EEUU encabeza la lista de países
que alimentan la crisis de residuos

oct 2019

La cantidad de desechos que seguimos produciendo no solo alcanza volúmenes colosales sino que continúa creciendo de manera acelerada. Su generación a nivel global podría aumentar un 70% para el 2050, según el último informe del Banco Mundial «What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050», donde alerta acerca de la necesidad de acciones inmediatas para controlar el problema. De lo contrario, la producción global de residuos, causada fundamentalmente por el plástico, pasará en los próximos 30 años, de los 2.100 millones de toneladas actuales a unas 3.400 millones de toneladas.

La producción mundial de desechos, supera los 1.000 millones de toneladas de basura doméstica y representan exportaciones por un valor de 86.000 millones de dólares. Un negocio que sus beneficiarios no quieren perder aunque en ello vaya la salud de nuestro Planeta.

Estos residuos se exportan en estado bruto o bien tras una primera clasificación y tratamiento en origen que permite separar los distintos materiales (papeles, plásticos, metales, etc.). El volumen de la basura exportada aumentó de manera exponencial en los últimos años, duplicándose entre el 2000 y 2019.

Verisk Maplecroft, una prestigiosa consultora estratégica, con sede en Bath, cuyo trabajo incluye el análisis de los riesgos políticos, económicos, sociales y ambientales que afectan a los negocios e inversiones globales, publicó el pasado mes de julio un informe donde alerta sobre  una “creciente crisis de la basura”.

La investigación de la empresa británica calcula que “cada año se generan más de 2.100 millones de toneladas de desechos sólidos municipales (RSU) en todo el mundo, lo suficiente como para llenar 822.000 piscinas olímpicas, que se extenderían 41.000 kms. si se dispusieran de extremo a extremo. Sin embargo, solo el 16% (323 millones de toneladas) de esto se recicla cada año, mientras que el 46% (950 millones de toneladas) se elimina de manera insostenible”.

El estudio midió el rendimiento de generación y reciclaje de desechos de 194 países para poner al descubierto de manera global cómo los países están enfrentando el problema de los residuos, cuyo factor crítico más grave es  el creciente impulso de los desechos plásticos.

La primera conclusión de ese análisis es que Estados Unidos es el país que produce más desechos por persona del mundo: tres veces más que la media global!!!

“Nuestro Índice de generación de residuos (WGI), que captura las tasas per cápita de RSU, plástico, alimentos y producción de residuos peligrosos –dicen los analistas de Verisk Maplecroft– muestra que los ciudadanos y las empresas estadounidenses son los principales contribuyentes al problema de los residuos en los cuatro indicadores medidos. Con 773 kgs por cabeza, el país genera el 12% de los RSU globales, aproximadamente 239 millones de toneladas, mientras que solo representa el 4% de la población mundial”.

EEUU produce tres veces más desechos por persona que la media global.

En comparación, China e India, que representan más del 36% de la población mundial, generan el 27% de los residuos municipales mundiales, mientras que Estados Unidos producen más del triple de basura que sus homólogos chinos y 7 veces más que la población de Etiopía, el país de menor riesgo, según la consultora británica.

Los países de mayor generación de residuos detrás de EEUU, son los Países Bajos, Canadá, Austria, Suiza, Alemania, Francia y Australia, países “desproporcionadamente responsables de los niveles más altos de generación de desechos”.

EEUU es una de las naciones desarrolladas con la menor capacidad de reciclaje. Siendo la mayor economía del mundo, podría no ser llamativo que estuviera entre los mayores productores de desechos domésticos, pero –como señala el informe– “lo importante es su falta de compromiso para compensar su huella de desechos”.

La investigación británica en su Índice de Reciclaje (REI) midió las tasas nacionales de reciclaje, recolección y eliminación adecuada, así como el compromiso del gobierno con los tratados internacionales sobre residuos y la sorpresa es que el índice muestra que “EE.UU está muy por detrás de otras naciones industrializadas. El país solo recicla el 35% de sus RSU”. En comparación, Alemania recicla el 68% y es el país con el mejor registro mundo en gestión de residuos, aunque como puede verse todavía queda en ese caso, un tercio de la basura por procesar.

Para los autores del Informe de Verisk Maplecroft  se hace visible que en Estados Unidos “falta voluntad política e inversión en infraestructura” por parte del gobierno.

Si bien, la mayoría de los países desarrollados producen un alto nivel de desechos, la generación estadounidense de basura contaminante (residuos municipales, plásticos, alimentarios y tóxicos) per cápita es alarmante y la consultora británica considera a EEUU “el país de riesgo más extremo” a nivel mundial. Para confirmarlo, el Informe señala que la generación de basura por persona en Estados Unidos es cuatro veces mayor que en la India, país con 1.000 millones más de habitantes que EEUU.

Asia ya no quiere ser basurero del mundo

Primero fue China quien prohibió la entrada de residuos plásticos y otros desechos. Con el objetivo de mejorar su medioambiente, a comienzos de 2018 estableció una nueva ley, prohibiendo la compra de 24 tipos de residuos que pueden agruparse en cuatro categorías: plásticos, papel sin clasificar, escoria de ciertos minerales y desechos textiles. Y cerró numerosas plantas de procesamiento especialmente contaminantes en Cantón, Zhejiang y Shandong, áreas costeras con importantes puertos de entrada.

Hasta entonces, China importaba la mayoría de los desechos plásticos del mundo. La prohibición, basada en las directivas del presidente chino Xi de favorecer una economía verde y una civilización ecológica, está “cambiando la dinámica global”, según Matt McGrath, periodista especializado de la BBC.

La prohibición de China hizo que los residuos de las naciones desarrolladas (EEUU, Canadá, Japón y la UE) fueran derivados a otros países, como Indonesia, Tailandia y Malasia, que a su vez empezaron a rechazar envíos. La medida china fue, paulatinamente imitada por otros países asiáticos, como Filipinas, Malasia y Vietnam. Durante décadas, Asia ha sido el vertedero de millones de toneladas de basura proveniente de las grandes economías desarrolladas. En el último año y medio, la tendencia a rechazar esos desechos creció e incluso algunos Gobiernos han empezado a devolverlos como ocurrió con Camboya, en julio pasado.

Unos 83 contenedores en Sihanoukville, el principal puerto de Camboya resultaron estar llenos con 1.600 toneladas de residuos plásticos procedentes de EEUU y Canadá, que serán devueltos a sus países de origen porque Camboya no es un basurero donde los países extranjeros pueden deshacerse de los residuos electrónicos viejos, y también se opone a cualquier importación de residuos plásticos y lubricantes para reciclarse en este país”, afirmó un funcionario del Ministerio de Medio Ambiente de Camboya.

Medio Ambiente y la policía portuaria de Camboya inspeccionan los contenedores ilegales de EEUU y Canadá..

El veto de China ha tenido un efecto positivo. A mitad de este año, 187 países acordaron reformar el Convenio de Basilea para regular la exportación de residuos plásticos, buscando evitar que se puedan exportar mezclas de plásticos no reciclables, otorgando a los países receptores un derecho de veto a la entrada de determinados residuos.

La dificultad por colocar toda esa basura ha agravado el problema global de gestión de los desechos que Occidente irresponsablemente ha estado postergando, por ahorrarse los costes de gestión y tratamiento de sus residuos. Era más fácil compactarlos, meterlos en contenedores y enviárselos a China. Descargados en  los muelles chinos, los contenedores llevaban basura mezclada con toneladas de residuos especiales tóxicos, y partían hacia los centros de separación, clasificación y recuperación de sus diferentes materiales. Eso se ha terminado.

Desde entonces, los países desarrollados –principales responsables de la producción de residuos– intentan lograr encontrar nuevos “alojamientos” para su basura. Mientras tanto, parte de ella se les acumula en sus países. Canadá, Reino Unido, Irlanda y Alemania son algunos de los que ya registran ese problema, mientras toneladas de basura se acopian en puertos como los de Hong Kong, porque no pueden ingresar a la China continental.

Steve Frank, de Pioneer Recycling de EEUU, reconocía que las 220.000 toneladas anuales que enviaba cada año en su mayor parte a China, ahora tienen dificultades para ser colocadas: “La prohibición de China ha provocado un gran desajuste en todo el mundo” y que países como Indonesia, India, Vietnam, Malasia “no pueden compensar la diferencia”.

Jim Iavarone, de Mill Valley Refuse Service, una compañía de gestión de residuos de California, advierte el peligro de la acumulación de basura: “Nos solían pagar por reciclar. Ahora estamos pagando para deshacernos del reciclaje. Y si el Estado no encuentra qué hacer con ello, construir nuestras propias plantas de procesado y dejar de enviarlo a otros países para que lidien con ello, todo acabará en nuestros vertederos”.

Los gobiernos de todo el mundo trataron de ignorar el problema. Ahora advierten que la gravedad de la crisis de la basura ya no se puede esconder. Según datos de una investigación de la Universidad de Georgia, en el 2030, se requerirá enterrar o reciclar 111 millones de toneladas métricas de plástico, lo que equivale a la monstruosidad de unos 100 millones de vehículos medianos.

Una décima parte del plástico que se desecha es quemado, lo que genera gases tóxicos. Casi el 80% ha sido de todo ese plástico ha sido acumulado en vertederos o arrojado al medio ambiente. Varios millones de toneladas terminan en los océanos cada año (ver nuestro artículo “Hacia un mundo sin plásticos”) y solo el 9% del total ha sido reciclado.

El ritmo de producción actual excede nuestra capacidad de eliminar esos desechos de manera efectiva y sustentable, a lo que se agrega que países como EEUU –el mayor generador de residuos– muestra una manifiesta  falta voluntad política e inversión en infraestructura, reciclando apenas un tercio de sus RSU.

Parece haber llegado la hora de pasar a la acción y avanzar en ideas audaces que permitan detener el actual proceso. Como señala Laura Tuck, vicepresidenta de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial: “La mala gestión de los residuos está dañando la salud humana y el medio ambiente local, al tiempo que aumenta el desafío climático (..) Nuestros recursos deben ser utilizados y luego reutilizados continuamente para que no terminen en los vertederos”.

Contra la visión interesada de que desarrollar sistemas de tratamiento adecuados de gestión de residuos es costoso, el informe del Banco Mundial señala que eso es una falacia. “Desde el punto de vista económico, tiene sentido administrar adecuadamente los residuos”, explica Silpa Kaza, especialista de Desarrollo Urbano del Banco Mundial y autor principal del informe. “Los desechos no recolectados y los residuos mal eliminados tienen impactos significativos en la salud y el medio ambiente. El coste de abordar estos impactos es mucho mayor que el coste de desarrollar y operar sistemas simples y adecuados de gestión de residuos”.

En marzo pasado, el Parlamento Europeo aprobó una ley para prohibir los plásticos de un solo uso para el año 2021, y Canadá avanza en la misma dirección. Es necesario que los gobiernos adopten la economía circular, las formas inteligentes y sostenibles de gestionar los desechos, que permitan promover un crecimiento económico eficiente y a la vez, minimizar el impacto ambiental. Desarrollar sistemas innovadores de gestión de residuos que permitan construir una economía circular, donde los productos estén diseñados y optimizados para su reutilización y reciclaje.