Aprobó el Proyecto Willow para la explotación petrolera en Alaska

15 mar 2023

Joe Biden, presidente de Estados Unidos, aprobó un polémico proyecto de explotación de petróleo y gas en Alaska, que significa una vergonzosa defección para quien se presentaba antes de las elecciones como un defensor de la causa ambiental. 

En la página oficial de su plataforma “verde” sostenía: “Podemos dirigir a los Estados Unidos para convertirse en la superpotencia de energía limpia del mundo. Podemos exportar nuestra tecnología de energía limpia a todo el mundo y crear empleos de alta calidad y clase media aquí en casa. Lograr una economía de energía limpia al 100% no es solo una obligación, es una oportunidad. Debemos adoptar un futuro de energía limpia de forma plena, no solo por todos nosotros hoy, sino también por nuestros hijos y nietos, para que su futuro sea más saludable, más seguro y más justo”.

Carrera contra el último pulmón natural de Norteamérica - Foto Hari Nandakumar, Unsplash.

Una bomba de carbono

El proyecto Willow, una iniciativa de u$s 8.000 millones que responde a los intereses de ConocoPhillips, tiene como objetivo producir hasta 180.000 barriles de petróleo por día, en un territorio considerado “ecológicamente sensible” y una puerta hacia la explotación del Ártico.

Se trata del proyecto petrolero más grande desplegado en el área en décadas. ConocoPhilips que tiene una fuerte presencia en Alaska como el mayor productor de petróleo de ese Estado, enfrenta una fuerte oposición por parte de los activistas ambientales por sus impactos climáticos y sobre la vida silvestre de la región.

ConocoPhillips figura entre las 20 empresas más contaminadoras del mundo, según un estudio de The Carbon Majors (CDP) que estableció sobre la base de datos oficiales que sólo cien empresas producen más del 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero desde 1988. Esas 100 grandes corporaciones son las responsables de la mayor parte de las emisiones que comprometen al Planeta por el cambio climático.

ConocoPhilips es la tercera mayor petrolera y la segunda mayor refinadora de EEUU, un país que pese a haber suscrito cuatro grandes protocolos para combatir el efecto invernadero (Río 92, Kyoto 97, Copenhague 2009 y París 2015) ha incumplido siempre sus promesas y se ha mostrado incapaz de mantener a raya la contaminación. 

Los resultados de EEUU son atronadores: ha lanzado al espacio 20.000 millones de toneladas de dióxido de carbono más de lo comprometido en 1992. Para 2025, las previsiones estiman que sobrepasará en otras 5.000 millones de toneladas los límites previstos en París a lo que se agrega ahora el aporte del Proyecto Willow. Esos 25.000 millones de toneladas adicionales es una cantidad que supera las emisiones totales procedentes de China, India y la UE en 2019. Y los combustibles fósiles representaron el 79% del consumo de energía primaria de EEUU en 2021.

Los expertos ambientales y los detractores del proyecto argumentan sólidamente las razones por las que debería detenerse. Las actividades extractivas que se desarrollaran en la remota zona de North Slope (Alaska) producirán 278 millones de toneladas métricas de CO2e durante su vida útil de 30 años. 

La cifra equivale a la ‘salvajada’ de agregar 60 millones de automóviles a las carreteras estadounidenses en ese período (o 2 millones de autos cada año), como reconocen las propias estimaciones de la Oficina de Administración de Tierras de EEUU.

Cuando hablamos de CO2e o dióxido de carbono equivalente se refiere a la unidad utilizada para expresar el impacto climático de todos los gases de efecto invernadero juntos, como si fueran emitidos como dióxido de carbono.

Política basura

Las promesas de Biden de liderar la acción climática y responder a las demandas más ecológicas de sectores del partido demócrata, acaban de chocar con la realidad de la “política basura” o como definen los cínicos, el “pragmatismo político”.

Todavía resuenan algunas frases de Biden en campaña o del presidente de EEUU ante las Cumbres climáticas. Mientras se presentaba como candidato en 2020, Biden prometía:“no habrá más perforaciones en tierras federales, punto”. Esa promesa la rompió un año después cuando reconoció que otorgaría nuevas licencias de perforación y nuevamente ahora…

El argumento entonces fue que había sido presionado por los tribunales, una explicación que volverá a usar ante los cuestionamientos al Proyecto Willow. Se basa en que la petrolera ConocoPhillips tiene una licencia de explotación desde 1999 que le habría dado un soporte sólido a sus reclamos ante la justicia si la Casa Blanca la hubiera rechazado.

Pero no es más que una mentira o en todo caso, el fruto de haber admitido durante años que el gobierno federal –como lo definiera Paul Pelletier, ex alto funcionario del Departamento de Justicia de EEUU y fiscal de delitos financieros– se transformara en un “tiburón sin dientes” por su incapacidad de control y sanción de las actividades de las grandes corporaciones plutocráticas.

Pelletier se refería a decisiones económicas como la derogación de Ley Glass-Steagall en 1999 y la Ley de Modernización de Futuros, un año después, que generaron las condiciones para transformar el sistema en un “territorio Corleone”, con una Administración sin capacidad efectiva de perseguir y castigar los abusos corporativos.

Lo de Corleone no es una exageración. Hace exactamente un siglo, la industria automotriz y petrolera habían generado una tragedia sanitaria sólo movidos por el lucro. En diciembre de 1921, en Dayton, Ohio –como reveló Bill Kovarik, de la Universidad de Radford– desarrollaron una nueva mezcla de combustible con plomo que producía más potencia y menos ruido. Era tetraetilo de plomo. 

Los expertos en salud pública advirtieron sobre los peligros del envenenamiento por plomo, pero como dice Kovarik, “con grandes ganancias a la vista, y muy pocas regulaciones de salud pública” General Motors y Standard Oil “sabían sobre los riesgos para la salud del combustible con plomo pero lo vendieron de todos modos durante 100 años!!!”. ¿Es necesario recordar que la parte Conoco (de ConocoPhilips) proviene de Standard Oil de los Estados de las Rocosas? 

"No habrá más perforaciones en tierras federales, punto" Biden dixit 2020.

Los datos demuelen las pretensiones ‘verdes’ de Biden. Su gobierno canalizó más de u$s 9.000 millones en proyectos de petróleo y gas en África. Un recuento de datos oficiales recogidos por The Guardian muestra que desde que firmó frenar el calentamiento global en el acuerdo climático de París 2015, solo u$s 682 millones se aplicaron a desarrollos de energía limpia como la eólica y la solar durante el mismo período. 

Como bien señala Matt MacGrath, corresponsal de temas ambientales de la BBC, la aprobación de la “bomba de carbono” Willow, tiene que ver con la política y la ley, no con el medio ambiente.

Uno de los verdaderos motivos de la defección ambiental de Biden es el temor bastante fundado de poder perder las próximas elecciones (2024) que lo lleva a apostar a mostrarse como un líder preocupado por el suministro de petróleo y los precios de la gasolina y los alimentos para los ciudadanos estadounidenses.

La apuesta política es incierta pues supone que el electorado joven demócrata no votará en ningún caso a los candidatos republicanos, pero parece no recordar que su triunfo se debió a una enorme movilización entre ese mismo electorado a favor de ir a votar, algo que podría no repetirse ante la defección ambiental del Presidente.

Para ellos, la aprobación del proyecto petrolero es una estafa. Consideran que es un error grave y un desastre para el clima del Planeta, las tierras, las comunidades y la vida silvestre. Han escrito más de un millón de cartas de protesta a la Casa Blanca y más de tres millones de personas firmaron una petición de Change.org para detener el Proyecto Willow.

Contra la opinión de la petrolera que asegura que el proyecto mejorará la seguridad energética, traerá empleo y brindará beneficios a las comunidades nativas de Alaska, el joven activista iñuipat, Sonny Ahk, fuerte opositor al Proyecto Willow, le dijo a la BBC (reportaje de Sam Cabral) que el desarrollo “catalizará la futura expansión petrolera en el Ártico… Mientras que los ejecutivos de fuera del estado obtienen ganancias récord, los residentes locales deberán lidiar con los impactos perjudiciales de estar rodeados de operaciones masivas de perforación“.

Como suele suceder en la “política basura” –instalada en el mundo actual poniendo en riesgo el sistema democrático– tres legisladores que representan a Alaska en el Congreso de EEUU (uno de ellos demócrata) presionaron para la aprobación de la explotación petrolera, promocionándola como una inversión muy necesaria para las comunidades locales que impulsa la producción nacional y disminuye la dependencia extranjera. Un argumento digno de ciertos políticos de territorios a los que Trump de forma repulsiva llamaba “países de mierda”.

El Proyecto Willow es parte de la explotación petrolera del Ártico y una traición a la causa ambiental.

Biden y el greewashing

António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, ha exigido a los políticos que tomen medidas “rápidas y drásticas”, porque “las campanas de alarma son ensordecedoras y la evidencia es irrefutable… Este informe (del IPCC) debe ser una ‘sentencia de muerte’ para el carbón y los combustibles fósiles, antes de que destruyan el planeta. Si combinamos fuerzas ahora, podemos evitar una catástrofe climática”

Su diagnóstico apoyado en la ciencia es contundente: “Nuestra adicción a los combustibles fósiles está empujando a la humanidad hacia el abismo… Tenemos por delante una difícil decisión: o acabamos con ella o ella acaba con nosotros”,

Claramente la explotación petrolera planteada por Conoco y aprobada por Biden, colisiona con las recomendaciones de Naciones Unidas y las conclusiones científicas del IPCC y resulta concluyente que es indefendible desde una perspectiva climática. Por eso los asesores de la Casa Blanca han intentado reducir los daños anunciando la aprobación con nuevas prohibiciones sobre la explotación de petróleo y gas en el Océano Ártico. Algo así como proteger un área para permitir destruir otra.

El Departamento de Interior de EEUU prometió que más de 1,2 millones de hectáreas del Mar de Beaufort, en el Océano Ártico estarían “indefinidamente excluidas” para la perforación de petróleo y gas. En una verdadera operación de greewashing, aseguran “la protección a perpetuidad del desarrollo extractivo” para un hábitat importante para ballenas, focas, osos polares y otros animales salvajes. E incluyó en la promesa otras 5 millones de hectáreas de tierra “ecológicamente sensible” que hace un siglo habían sido reservadas para la futura producción de petróleo en Alaska.

Si el propio Biden prometió en su campaña que no habría más perforaciones en tierras federales y ahora aprueba el plan de Conoco, ¿quién garantiza a perpetuidad esas tierras? O esperaran que los negacionistas que pueblan el circo republicano se conviertan en adalides climáticos el día que vuelvan a la Casa Blanca. Parece una tomadura de pelo… 

Pero no es extraño. En la Casa Blanca aseguraron que “con estas acciones, el presidente Biden continúa cumpliendo con la agenda climática más agresiva en la historia de Estados Unidos”. Sorprendente greenwashing, salvo que en la agenda climática incluyan la ‘agresiva’ provisión de armas hacia Ucrania que involucra a la humanidad en el riesgo de un conflicto nuclear.