Argentina avanza en la reintroducción del yaguareté

ABR 2020

Tras 70 años del avistamiento del último ejemplar, se prepara la reinserción de siete ejemplares

El nuevo parque nacional Iberá, abierto en 2018, se prepara para hospedar a siete yaguaretés que serán los primeros representantes de esta especie reintroducidos en el país. Es el resultado de un largo y meritorio trabajo de la Fundación Rewilding Argentina.

Devolver el yaguareté a la provincia de Corrientes, en el noreste argentino (donde se ubica Iberá), fue un arduo trabajo. Ese territorio perdió sus yaguaretés a mediados del siglo XX, producto de la caza indiscriminada y la pérdida de hábitat natural, por el avance de las explotaciones agrícola-forestales. Un grupo reducido de felinos de esta especie –unos 250– permanecieron en Argentina, refugiados en las amenazadas selvas de la vecina provincia de Misiones, en la frontera con Brasil y Paraguay y en las yungas de Salta y Jujuy.

El yaguareté (Panthera onca) era considerado un animal sagrado por los aborígenes y aún hoy, los campesinos evitan nombrarlo para ahuyentar su aparición. Su extraordinaria fuerza y el misterio que lo rodea, ha generado innumerables leyendas y mitos en el norte argentino

El yaguareté (Panthera onca) era considerado un animal sagrado por los aborígenes.

En Argentina existen diez especies de felinos silvestres: yaguareté, puma, yaguarundí, ocelote, tirica,  margay y los gatos huiña, andino, montés y del pajonal.

El yaguareté es el felino más grande del continente americano y el tercero en corpulencia a escala mundial, después del tigre de bengala y el león. Alcanza los 2,50 metros de longitud, incluida la cola, y hasta 140 kgs de peso. Se caracteriza por ser robusto, solitario, excelente nadador, caminador incansable y un animal muy territorial.

Tres historias

El retorno del yaguareté al Iberá tras 70 años, oculta varias historias que merecen conocerse. La primera es la de Tania, sobreviviente de un ataque de un tigre en un zoo en el sur de Buenos Aires, en el que perdió una pata siendo cachorra. Soportó el encierro hasta su traslado hace dos años a la isla de Alonso, en el corazón del Parque Nacional Iberá, cuando aquel zoo se convirtió en eco-parque.

Allí se cruzó con Chiqui, un macho llegado desde Paraguay y fue madre de dos crías, Mbarete y Arami. La nueva familia es la avanzada del retorno del yaguareté a los pantanos vírgenes del Iberá, de donde desapareció hace 70 años, exterminado por los ganaderos del lugar.

La otra historia es la de Jatobazinho, un ejemplar joven de yaguareté silvestre, que llegó al Iberá desde “Caimán”, un refugio ecológico brasileño. El animal había cruzado a nado de Paraguay a Brasil y fue encontrado exhausto,  en agosto de 2018, con signos de deshidratación y extremadamente delgado, en una escuela rural de la que hereda su nombre.

La recuperación de Jatobazinho se hizo primero en el Centro de Rehabilitación de Animales Silvestres (Cras) de Campo Grande y trasladado en enero de 2019, al Refugio Ecológico “Caimán”, donde opera la organización Onçafari. Para permitir su reinserción en la naturaleza el animal fue alimentado con comida y presas vivas, sin el menor contacto humano para preservar su estado silvestre.

Gracias al trabajo mancomunado de instituciones gubernamentales y ONGs ambientales, Jatobazinho fue trasladado al Centro de Reintroducción de Yaguareté (CRY) en la isla de San Alonso, en el parque nacional Iberá, donde tendrá una fase de cuarentena, luego pasará a un corral de 30 hectáreas en el CRY, previo a su completa liberación en los esteros del Iberá, donde se sumará a dos hembras Juruna y Mariua, que ya fueron reinsertadas en el gran humedal. Jatobazinho será el único macho libre, y la idea es que se cruce con ellas y que con los cachorros de Tania forman la familia que poblará de nuevo el Iberá, dice Sebastián Di Martino, director de conservación del proyecto de Rewilding Argentina.

Mbarete y Arami, las hijas de Tania.

La tercera historia tiene que ver con un matrimonio: el de los esposos Tompkins, Douglas y Kristine McDivitt. Douglas había amasado una gran fortuna con sus empresas North Face y Esprit. Devoto de la naturaleza y enamorado de la Patagonia argentino-chilena, a fines de los años 1980, Tompkins empezó a interesarse cada vez más en el activismo ambiental y creó la Foundation for Deep Ecology y el Conservation Land Trust (CLT). En el sur de Chile desarrolló los parques de Pumalí, Corcovado y Yendegaia, entre otros.

En Argentina se involucró en el proyecto Iberá, una iniciativa de conservación dirigida a ampliar y fortalecer la protección de la reserva natural Esteros del Iberá (553.000 hectáreas de humedales) que desde 1983 busca proporcionar un hábitat seguro para una variedad de especies nativas. Douglas adquirió 150.000 hectáreas de campos ganaderos viejos que bordeaban la reserva natural existente, para crear un nuevo Parque estrictamente dedicado a la conservación –el gran Parque de Iberá– que permitieron que  los humedales de Iberá sean uno de los Parques Nacionales más grandes del país y un Sitio Ramsar Internacional.

Al fallecer Douglas en un accidente de canotaje en Chile, el 8 de diciembre de 2015, su viuda concretó el mayor de los sueños de su marido: entregó formalmente al Estado argentino aquellas 150.000 hectáreas en el Iberá y al Estado de Chile decenas de miles de hectáreas de tierras patagónicas, en lo que se la mayor donación de tierras privadas de la historia. Las tierras donadas por los Tompkins en ambos países superan las 4,5 millones de hectáreas, un territorio que excede la superficie de Suiza.

Con la colaboración de un pequeño equipo, a través de Tompkins Conservation, Douglas y su esposa Kristine invirtieron u$s 345 millones para establecer extensas áreas protegidas en Argentina y Chile. Crearon ocho Parques Nacionales: tres en Argentina el Parque Nacional Monte León (2002), la ampliación del Parque Nacional Perito Moreno (2013) y el Parque Nacional Iberá (2018), más contribuciones al Parqu nacional del Impenetrable; y ocho en Chile, los Parques nacionales Corcovado (2005); Yendegaia (2013); Pumalín, Melimoyu y Patagonia (2017) más Hornopirén, Isla Magdalena, Cerro Castillo, y Alacalufes (renombrado Kawésqar).

Para Kristine Tompkins ese proceso…

“es el reflejo del poder de los sueños y las ideas, construidas sendero a sendero, curva a curva (…) Somos una prueba de que nada es imposible. Ningún sueño debe dejar de  cumplirse”.

Kristine Tompkins - Las tierras donadas por los Tompkins a Chile y Argentina superan la superficie de Suiza.

El yaguareté no está solo

El futuro Parque Nacional Iberá es un brillante ejemplo de conservación natural y restauración ecológica (rewilding). En esos terrenos de una riqueza natural insuperable, los yaguaretés esperan su regreso a la vida salvaje, en medio de bosques, lagunas, pastizales y palmerales, donde convivirán con diversas especies de los que se alimentan, como carpinchos, tapires, chanchos de monte, yacarés, pacas, acutíes, coatíes y presas menores como tortugas, lagartos, aves, peces, cuises y tapetíes. De a poco volverán a cumplir su rol ecológico de depredadores tope, un rol esencial en un ecosistema completo y saludable.

Junto al yaguareté, hay varias especies en proceso de reintroducción dentro del Parque Iberá (osos hormigueros, venado de las pampas, pecaríes de collar, cuña de patas rojas, tapires, muitú, nutria gigante y guacamayo rojo). De esas especies reintroducidas, las tres primeras ya son autosustentables.

Sofía Heinonen, bióloga y directora ejecutiva de Rewilding Argentina explica porque no es suficiente con la reserva de espacios en la naturaleza: “Antes se creía que sólo por crear Parques Nacionales y cerrarlos era suficiente, o que la naturaleza tenía un poder de curación autónoma. Pero estamos viendo que eso no basta porque el grado de destrucción es muy alto y el ecosistema no tiene la capacidad de curarse solo (…) Hay que acelerar el proceso de restauración a través del ‘rewilding’ para revertir la tendencia crítica de extinción”.

Queda una gran cuestión pendiente para la supervivencia del yaguareté: que el hombre, su mayor depredador, deje de cazarlo. Como explican en Rewilding Argentina, la reintroducción de yaguaretés en Corrientes sería imposible sin un cambio profundo en la mentalidad de ganaderos y cazadores. La experiencia de Bayara en Mongolia, salvando al leopardo de las nieves (Ver Más Azul n°1 oct. 2019) puede servir de modelo: la protección de la especie estará garantizada cuando el beneficio económico surja de su supervivencia y no de su matanza y eso se producirá gracias al desarrollo del ecoturismo.

El biólogo de Onçafari, Leonardo Sartorello, lo explica con claridad: “Una vaca comida por un yaguareté vale 250 dólares; un vehículo de avistamiento transporta a 10 turistas que pagan cada uno 250 dólares por día. La cuenta es clara y fantástica. El ganadero sigue criando sus vacas, compensa las pérdidas con el ecoturismo y, lo más importante, preserva al yaguareté porque ya no precisa cazarlo”. Y la evolución el ecoturismo en la región acompaña ese proceso: “Hace tres años ingresaban al parque 22.000 visitantes y lo hacían solo desde Colonia Pellegrini. Hoy son más de 80.000, desde cinco pueblos diferentes”, señala Sergio Flinta, presidente del Comité Provincial Iberá.

En los últimos años, el Parque Iberá ha sido el mayor contribuyente a la economía local. El desarrollo del ecoturismo ha beneficiado a las localidades de poquísimos recursos como Pellegrini, Concepción, San Miguel, Loreto, Villa Olivari y otros. Los visitantes pueden interiorizarse del trabajo de Tompkins Conservation y “experimentar el Parque” alojándose en la Hostería Rincón del Socorro, en el mismo corazón del territorio recuperado por el yaguareté.

El yaguareté es el felino más grande del continente americano y tercero en corpulencia a escala mundial.

El territorio argentino ha sido hostil con el yaguareté. Se extinguió prácticamente en los años cincuenta, víctima de los ganaderos que temían por sus vacas y los cazadores ávidos de pieles. Había entonces unos 1.000 ejemplares. Hoy apenas quedan unos 250 en Misiones y en las Yungas de Salta y Jujuy.

Pero la buena noticia es que la mayor conciencia sobre la importancia de la biodiversidad para la supervivencia de “nuestra casa común”, no solo despierta extraordinarias experiencias como las del equipo de Rewilding Argentina. En Jujuy, tras la decisión del gobierno provincial de prohibir toda explotación petrolera en el Parque Nacional Calilegua y colocar sistemas de cámaras trampa, para un  mayor control y supervisión, se logró el avistamiento de un yaguareté con crías, en el Yacimiento Caimancito, corroborando que el principal refugio de la especie en esa provincia está en las Yungas del Norte.

Yaguareté con su cría en las Yungas (Jujuy), al norte de Argentina.