Responsables de 1 millón de especies en peligro de extinción incluidos los humanos

Antonio López Crespo

22 jul 2022

Alrededor de un millón de especies de animales y plantas están en peligro de extinción. Muchas podrían desaparecer solo en décadas, lo que representa una amenaza colosal para nuestra subsistencia y un acontecimiento sin precedentes en la historia de la humanidad.

El balance es aterrador: 75% de los ecosistemas terrestres están “gravemente alterados” Unsplash-Alexei Scutari.

La Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas (IPBES) patrocinada por diversas agencias de Naciones Unidas insiste desde hace años en que la tasa global de especies que han desaparecido (extintas) es por lo menos entre 10 y cientos de veces mayor que la tasa promedio en los últimos 10 millones de años y además se está acelerando.

El balance es aterrador: 75% de los ecosistemas terrestres están “gravemente alterados” y 66% de los ecosistemas marinos también. Más del 33% de todos los mamíferos marinos, el 40% de los anfibios y el 33% de los corales están amenazados por el impacto de la actividad humana sobre la naturaleza. Y más del 85% de los humedales que existían hace 200 años se han perdido.

En un histórico informe “El peligroso declive de la naturaleza: tasa de extinción de especies ‘sin precedentes’ y acelerada”, IPBES alertaba en 2019 que “la naturaleza está decayendo globalmente a un ritmo sin precedentes en la historia humana, y la tasa de extinción de especies se está acelerando, causando efectos severos en las poblaciones humanas de todo el mundo en este momento”.

Pero hemos seguido caminando hacia el precipicio, con una inacabable demanda de comida y combustible mientras se incrementa la población mundial a la velocidad de 180.000 nuevos habitantes por día!!!, o 65 millones cada año, lo que nos llevará a alcanzar los 8.000 millones de humanos antes de este fin de año (worldometers.info/).

Todos contribuimos a lo que sucede, pero semejante catástrofe ambiental no tiene iguales niveles de responsabilidad. Hoy queremos mostrarles tres actividades responsables del millón de especies en peligro de extinción y que han provocado cambios dramáticos en la naturaleza y puesto a nuestro Planeta al borde del colapso. Su actual modelo de producción y consumo solo puede enmarcarse en la figura del “ecocidio”.

1. Quema de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo)

El impacto ambiental de los combustibles fósiles es la primera y más importante causa del deterioro del Planeta y la pérdida de biodiversidad. Constituye la causa y consecuencia transversal de la crisis ambiental que padecemos. La producción y utilización de combustibles fósiles para la generación de energía, para la producción industrial y para el transporte comportan la principal causa del cambio climático y por tanto, la mayor responsabilidad en la dramática situación que vive la humanidad y que, según Naciones Unidas, si no se rectifica el rumbo actual harán que el Planeta sea inhabitable.

Los daños que produce su uso son múltiples: para producir la energía todos estos combustibles fósiles se someten a combustión, liberándose gases como dióxido de carbono, metano, óxido de azufre, benzopireno, óxido de nitrógeno y monóxido de carbono, etc.

Su incremento abarca todas las regiones de mundo y son especialmente preocupantes las emisiones de CO2 (origen del calentamiento global) que ha batido records históricos: en 2021 el desastroso aumento de esas emisiones ha sido el mayor de la historia, con más de 2.000 millones de toneladas a nivel mundial.

Al incorporarse a la atmósfera la acción de los combustibles fósiles tiene consecuencias severas:

. Potencia el efecto invernadero, con lo que aumenta gradualmente la temperatura media del Planeta (calentamiento global). Las temperaturas aumentan aceleradamente. La temperatura media mundial en los últimos cinco años estuvo entre las más altas jamás registrada. Desde 1850, los 11 de 12 años más calurosos corresponden a los últimos 20 años. Según la OMM, si esta tendencia continúa, la temperatura global aumentaría entre 3°C y 5°C para el año 2100, lo que sería catastrófico.

. Multiplica la lluvia ácida que se forma cuando el óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre o trióxido de azufre –emitidos por centrales eléctricas, fábricas, vehículos, calderas de calefacción y otros– queman carbón o productos derivados del petróleo que contienen azufre y se mezclan con la humedad del aire. La lluvia ácida es una de las consecuencias de la contaminación atmosférica. Los gases procedentes de la quema de combustibles reaccionan con el oxígeno del aire y el vapor de agua, transformándose en ácidos que se depositan sobre la superficie terrestre a través de las precipitaciones

. Contamina el aire, el suelo y las aguas tanto superficiales como subterráneas. Cada año 300 a 400 millones de toneladas de metales pesados, solventes, lodos tóxicos y otros desechos de instalaciones industriales se descargan en las aguas del mundo, y los fertilizantes que ingresan a los ecosistemas costeros ya han producido más de 600 ‘zonas muertas’ en los océanos, (con bajos o sin niveles de oxígeno) en un proceso conocido como eutrofización o aporte excesivo de nutrientes a las aguas costeras. Alcanzan unos 315.000 km2, una superficie mayor que Polonia. Desde 1950 esas zonas se han multiplicado por cuatro en mar abierto y hasta por diez en zonas costeras. La acidificación de los océanos, debido al aumento de los niveles de dióxido de carbono, afecta en gran medida a las aguas poco profundas, en especial a ecosistemas claves como los del Pacífico subártico y el Océano Ártico occidental.

. Acelera el deshielo en los casquetes polares y aumento del nivel del mar. El calentamiento provoca el deshielo de esa parte de la Tierra cuya pérdida del hielo que se convierte en agua que aumenta el nivel de los océanos y mares. Al deshacerse en el mar, el agua dulce permanece en la superficie, alterando las corrientes marinas y generando un efecto grave en los ecosistemas marinos y en el clima. El derretimiento de los glaciares provoca el aumento del nivel del mar, lo que incrementa a su vez la erosión costera e incrementa las marejadas, con tormentas costeras (huracanes y tifones) más frecuentes e intensas.

. Incrementa los fenómenos meteorológicos extremos. No solo por una mayor frecuencia de huracanes y tormentas tropicales sino la multiplicación de lluvias torrenciales, olas de calor, inundaciones, sequías, incendios forestales, etc.

Los cinco países mayores productores de petróleo y las diez petroleras y gasíferas más grandes del mundo son las siguientes:

Estados Unidos

16.585

Arabia Saudí

10.954

Rusia

10.944

Canadá

5.429

Irak

4.102

En 2022, Saudi Aramco se estableció como la número uno, tras superar los u$s 2 billones de capitalización de mercado y ganar unos 28 millones de dólares por hora!!

2.Producción de plásticos

Junto con los combustibles fósiles, la producción de plásticos constituye otra de las actividades responsables del gravísimo deterioro del Planeta. La contaminación plástica que se ha multiplicado por diez desde 1980.

La actual producción de plástico es de 400 millones de toneladas anuales. Pero los grandes conglomerados del sector prevén multiplicar su producción. Una investigación de la Universidad de Leeds determinó que el plástico que ingresa al mar se duplicará para 2040 y, a menos que el mundo actúe, más de 1.300 millones de toneladas de desechos plásticos se arrojarán en la tierra y en los cuerpos de agua.

Las proyecciones son alarmantes: se estima que para el 2040, de forma acumulativa, más de 2.200 millones de toneladas de plástico se quemarán, 850 millones de toneladas que acumularan en la superficie terrestre y 480 millones de toneladas se verterán en ríos y mares.

La contaminación por plásticos en los océanos ya ha afectado la vida de unas 300 especies, incluyendo el 86% de las tortugas marinas, el 44% de las aves marinas y el 43% de los mamíferos marinos.

Las micropartículas y nanopartículas plásticas entran en las redes alimenticias a través del consumo de peces y mariscos y también del agua de red.

Los plásticos de un solo uso, los productos plásticos baratos que usamos una vez y luego tiramos, son el mayor causante de la crisis global de los plásticos y la principal fuente de la basura plástica que ahoga nuestros océanos, contamina nuestros suelos en vertederos y el aire por su quema indiscriminada.

En esas condiciones, eventualmente se descomponen en partículas diminutas que alterar la salud de la vida silvestre y la capacidad del océano para almacenar carbono. Como los plásticos de un solo uso contienen aditivos químicos como plastificantes, se han encontrado en humanos como microplásticos que provocan problemas graves a la salud, en especial relacionados con problemas reproductivos.

Actualmente, los plásticos de un solo uso representan más de un tercio de los plásticos producidos cada año, y el 98% se fabrica a partir de combustibles fósiles.

Pese a las amenazas que representa para el Planeta, a la industria del plástico se le ha permitido operar durante décadas con regulaciones mínimas y una total falta de transparencia.  En 2021, el índice Plastic Waste Makers publicado por la Fundación Minderoo reveló por primera vez que 20 empresas generan la mitad del plástico del mundo y un listado con más responsables.

En el informe Plastic Waste Makers se identifican por primera vez las empresas responsables de ‘inundar’ el mundo con sus plásticos como mayores productores de los cinco polímeros primarios que se producen a partir de combustibles fósiles y que generan la gran mayoría de los residuos plásticos de un solo uso a nivel mundial, así como, qué inversores y bancos los están financiando.

Estas son las 20 empresas que generan más de la mitad del plástico del mundo:

1.Exxon Mobil-EEUU (petróleo y gas); 2. Dow-EEUU (química); 3. Sinopec-China (petróleo y gas); 4. Indorama Ventures-Tailandia (petroquímica); 5. Saudi Aramco-A.Saudita (petróleo, gas, petroquímica); 6. PetroChina-China (petróleo y gas); 7. LyondellBasell-Países Bajos (refinación, productos químicos y plásticos);  8. Reliance Industries-India (petróleo, gas y petroquímica); 9. Braskem-Brasil (petroquímica); 10. Alpek-México (petroquímica y plásticos); 11. Borealis-Austria (plásticos); 12. Lotte Chemical-Corea del Sur (petroquímica y plásticos); 13. INEOS-Gran Bretaña (química); 14. Total-Francia (petroquímica); 15. Jiangsu Hailun-China (petroquímica); 16. Far Eastern New Century-Taiwan (plásticos); 17. Formosa Plastics Co-Taiwan (plásticos); 18. China Energy Investment- China (mayor productor mundial de carbón, que también produce plásticos); 19. PTT- Tailandia (gas y petróleo) y 20. China Resources-China (petroquímica).

Cada una de ellas produce  entre 3 y 6 millones de toneladas de residuos plásticos. Como puede verse, todas están fuertemente involucradas en la producción y utilización de combustibles fósiles, por lo que son lo mismo, en términos de contaminación y deterioro del Planeta.

Si ponemos en foco la producción de residuos plásticos, las empresas que generan más basura plástica en el mundo, según Changing Markets Foundation (Países Bajos) son las siguientes:

Fuente: Changing Markets Foundation Datos 2020 – Infografía: Statista.

Como dato curioso, de los ocho principales productores de plástico del Planeta, cinco son estadounidenses. Coca-Cola es la empresa con la mayor huella plástica en la Tierra, con 2,9 millones de toneladas de envases de plástico producidas anualmente. El segundo es su competidor PepsiCo, 2,3 millones de toneladas y el tercer lugar corresponde a la suiza Nestlé, con 1,7 millones de toneladas de envases de plástico producidos.

El Informe de Plastic Waste Makers revela que Australia es el país que genera la mayor cantidad de desechos plásticos de un solo uso per cápita, seguido de EEUU, Corea del Sur y Gran Bretaña. Así como otros países involucrados.

Fuente: KPMG - Gráfico: The Guardian .

3. Explotación insostenible de recursos

Naciones Unidas señala que la demanda de recursos naturales para comida, ropa, agua, vivienda, infraestructura, etc. es más alta que nunca y continúa creciendo. La extracción de recursos ha aumentado más del triple desde 1970, con un incremento del 45% en el uso de combustibles fósiles.

La extracción y el procesamiento de los materiales, los combustibles y la comida son responsables de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales totales y de más del 90% de la pérdida de biodiversidad y el estrés hídrico.

El modelo de producción y consumo hace que estemos utilizando el equivalente a 1,6 Tierras para mantener nuestro actual modo de vida. En los últimos años, la humanidad agota todos los recursos naturales disponibles para un año en los primeros 200 días (WWF). Estamos sobregirados y los ecosistemas no pueden seguir el ritmo de este consumo.

En países de alto ingreso, la huella material per cápita, es decir, la cantidad de materias primas necesarias para satisfacer nuestras necesidades, es más de diez veces mayor que en países de bajo ingreso. El grupo de países que integran el G20 es responsable del 78% de emisiones de gases de efecto invernadero mundiales.

Pero la extraordinaria expansión humana no ha solucionado problemas elementales como el hambre, la pobreza y el acceso a bienes básicos para una vida digna. Los humanos hemos consentido establecer para nuestra convivencia un injusto e irracional sistema de producción y consumo que ha dañado la mayor parte de la superficie de la tierra.

Para el IPBES, el 75% de la superficie del Planeta está “significativamente alterada”, el 66% de los océanos experimentan deterioros crecientes; más del 85% de los humedales se han perdido y la mitad de la cubierta coralina del mundo ha desaparecido. Cientos de millones de hectáreas de bosque primario o en recuperación han sido destruidos, La deforestación anual mundial se estima en 13,7 millones has. por año, lo que equivale a la superficie de Grecia. La pérdida neta de bosques en el período 2010-2020 alcanzó los 47 millones de hectáreas, un territorio una vez y media más grande que la enorme India.

Un sistema irracional de cómplices

Ese sistema no ha sido capaz de proporcionar comida para todos (900 millones padecen hambre) ni siquiera agua potable o retretes (1600 millones no tiene acceso a esos servicios elementales) pero hemos generado una colosal riqueza concentrada en unos pocos (casi la mitad de la riqueza del mundo (45,8%) la posee 1,1% del total de población global y el 55% de población mundial solo tiene 1,3% del dinero (Credit Suisse, 2021).

El sistema –que algunos han pergeñado y otros hemos consentido– ha instalado fenómenos como la deforestación para permitir la expansión agro-ganadera y el negocio maderero. La consecuencia: una monumental destrucción del hábitat natural. Junto con la sobrepesca y la minería, son algunas de las principales causas de la disminución de la biodiversidad. A ello hay que sumarle el uso demencial de los combustibles fósiles para atender una desbocada demanda de energía.

Más del 70% de la captura mundial de pesca está en manos de solo nueve países (China, UE, EEUU, Rusia, Japón, Indonesia, India, Vietnam y Perú), con baja regulación e ínfimos controles.

Los efectos ambientales de la minería son múltiples: impactan el suelo, el agua y el aire y provocan  alteraciones como drenaje ácido, contaminación hídrica, remoción de glaciares, contaminación atmosférica, remoción y socavamiento del suelo, pérdida de biodiversidad, contaminación de los suelos.

Esa actividad extractiva y contaminante tiene como mayores responsable a 10 grandes corporaciones mineras: 1. BHP Billinton (Australia-Reino Unido); 2. Rio Tinto (Australia-Reino Unido); 3. Glencore (Suiza); 4. China Shenhua Energy (China); 5. Vale (Brasil); 6. Coal India (India); 7. MMC Norilsk Nickel (Rusia); 8. Grupo México S.A.B. (México); 9. Anglo American (Reino Unido-Sudáfrica); 10. Freeport-McMoRan (EEUU).

Por su parte, el consumo mundial de alimentos está liderado por diez grupos empresariales, básicamente de EEUU, que dominan la mayoría de las grandes marcas de comidas, productos para los animales, productos domésticos y de cosmética que se consumen asiduamente en la actualidad: 1. Nestlé (Suiza); 2. PepsiCo (EEUU); 3. Unilever (Reino Unido-Países Bajos); 4. Coca-Cola (EEUU); 5. Mars (EEUU); 6. Mondelez (EEUU); 7. Danone (Francia); 8. General Mills (EEUU); 9. Associated British Foods (Reino Unido) y 10. Kellogg’s (EEUU).

Si a ello se suman las cuatro grandes empresas comercializadoras Archer Daniels Midland (EEUU), Bunge (EEUU), Cargill (EEUU) y Louis Dreyfus, (Francia) conocidas como las ‘ABCD’, que controlan la mayor parte del comercio internacional de cereales y granos y poseen múltiples negocios en la agroindustria, el consumo masivo y los envases, puede observarse el nivel de connivencia y concentración de la extracción de los recursos del Planeta.

Todas las nombradas (mineras, agroalimentarias, plásticas y petroleras) son corporaciones cuyos negocios ensamblan la compraventa de materias primas sean éstas petróleo o cereales. Glencore (Suiza) es el mayor comerciante de metales y trigo del mundo. Trafigura (Singapur) también comercia petróleo y metales. Vitol (Suiza-Holanda) no solo trafica con petróleo sino con todo tipo de materias primas. ADM está asociada a la petrolera Conoco y juntas participan del mercado de propilenglicol, con petroquímicas como Dow, BASF, la productora holandesa de plásticos Lyondell Basell, etc. Bunge está asociada a la petrolera Chevron. Cargill, la mayor comercializadora de cereales del mundo está asociada a Dow para producir plásticos.

Las empresas que controlan el flujo de los recursos naturales del mundo siguen apostando por el negocio de los combustibles fósiles y se enfrentan a una escasa regulación de su actividad. En un brillante libro “El mundo está en venta”, Javier Blas y Jack Farchy, dos periodistas de Bloomberg, confirman esta temible simbiosis y reflejan una dura conclusión sobre el oscuro mercado de las materias primas: “No es que operen por encima de la ley, es que simplemente no hay ley”.

Reiterados informes de Naciones Unidas advierten que la biodiversidad de la Tierra está en peligro. Desde que la vida se desarrolló en el Planeta, ha sufrido cinco extinciones masivas. La Tierra podría estar asomándose ahora a una sexta, ésta vez causada por el ser humano. (Ver Más Azul n° 12, sept. 2020, “Alerta ONU: Diez años para evitar una extinción masiva”)

El modelo de producción y consumo desarrollado en los últimos 200 años genera una colosal acumulación de riqueza en determinados países y una cierta prosperidad en algunos segmentos de la población global pero que deja afuera a vastos territorios y comunidades del Planeta.

Una guerra contra la naturaleza

Para lograrlo consume recursos más allá de la capacidad de reposición de la Tierra y genera todo tipo de graves deterioros en la naturaleza, que han alterado la atmósfera, los suelos, el agua y los océanos. Su resultado es una crisis climática que nos enfrenta a la posibilidad de una sexta extinción masiva.

Como asegura el Secretario General de la ONU, António Guterres: “La humanidad está librando una guerra contra la naturaleza y necesitamos reconstruir nuestra relación con ella… Permítanme ser claro: la degradación de la naturaleza no es un problema puramente ambiental. Abarca la economía, la salud, la justicia social y los derechos humanos”.

Pese a la pandemia y al extraordinario y trágico aviso que significó, advirtiéndonos de las consecuencias zoonóticas de nuestra alteración de la naturaleza, gobiernos y corporaciones han seguido caminando hacia el precipicio. La guerra en Ucrania es el ejemplo más brutal de su incompetencia para conducir la marcha de la humanidad hacia una salida.

Como señala el responsable de la ONU “la salud de los ecosistemas de los que nosotros y todas las demás especies dependemos se está deteriorando a una velocidad nunca antes vista. Estamos erosionando los cimientos de las economías, los medios de vida, la seguridad alimentaria, la salud y la calidad de vida en todo el mundo”.

Pero algunas de las principales potencias mundiales se enfrascan en una guerra que solo responde a los intereses de quienes defienden su bolsillo y el status quo y son incapaces de poner en la mira “un bien público más amplio” (Más Azul n° 31, abril 2022, “Hacia una nueva era