feb 2020

Seguramente te parecerá enorme disparate, pero los datos son de tal contundencia que escandalizan en un mundo con más de 800 millones de personas que padecen hambre.

El desperdicio de alimentos en todas sus formas alcanzan el billón de dólares!!! (unos u$s 680.000 millones en los países industrializados y otros u$s 310.000 millones en los países en desarrollo).

Significa que unos 1.300 millones de toneladas anuales de alimentos –un tercio de lo producido en el mundo para consumo humano– se pierden, se tiran o se desperdician.

Los niveles más altos de desperdicio se centran en las frutas, hortalizas, raíces y tubérculos. Las cifras son alarmantes: 40-50% de las raíces, frutas y hortalizas; 35 % del pescado; 30% de los cereales; 20% de oleaginosas; 20% de carne y productos lácteos.

Según FAO, cada año, los alimentos que se pierden o desperdician equivalen a más de la mitad de todos los cultivos de cereales anuales a nivel global. Solo el desperdicio de alimentos  de los consumidores de países más ricos asciende a 222 millones de toneladas, lo que equivale a tirar a la basura toda la producción de alimentos neta total del África subsahariana (unos 230 millones de toneladas).

El gigantesco desperdicio de alimentos implica además un extraordinario derroche planetario de recursos como agua, tierra, energía, mano de obra y capital, con la consiguiente e inútil generación de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que agravan el calentamiento global.

Antes y después

El desperdicio per cápita de alimentos por consumidor es de 95 a 115 kg/año en Europa y América del Norte, mientras que en el África subsahariana y en Asia meridional y sudoriental esta cifra representa solo de 6 a 11 kg/año.

Pero el grueso de las pérdidas y desperdicios de alimentos no ocurren de la misma forma en ambos entornos económicos. En los países en desarrollo, un 40 % de las pérdidas ocurre en las etapas de pos-cosecha y procesamiento, mientras que en los países industrializados más del 40 % de las pérdidas se produce en el comercio minorista y en el consumidor.

En los países en desarrollo, las pérdidas y el desperdicio de alimentos ocurren en general, en las primeras etapas de la cadena productiva. Son pérdidas durante la cosecha y el almacenamiento que provocan una reducción de los ingresos de los pequeños agricultores y un incremento del precio de los alimentos para los consumidores de esos países.

Toneladas de alimentos son arrojados a la basura cada día.

Suelen ser provocadas por deficiencias en las técnicas de recolección y en las instalaciones de almacenamiento y refrigeración. O provenir de otras dificultades técnicas, financieras o de gestión. Un fortalecimiento de las inversiones en infraestructura, transporte, desarrollo de la industria alimentaria y del envasado, contribuiría a reducir el volumen de los alimentos que se pierden o desperdician en los países en desarrollo.

En cambio, en los países de ingresos medios y altos, las pérdidas y el desperdicio de alimentos se producen en otra fase del proceso. Es el comportamiento de los consumidores el que juega un papel decisivo en el derroche alimentario, al que contribuye el comercio minorista, ámbito donde se desperdician grandes cantidades de alimentos en la búsqueda de estándares que sobrevaloran la apariencia, como presunción de calidad.

Dinamarca una vez más muestra el camino

“Save Food”, la Iniciativa mundial de FAO sobre la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos, señala la urgente necesidad de reducir semejante desperdicio. Una vez más, Dinamarca, –el país con mayor conciencia de los problemas ambientales del Planeta– lidera la lucha contra el desperdicio de alimentos en Europa.

El horizonte de alimentar una población mundial de más de 9.000 millones de personas en 2050, sigue siendo un gigantesco desafío si no enfrentamos profundos cambios en nuestra manera de producirlos y no cerramos la brecha de su desperdicio.

La agricultura produce casi la cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, emplea más de un tercio de la tierra cultivable y consume el 70% del agua potable del mundo. El desperdicio de alimentos es un peligro medioambiental evidente y atacarlo es una contribución a los esfuerzos mundiales por limitar los daños que le ha producido a nuestro Planeta, un modelo demencial de explotación de sus recursos.

Así lo entendió la danesa Selina Juul, una diseñadora gráfica convertida en una apasionada activista ambiental. Nacida en Moscú en 1980, llegó a Dinamarca con 13 años y hoy es un símbolo del posicionamiento de su país al frente de la lucha por sanear el Planeta.

La idea que cambió su vida surgió en 2008: Selina Juul se preguntó por qué nadie se concentraba en el desperdicio de alimentos, a pesar de que la producción de alimentos es el tercer mayor productor de CO2 del mundo. Y decidió iniciar su lucha. Creó una ONG Stop Spild Af Mad ‘Freno al desperdicio de alimentos’ (en danés) desde donde logró que Dinamarca desde 2010, redujera en un 25% el desperdicio de alimentos. Fue reconocida como la mujer del año en 2014 y es uno de los personajes más reconocidos de su país.

Ahora acaba de ser premiada como el “personaje europeo” del año 2020, por su lucha contra el desperdicio de alimentos. La tradicional revista internacional Reader’s Digest otorga el premio anual al europeo más destacado, con el que rinde homenaje a aquellos que se destacan por sus logros excepcionales y contribuyen a mejorar las condiciones de vida de los demás. 

La lucha contra el desperdicio de alimentos tiene nombre de mujer: Selina Juul.

El premio –presentado en Copenhague este 21 de enero, por Alex Finer, editor en jefe de la oficina europea de Reader’s Digest, reconoce el compromiso de Selina Juul, fundadora y líder de la iniciativa “Stop Spild Af Mad”. 

En la edición actual de la revista, Selina explica que estamos “malgastando dinero y recursos… Casi mil millones de personas en el planeta mueren de hambre y, al mismo tiempo, se tiran alimentos que podrían alimentar a dos mil millones de personas”.

Además, Selina Juul a través de “Stop Spild Af Mad” ha desarrollado más de 200 proyectos y campañas nacionales e internacionales y editado varios libros sobre el tema de la comida como “Mad with Respect” .

Sus recomendaciones llegaron tanto a la Comisión Europea como al Papa Francisco y su ONG es parte de la Asociación Climática del gobierno danés para el sector agroalimentario, así como de la Asociación Climática para el Comercio, involucrados ambos en reducir el desperdicio de alimentos.

“La comida es amor. Si tiramos comida, estamos tirando amor”, enseña Selina. Es el contexto en el que ha puesto su acción, que ha desplegado a través de diversas estrategias exitosas. No exenta de humor, una de ellas es la de la “comida OVNI” como ella llama graciosamente al ‘Objeto Congelado No Identificado’ en nuestro refrigerador.

Selina Juul pretende que la gente evite los llamados “OVNIs” que suelen terminar en la basura por falta de identificación y olvido: “Evitar el desperdicio también tiene mucho que ver con conocer nuestro propio frigorífico. Se puede encontrar un OVNI, en el congelador de cada dos daneses. Por eso empezamos una campaña para que los consumidores comieran los OVNIs una vez al mes”.  

Entre las muchas iniciativas sobre las que ha tenido influencia hay dos de enorme repercusión. Una ha sido la de “Too Good To Go” (muy bueno para llevar, en inglés) Como el desperdicio de alimentos diario de un establecimiento no se puede predecir se creó lo que llaman ‘Pack Sorpresa’, donde el contenido y el volumen del pack dependerá de los alimentos que no se hayan vendido al acabar el turno de comida.

Los packs contienen comida deliciosa y en perfecto estado, la gran mayoría elaborada el mismo día, de múltiples establecimientos. Se trata de una opción responsable e inteligente de comer bien, barato mientras se cuida el medio ambiente.

Hoy Too Good To Go es un movimiento que no para de crecer y del que ya forman parte más de 12 millones de personas en Europa que luchan bajo el lema #Lacomidanosetira. El resultado: 29.642.843 packs de comida salvados y 74.107 toneladas de CO2 no emitidos a la atmósfera.

La otra tiene que ver con ofrecer a la venta a precios reducidos aquellos productos que el comercio minorista eliminaba por “feos”, asociando falsamente calidad con vistosidad o que se hallaban próximos a caducar pero eran consumibles… La iniciativa ofrece salida a alimentos que se habrían desperdiciado y pueden ser consumidos a precios reducidos o bien se regalan.

Dinamarca, con sus casi 6 millones de habitantes, ha creado más iniciativas contra el desperdicio de alimentos que cualquier otro país europeo. Detrás de esos resultados, el nombre de una mujer: Selina Juul.