Diversos informes revelan que la primera economía mundial no solo contamina la atmósfera con sus emisiones de dióxido de carbono y metano, por su empecinada adicción a los combustibles fósiles, sino que es el mayor generador mundial de basura (en especial plástica).
En mayo pasado, las organizaciones Beyond Plastic y The Last Beach Cleanup presentaron un informe que ponía de manifiesto el colosal aporte de basura que EEUU genera cada año que lo coloca como un triste líder en el ranking de países contaminadores. El trabajo ratificaba anteriores investigaciones como las realizadas por la prestigiosa National Geographic y el informe encargado por el Congreso estadounidense a las Academias Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EEUU, que detallan la evolución negativa de la basura en ese país.
El informe de las tres Academias ‘Reckoning with the U.S. Role in Global Ocean Plastic Waste’ –contundente por la base científica de sus datos– alerta sobre las consecuencias globales del problema: “Se estima que 8 millones de toneladas métricas de desechos de plástico son vertidos a mares y océanos cada año, el equivalente a tirar al agua cada minuto la carga de residuos de plásticos de un camión de basura de grandes dimensiones. Si continúan las prácticas actuales, la cantidad de plásticos vertidos en los océanos podría alcanzar hasta 53 MMT por año para 2030, aproximadamente la mitad del peso total de los peces capturados en el océano anualmente”.
En la misma línea de preocupación por la dejadez estadounidense sobre su rol de mayor contaminador mundial, la denuncia de Beyond Plastic y The Last Beach Cleanup fue ratificada en octubre pasado por otro sólido informe “Circular Claims Fall Flat Again” (Greenpeace) donde se muestra el estrepitoso fracaso de EEUU en la gestión de sus residuos. De los 51 millones de toneladas de residuos plásticos generados a nivel mundial el año pasado, EEUU fue responsable de 42 millones Tn y solo logró reciclar unos 2,4 millones de toneladas.
A nivel mundial, según Naciones Unidas se producen anualmente más de 450 millones de toneladas de plástico en el mundo y sólo el 9% de sus desperdicios son reciclados.
Las investigaciones coinciden en la responsabilidad de EEUU (gobierno, empresas y ciudadanos) como el mayor productor y consumidor de todo tipo de plásticos en los últimos 50 años sin la menor voluntad de morigerar sus consecuencias medioambientales.
La conclusión es que Estados Unidos es el principal generador del mundo de desechos plásticos tanto en cifras totales como relación a su población; con una generación de residuos plásticos per cápita de 130 kg/año, es decir, más del doble de residuos de plásticos que China y más que todos los países de la Unión Europea juntos.
Dos problemas concurren a agravar la situación: uno, el bajísimo nivel de conciencia ciudadana en EEUU sobre los problemas climáticos (fomentado por sus gobiernos, atados a dar respuesta a la industria de los combustibles fósiles y sus derivados) y dos, la decisión de la industria de producir en general plásticos que no se pueden reciclar, como los que se utilizan en envases y envoltorios.
El informe de Greenpeace llama la atención acerca del origen de las dificultades para una mejor gestión de los residuos plásticos en Estados Unidos debido a un sistema que privilegia la rentabilidad económica y un Estado que renuncia a su facultad regulatoria (lo que alguna vez la justicia estadounidense definió como “un tiburón sin dientes”): “Los desechos plásticos son extremadamente difíciles de recoger de forma selectiva, prácticamente imposibles de clasificar para el reciclaje, dañinos para el medio ambiente para su reprocesamiento, a menudo están compuestos o mezclados con productos tóxicos”. Todo eso entraña costos que deben derivarse a los productores plásticos (externalidades), pero las Administraciones de EEUU están muy lejos de admitirlo, pese a que los desechos comprometen la salud de sus ciudadanos.
El impacto de los residuos plásticos no solo es perjudicial para la salud de los estadounidenses sino que tiene consecuencias devastadoras sobre la salud de los océanos, de la fauna marina, de las comunidades costeras en otros países y sobre la atmósfera global en tanto muchos de los residuos plásticos producidos, terminan quemándose en vertederos y degradándose en la propia naturaleza, muchas veces a miles de kilómetros de su origen, producto de su exportación a países de menores recursos.
Desde la década de los ’60, EEUU no ha dejado de incrementar la cantidad de basura plástica producida. Los datos son concluyentes –tal como lo señala el informe de las tres Academias estadounidenses–: el aporte de EEUU a la producción y desperdicio de plásticos generado con combustibles fósiles, es enormemente desproporcionado en comparación con otras naciones, hasta 8 veces más que cualquier otro país.
Los investigadores estiman que de esa colosal masa de residuos, entre 2 y 3 millones de toneladas anuales de plástico (en especial, envases y pequeños utensilios), se infiltra en el medio ambiente, contaminando napas y suelos; y otros 8,8 millones de toneladas de desechos plásticos termina, a través de ríos y arroyos, en los océanos.
Durante años, EEUU con una conducta irresponsable, “limpió” parte de su basura, trasladando el problema a países pobres sin capacidad de gestionar esos residuos y alimentando con sus exportaciones, la quema en vertederos que contaminaban la atmósfera global pero ocultaban la propia suciedad.
Y atribuyó de forma hipócrita, la culpa a los países asiáticos, en particular a China, su principal enemigo. Pero como señalara Amy Uhrin, científica principal del programa de restos marinos de NOAA, la basura plástica “no es estrictamente un problema asiático” sino estadounidense.
El argumento por el que se culpaba al Asia proviene de una primera evaluación integral del problema de la basura mundial de 2015 sobre datos del Banco Mundial respecto de192 naciones costeras, donde se concluía que unos 8 millones de toneladas métricas de basura plástica se filtraban desde las costas hacia los mares cada año. En ese estudio se establecía los 20 países con mayor responsabilidad en la basura plástica, donde los cinco mayores contaminadores eran China, Indonesia, Filipinas, Vietnam y Tailandia, y EEUU ocupaba el puesto 20.
Aunque nadie duda sobre el aporte a la basura plástica mundial que hacen una serie de naciones de Asia y África –en desarrollo, plena expansión demográfica y con clases medias en expansión–, la realidad es que el estudio de 2015 tenía falencias notables como ignorar que parte de la basura plástica de esos países provenía de la exportación de EEUU y que solo analizaba volúmenes totales sin precisar la basura generada per cápita que es la que determina la conducta de la producción y el consumo. Tampoco establecía los porcentajes de recuperación y reciclado que cada uno de esos países hacía del material.
Durante años EEUU envió al extranjero más de la mitad de sus millones de toneladas de basura plástica y casi el 90% era dirigida a países carentes de recursos para procesarla correctamente, contaminando por tanto, el medioambiente más allá de sus fronteras.
Con todas esas falencias, el estudio/alegato de 2015, determinaba que China producía 395 millones de toneladas anuales de residuos sólidos municipales contra 265 millones de EEUU. Pero omitía que esas cifras indicaban que con una población de 331 millones, cada estadounidense producía 1,18 Tn de basura anual, es decir casi 4 veces y media más que lo que producía cada ciudadano chino (0,28 Tn) con una población de 1412 millones.
Otra de las deficiencias de aquel estudio de 2015 era que había utilizado información de 2010, sin tomar en cuenta las posteriores mejoras que algunos países como China y otros habían realizado en la gestión de su basura y la construcción de infraestructuras. Por ejemplo, en ese período China logró reducir un 60% la generación de basura y mejoró en un 51% la gestión con un notable incremento en las incineradoras.
En 2018 una decisión de China revolucionó de forma dramática el comercio mundial de basura plástica, cuando anunció que dejaba de recibir residuos plásticos para su tratamiento y que el cierre definitivo se produciría a partir de 1° de enero del 2021, fecha desde la cual ya no admitiría ningún tipo de basura sólida procedente del extranjero.
La medida destinada a mejorar su medioambiente, excedió la basura plástica, prohibiendo la compra de 24 tipos de residuos, entre ellos plásticos, papel sin clasificar, escoria de ciertos minerales y desechos textiles. La decisión china contó con la adhesión de otros países asiáticos como por ejemplo Malasia, cuyo Ministerio de Medio Ambiente identificó basura no autorizada proveniente de países como EEUU, Reino Unido, Australia, Canadá y España, cuyos contenedores con residuos los devolvió a su origen.
El impacto sobre la industria mundial de la basura de los países desarrollados ha sido brutal porque ha dejado expuesta la irresponsabilidad y desidia de todas aquellas naciones que usaban al gigante asiático para deshacerse de su basura y que ahora enfrentan el dilema de no contar con un activo sector industrial de reciclado y deberán encontrar nuevos destinos o finalmente gestionar la basura que producen. Hay que tener en cuenta que hasta esa decisión del gigante asiático, alrededor del 70% de la basura plástica de EEUU y el 95% de la europea terminaba en China.
La prohibición de China a la entrada de basura supondrá mayor presión de los países desarrollados sobre algunos vecinos asiáticos más vulnerables como Tailandia, Filipinas, etc. y también sobre economías que requieren determinados materiales para sus industrias como Turquía e India.
La carencia estadounidense de una industria dinámica y eficiente de reciclado de la basura plástica está poniendo al límite la capacidad de los más de 3.000 vertederos activos del país que podrían colapsar en una década, en especial en el noreste del país, mucho menos avanzado que la costa este.
Ello implica un grave peligro para América Latina y África. Una reciente investigación revela el acelerado incremento de los envíos de basura plástica de EEUU hacia Latinoamérica. En plena pandemia, las exportaciones estadounidenses hacia algunos países de esa región aumentaron más de un 100%, en especial hacia las naciones pobres con legislaciones y controles frágiles.
En febrero de este año, BBC News denunció ese proceso en un artículo titulado “Imperialismo de la basura”: por qué América Latina se ha convertido en ‘el nuevo basurero’ de Estados Unidos”
El principal destino de las exportaciones de residuos plásticos ha sido México, que en 2021 recibió unas 72 toneladas de basura a un ritmo de unos 60 contenedores diarios. Pero también durante ese año, EEUU envío toneladas de basura a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana e incluso Venezuela.
Como advirtió en su entrevista con la BBC, la ingeniera ambiental Jan Dell, creadora de Last Beach Cleanup: “Estados Unidos está inundando América Latina con desechos plásticos, particularmente desde California hasta México. Pero si bien la cantidad de basura que se exporta a México es desmedida, la que se envía al resto de Latinoamérica no es menor si comparamos el tamaño de los países y la cantidad de población”.
María Fernanda Solíz Torres, experta en temas ambientales y Directora del Área de Salud de la Universidad Andina Simón Bolívar (Ecuador) recuerda que si bien las exportaciones de desechos plásticos de EEUU hacia América Latina no son una novedad, a partir de la decisión de China, la situación se agravó: “En 2018, al dejar China de ser el vertedero del mundo, es cuando Estados Unidos encuentra en América Latina una vía de escape… Con gobiernos y marcos normativos y jurídicos débiles como hay en nuestros países, la región resulta un escenario perfecto para realizar importaciones gigantescas de residuos plásticos”.
Los envíos se realizan bajo la carátula de “materias primas” para ‘disfrazar’ el contenido y como advierte la académica ecuatoriana, las autoridades no hacen un seguimiento a estos desechos: “no hay un control real sobre lo que pasa con esta basura y cómo se procesa o dónde termina… En la mayoría de los países, las aduanas apenas revisan estos cargamentos de basura, por lo que es muy difícil regular qué entra”.
Pero lo realmente grave es que más de la mitad de la basura plástica que llega de EEUU a América latina no se puede procesar, porque está contaminada, por lo que “termina siendo enterrada, abandonada en quebradas, en ríos o rellenos sanitarios, porque no sirve”.
Por ese motivo, más de 70 organizaciones de todo el mundo han reclamado que se suprima el comercio transfronterizo de residuos plásticos en América Latina y exigen que EEUU, principal exportador de miles de toneladas de residuos plásticos, gestione sus residuos en su territorio.
Melissa Aguayo, coordinadora en EEUU de Break Free From Plastic, cree que la región enfrenta un nuevo colonialismo: “Es irresponsable e inmoral que EEUU no impida que las empresas exporten desechos plásticos a América Latina y el Caribe, así como a todo el Sur Global. En lugar de implementar medidas adecuadas de reducción de desechos a nivel nacional, EEUU está perpetrando el colonialismo de desechos al arrojar esta contaminación tóxica a otros países. Nos solidarizamos con nuestros socios y aliados latinoamericanos que exigen a sus gobiernos nacionales que dejen de aceptar la importación de residuos. Haremos que el gobierno de EEUU rinda cuentas por soluciones reales y equitativas a la crisis de contaminación plástica”.