Sufre una ola de calor extremo de hasta 38°C e importantes incendios

7 ago 2020

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) anunció que recibió un informe sobre un nuevo récord de temperatura en el Ártico de 38°C reportado el pasado sábado 28 de junio, desde Verkoyanks, una pequeña ciudad en la República de Sakha, en la Siberia Oriental de Rusia, de tan solo 1.200 habitantes.

Verkhoyansk está a 5.000 kms de Moscú y es famosa por ser una de las localidades más frías del planeta. Los registros de temperatura que existen desde 1885 reflejaban una media máxima de 15,2°C en el mes julio. Pero el 28 de junio alcanzó sin embargo los 38ºC, lo que supone 17º más de lo habitual a finales de junio y la más alta registrada nunca tan al norte, ya dentro del Círculo Polar Ártico.

Aunque la OMM esper confirmar las mediciones, lo cierto es que Severe Weather Europe, organismo que analiza estas anomalías y centraliza la información para compartir datos climáticos y meteorológicos de Europa, asegura que los puntos cálidos dentro del círculo polar ártico han llegado a estar al menos 12°C por encima de lo normal. 

Un día después del calor récord, los termómetros en Verkhoyansk marcaban 35,2ºC. y las temperaturas máximas en esa parte de Siberia estuvieron en torno a los 30°C en los anteriores 15 días. Esto concuerda con la extrema ola de calor que está sufriendo toda Rusia que ha hecho que las temperaturas en mayo hayan estado 18° por encima de la media en ese mes, tendencia al calentamiento que ya se había registrado también en el invierno y primavera pasados.

Para los científicos, el Ártico se está calentando a un ritmo alarmante: el doble del resto del planeta. A ello se agrega la expansión de incendios forestales en el noreste de Siberia y el círculo polar ártico que se han quintuplicado en extensión, en los últimos días.

Los científicos anticipan que los cambios climáticos provocarán con más frecuencia olas de calor, tormentas e incendios naturales y Siberia, un territorio de más de 10 millones de km2, conocido por sus duros inviernos, será uno de sus escenarios.

Tal como explica Marina Makarova, meteoróloga jefa de Rosguidromet, la agencia meteorológica rusa: “En Siberia el invierno 2019-2020, fue el más cálido desde que comenzaron los registros hace 130 años, con temperaturas medias de hasta 6°C por encima de lo normal”.

“El calentamiento récord en Siberia es una señal de advertencia de grandes proporciones” señalan en la OMM. El Ártico bate un récord tras otro, lo que perturba el clima del resto del planeta y pone a un importante número de especies en grave peligro (osos polares, ballenas, caribúes, etc).

Randall Cerveny, profesor de ciencias geográficas en Arizona State University y relator de registros extremos para la OMM, asegura que la falta de nieve subyacente en la región combinada con los aumentos globales de la temperatura, han jugado un papel indudable y crítico en ese calor extremo.

El hábitat del oso polar está desapareciendo mientras el Ártico colapsa y pone en peligro el clima global.

El clima ártico está sufriendo cambios rápidos, batiendo lamentables récords al menos una docena de veces sólo en los últimos tres años.

Tras el calor, incendios

Con las temperaturas en ascenso, el hielo ártico en retroceso y  glaciares que se diluyen, el aire se calienta y el permafrost del suelo se descongela y se seca, favoreciendo los incendios.

Para la agencia rusa de manejo de incendios, a fines de junio, las llamas ya abarcaban, 1,15 millones de hectáreas en zonas inaccesibles, con la República de Sakha –donde se encuentra Verkhoyansk– como el área más afectada, con 929.000 hectáreas bajo fuego.

La cantidad e intensidad de incendios forestales en el noreste de Siberia y el círculo polar ártico han seguido aumentando en los últimos días y la intensidad total diaria ya está en los niveles de 2019, que arrasaron con más de 4,8 millones de hectáreas.

“Vimos imágenes de satélite y es como ver una gran masa roja, son impresionantes y preocupantes, también se ve el humo desde espacio”, aseguró Claire Nullis, portavoz de la Organización Meteorológica Mundial.

Las temperaturas anuales del aire en la superficie han tenido durante los últimos cuatro años –2016 a 2019– las marcas más altas registradas jamás. En septiembre de 2019, después de la temporada de fusión, el volumen del hielo marino del Ártico disminuyó más del 50% en comparación al valor medio de los últimos 30 años.

Siberia ha sido protagonista de temperaturas excepcionales de hasta 10° por encima del promedio en mayo. En realidad, durante todo el invierno y la primavera boreal hubo períodos repetidos de temperaturas del aire en la superficie, superiores a la media, en especial desde enero. Ese calor inusual se asoció con una ruptura muy temprana del hielo en los ríos de Siberia.

Los cambios que está experimentando el Ártico, previstos por los científicos, están ocurriendo con mucha mayor rapidez que lo calculado en las predicciones más pesimistas.

A fines de junio 2020, las llamas abarcaban 1,15 millones de hectáreas en zonas inaccesibles de Siberia.

Las regiones árticas de Rusia se encuentran entre las zonas de calentamiento más rápidas del mundo. La temperatura en la Tierra en las últimas décadas ha estado creciendo, en promedio, en 0,18°C cada 10 años. Pero, en Rusia, aumenta en 0,47°C, y en el Ártico ruso, en 0,69°C cada década, alertó Andrei Kiselyov, científico principal del Observatorio Geofísico Principal Voeikov (Moscú).  “Estamos por delante de todo el planeta”.

Por qué preocuparnos?

Porque el Ártico actúa como una alarma del sistema climático global. Jennifer A. Francis, científica principal del Centro de Investigación Woods Hole (Massachusetts, EEUU), e investigadora especializada en el cambio climático del Ártico y su influencia en el resto del planeta, lo adelantó en un importante artículo “The Arctic Is Breaking Climate Records, Altering Weather Worldwide”, publicado por Scientificamerican (abril 2018).

Allí vaticinaba importantes “problemas para la población mundial. En la última ocasión en que el Ártico alcanzó unas temperaturas ligeramente más cálidas que las actuales, hace unos 125.000 años, la superficie oceánica estaba entre 4 y 6 metros más elevada. Adiós a Miami, Nueva Orleans, gran parte de la ciudad de Nueva York y de Silicon Valley, así como a Venecia, Londres y Shanghái. Las últimas investigaciones indican que el rápido calentamiento del Ártico tiende también a modificar la corriente en chorro (jet stream) de una forma que causa una inusual persistencia de fenómenos meteorológicos extremos en Norteamérica, Europa central y Asia. Ello somete a millones de personas a implacables olas de calor, sequías e incesantes tormentas”.

Francis se alarmaba en ese artículo, al comprobar que el océano ártico podría perder todo su hielo en el verano de 2040, 60 años antes de lo que ella y otros científicos habían vaticinado en 2003. Lo cierto es que la extensión de hielo ártico durante el verano se ha reducido a nada menos que la mitad en solo cuatro décadas y el volumen de hielo también es mucho menor: cerca de una cuarta parte del registrado a comienzos de la década de 1980.

Por su parte, el ritmo del deshielo en Groenlandia ha pasado de 33.000 millones de toneladas anuales en la década de 1990 a 254.000 millones de toneladas anuales año en la última década. Lo que significa que se ha acelerado siete veces en casi tres décadas. (Ver Más Azul, “El hielo de Groenlandia se derrite a velocidades récord”, n° 4 enero 2020)

La degradación del permafrost en el Ártico permite la liberación de metano, 28 veces más peligroso que el CO2.

Las altas temperaturas previstas pueden conducir a la continua degradación del permafrost y la erosión costera. La reducción en la extensión del hielo marino y la degradación del permafrost en la tundra permite que se libere metano, un poderoso gas de efecto invernadero, 28 veces más fuerte que el CO2.

Esas grandes emisiones de metano a su vez exacerban el calentamiento global, estableciendo un círculo vicioso de impacto global. Katey Walter Anthony, ecologista y profesora del Centro de Investigación del Agua y Medio Ambiente (WERC) de la Universidad de Alaska Fairbanks explica: “El metano que escapa de los sitios de deshielo del permafrost ingresa a la atmósfera y circula por todo el mundo… El metano que se origina en el Ártico no se queda en el Ártico. Tiene ramificaciones globales”. Y advierte que lo que sucede en el Ártico puede incluso deformar el clima en Estados Unidos y Europa.

Es un fenómeno cuyo peligro los científicos han alertado desde hace años: si el Ártico se descongela se liberará el metano atrapado en el hielo y el calentamiento global entrará en un proceso de aceleración descomunal. Siberia da indicios de que esa pesadilla puede estar comenzando.

Se estima que solo la plataforma siberiana puede contener 1.400 billones de toneladas de metano. El gas proviene del material orgánico que integra el permafrost Ártico y permanece atrapado en la capa de hielo que, por milenios, ha estado congelada.

En la actualidad, investigadores rusos han detectado concentraciones de metano en el agua, 100 veces por encima de lo considerado normal. Las columnas de gas metano procedentes del fondo marino son visibles en la superficie en forma de burbujas que liberan el gas.

Los suelos incendiados o resecos por las altas temperaturas también producen fugas de metano a la atmósfera. Ambos fenómenos son el resultado del permafrost que se está derritiendo, por la sucesión de olas de calor que registra el Ártico en la última década.

Si se descongelara totalmente provocaría una catástrofe climática de enorme magnitud.

El círculo polar ártico en llamas compromete el clima global.