A fines de julio pasado, dos nuevas caravanas con más de 3.000 migrantes salen del sur de México para tramitar permisos y poder ingresar a EEUU. Se trata de grupos migratorios que estuvieron estacionados por más de una semana en Tapachula, la ciudad que recibe el 70 % de las solicitudes de refugio en el país latinoamericano. Al no tener ninguna respuesta de las autoridades migratorias se movilizaron hacia el municipio de Huixtla a unos 50 kilómetros, donde esperan que el Centro de Atención Integral Fronterizo les agilice sus trámites migratorios.
Las nuevas caravanas recorren la región de Chiapas, en la frontera sur de México, buscando obtener permisos temporales que les permita trasladarse por el territorio para llegar hasta EEUU. Una es más pequeña, de unos 400 migrantes, pero la segunda, integrada por más de 3.000 personas, reúne a migrantes de Honduras, Guatemala, Venezuela y Haití.
Algunos de los migrantes, entrevistados por medios locales, denunciaron que decidieron “emprender una marcha pacífica hasta llegar a Huixtla” porque tenían más de una semana de no obtener respuesta” por parte de la oficina del Instituto Nacional de Migración (INM) en Tapachula. “Solo pretendemos llegar a Huixtla pacíficamente, no queremos problemas ni gritos, solo estamos pidiendo que se nos respeten nuestros derechos humanos porque las condiciones en las que estamos son complemente inhumanas”.
De los 108.791 migrantes entre enero y abril 2022, el 23% (24.500 personas) eran hondureños, el 22% (24.431) guatemaltecos y el 16% (17.874) cubanos.
El Centro de Atención Integral Fronterizo de Huixtla, informó que en junio había entregado a otra numerosa caravana “documentos migratorios por razones humanitarias para permitir el tránsito regular” de quienes se encuentran en situación migratoria. A diferencia de otras caravanas que fueron detenidas violentamente por la Guardia Nacional, esos migrantes pasaron el punto de revisión del municipio de Huehuetán, sin ser frenados por las autoridades.
Esa caravana de unas 1.500 personas accedieron a camiones que dispuso el INM para su traslado, mientras esperan conseguir las llamadas ‘Formas Migratorias Múltiples’, que les permitan llegar sin contratiempos legales a la frontera norte mexicana con el propósito final de intentar cruzar a EEUU.
El número de migrantes hacia Estados Unidos se está multiplicando y reflejan un flujo récord, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). En el 2021, las fuerzas fronterizas de EEUU arrestaron a más de 1,7 millones de indocumentados en la frontera con México.
Y la cantidad de migrantes interceptados en la frontera suroeste de EEUU, entre enero y mayo 2022, ya alcanzó 1.017.900 migrantes, lo que significa una cifra récord en los primeros cinco meses del año. Solo en mayo los encuentros en la frontera sur de EEUU sumaban 239.416 personas.
El flujo migratorio durante 2022 ya registra cifras que podrían superar los años anteriores, según un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), con el agravante que se incrementa la cantidad de menores no acompañados que se aventuran solos a emprender el peligroso viaje de forma irregular, a riesgo de ser presa fácil de la delincuencia organizada que alienta y controla parte de esas migraciones.
Honduras continúa liderando los países de Centroamérica y la región cuya población abandona su suelo natal movidos por la desesperación, la inseguridad y el hambre. El informe “Tendencias Migratorias en Centroamérica, Norteamérica y el Caribe” de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), señala que en los primeros cinco meses del 2022, 24.500 hondureños emprendieron el incierto camino hacia EEUU, hacia un ‘sueño americano’ del que descreen los propios estadounidenses, sumidos en una recesión económica y un proceso inflacionario (el mayor en 40 años) y en agudas tensiones sociales.
Para el mismo período, otros dos países centroamericanos aportan un número importante de migrantes Guatemala (24.431, casi similar a Honduras), Nicaragua (9.639) y El Salvador (8.174 migrantes). También desde algunos países de Sudamérica y el Caribe hay migraciones importantes en lo que va de 2022 (Colombia, Venezuela, Cuba y Haití).
Las cifras son alarmantes para Honduras y Guatemala. Las principales causas que generan el flujo migratorio constante en Centroamérica y que desangra la región, son estructurales, acumuladas por décadas de hambre, violencia, inseguridad, desempleo y gobiernos infestados de corrupción y desidia.
A esas causas estructurales se ha agregado en los últimos años el creciente impacto del cambio climátic, con sus secuelas de tormentas tropicales, huracanes, inundaciones y sequías que han trastornado el régimen de lluvias y comprometido las cosechas.
La conjunción de todas esas causas han generado un contexto de desesperanza colectiva que en los últimos años ha profundizado el flagelo de la migración, por lo que ya no es un miembro de la familia quien migra de manera temporal en busca de sustento, sino que es toda la familia la que busca un mejor horizonte e incluso, menores de edad sin futuro que abandonan su hogar y su tierra.
En la mayoría de los casos se trata de un “viaje a ninguna parte” ya que son rechazados en las peores condiciones. El informe de OIM revela que solo en los primeros meses de 2022, los “retornados” de manera forzada fueron 43.358 adultos varones y 14.293 mujeres, mientras los niños y adolescentes varones no acompañados fueron 6.479 y las niñas y adolescentes mujeres fueron 5.022.
Como explican los expertos la migración no es contenida con políticas gubernamentales ni en Honduras, Guatemala o Nicaragua porque ven al migrante como una fuente potencial de divisas para sus países a través de las ‘remesas’ si es que consiguen ingresar a EEUU y si no, en manos de la explotación y sometimiento al crimen organizado. La significación de las “remesas desde el exterior” le significan a Honduras un ingreso que representa unos u$s 6.000 millones, el 21,5% del PIB del país (cifras oficiales del BCH), lo que supera el ingreso derivado de la inversión extranjera directa. Para Guatemala representan el 20 % del PIB y para Nicaragua un 17% del PIB.
El caso de El Salvador es algo diferente ya que si bien las remesas también representan un 20% del PIB, la mayoría proviene de residentes salvadoreños de larga data en EEUU. El flujo migratorio actual de El Salvador apenas representó el 3,39% del total las 249.198 personas deportadas de 21 países de Centro, Sudamérica y las Antillas y crece en menor proporción (-11,2%) que el del resto de países. Ello se debe a que su gobierno tiene en proceso un programa de desarrollo económico tendiente a impulsar un crecimiento económico dinámico, inclusivo y resiliente y su gobierno se ha involucrado en una lucha para erradicar el crimen organizado, una de las principales causas de emigración.
Como reconoce el Banco Mundial, El Salvador pese a ser el país más pequeño de Centroamérica. “logró una disminución significativa de la pobreza y la desigualdad… Impulsado por un crecimiento favorable a los pobres y más prosperidad compartida, El Salvador se convirtió en el país más igualitario de América Latina y el Caribe” (WB, Abr 22, 2022).
Según el informe OIM en los primeros cuatro meses de 2022, hubo un crecimiento del 70% en comparación con el año 2021, en la cantidad de migrantes que han sido presentados ante estaciones migratorias mexicanas y trasladados a albergues.
Un caso especialmente lamentable por parte de México ha sido la deportación con intervención de la Guardia Nacional, el sábado 30 de julio de 126 venezolanos (117 hombres y 9 mujeres) que no pudieron acreditar su ingreso a México y permanecían en una estancia migratoria cerca de la frontera con Guatemala. La llegada de migrantes venezolanos, que huyen del profundo colapso económico y del régimen que aqueja a su país, han sido devueltos a Venezuela sin considerar los riesgos que supone para muchos de ellos, retornar a la dictadura bolivariana.
México endureció sus medidas, intentando congraciarse con los reclamos de EEUU ante la creciente migración indocumentada-El INM reconoció que en el transcurso de este un total de 343 venezolanos han sido devueltos a su país.
Entre los migrantes interceptados en México, la mayoría son hondureños y guatemaltecos, que incluyen un 6 % de migrantes menores, 98% de los cuales viajaban solos. Esto supone el drama de más de 62.000 niños, niñas y adolescentes que iniciaron la travesía del ‘sueño americano’ sin destino, antes de cumplir su mayoría de edad. El 60% de los niños y niñas afirmaron a UNICEF y otros organismos, que salían de sus países producto de la violencia.
El riesgo es evidente. Las puertas de EEUU están cerradas y el peligro de un viaje sin destino multiplica las muertes y desapariciones. Entre enero y junio pasado se han verificado 337 muertes de las que 45 son mujeres y 32 de niñas.
A nuestros lectores, interesados en este tema, les recomendamos las investigaciones de Valeria Luiselli, escritora y ensayista mexicana, ganadora del American Book Award con su libro “Lost Children Archive”.
Allí revela que “el 80% de las niñas y mujeres que atraviesan México son violadas” y denuncia el triste rol de México en el abuso de los derechos humanos de los exiliados: “México debería tener una postura diferente a la de Estados Unidos. Nuestro país se convirtió en el mayor deportador de migrantes centroamericanos, un trabajo sucio que, en definitiva, no deberíamos hacer”.
Luiselli desenmascara el negocio de EEUU con los ‘niños migrantes’: “El hecho de que las prisiones en EEUU sean privadas, explica por qué encarcelar indocumentados es lucrativo para la economía de esa nación”. La investigadora mexicana recuerda que la empresa CoreCivic es dueña del 65% de las cárceles de migración y de un porcentaje alto de prisiones para criminales. La detención de una persona adulta produce una ganancia de 200 dólares, mientras que la captura de un menor de edad genera el doble de esa suma.
En este contexto, la autora muestra la hipocresía de la política de asilo de EEUU: “Si una persona demuestra que ha sufrido más que otra puede obtenerlo, pero ¡imagínense! a un niño de cinco años solo que no puede contar la historia de violencia en la que vivía, acaba siendo deportado porque no tiene el lenguaje formado para expresarse”. Pero su detención ya ha generado “ganancias” para Core Civic que luego alimentan las campañas políticas…