Marchamos hacia un planeta inhabitable

15 abr 2022

A comienzos de este mes de abril, una vez más, el Secretario General de Naciones Unidas advirtió a los gobiernos de todo el mundo que si no cambian sus políticas energéticas, el planeta será inhabitable.

Un niño busca agua en los depósitos que quedan de un río seco en Somalia Foto: Sebastian Rich© UNICEF.

“El cambio climático no es ficción ni exageración” denunció el titular de la ONU y acusó a líderes empresariales y gubernamentales de mentir sobre sus compromisos de reducir su uso de combustibles fósiles y optar por energías limpias y reveló que en la década 2010-2019 produjeron y consintieron más emisiones de carbono que nunca, y que todos los sectores económicos tienen responsabilidad en haber alcanzado los mayores registros de la historia

“Algunos líderes gubernamentales y empresariales dicen una cosa, pero hacen otra. En pocas palabras, mienten. Y los resultados serán catastróficos. Esta es una emergencia climática”.

Haciéndose eco del llamado de los científicos a actuar ahora o nunca para frenar el alza de las temperaturas, Guterres alertó acerca de que el mundo va por la vía más rápida hacia el desastre. Por eso exigió, en nombre de la humanidad, que los líderes tomen medidas urgentes para limitar el calentamiento de la Tierra. Insistió en que todavía es posible reducir a la mitad las emisiones para 2030 o de lo contrario, la crisis climática acarreará enormes sufrimientos humanos y daños a la naturaleza.

Hablar de la extinción de millones de especies de plantas y animales no es ficción ni exageración. Es lo que la ciencia nos dice que resultará de nuestras políticas energéticas actuales”, señaló Guterres.

Los líderes están echando leña al fuego

“Estamos en camino hacia un calentamiento global de más del doble del límite de 1,5°C acordado en París… Los científicos del clima advierten que ya estamos peligrosamente cerca de puntos de inflexión que podrían conducir a impactos climáticos en cascada e irreversibles. Pero los gobiernos y las corporaciones que producen más emisiones no sólo están haciendo la vista gorda; sino que están echando leña al fuego.

Desde Más Azul hemos insistido en que esas empresas con la complicidad de los gobiernos, solo atienden sus propios intereses crematísticos y sus inversiones en combustibles fósiles. La guerra en Ucrania responde a una puja de esos intereses, cuando el mundo tiene en sus manos soluciones renovables que no solo son menos costosas, permiten crear nuevos empleos, asegurar la estabilidad energética y de precios sino que nos encaminarían hacia la resolución de la crisis climática.

Nos roban el agua

Pero son inmunes al sufrimiento humano y su avaricia solo pretende “todo el dinero del mundo”. La prueba de ello es lo que han hecho y hacen con el agua. Ya no es necesario recordar que se trata un recurso universal, fundamental para la vida de todos los seres vivos, que es limitado y se encuentra bajo amenaza extrema debido la creciente demanda de la agricultura y la industria (90% del total) y a los efectos del cambio climático en el Planeta.

En Asia, mueren más niños por agua contaminada que por guerras (UNICEF) mientras la agricultura consume el 70% del agua disponible.

Que sea vital para la supervivencia no les ha impedido avanzar sobre su concentración para abastecer sus negocios a expensas de la sed de la población (Ver Más Azul n°9, junio 2020, “Aguacates: ‘oro verde’ o ‘diamantes de sangre’ y n°6, marzo 2020, “Chile una segunda Australia”), como lo demuestran los miles de ejemplos de denuncias sobre el apoderamiento y el derroche del agua por parte de las grandes corporaciones.

Pero aún han ido más lejos. A partir de diciembre 2020, comenzó a cotizarse en el mercado de futuros en Wall Street como una materia prima más. Por tanto, su precio entrará en la lógica del petróleo, el oro, el cobre, el trigo o la soja (Ver Más Azul n° 16, dic.2020, “El agua comienza a cotizarse en Wall Street”). Es un paso más en el despojo de un recurso que es un derecho humano fundamental (Resolución 28.7.2010, ONU) y que por ser un elemento absolutamente necesario para la vida humana, es un bien social no apropiable.

En las últimas décadas, los gobiernos han abdicado de su responsabilidad de tutela de los recursos naturales y como en tantas otras áreas, han entregado el agua a la voracidad del mercado.

El resultado está a la vista: grandes corporaciones han pasado a controlar enormes volúmenes de agua en el Planeta, al punto que solo el negocio del agua embotellada iguala en ganancia a la industria farmacéutica. El agua embotellada no es más que un engaño o estafa como se demostró en Londres donde Coca Cola vendía su agua ‘Dasani’ y debió reconocer que provenía directamente de las cañerías municipales de la localidad de Sidcup, suministrada por la compañía estatal Thames Water.

Ese escenario de despojo del agua ha sido consentido y avalado por los gobiernos. Son 1.100 millones de personas que padecen carencia de agua. Naciones Unidas estima que hay 1.400 millones kms3 de agua en la Tierra, pero tan solo 200.000 kms3 son  de agua dulce disponible para el consumo humano.

Es decir, que más de una de cada seis seres humanos en el mundo no tienen acceso a agua potable y luchan con desesperación contra el estrés hídrico. Y FAO estima que en el 2025 que 1.900 millones de personas vivirán en países o regiones que enfrentan una escasez absoluta de agua, y dos tercios de la población mundial podrían estar en una situación de estrés hídrico.

Podemos preguntarnos ¿qué tipo de personas nos gobiernan cuando consienten desde hace años, situaciones de semejante crueldad y que no son de difícil solución? Y no se trata tan solo de algunos territorios en áreas remotas del África sino de una realidad vigente, que padecen los más desfavorecidos en los cinco continentes y en la mayoría de los países del mundo.

India, la tercera economía mundial en términos de PPA, somete a su gente a este acceso al agua potable. “La irresponsabilidad en este terreno es universal” (Michel Camdessus). ¿Qué líderes tenemos?.

Cifras y responsables

Se considera que un país o región sufre ‘estrés hídrico’ cuando los suministros anuales de agua están por debajo de los 1.700 m3 por persona/año y que se encuentra en situación de ‘escasez de agua’ cuando el nivel es por debajo de 1.000 m3 por persona/año (Índice Falkenmark).

El estrés hídrico puede afectar a cualquier parte del mundo. Ciudades de enorme población, como Tokyo, Delhi, México DF, Shanghái, Kolkata, Karachi, Los Ángeles o Río de Janeiro, padecen estrés hídrico.

Las previsiones sobre el cambio climático adelantan que el problema se agudizará por la reducción de precipitaciones y el aumento generalizado de temperaturas, lo que acarreará un incremento de la demanda de agua y una competencia entre la agricultura, la industria y la población.

Ello anticipa un escenario de conflictos teniendo en cuenta que en la actualidad, 44 países, que albergan un tercio de la población del mundo, ya enfrentan “niveles altos” de estrés, extrayendo más del 40% del agua disponible. Casi todos los países del Medio Oriente y África del Norte (región conocida como MENA) están especialmente expuestos a la escasez de agua. Algunos de ellos con riesgo grave: Bahrein, Kuwait, Palestina, Israel, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Omán y Líbano. En América Latina, México y Chile. Y en Europa, Grecia y España son los países más expuestos ya que consumen cada año entre 40% y 80% del total de los recursos hídricos de los que disponen.

Una madre y su hija recolectando agua en México.

Por su parte, los 10 países con menos agua potable en el mundo están en su mayoría en África, una carencia que implica que casi 1.000 niños menores de 5 años mueren por día de diarrea causada por agua contaminada, saneamiento deficiente e higiene insegura.

Son países en que la inmensa mayoría de su población no posee agua potable en sus hogares: Eritrea (79%); Somalia (69%); Etiopía (65%); Papúa Nueva Guinea (63,4%); Uganda (61,1%); Angola (59%); República D. del Congo (58,2%); Chad (57,5%); Níger (54,2%) y Mozambique (52,7%) (World Vision)

Según datos del 2020 Ecological Threat Register, cerca de 2.600 millones de personas en todo el mundo viven en países expuestos a niveles altos y extremos de estrés hídrico y esa cifra podría aumentar en 2040 hasta los 5.400 millones.

¿Hay solución con estos líderes?

Si nos preguntamos si hay esperanza y soluciones al alcance, la respuesta es SÍ. Difícil, esforzado, pero hay solución para la crisis climática: todos los países deben reducir el uso de combustibles fósiles. Y poner en marcha de manera inmediata, las recomendaciones del IPCC de ampliar el acceso a la electricidad, mejorar la eficiencia energética y aumentar el uso de combustibles alternativos, no contaminantes.

Si nos preguntamos si hay solución con la actual dirigencia mundial, la respuesta debería ser la del Dante en las puertas del infierno: “Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate” (‘Dejad toda esperanza, quienes entráis aquí”). Mientras los científicos y Naciones Unidas claman por la necesidad inmediata de abandonar los combustibles fósiles, EEUU, la UE, Ucrania y Rusia con la connivencia de Japón, Australia, Corea del Sur y otros, se hallan involucrados en una ‘guerra del carbón, gas y petróleo’ empujando a la humanidad hacia el precipicio.

No solo multiplican el consumo con su maquinaria bélica sino que disparan los volúmenes de esos combustibles para garantizar “su seguridad”. Japón acaba de anunciar que seguirá comprando carbón, lo mismo que Alemania. EEUU presiona a sus ‘socios’ europeos para venderles gas licuado proveniente del ‘fracking’ que Biden y los demócratas habían prometido frenar. Y algunos países celebran el descubrimiento o la explotación de nuevos yacimientos de petróleo para aprovechar el momento (Namibia, Argelia, Argentina, Canadá, etc) en una demostración de dónde tienen puestos sus verdaderos intereses climáticos.

Se trata de una generación de líderes cangrejo, o peores que el cangrejo. No caminan de costado como éste, sino francamente hacia atrás. Con ellos es difícil que encontremos soluciones. Hay que reducir las emisiones de carbón a la mitad para 2030. Para ello, necesitamos gobernantes con sabiduría, coraje y honestidad.

El presidente del IPCC Hoesung Lee recordó que el mundo se halla frente a una encrucijada y que las decisiones que se tomen ahora marcarán el carácter habitable del Planeta.

Con enorme lucidez, Antonio Guterres ha declarado que a menudo los activistas climáticos son calificados como radicales o peligrosos. “Pero los radicales realmente peligrosos son los países que están aumentando la producción de combustibles fósiles. Invertir en nueva infraestructura de combustibles fósiles es una locura económica y moral”. Y la mayoría de los principales emisores (gobernantes y corporaciones) no están tomando las medidas necesarias para cumplir incluso esas promesas inadecuadas”.