pretendemos al menos cumplir con el deber informativo de mostrar las consecuencias actuales que ya provocan los niveles de calentamiento alcanzados y señalar cuáles serán los efectos que produciría alcanzar el límite de 1,5°C y a qué situación nos enfrentaría arribar a 2°C de promedio global.

Lo que ya ocurrió

Los equipos de investigación del clima tanto del IPCC como de los más importantes centros mundiales de estudios de la evolución de la temperatura global, señalan que el calentamiento global ya ha producido consecuencias. Y consideran que en algunas partes del mundo (notablemente en zonas del hemisferio norte) se expresan como cambios en las temperaturas estacionales, es decir que provocan primaveras más tempranas, veranos más secos, otoños tardíos e inviernos más cortos.

Un caso extremo es el de la tundra rusa, que ocupa una décima parte de toda la tierra firme del mundo (la extensión del permafrost es mayor: entre el 20 y 24% de la superficie terrestre, contando el existente en Alaska, Canadá, Groenlandia, Escandinavia y Rusia). Son básicamente ciénagas congeladas de 15.000 años de antigüedad. Se trata de uno de los hábitats más sensibles del mundo. Muchos científicos consideran que el calentamiento global podría terminar con las regiones polares árticas, incluidas sus tundras. Las temperaturas allí se han alterado de manera dramática: la ciudad rusa de Verkoyanks en el Ártico registró 38°C en junio 2020

Y regiones muy frías de Suecia, Finlandia y Canadá experimentaron condiciones calurosas inéditas este verano 2021. Al norte de Suecia se llegó a 30° y en Finlandia, alcanzaron un máximo de 33,5°C.

El peligro reside en que, bajo el permafrost de la tundra, está ‘secuestrado’ alrededor de un tercio del carbono que la tierra retiene.Esta capa helada de las zonas árticas contiene entre 1.460 y 1.600 gigatoneladas (mil millones de toneladas) de carbono orgánico, casi el doble del carbono que hay actualmente en la atmósfera. De consumarse su pérdida, se puede acelerar el calentamiento atmosférico a niveles imprevisibles. Si ese suelo congelado se fundiera por efecto del calentamiento, el dióxido de carbono y metano retenido, se liberaría desatando una catástrofe ambiental de dimensiones colosales. (Ver Más Azul n° 12 sept. 2020 “Metano el enemigo silencioso”).

El Planeta se calienta y altera el desarrollo estacional, lo que explica veranos de casi 40°C en áreas próximas al Ártico. Un equipo de la Universidad de Edimburgo y universidades de Canadá, EEUU, Dinamarca y Alemania descubrieron a través de la tundra, que las hojas y las flores de 14 especies de plantas en cuatro sitios en Alaska, Canadá y Groenlandia, aparecían hasta 20 días antes que hace dos décadas. (Ver Más Azul n° 11 “Colapsa el Ártico”).

El adelanto de la primavera en general provoca el agotamiento del agua del suelo por las plantas y conduce a un suelo más seco a medida que llega el verano, lo que no se compensa con un cierto aumento de las precipitaciones.

Un suelo más seco a su vez facilita temperaturas más altas en las áreas menos húmedas y hace más difícil los cultivos. Si persistiera la actual evolución de la temperatura global las consecuencias podrían agravarse en el futuro.

Además de los cambios estacionales, hoy pueden verificarse algunas otras consecuencias del cambio climático, como sequías, inundaciones y otros eventos extremos.

El mundo de 2°C

El mundo ya ha superado 1,2°C desde la era preindustrial, causando la multiplicación de los desastres climáticos. Cada medio grado adicional agravará el impacto de manera exponencial. Al paso actual está claro que en 20 años habremos superado el límite de 1,5°C.

Los científicos han analizado los diferentes impactos que tendría en el Planeta si el calentamiento global alcanzara el techo de 1,5°C o el de 2°C. Y las diferencias son notables y no tendrán el mismo impacto en todas las áreas ni entornos del Planeta. Las consecuencias del calentamiento global en algunos contextos serán factores irrecuperables ante los que ya no habrá posibilidad de reaccionar.

El calentamiento global es un hecho, y los científicos fijaron el límite de 1,5°C como una línea roja para no sufrir consecuencias más devastadoras.

Las consecuencias de lo ya provocado serán irreversibles por siglos o milenios.

– Biodiversidad y desaparición de algunas especies: Habría consecuencias irreversibles en cuanto a desaparición de especies de plantas y animales, Con 1,5°C más del 70% de los arrecifes de coral morirán. Con 2°C prácticamente todos desaparecerán. Los insectos, que son vitales para la polinización de plantas y cultivos, perderían con 1,5°C, cerca de la mitad de su hábitat, pero aumentaría al 80% con 2ºC. El aumento de 1,5°C provocaría cambios que afectarían al 4 % de la superficie terrestre, pero con un aumento de 2°C, el 13% de la superficie terrestre sufriría estos cambios profundos. Muchos de los ecosistemas no soportarían esas transformaciones que terminarían con su bioma natural. La tundra por ejemplo, pasaría a bosque, lo que supondría cambios irreversibles en su flora y su fauna (osos polares, etc.). Una mayor temperatura impactaría sobre el permafrost, que se descongelaría un 21% con un aumento de 1,5°C y entre 35% y 47% con 2°C.

– Nivel del mar: El nivel del mar subirá un metro más con 2°C que con 1,5°C. La probabilidad de que el Ártico pierda toda su masa de hielo en verano sería de una vez cada cien años con 1,5°C, pero saltaría a uno de cada diez años si el aumento fuera de 2°C. La población vulnerable al aumento del nivel del mar que vive en áreas costeras es de más de seis millones de personas con 1,5°C, pero subiría a diez millones al final de este siglo si el aumento fuera de 2°C. El mundo asistiría a un alarmante aumento del nivel del mar, exponiendo a 69 millones de personas que viven en ciudades costeras a catástrofes e inundaciones. Y además a la agudización del fenómeno de acidificación de los océanos.

– Fenómenos meteorológicos extremos: Entre las consecuencias directas está el aumento de la frecuencia e intensidad de eventos como olas de calor, lluvias torrenciales, sequías, incendios y fenómenos meteorológicos extremos. Con 1,5°C se multiplicarán los incendios forestales veraniegos pero se incrementarían un 20% más con 2°C. El último verano boreal con sus insoportables olas de calor (Canadá), inundaciones destructivas (centro de Europa y China) e incendios asociados al calor Grecia y cuenca del Mediterráneo) son una muestra de que el proceso ya está aquí.

– El informe IPCC establece que existe una “relación directa” entre el incremento de las temperaturas medias y la multiplicación de las olas de calor, las precipitaciones intensas y las sequías que afectan cultivos y medioambiente. Y también sobre el aumento de la intensidad y frecuencia de ciclones tropicales y la reducción del hielo del Ártico, la capa de nieve y el permafrost.

– Científicos advierten que si las temperaturas globales aumentan más de 2°C, se puede activar un efecto dominó con niveles más altos del mar y de las condiciones de ‘invernadero’ lo que convertiría en inhabitables algunas áreas del Planeta.

Los expertos del IPCC avisan de que los cambios que ya se provocaron son “irreversibles por siglos o milenios”, por lo que el secretario general de Naciones Unidas advierte que esas conclusiones deben operar como “un código rojo” para el mundo.

El estudio del Grupo de trabajo I (dado a conocer en agosto pasado) es parte del VI° Informe que el IPCC prepara como insumo para la COP de Glasgow. Elaborado por 234 expertos de 66 países sobre el trabajo científico de más de 14.000 artículos y referencias publicadas, hace una síntesis sobre los efectos físicos del calentamiento hasta ahora y de los posibles escenarios de acuerdo a lo que la humanidad emita en las próximas décadas.

Y deja en claro que el cambio climático provine de la actividad humana y fulmina las estupideces de los negacionistas.

Los científicos advierten que la temperatura global seguirá aumentando al menos hasta 2050. Si para esa fecha las emisiones mundiales se reducen a cero neto (el escenario más optimista) las emisiones mundiales podrían comenzar a descender pero la temperatura global aún alcanzará un techo por encima del umbral crítico de 1,5°C.

Si los esfuerzos de la comunidad internacional (gobiernos, empresas y ciudadanía) no se concretaran y la necedad mundial predominara (como sucede en la actualidad) se provocaría un deslizamiento hacia una temperatura global de 2°C, lo que tendría consecuencias enormes sobre nosotros y nuestro Planeta porque sus efectos se dispararían en múltiples direcciones.

Qué se está haciendo?

Lo primero que hay que decir es que –como señala el IPCC– mantener la temperatura global por debajo de 1,5°C es posible. Pero solo si se actúa urgentemente con medidas drásticas.

Ello requiere atacar al menos las dos causas principales de emisiones GEI: el uso de combustibles fósiles para energía y transporte; y la tala de bosques para la agro-ganadería

Lamentablemente las estimaciones científicas y de organismos internacionales anticipan que difícilmente lo lograremos. La contaminación de la revolución industrial seguirá teniendo efectos durante mucho tiempo y es probable que sobrepasemos el 1,5° entre 2030 y 2050.

Si actuamos ahora, podríamos lograr frenar el calentamiento y evitar las peores consecuencias en 2100. Para conseguirlo hay que reducir las emisiones y llevarlas a cero en 2050.

Pero producto de la acción humana, las emisiones siguen aumentando de forma preocupante, tanto de dióxido de carbono como de metano y óxido nitroso. Pareciera que fuéramos incapaces de registrar el peligro.

PNUMA advierte que las emisiones globales deben reducirse un 7,6% cada año entre 2020 y 2030 para cumplir el objetivo de 1,5°C Los países tendrían que multiplicar por cinco su esfuerzo para reducir la emisión de CO2 y evitar daños mayores: “las promesas de disminución de emisiones de la comunidad internacional deben ser cinco veces más ambiciosas que las actuales”. De lo contrario, la temperatura del planeta no subiría 2°C sino 3,2°C.

Los países tendrían que multiplicar por cinco su esfuerzo para reducir la emisión de CO2 y evitar daños mayores.

Las emisiones –en particular por consumo de combustibles fósiles– han aumentado año a año en la última década, para alcanzar en 2018 el récord histórico de 55,3 gigatoneladas de CO2. Unas 13 Gt provienen de China, que pretende reducirlas a la mitad recién en 2030 y a cero en 2060. En segundo lugar, EEUU (más de 6 Gt), se había retirado del Acuerdo de París en 2017, bajo el mandato del ‘negacionista’ Trump y si bien ha regresado con Biden, las propuestas siguen siendo tibias.

Con la actual tendencia, la temperatura podría llegar a fines de siglo a unos dramáticos 3,9°C. Para tener dimensión de los esfuerzos que hay que hacer, la valiosa propuesta europea de reducir sus emisiones un 40% hacia 2030, solo rebajaría esa cifra a 3,2°C, igualmente alarmante.

Se necesitan medidas urgentes y drásticas: sustituir los combustibles fósiles en el transporte, reducirlos en la generación eléctrica, hacer más sostenible y eficiente la producción de alimentos y evitar el desperdicio. En 2050 será decisivo que las energías renovables representes la fuente del 80% o más de la energía total.

La responsabilidad mayor de evitar conducirnos a una catástrofe climática está en pocas manos. Los países del G20 representan el 78% de las emisiones del Planeta. Si afrontaran su responsabilidad, tres cuartas partes de las emisiones podrían limitarse. Pero 15 de sus integrantes ni siquiera tienen una legislación que se plantee el objetivo de cero emisiones. A ello debe sumarse que importante sectores de la economía y la industria global todavía están “jugando” al greewashing o defendiendo posturas negacionistas.

Para alcanzar un calentamiento de 1,5°C, el mundo tendrá que reducir antes del 2030, un 45% las emisiones de CO₂ en relación a 2010 y llegar a cero emisiones netas en 2050. Las emisiones netas anuales deben pasar de 52Gt a 25Gt al año, pero estamos muy lejos de esa decisión.

Nuestro fracaso colectivo a la hora de actuar pronto y enérgicamente en el cambio climático significa que ahora debemos conseguir fuertes reducciones de emisiones”, explica Inger Andersen, Directora del PNUMA. “Cada ciudad, cada región, cada negocio, cada individuo, debe actuar ahora… Diez años de dilación climática nos han llevado adonde estamos”.

Más allá de nuestro reconocimiento a la funcionaria de Naciones Unidas, una de las voces más firmes y lúcidas en la lucha contra el cambio climático, es necesario agregar que el fracaso –por encima de lo “colectivo”– tiene un contado número de responsables mayúsculos entre los CEOs de las grandes petroleras y en los gobiernos del G20 que estaban (y están) en condiciones de solucionar el 80% del problema si tuvieran coraje, sensibilidad y le preocuparan menos sus propios bolsillos. Pero persisten en dilatar las medidas una y otra vez…

El extraordinario Informe científico del IPCC responsabiliza a la humanidad del aumento de fenómenos extremos. Es una generalización cierta, pero que debe ponerse en contexto: no es toda la humanidad sino un grupo muy pequeño de responsables directos que, desde hace décadas, tienen en sus manos la posibilidad de cambiar un modelo demencial de producción y consumo pero se niegan a hacerlo porque sus intereses económicos están en juego.

Los gases que sobrecalientan el Planeta provienen de la quema de los combustibles fósiles destinados a generar energía y transporte. No han dejado de crecer y hoy alcanzan niveles de espanto: la concentración de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera es la mayor en 2 millones de años y las de metano y óxido nitroso exceden los niveles de los últimos 800.000 años.

¿Qué debemos hacer?

El PNUMA pone el acento en que este año será “crucial para la acción climática”. La Cumbre del Clima de Glasgow (1-12 nov.2021), será la última oportunidad para que los principales países contaminadores resuelvan avanzar decididamente.

En medio del sombrío panorama de muchos gobiernos y empresas postergando sine die contribuir con algo más que retórica, la buena noticia es que aún existe una última oportunidad para actuar y que está en nuestras manos lograrlo. Tenemos como aliados a miles y miles de científicos e innovadores en todo el mundo encontrando nuestras alternativas para hacer frente al cambio climático.

La capacidad tecnológica está y los medios financieros también, pero la ciudadanía global debe presionar para que estén disponibles ya mismo para actuar. Ampliar el campo de las tecnologías limpias, avanzar en la captura y almacenamiento de carbono, acrecentar los programas de reforestación y de limpieza de los océanos son herramientas disponibles para reducir las emisiones globales a la mitad en 2030, alcanzar cero emisiones netas para 2050 y detener el aumento de las temperaturas.

Es la hora. Como advierte Inger Andersen desde PNUMA, “no se puede esperar más”.