La oportunidad de crear 15 millones de empleos tras la pandemia

jul 2020

Inger Andersen, Directora Ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) lanzó el pasado 3 de abril, un mensaje aleccionador: “la naturaleza nos está enviando un mensaje”. Su destrucción está amenazando nuestra propia supervivencia y la pandemia es un llamado de atención.

Tenemos un sistema de producción y consumo absolutamente insostenibles. La pregunta es si tras la recuperación de la crisis del COVID-19 “vamos a seguir haciendo las mismas cosas de la misma manera”.

 

Tras la pandemia ¿vamos a seguir haciendo las mismas cosas de la misma manera?

En Más Azul nos preocupa una definición que, con excesiva frecuencia, aparece estos días en los análisis y comentarios sobre “el día después” de la pandemia: la “nueva normalidad”. Lo de “nueva” podría alentar alguna esperanza, pero atribuir “normalidad” al mundo previo al coronavirus es cuando menos una reflexión de vuelo bajo.

Como señala la danesa Inger Andersen, “La naturaleza nos está diciendo que la salud y el planeta están interconectados; nada volverá a ser igual, pero puede ser mejor si todos, personas y comunidades, hacen elecciones sabias, conscientes de qué marca deseamos dejar en el planeta”.

Es necesario repensar el mundo. Gobiernos y empresas intentan retomar el ritmo económico con planes de recuperación, para que lo más rápido posible haya un retorno a los “negocios de siempre” basados ​​en combustibles fósiles. Ese es el mayor peligro de la post-pandemia. Debemos ser capaces –como reclama Naciones Unidas– de impulsar una nueva economía en torno a tecnologías bajas en carbono.

El Informe de Desarrollo Humano 2020 (PNUD) resalta que la pandemia  dejó en carne viva, las falencias estructurales a nivel global, que desde hace años se venían denunciando: agudización de la pobreza, grave deterioro ambiental, fragilidad de los sistemas educativos y sanitarios en buena parte del mundo y reducción del empleo y los salarios.

Naciones Unidas, está advirtiendo que es hora de afrontar la pobreza y los problemas ambientales o veremos multiplicarse los fenómenos de pandemias planetarias. Entre tres y cuatro enfermedades zoonóticas nuevas están surgiendo cada año (EcoHealth Alliance), lo que pone en riesgo la salud humana al provocar grave pandemias (VIH-sida, Sars, Ebola, gripe porcina o Covid-19).

La ciencia es clara: debemos trabajar con la naturaleza, no en contra de ella. Su explotación insostenible se ha convertido en un enorme riesgo mundial… La ciencia ha dejado claro que, si seguimos explotando la vida silvestre y destruyendo nuestros ecosistemas, en los próximos años tendremos un flujo constante de enfermedades pasando de animales a humanos”, previene Inger Andersen.

Por otra parte, la Directora de PNUMA recordó que: Dos millones de personas en países de bajos y medianos ingresos mueren cada año a causa de enfermedades zoonóticas endémicas desatendidas, como el ántrax, la tuberculosis bovina y la rabia”. Y que ello provocó que “en las últimas dos décadas y antes de Covid-19, las enfermedades zoonóticas causaran daños económicos de u$s 100.000 millones”.

La pandemia actual no solo ha generado más de  medio millón de muertes en sólo seis meses. Ha precipitado a la economía mundial a su peor escenario y las secuelas de desempleo, pobreza, conflictos sociales, etc. pueden cobrar una dimensión imprevisible.

En un Informe publicado a comienzos de este mes Covid-19: llamado urgente para proteger a las personas y la naturaleza’- WWF, se evalúan las devastadoras repercusiones en términos económicos. Se estima que los costos de la covid-19 significarán entre 2,4 billones y 8,8 billones de dólares, el equivalente a tres veces el tamaño del PIB del Reino Unido”, y recuerda que la gripe porcina y el ébola, ya sumaron un costo de 50 billones de dólares y 9 billones de dólares, respectivamente.

El transporte público, un camino

El sector transporte puede mostrar el camino de una recuperación post-pandemia sostenible y más respetuosa de la naturaleza. La inclusión de vehículos eléctricos disminuiría los gases de efecto invernadero, además de reducir la contaminación atmosférica y acústica. Las soluciones no son perfectas. Nunca lo son. Pero conducen hacia el objetivo de construir un modelo de producción y consumo absolutamente distinto y amigable con el medioambiente.

El sector transporte representa más de 60 millones de empleos a nivel mundial y el transporte público unos 13 millones. Un informe reciente realizado por la OIT junto a la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas (CEPE), asegura que transformar el sector, tras la pandemia, para que cuidar el medio ambiente, permitiría generar 15 millones de nuevos empleos en todo el mundo.

Un cambio en un sector de tal importancia abriría el camino y la oportunidad de avanzar en un esfuerzo colectivo global para lograr un desarrollo sostenible en el Planeta y contribuir a que los países avancen hacia economías más verdes y saludables.

El 24% de los más de 1.300 millones de vehículos son camiones y autobuses.

Catherine Saget, líder del equipo de la OIT que elaboró el informe, insiste en que “perseguir el objetivo de una sociedad ambientalmente sostenible e inclusiva requiere una transformación estructural de la economía, incluidos los cambios en los productos y servicios que se ofrecen y los procesos de producción. Esta transformación estructural, que incluiría el sector del transporte, tiene el potencial de crear trabajo decente y proteger a los trabajadores y sus familias, si va acompañada de políticas adecuadas”.

Datos duros

El sector del transporte es uno de los principales generadores de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del cambio climático. Su actividad provoca contaminación atmosférica, contribuye a la generación de residuos, provoca lluvia ácida, eutrofización y daños a cultivos y bosques.

En los vehículos, la combustión de carburantes produce emisiones de CO2 y otros contaminantes que afectan no solo la calidad del aire sino la salud humana. Por cada litro de gasoil que queman los motores diesel, usados en el transporte, se emiten 2,6 kg de CO2. Los otros contaminantes (monóxido de carbono, partículas de hidrocarburos, oxido de nitrógeno, etc.) se emiten en cantidades más pequeñas, pero se acumulan en la atmósfera provocando deterioro de la calidad del aire y la salud de los seres vivos.

Por otro lado, las emisiones directas de GEI generadas en el sector del transporte representan, por lo menos, el 25% de las emisiones globales (EEE, 2019).

Wards Intelligence estima que hoy existen en el mundo alrededor de 1.320 millones de automóviles, camiones y autobuses, aunque algunos expertos señalan que el número ya ha superado los 1.400 millones. El 74% aproximadamente son automóviles. El 26% restante está compuesto por vehículos de transporte (comerciales ligeros, camiones pesados, autobuses, etc).

Éstos–como todos los demás vehículos– plantean asimismo notables riesgos ambientales como consecuencia de la utilización de neumáticos. Un aspecto ambiental silenciado con la complicidad de muchos, ante la carencia de un sustituto para los más de 1.200 millones de neumáticos que se producen y venden por año y los casi 85.000 millones de dólares que genera por año solo cinco mayores fabricantes.

Su degradación por el uso en las calles y carreteras de todo el Planeta desprenden toneladas de pequeños fragmentos de caucho sintético que se esparcen por el ambiente como partículas o microplásticos, que contaminan el aire y son arrastrados por la lluvia a ríos y mares (Ver en este número de Mas Azul, “Caucho y neumáticos”).

Es a la vez un sector primordial para la economía mundial. Emplea de forma directa a más de 60 millones de personas en todo el mundo, lo que equivale a más del 2% del empleo mundial. Al fomentar la movilidad y la conectividad de personas y mercancías, el transporte dinamiza otros sectores económicos.

En la UE, casi 12 millones de personas (más del 5% de su fuerza laboral) la fuerza de trabajo total, trabajaban hasta la pandemia en el sector de servicios de transporte y almacenamiento (Comisión Europea, 2018) y representó el 6,8% del PIB. En EEUU, empleó a 13 millones de personas (9% de su fuerza de trabajo) y representó el 9% del PIB (Departamento de Transporte EEUU, 2018)

En ese contexto, el transporte público urbano representa alrededor del 20% de la actividad del total del sector transporte, y genera unos 13 millones de empleos en todo el mundo.

Buenas noticias

El informe examina el impacto sobre el empleo en casi 60 países, de América del Norte, Europa, el Cáucaso y Asia Central, que podría tener si se realizara ese cambio hacia un “transporte verde”.

Un primer escenario posible prevé una expansión acelerada del transporte público y electrificación del transporte privado de pasajeros y carga. Si solo el 50% de todos los vehículos fabricados en los próximos años fueran eléctricos, permitiría crear unos 10 millones de nuevos empleos –casi un tercio de ellos en esas regiones–  y otros 5 millones más si los países duplicaran su inversión en transporte público.

Transporte público de la Universidad de Río de Janeiro. Utiliza hidrógeno y electricidad y no contamina Gentileza: Ana Rosa Alves -ONU.

Los beneficios conexos de estas medidas podrían permitir crear también empleo fuera del sector  transporte. La electrificación de vehículos impulsaría el desarrollo de empleos en el sector de las energías renovables y el ahorro en gasto de petróleo dejaría disponibles recursos para gastos en bienes y servicios. Ello sin contar otros beneficios potenciales como reducción de GEI, de contaminación atmosférica y acústica, etc.

Queda claro que la salida de la pandemia debería ser un llamado para que los gobiernos y el propio sector adopten políticas y decisiones de invertir intensivamente en transporte público y en tecnologías verdes para aprovechar estas oportunidades planteadas por la OIT y la CEPE.