Hoy el país más tóxico del Planeta

14 Ago 2020

Arabia Saudí está buscando adaptarse al siglo XXI, al menos en lo económico. Como segundo productor mundial es uno de los países con mayor dependencia de los ingresos generados por el petróleo (73%) y sabe que más temprano que tarde, el “oro negro” en el que basó su riqueza, verá su ocaso. No solo por su inexorable reemplazo por energías renovables sino por la presión creciente que el contexto mundial impone para evitar una catástrofe climática.

Para afrontar ese escenario, los gobernantes saudíes se plantean dos desafíos: conseguir que en los próximos años, el 50% de su energía sea libre de emisiones y diversificar su economía con una fuerte apuesta al turismo y las infraestructuras.

Durante su intervención en la IV° edición del Foro Future Investment Initiative(FII) –una plataforma internacional de líderes mundiales e inversores que definen el futuro de la inversión global– el ministro de Energía de Arabia Saudí, Abdelaziz bin Salmán anunció que su país está “trabajando con muchos países” en la exploración y la producción de hidrógeno azul (procedente del gas natural) y verde (a partir de fuentes de energías renovables) y que se propone “convertir el 50% del combustible del sector energético en gas y el resto vendrá de las renovables… esto nos permitirá ahorrar cientos de miles de barriles de petróleo que serían desechados”.

Con una exultante frase aseguró: “Seremos otra Alemania en cuanto a las renovables… Tenemos buenos amigos en Europa y otros buenos lugares que están haciendo cola para colaborar con nosotros en esta materia”´. El ministro saudí recordó que esta estrategia es parte del plan Visión 2030 que impulsa el príncipe heredero Mohamed bin Salman para modernizar el país y diversificar una economía absolutamente dependiente del crudo.

PAIS TOXICO

Que Arabia Saudita se proponga algún avance hacia una menor contaminación es una buena noticia, porque se trata del país más tóxico del Planeta, con el mayor índice de contaminación, por encima de EEUU, China o India.

El país más tóxico del Planeta, con mayor índice de contaminación que EEUU, China o India per cápita.

Según un estudio elaborado por Eco Experts en colaboración con la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), los países árabes que se cuentan entre los más ricos del mundo, como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait y Barhéin, son los más tóxicos del Planeta.

Como grandes productores de gas y petróleo a nivel mundial, históricamente se han mostrado indiferentes hacia los problemas medioambientales. Integran el grupo de los que menos han avanzado en energías renovables, teniendo condiciones ideales para la energía  solar –como es el caso de Arabia Saudita–con escasas lluvias y muchas horas de luz.

El estudio llegó a esa conclusión, tras analizar diversos parámetros: consumo de energía per cápita,  emisiones de CO2, producción de renovables, contaminación del aire y muertes relacionadas con ella. Los países de Oriente Medio son los que poseen los índices más altos de muertes atribuibles a la contaminación del aire.

Como hemos insistido desde Más Azul, la lucha contra el calentamiento global en cuanto a la reducción de la contaminación de nuestra atmósfera, mejoraría sustancialmente si los 10 países que más CO2 arrojan a la atmósfera hicieran una fuerte reducción, ya que ellos solos generan el 72% de los gases invernadero.

Pese al anuncio, debemos recordar que Arabia Saudita no deja de aumentar año a año sus emisiones de CO2 que crecieron en 2019 hasta las 614.607 kilotoneladas, un 1,54% más que en 2018. La autocracia árabe se ubica entre los diez países más contaminantes, según el ranking de países por emisiones de CO2, que releva 184 países. La evolución de las emisiones de CO2 de Arabia Saudita ha crecido desde 2009 de forma permanente.

PROPUESTA INTERESANTE Y SOSPECHOSA

Que el gobierno saudí quiera romper esa tendencia y generar otras fuentes de energía más limpias no deja de ser un reto interesante. Generar su electricidad reduciendo el impacto sobre el medio ambiente puede ser el comienzo de un cambio.

La apuesta sin embargo tiene sus bemoles. Los planes del reino ultraconservador no parten de una voluntad de contribuir a la lucha climática sino a hacer un mejor aprovechamiento de su petróleo, ante una creciente caída de la demanda. Lo señala el propio ministro en su declaración: “esto nos permitirá ahorrar cientos de miles de barriles de petróleo que serían desechados”.

Por otra parte, “convertir el 50% del combustible del sector energético en gas y el resto vendrá de las renovables”, es una frase ministerial sospechosa, que merece ser desentrañada porque encubre información. Recordemos que el gas sigue siendo parte de los combustibles fósiles y las ‘renovables’ a las que se refiere incluyen el hidrógeno azul que también provine del gas.

Arabia Saudí avanza además en planes de conversión de moléculas de hidrocarburos para diferentes usos que le permitiría –como explica claramente el ministro de energía saudí– “crear demanda de hidrocarburos al tiempo que se mitigan las emisiones potenciales… Haremos uso de las emisiones y, en vez de desecharlas, podemos reciclarlas y convertirlas en materiales útiles para productos adicionales”.

Arabia Saudita busca mantener su supremacía dando otros usos al petróleo del que es 2° productor mundial.

Está claro que el verdadero plan de Arabia Saudita es mantener su supremacía como productor de petróleo y a éste como un activo sin fin.

Meses atrás, ya el país había anunciado su intención de transformarse en el mayor exportador de hidrógeno del mundo. Para ello cuenta por un lado, con grandes reservas de gas natural que le permitirán producir enormes volúmenes de hidrógeno azul. Y por otro, con un territorio apto para la producción de energía solar que le permitirá generar hidrógeno verde.

De hecho, en septiembre pasado, el país produjo el primer cargamento de hidrógeno azul, que fue transformado en amoníaco. Y está construyendo en el Mar Rojo una instalación de energía solar para el hidrógeno verde con una inversión de 5.000 millones de dólares, que estará operativa en 2025.

LA RECONVERSION

La instalación está en el marco del proyecto Neom, que busca la reconversión de una región en las proximidades de la frontera con Jordania y Egipto, donde el Príncipe gobernante anunció en enero, también la construcción de una ciudad futurista (‘La Línea’), que tendrá la superficie de Bélgica.

Diseñada como una ciudad tecnológica y centro mundial de negocios, se levantará en el golfo de Aqaba, a orillas del Mar Rojo, con posibilidad de albergar un millón de residentes. Presentada como una eco-ciudad “con cero coches, cero calles y cero emisiones de carbono” tal como se afirmó en su presentación, su localización estratégica será ideal para los negocios globales.

Neom-La Línea, la ciudad del futuro en versión saudí. Promesa verde o estafa ambiental?

“El 40% de la población mundial podrá llegar a NEOM en menos de cuatro horas; aproximadamente el 13% del comercio mundial ya fluye a través del Mar Rojo. Volando al aeropuerto de NEOM, Londres está a solo cinco horas de distancia, Dubai y El Cairo a dos, Zurich a cinco y media”.

En ‘La Línea’, altamente sofisticada, la IA (inteligencia artificial) desempeñará un papel clave, con más robots que humanos. Contará con servicios educativos y de salud, espacios verdes y transporte público de alta velocidad; y todo el transporte, las redes y los servicios públicos estarán debajo de la superficie. En la versión oficial “estará alimentada por energía 100% limpia, proporcionando a los residentes, ambientes libres de contaminación, más sanos y más sostenibles”.

El mega-desarrollo futurista, concebido como la primera zona económica independiente del mundo, comenzaría a ser realidad en 2025 y el príncipe heredero, Mohammed bin Salman –hombre fuerte del régimen– está en busca de potenciales inversores, ya que se calcula que su construcción supondrá unos 500.000 millones de dólares.

En la presentación televisiva de la nueva ciudad aseguró que “la columna vertebral de la inversión en ‘La Línea’ vendrá de los 500.000 millones de dólares de apoyo a NEOM por parte del Gobierno saudí, el FIP (Fondo de Inversión Pública) y los inversores locales y globales durante 10 años”. Y se preguntó: “¿Por qué debemos sacrificar la naturaleza en aras del desarrollo? Necesitamos transformar el concepto de una ciudad convencional al de una ciudad futurista”.

El príncipe heredero espera que el proyecto contribuya a su plan de diversificar la economía saudí y apostar al turismo de lujo. De hecho, el proyecto pretende desarrollar una costa virgen para atraer turismo europeo y de Oriente Medio, muy cerca de la Costa Azul francesa. Con la nueva ciudad se preve la creación de 380.000 puestos de trabajo y aporte u$s 48.000 millones al PIB del reino para el año 2030.

Pero aunque asegure que “necesitamos transformar el concepto” parece difícil que Arabia Saudita se aparte de su estrategia de ‘supremacismo’ petrolero y de un intento de reconvertir su uso sin abandonarlo.