Nuevas investigaciones revelan los peligros de su colosal acumulación

15 ene 2023

Nadie duda de los aportes que está innovación tecnológica ha traído a la humanidad en los últimos 70 años, desde que en la década de los ’50 comenzó a popularizarse. Desde entonces su presencia ha sido arrolladora: se han multiplicado sus aplicaciones debido a su versatilidad y la facilidad de su manipulación.

Ríos de plástico: la producción global de plástico se acumula año a año y desborda el Planeta.

En pocas décadas, se han generado unas 10.000 millones de toneladas, una cifra descomunal si pensamos que equivale a casi una tonelada por cada habitante del Planeta en la actualidad. Su presencia en vertederos y basurales a cielo abierto y en ríos y océanos ha contaminado todo, debido a una irracional gestión de sus residuos (unos 8 millones de toneladas anuales) de los que solo se recicla un 9%, mientras la producción global de plástico se acumula año a año.

Hay que recordar que solo los fabricantes de bebidas son responsables de producir anualmente más de 500.000 millones de botellas de plástico de un solo uso. Y cada minuto, se venden un millón de botellas de plástico en todo el mundo, que tardan hasta 450 años en degradarse totalmente.

Asia es la región con mayor producción (51%), acorde con su significación demográfica del mundo. Si se compara bajo esos parámetros, China produce el 30% de los plásticos globales siendo el 18% de la población mundial; América del Norte genera el 18% con el 4% de la población y Europa el 17% con el 7% de los habitantes del Planeta.

La acumulación de basura plástica en Asia no se debe solo a su consumo y población sino a las exportaciones de basura plástica que EEUU, Japón, Alemania y el Reino Unido destinan a países de la región como India, Malasia, Indonesia y China. Éste último ha prohibido esos envíos a partir de 2018-2020.

Uno de los granes problemas que acarrea la producción de plásticos es que se producen en más del 95% a partir de combustibles fósiles, que constituyen el principal factor de la contaminación planetaria y la crisis climática. Una investigación del Center for International Environmental Law (CIEL) reveló que la polución que genera la producción global de plásticos y su posterior incineración equivalen a las emisiones de 189 centrales eléctricas en base a carbón.

La basura acumulada en mares y océanos es de tal dimensión que Naciones Unidas ha decidido considerar que la lucha contra la contaminación oceánica en una prioridad, advirtiendo que si la actual tendencia no se revierte, en 2050 los océanos contendrán más plástico que peces.

En defensa de la locura

En medio de semejante situación no faltan quienes hacen una fervorosa defensa del plástico. Los plásticos han supuesto una herramienta imprescindible, ligada al desarrollo del siglo XX. ¿Por qué tienen tan mala prensa? se pregunta Juan Manuel Sabugo, físico español –experto en ciencia y tecnología de “Libertad Digital” un medio de tendencias neoconservadoras y libertarias– cuya expresa vocación personal es “ser rico”, como asegura en una entrevista.

Él, como otros defensores de catastrófico modelo económico que nos ha traído hasta aquí, basado en la soberbia de creer que los recursos de la Tierra están para nuestra exclusiva y abusiva disposición y en la penosa vocación de “hacerse ricos”, ponen el acento en sus “propiedades mágicas: es moldeable, muy barato de producir, pesa muy poco, es aislante eléctrico y acústico, es transparente… Pero lo que le hace extraordinario, es su resistencia a ser disuelto por el agua o por casi cualquier ácido”.

Está claro que sus beneficios han sido enormes y buen parte del desarrollo económico está atado a su descubrimiento y utilización. El plástico está presente en nuestra ropa, en los envases de nuestra comida y bebida y también forma parte del material médico, que utilizamos para cuidar nuestra salud. Pero también en nuestros pulmones, en nuestra sangre, en el agua que bebemos, en forma de microplásticos contaminantes y altamente peligrosos.

Poniéndose el ropaje de cierto “progresismo” a la moda, esos defensores resaltan que gracias a los plásticos, la humanidad pudo superar un mundo de privilegios y acceder a una multitud de productos. Pero omiten que la voracidad por la riqueza extremó su utilización al punto de desencadenar el actual colapso global de residuos.

Otras voces más equilibradas destacan que el camino hacia la sostenibilidad empieza con la elección de materiales donde los plásticos resultan grandes aliados. Se requiere mejorar equipos eólicos más eficientes y livianos o placas solares más ligeras y resistentes, aislar las viviendas para mejorar su rendimiento calórico, fabricar vehículos más livianos que requieran menos energía, aumentar la vida útil de los alimentos para reducir el desperdicio y mejorar su salubridad… En todos esos casos, el plástico aparece en el contexto tecnológico actual como un aliado.

Desde esa óptica, se pone el acento en la necesidad de controlar la incorporación de productos plásticos de un solo uso y apostar a su circularidad, para que los plásticos se reciclen y tengan vidas sin fin, como un recurso que pueda transformarse una y otra vez, en lugar de terminar como residuo. Es la solución adoptada por la UE que busca reciclar en los próximos años más de la mitad de sus plásticos.

Lo que no se dice es que buena parte de los plásticos actuales no es reciclable y que otros millones de toneladas no quieren ser recicladas por las empresas para no afrontar sus costos y prefieren dejar que alimenten basurales y las gigantescas “islas de plásticos” que se acumulan en los océanos, mientras los gobiernos lo consienten e ignoran su responsabilidad de regulación y protección de sus ciudadanos.

La verdad del reciclado de plásticos

En Más Azul hemos dado cuenta de los avances tecnológicos y científicos en los procesos de reciclado mecánico, químico y de degradación enzimática que están en curso y que requieren apoyo gubernamental y financiero para multiplicar sus actuales resultados. (Ver Más Azul n° 5, Feb 2020, “Una nueva ola de plástico se prepara para inundar el Planeta”; n° 7, mayo 2020, “Dow pretende lavarse la cara pero aumenta su producción de plástico”; n° 12, sept 2020, “Un tsunami de plásticos se prepara para inundar el Planeta”; ”; n° 12, sept 2020, “La deuda pendiente del reciclaje plástico” y n° 31,abril 2022 “Contaminación plástica Cifras y culpables”).

El primero (mecánico) solo sirve para reciclar el 30% de los plásticos en circulación. Para incrementar sus resultados se requieren cambios desde el diseño (‘ecodiseño’) lo que implica regulaciones gubernamentales que no solo favorezcan su implementación sino que prohíban aquellos envases (frecuentes en la industria alimentaria) que incorporan en su composición cartones y plástico en su composición –que se publicitan como sostenibles– y resultan imposibles de reciclar.

El reciclaje químico de plásticos permite reciclar el 80% de los plásticos, generando productos de calidad similar a los originales, con mucho menor uso de combustibles fósiles. Pero implica la utilización de sustancias químicas también contaminantes.

Por último, los sistemas de degradación enzimática absolutamente sostenibles están en una fase avanzada pero aún no tiene un desarrollo industrial.

A escala global el 90% del plástico producido no se recicla y termina quemado, en vertederos o arrojado al mar.

La realidad –muy poco publicitada– es que el reciclaje de plásticos tiene muchas dificultades de toda índole y aún no es viable a escala industrial para lograr una economía sostenible. El resultado es que a escala global el 90% del plástico producido no se recicla y termina quemado, en vertederos o arrojado al mar. Su uso principal es como fuente de energía (incineración) o reutilizado (no reciclado) en materiales de menor valor a través de un tratamiento solo mecánico.

“El verdadero reciclado de plásticos, a diferencia de la mecanización o su uso como fuente de energía, conlleva transformar un polímero en otro. Esto es upcycling. Para ser precisos, el upcycling de polímero a polímero se traduce en la transformación directa de plásticos desechados en un polímero de una composición diferente que tiene más valor que el material original. Pero “valor” entendido como un concepto más amplio que el puro valor económico, incluyendo también valores ambientales y sociales”.

Es lo que concluye el estudio de un equipo de investigadores liderado por los científicos Haritz Sardon, de la Universidad del País Vasco (España) y Coralie Jehanno, de POLYMAT, que analiza de forma crítica las ventajas y retos de los métodos actuales de reciclado de polímeros, y establece una hoja de ruta con el objetivo final de alcanzar una economía de los plásticos sostenible.

El equipo advierte que “la necesidad de desarrollar estrategias para reducir, reutilizar y reciclar los desechos plásticos, es un desafío científico y social apremiante, no solo para reducir la cantidad de plásticos desechados que contaminan el medio ambiente, sino también para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el fabricación de plásticos vírgenes”.

El plástico oceánico

Se producen en el mundo cada año unos 78 millones de toneladas de plástico, de los cuales el 72% termina desparramada como basura en el Planeta (40% en basurales o vertederos y 32% en ríos, mares o tierra); 14% incinerado o utilizado para generar energía, 12% reciclado en productos de menor calidad; y sólo un 2% en productos similares a los originales (Inf.Fundación Ellen MacArthur).

El plástico inunda el Planeta: está presente en todas partes. Desde montañas, lagos, ríos y océanos, a profundidades marinas como la fosa de las Marianas (el área más profunda de los océanos de la Tierra con casi 11.000 metros) y hasta en nuestro propio organismo a través de microplásticos.

Se estima que la actual producción podría duplicarse en los próximos cinco años. Ante ese horizonte, un grupo de investigadores de Suecia, Noruega y Alemania han advertido que los índices actuales de emisiones de plástico mundiales pueden desencadenar “efectos que no podremos revertir”(Rev.Science, jul 2021).

Matthew MacLeod, profesor de la Universidad de Estocolmo y autor principal de la investigación, recuerda que “las emisiones siguen creciendoy en su estudio señala que el plástico es una amenaza mundial, que obliga a poner en marcha acciones urgentes para reducir drásticamente esas emisiones.

Mine Tekman, coautora del trabajo e investigadora del Instituto Alfred Wegener de Alemania, insiste en que para reducir las emisiones “hay que tomar medidas drásticas, como limitar la producción de plástico virgen para elevar el valor del plástico reciclado, y prohibir la exportación de residuos de plástico a menos que sea a un país con mejor reciclaje”.

Sobre este punto denuncia que la contaminación por plásticos no es sólo un problema medioambiental, sino también “político y económico” y que “tecnológicamente el reciclaje del plástico tiene muchas limitaciones y los países que tienen buenas infraestructuras (ricos y desarrolldos) han estado exportando sus residuos de plástico a países con peores instalaciones”.

La investigación recuerda quela degradación es muy lenta y se ve superada por la acumulación de nuevos plásticos que no hacen más que aumentar” por lo que el plástico es un “contaminante poco reversible” y llama la atención sobre los daños medioambientales irreversibles que provocan los tóxicos de los plásticos y que podrían desencadenar efectos de gran alcance o incluso globales.

Los residuos del Pacífico cubren 1,6 millones de kms2 casi tres veces el tamaño de Francia, con toneladas de plástico.

Entre ellos señalan posibles consecuencias, como la exacerbación del cambio climático debido a la interrupción de la bomba de carbono global y la pérdida de biodiversidad en el océano, donde la contaminación por plásticos actúa como un factor de estrés adicional a la sobrepesca, la pérdida de biodiversidad, el aumento de la temperatura del agua, el exceso de nutrientes (eutrofización) y la saturación química por fertilizantes, pesticidas, fármacos, nitratos, fosfatos, etc.

La evidencia científica deja en claro la grave situación de los océanos. En el Pacífico, por ejemplo, el oceanógrafo Laurent Lebreton con el equipo de The Ocean Cleanup, investigando la gran “isla de basura” existente entre California y Hawái, descubrió que los desechos plásticos acumulados allí, provienen de un pequeño grupo de países: Japón, EEUU, Corea del Sur y China-Taiwán, donde verificaron materiales con más de 60 años de antigüedad (Revista Nature).

La investigación de Lebreton revela números monstruosos: el área de residuos que se expande por un 1,6 millones de kms2 –es decir, casi tres veces el tamaño de Francia– y contiene cerca de 80.000 toneladas de plástico, con 1,8 billones de piezas menores de plástico (trozos de redes de pesca, juguetes, bidones, etc) sin contar un número incalculable de microplásticos, que se estima componen un 8% de la masa de plástico flotante.

Aunque la mayor concentración de basura acumulada en todos los océanos, está en el Pacífico norte, existen otras concentraciones en el mundo, como en el mar de Japón o en el Mediterráneo. “Esto pone de manifiesto la urgencia de tomar medidas para detener la llegada de plásticos al océano y para limpiar el desastre existente”, afirma Lebreton.

Aunque conscientes de que las soluciones mágicas no existen, científicos y ambientalistas en todo el mundo abogan por la urgente implementación de materiales que sean totalmente biodegradables, la prohibición absoluta de envases de un único uso y una acción decidida sobre las empresas productoras de plásticos que hoy omiten su responsabilidad en la gestión de los residuos que provocan.