OCT 2019

En agosto de 2018, una niña sueca de quince años, Greta ‘Tintin’ Thunberg, decidió no ir a la escuela un día a la semana, sentándose en las afueras del Parlamento de su país, con un cartel que decía Skolstrejk för klimatet (huelga escolar por el clima). Era su protesta ante la inacción de los gobiernos frente al cambio climático. Sólo eso.

Greta sostenía y sostiene que “nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia”. Como en el proverbio chino, el aleteo de esa mariposa se sintió al otro lado del mundo y su protesta terminó provocando un movimiento global de acción contra la crisis climática, inspirando a millones de alumnos a luchar en favor de la salud de nuestro Planeta.

Miles estudiantes realizaron manifestaciones en más de 270 ciudades en varios países del mundo, incluyendo Australia, Austria, Alemania, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Japón, Países Bajos, Reino Unido y Suiza.

Como el célebre personaje de historietas del belga Hergé, Greta tiene como segundo nombre ‘Tintín’, que era un jovencísimo reportero, capaz de las mayores hazañas por defender causas justas. Tintín no sólo fue el protagonista de una de las más influyentes historietas del siglo XX con más de 200 millones de ediciones, películas, series de televisión, libros, sino que su imagen quedó estampada como homenaje en monedas belgas y francesas. Su influencia en la época fue tal que el propio general de Gaulle le confesó a Andre Malraux: “Básicamente, ya sabes, ¡mi único rival internacional es Tintín!”. Y Greta se llama Tintín…

En noviembre de ese año, inició el movimiento Juventud por el clima y en diciembre, Greta fue más allá. Acompañada por sus padres, se presentó ante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP24), en Katowice (Polonia) y se atrevió a decirles a los líderes mundiales:

“Me llamo Greta Thunberg. Tengo 15 años. Soy de Suecia. Hablo en nombre de Climate Justice Now (…) Ustedes solo hablan del crecimiento económico verde y eterno, porque tienen demasiado miedo de no ser populares. Solo hablan sobre seguir adelante con las mismas malas ideas que nos metieron en este desastre, incluso cuando lo único sensato que pueden hacer es poner el freno de emergencia. No son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros los niños. Pero a mí no me importa ser popular. Me preocupo por la justicia climática y por el planeta (…) Nuestra biósfera se está sacrificando para que las personas ricas en países como el mío puedan vivir de lujo. Son los sufrimientos de muchos los que pagan por el lujo de unos pocos (…) Ustedes dicen que aman a sus hijos por encima de todo, pero les están robando su futuro ante sus propios ojos (…) Necesitamos mantener los combustibles fósiles en el suelo y debemos centrarnos en la equidad. Y si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles de encontrar, tal vez deberíamos cambiar el sistema en sí mismo. No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Nos han ignorado en el pasado y nos volverán a ignorar. Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente. Gracias”.

Desde entonces, Greta ha llevado su mensaje a los foros más relevantes del mundo. Reiteró su presentación ante el Foro Económico Mundial (WEF), en Davos y en julio de este año, lo hizo ante la Asamblea Nacional de Francia, adonde la acompañaron otras tres “pequeñas grandes guerreras”, tan jóvenes como ella: las belgas Anuna De Wever (17) y Kyra Gantois (19), y Adelaide Charlier (18), iniciadoras del movimiento Youth For Climate.

Allí puso de manifiesto una idea central: Creo que el mayor peligro no es nuestra inacción. El verdadero peligro llega cuando las empresas y los políticos hacen como si de verdad se estuviera haciendo algo, cuando en realidad no se lleva a cabo nada, excepto sacar provecho económico y crear campañas de relaciones públicas. Algunas personas han elegido no estar aquí hoy. Hay quienes no quieren escucharnos. Y me parece bien. A fin de cuentas solo somos niños. No tienen que hacerlo. Pero sí deben escuchar a la ciencia y a los científicos. Eso es todo lo que pedimos. Tienen la obligación de escuchar a sus científicos (..) Dicen que nosotros los jóvenes exageramos, que somos alarmistas. Para responder a eso los invito a leer el último informe del Grupo del Clima de Naciones Unidas. Allí encontrarán todas nuestras opiniones”.

Darle voz a la ciencia es uno de los objetivos de nuestro esfuerzo periodístico. Advertir sobre la gravedad de nuestros problemas ambientales es otro de nuestros focos de preocupación. Pasar del catastrofismo paralizante a una mirada positiva sobre las acciones que, a lo largo de todo el Planeta, los humanos estamos haciendo para solventarlos (“la mitad del vaso lleno”) es la más ambiciosa de nuestras propuestas.

Con sus presentaciones ante los líderes mundiales, Greta Thunberg, se ha convertido en la voz de una generación: “Todo tiene que cambiar. Y tiene que comenzar hoy”.

Más Azul, el Planeta en tus manos pretende a través de esta sección, darle un lugar a las voces de una generación que, como Greta, no elige el silencio sino el futuro. Una generación que lucha para proteger el planeta vivo, despertar conciencias y asume que “nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia”.

Por eso Greta será el símbolo de esta sección, donde esa generación de jóvenes de 15 a 19 años podrá testimoniar sus acciones a favor de la salud del Planeta –nuestra “casa común”– por pequeñas que éstas sean. Todo lo que están haciendo con el reciclaje, el cambio de los hábitos de consumo o los desplazamientos. Queremos ser una puerta abierta para sumar sus inquietudes y propuestas, sus testimonios y fotografías y, sobre todo, multiplicar sus voces, que son las del futuro.

Y por eso mismo, esta sección será coordinada por Candela Rearte, una adolescente argentina de 16 años, estudiante del Lycée Franco-Argentino Jean Mermoz, que interpela al futuro sin miedos y para quien también –como para todo el equipo de Más Azulel aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo.